1 Tengo que intentarlo

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—Hola Jack—lo saludó Norte y agregó con sarcasmo—: ¿qué te trae por aquí?

—El aburrimiento. Y tu llamado, claro está.

El hombre sonrió de lado y el muchacho con triunfo, se dio la vuelta para encontrarse con sus demás compañeros y saludarlos con la mano sosteniendo su cayado al mismo tiempo. Sandy, el guardián de los sueños le devolvió el gesto; Toothiana, el hada de los dientes, guardiana de la memoria, le sonrió eufórica como siempre al igual que un par de sus haditas que volaban junto a ella. El único que ignoró su buena actitud fue Aster, el conejo de pascua, guardián de la esperanza, que, con su complejo de superioridad de siempre, se acercó al muchacho y lo miró muy seriamente.

—Llegas tarde.

—Estoy bien, gracias por preguntar. También te extrañé—le contestó el muchacho girando los ojos, irritando a su amigo. El gran conejo a punto estuvo de decir algo más cuando sus ojos se cruzaron con los del viejo que, con una mirada, les ordenó silencio a ambos.

—Llegó tarde—repitió en voz baja y nadie agregó nada más. No había tiempo para eso. Norte no quería perder ni un segundo más, así que dio un gran aplauso llamando la atención de todos y se frotó las manos, ansioso por que alguien preguntara que es lo que pasaba. Nadie lo hizo. Tras una mirada molesta del que usualmente era gordito y simpático todos lo bombardearon con las preguntas que él deseaba escuchar hasta que se contentó. Satisfecho, les sonrió y dio media vuelta para empezar a caminar lejos de ellos. Los guardianes intercambiaron un par de gestos antes de seguirlo al centro del lugar donde se ubicaba el gigante globo terráqueo que mostraba las luces de los niños creyentes del mundo. Pero no sólo se encontraron con el globo. En una esquina de la habitación había un remolino de luces, con cintas alrededor impidiendo el paso, tal y como hacía la policía con las escenas del crimen. Miraron al gran hombre quien tenía su vista puesta en lo que obviamente era por lo que les había llamado. Volvieron sus ojos al remolino y de nuevo a él sin entender que era tan importante.

—Dime que no nos llamaste sólo para ver uno de tus portales—soltó Aster con decepción cubriéndose la cara con ambas manos.

—¿Para qué crees que los llamé entonces? Hay algo mal con ese portal.

—Ya pasó navidad, puedes encargarte de esto tú solo.

—O puedes ayudarme, no tienes nada mejor que hacer.

—Tengo que-

—Prepararte para la pascua no es algo mejor que hacer.

—Recuerdo haber escuchado alguna vez de tu boca que la pascua podía ser algo muy importante–se defendió.

Jack rio junto con Tooth en voz baja mientras que Conejo y Norte empezaban a discutir como siempre. Sandy, por su lado, aceptó la bebida que le ofreció uno de los duendes del taller y empezó a beber mientras que dirigía sus ojos serios a Jack quien se había volteado hacia él para compartir las risas. Sólo hizo falta un segundo para que el muchacho parara, pues se dio cuenta de que había sido descubierto por su pequeño amigo: muy en el fondo, también sentía decepción.

Hace más de un año que habían luchado contra Pitch, amo de la oscuridad y el miedo, y los niños habían empezado a creer en Jack por primera vez, así que su vida se veía sumida en una rutina divertida, pero no lo suficiente. Creía que tal vez esa llamada marcaría el inicio de una nueva aventura, pero tras ver de qué se trataba, era obvio que tendría que esperar por algo más. Apartó la mirada con incomodidad y levitó hacia el portal manteniendo una distancia prudente, buscando cualquier cosa, convencido de que Norte los había llamado por algo más grande. Sólo debía de hacer las preguntas correctas.

Trilogía: A Través Del TiempoWhere stories live. Discover now