1. Comienzo

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El olor a tubo de escape, alcohol, cigarros, colonias caras y otras de las muchas sustancias perjudiciales en el ambiente, mezclado con la música barata de los coches tuneados más caros de la ciudad hacían que Luke se sintiera no solo bien, hacían que se sintiera vivo.

Todo el mundo iba de un lado para otro, chocándose, liándose o perdiendo la poca dignidad que a algunos les quedaba, si es que alguna vez la tuvieron. Él los miraba, disfrutando del lugar y su adrenalina, apoyado en su BMW negro mientras inhalaba la nicotina de su cigarro eléctrico, si es que se le podía llamar así.

- Joder, esto sabe a mierda. Dan ganas de apagarlo y encenderse uno de verdad.- gruñó mirando el regalo que su tio Louis le había dado apenas unos días.

- Si es que no sé qué haces tomando esas mierdas, solo es vapor de agua con sabor.- intervino una voz femenina a su derecha.

- Calla Pi. Me lo regaló mi tio, dice que o dejo de fumar o me deja de pasar dinero.- Echó el humo con nerviosismo.

- Me estas poniendo nerviosa.- le arrebató el aparato y le tendió un cigarro.- Esto sí es lo que necesitas, no chorradas de niño pijo.

Pilar, o Pi, como la solía llamar Luke no se caracterizaba especialmente por su largo pelo cobre con las puntas rojas y su cara de niña buena, lo hacía por su rebeldía y carencia de vergüenza. Según ella, la vida hay que vivirla al máximo, jodiendote por dentro y por fuera si era necesario, porque cuando seas mayor y estés encerrado en cualquier oficina, ya no podrás hacer nada para remediarlo. No era una chica de esas que vivían por y para el sexo como la mayoría, simplemente tenía su propio estilo y por eso solía llamar la atención fuera donde fuese. Era una chica de ideas claras.

Luke y ella eran amigos desde que los dos entraron al colegio con apenas 4 años, desde siempre, Luke la llamaba Pi o alguno de los muchos motes que se le ocurrían, según él detestaba tener que llamar a su mejor amiga como su madre, así que decidió llamarla así.

- Cuando sea mayor y esté hecho una mierda por dentro, mandaré a un agente secreto a que te mate.- añadió encendiéndose el cigarro. Esto sí era sentirse bien.

- Lo que tú digas rubito... - hizo una pausa.- ¿Sabes algo de Hugo?

- Ni me lo recuerdes, ese gilipollas tendría que estar aquí hace media hora.- gruñó Luke molesto.

- Estará con uno de sus ligues... No es nada nuevo.- chasqueó la lengua.

-¡Eh, tú! - los dos amigos miraron al frente como pudieron, ya que el humo y el ambiente del lugar no ayudaban en absoluto.- ¡Hemmings! - Luke se sobresaltó al percatarse de que enfrente tenía a un gran hombre. Debió de ponerse las lentillas antes de salir de casa, no era buena no ver de lejos en sitios así.

- Ey, cuanto tiempo... - le miró de arriba a abajo.- ¿Alonso?

- Sí, Hemmings, sí.- rodó los ojos.

Si de algo se caracterizaba Luke, era de olvidarse los nombres de la gente. Con las caras tenía un don de recordarlas todas, pero los nombres eran un gran problema para él.

- ¿Dónde está tu amigo? - volvió a hablar.- O viene ya o perderéis una gran cantidad de dinero... Y no solo vosotros, sino todos los que han apostado por él, así que más os vale que esté aquí ya.- le apuntaba en el pecho con el índice.

- Tranquilo, vendrá. O sino ya me encargaré yo mismo de darle la paliza de su vida.- empujó al hombre con asco.

Aunque ese hombre era casi diez años mayor que él, a sus 18, Luke odiaba que gente inferior que él en todos los sentidos le tocara o intentara quedarse por encima de él. No salía mal parado nunca, puesto que nadie diría que correspondía a la edad que en su DNI figuraba. Podía presumir de una altura de algo más de 1,80, su cara tenía un toque más maduro que los de su edad, sumando el pirsing de su labio inferior, que le daba un toque duro. Su pelo rubio de punta, heredado de su madre, unos ojos azul cielo y un cuerpo del que podía presumir hacían a Luke Hemmings el chico más guapo de todo su instituto según las encuestas.

La Sombra de las Estrellas [Luke Hemmings]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora