211. Todo Está Escrrito...

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Sentada sobre algunos oscuros almohadones al calor de la luz de las numerosas velas apostadas por toda la enorme estancia de la sala del trono, Lexa observa como la enigmática mujer mezcla algunas hierbas en un cuenco junto con sangre vieja de un frasco que ha tomado del estante murmurando unos cánticos al cielo mientras se dibuja símbolos con la mezcla en el rostro y los brazos.

Lexa que no comprende la lengua que utiliza mientras la ve sumerger las manos en el cuenco embadurnándoselas en sangre mientras las aprieta contra su raído camisón marrón dejándose marcas de huellas mientras murmurá inteligiblemente invocando algún poder supremo que la Heda de los Trece Clanes parece desconocer por completo.

Lexa que la contempla con desconfianza y recelo, ve como Nirrath murmurando cada vez más rápidamente eleva sus manos al cielo dibujando en el aire algunas extrañas formas con sus dedos.

La Heda de los Trece Clanes comienza a sentir como el sofocante aire de la viciada habitación se va volviendo cada vez más y más denso, empezando a encontrarse un poco aletargada por momentos.

La noche ha caído fuera y el viento aúlla a lo lejos pero nada parece poder interrumpir la concentración de Nirrath Zarriah en el trance que la envuelve. Las llamas de las velas titilan y una etérea nube de humo se arremolina sobre ellas.

Lexa abotargada por esa extraña sensación que siente se inclina ligeramente hacia delante mientras una especie de murmullo de diferentes voces parece llegar a ella desde todas direcciones pudiendo distinguir entre ellas la de Anya y la anterior Comandante antes que ella.

Todas hablan a la vez, susurran, rumorean y bisbean al tiempo que toda clase de imágenes de diferentes épocas y lugares, donde gobernaban con mano de hierro ellas asaltan su mente sin orden ni control.

Nirrath que alaba y exalta a deidades perdidas en el tiempo no puede evitar que una escondida sonrisa perturbe su rostro al ver a la poderosa Heda de los Trece Clanes ante ella mientras no cesa sus cánticos.

En un momento dado, los de Lexa se cierran y dando una gran y entrecortada exhalación su cuerpo se desvanece por completo cayendo sobre los almohadones hacia atrás.

El incesante sonido de tambores, de pequeños huesecillos quebrándose al ser removidos unos juntos otros al caer sobre una vieja y curtida piel manchada con roja sangre mientras una aguda y lastimera melodía rasgaba el aire llegó inexplicablemente hasta ella.

Cuando sus ojos se abrieron, Lexa se vio a si misma al borde de un inmenso abismo. Un hondo precipicio perteneciente a uno de los perdidos confines de Polis al otro lado de las yermas mareas de verdes hierbas.

No sabía qué era lo que hacía allí ni cómo había llegado a estar donde estaba ahora. Sentía como la brillante luz del sol caía sobre ella mientras el gran astro de luz resplandecía en lo más alto del cielo y la suave brisa le acariciaba la cálida piel. Frente a ella se extendían árboles y más árboles que albergaban sólidas estructuras, ruinas descubiertas, moradas de piedra... mercaderes, comerciantes y otros súbditos transitaban libremente entre ellas sin importar que pinturas o símbolos adornasen sus caras ni de qué clanes eran.

Parecían estar libres y en paz entre ellos. No existía esa constante pesadez sobre su pecho. Eran félices todos ellos...

—¡Madre! —la llamó de pronto la infantil voz de un niño y al volverse llevada por la inminente sorpresa, un pequeño de unos seis o siete años se abrazó a sus piernas.

Lexa que sintió el corazón darle un vuelco sufrió un espasmo en el mundo real que la hizo sacudirse sobre los almohadones en el suelo.

—¡Te he echado de menos! —murmuró el niño con una débil sonrisa abrazándose a ella con mucha fuerza.

Lexa que conmocionada por lo que estaba viviendo sintió al niño como suyo abrazarse con tanta necesidad a ella alargó la mano temblorosamente a tientas posándola sobre su espalda sintiéndole tan apegado a ella.

—¿Dónde estabas, madre? —preguntó el niño al separarse de ella mirándola con sus grandes ojos claros al rostro—. Halena no me permite salir a jugar fuera si tú no estás cerca.

—¿Halena? —murmuró idamente Lexa desorientada unos instantes.

—Está entrenando otra vez a Eilan y no me deja ir con ellos —protestó el niño al mirarla entre la verde y apacible hierba vestido como uno de los Natblidas de Heda—Regañales.

Lexa que ni siquiera es capaz de hablar no puede apartar sus ojos de él vislumbrando el parecido que tiene a ella y a alguno de los rasgos de Roan.

El niño que de pronto parece darse cuenta de cómo le mira se preocupa un poco al verla de esa forma.

—¿Madre?...

—¡Suficiente! —pronuncia Nirrath posando la mano sobre ella que abrió los ojos despertando bruscamente del letargo en el que estaba sumida.

Una ráfaga de aire recorrió toda la habitación y las velas titilaron fuertemente llegando incluso a apagarse algunas.

Lexa que respiraba con fuerza se llevó la mano al pecho temblorosa y después al vientre totalmente conmocionada.

—¿Qué... qué ha sido eso?

Nirrath que se agachó a su lado con una oscura sonrisa dibujada en su pétreo rostro se deleitó en ella, llevando la mano a su cabello apartándoselo hacia atrás.

—Solo una muestrra de lo que vivirrás en un futurro...

—No, eso no puede ser —murmuró Lexa entrecortadamente aún confusa.

—Lo es —la interrumpió abruptamente la misteriosa mujer llevando las manos a su vientre al tiempo que cerraba sus ojos sonriéndose con deleite—. Este niño harrá cosas muy imporrtantes, mi querrida Heda. Destinado a nacerr en un mundo bárrbarro y crruel, él nos mostrrará el camino corrrecto de las cosas. Él serrá una luz en la oscurridad, y tus enemigos se postrrarán ante él...

Lexa que ladeó la cabeza al escucharla aún muy aletargada por todo cuanto había visto la vio sonreirse mientras alargaba la mano hacia la terraza mostrándole todo cuanto en el futuro les albergaba a ambos.

—Halena, serrá la rreina que se le prrometió a Azgeda y goberrnarrá con la piedad y la pasión que de ti herrede —murmuró ella secretamente mientras su imborrable sonrisa lo llenaba todo con su oscura luz—. Y Eilan serrá un grran rrey que disputarrá a sus herrmanos algún día una corrona...

Lexa que pareció ver todo claro en su mente sintió una extraña sensación al escucharla hablar así, creyendo todo cuanto decía por muy confuso que fuese.

—Todo está escrrito, mi querrida pequeña —acarició ella el largo cabello a Lexa disfrutando de esa altiva sensación de poder que la embriagaba nuevamente—. Y yo perrmanecerré a tu lado para verrlo...

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 2... (#TheWrites)Where stories live. Discover now