192. Consuelo

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El sol de la mañana en Polis se cuela a través de las raídas y translúcidas cortinas. La Heda de los Trece Clanes permanece en silencio mientras desliza lentamente la mano por el suave y rubio cabello de Clarke, la Cazadora de la Montaña.

Ni siquiera sabe con seguridad cuanto tiempo lleva arrodillada en el suelo con su cabeza en su regazo. Ha perdido la cuenta de los segundos, los minutos y las horas en las que la pena la ha consumido en llanto y acurrucada en el suelo junto a ella ha dejado de llorar en silencio.

Su bello pero herido rostro duerme ahora profundamente sumido en el dolor y la tristeza, mientras Lexa la contempla. Ha debido de ser muy duro para ella verla morir de esa forma. Seguramente de donde Clarke viene esas cosas no ocurren o si lo hacen no pasa con tanta frecuencia como sucede en la Tierra.

La vida era inclemente, implacable y severa con aquellos que no estaban hechos para vivirla de aquella manera. La suerte, el destino, los dioses, los elementos, nada de eso parecía importar cuando la vida se cansaba de ti y te ponía duras rocas en el camino, poniendo a prueba tu fortaleza y tu dominio.

La culpa de todo esto una vez más la tenía ella por no prestar más atención a los bosques y afanarse en negociar la paz con otros pueblos. Si tan solo hubiese sabido que existía esclavitud en sus tierras, ella... ella habría... habría hecho algo, algo para cambiar eso. Algo para proteger a su pueblo, para protegerlas a ellas.

Lamentaba profundamente su incompetencia a la hora de asumir el mando últimamente pero desde poco antes de saber de su unión de sangre no había vuelto a ser la misma. Había tanto por lo que no perdonarse, tanto por lo que sentirse errática y torpe. Tanto que sentir...

¿Qué estaba haciendo ella que no podía impedir que alguien a su alrededor sufriese de aquella manera? ¿Por qué era incapaz de lograr hacer algo productivo y bueno? ¿Algo que sirviese para proteger a la gente que le importaba?

A su propia gente.

Algo estaba haciendo mal. Algo tenía que estar haciendo terriblemente mal si las cosas eran ahora como eran. Los anteriores Comandantes se habrían sentido avergonzados de ella. Les había defraudado, decepcionado. El pesar de su corazón no era nada en comparación con la responsabilidad que sentía que se le adjudicaba a sus hombros en toda esta tregua. Un paso en falso y todo caería, se desquebrajaría como el cristalizado hielo de Azgeda bajo las pesadas patas de una pantera.

Sus decisiones habían costado vidas, muchas vidas. Muchas perdidas necesarias o no, que aún así habían abandonado está vida. Starlette había sido solo otro nombre más que añadir a la incontable lista. Otra pesada carga para su ya cargada conciencia. Otra razón más para que Clarke la culpe por su padecimiento.

Ella solo quería salvar a Halena. No buscaba nada más, sus intenciones eran buenas...

Su afecto por ella había causado esto. Debió haber esperado, debió haber recurrido a cualquier otra cosa durante la tormenta. Lo que fuese menos importunar a Clarke y a su madre con sus problemas. Si solo hubiese sido más paciente...

Roan que abrió suavemente la puerta asomo su rostro quedándosela viendo arrodillada en el suelo junto a ella.

—Desafortunado incidente el que nos aflige a todos... —murmuró el Príncipe de Azgeda con mesura sin apartar su mirada de Lexa—. ¿Cómo está ella?...

Lexa que cierra los ojos al oír su voz impidiendo mirar por más tiempo la hermosa cara de Wanheda, sacudió imperceptiblemente la cabeza.

—Lamento mucho que haya presenciado una cosa así, se cuanto duele cuando es un ser querido el que la padece —murmuró al verla así cerrando la puerta despacio antes de aproximarse hasta ella—. Pero no debe culparse por su pesar...

—No lo hace —murmuró Lexa en apenas un susurro volviendo la cabeza para verle—. Me culpa a mi...

Roan que la escuchó ladeo la cabeza al agacharse a su lado frente a ellas.

—Pues no debe hacerlo —le aseguró él deslizando la mano hacia su mejilla con consuelo, Lexa que apartó el rostro cerro los ojos mientras una solitaria lágrima escapaba de ellos—. Tú no has tenido nada que ver en todo esto, Lexa. Le has ofrecido un techo sobre su cabeza, un lugar seguro donde permanecer, un estomago lleno...

—Pero no he podido salvar su espíritu, no he podido salvarla a ella —susurró con pesar Lexa mirándole verdaderamente mal.

—Nadie habría podido hacerlo —insistió él con un susurro reconfortante obligándola a que apartase los ojos de Clarke en su regazo y le mirase—. Un alma quebrada es un alma irrecuperable, Lexa. Un alma irreparable. Nada de lo que Clarke o tú intentaseis hacer por ella iba a hacerla cambiar de idea si su intención era esa.

Lexa que sintió sus ojos humedecerse al oír esas palabras sacudió con pesar la cabeza.

—Pude haber hecho algo más por esa chica...

Roan que se la quedo viendo largamente a los ojos puso la mano sobre su brazo para reconfortarla.

—Hazlo por ella... —murmuró Roan dirigiendo su mirada hacia Clarke mirando despues a Lexa—. Cuida de ella...

Lexa que asintió imperceptiblemente confortada por aquellas palabras cerro sus ojos bajando la cabeza de nuevo sin dejar de acariciarle el cabello a Clarke. Roan que se la quedo viendo se puso en pie antes de darse la vuelta alejándose hacia la puerta de ella.

—Roan...

Él que se detuvo nada más abrir volviéndose hacia ella hizo un gesto.

—Tus palabras... —Lexa que ni siquiera encontraba las palabras adecuadas en aquel momento tragó despacio—. Gracias por ellas...

Roan que se la quedo mirando largamente inclinó la cabeza con una tenua sonrisa y salió de la habitación dejándola a solas con ella.

Que fácil estaba resultando todo aquello, que fácil...

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 2... (#TheWrites)Where stories live. Discover now