82.

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La chica caminaba las calles sin ninguna expresión en su cara. No tiene idea cuanto lleva caminando, pero, aunque esté cansada, sus pies querían seguir. Chocaba con la gente que pasaba por su lado, ignorándolos cuando la trataban mal. No sentía nada, absolutamente nada. Ni siquiera una pizca de aquel dolor que provoco las palabras llenas de odio de la mujer que ama. Es como si su cerebro hubiera bajado un interruptor apagando cada fibra de ella. Al principio caminaba sin rumbo, como un zombie. Pero después su propio cerebro la empezó a guiar a un lugar al que nunca había ido.

Miraba a través de la ventana. Observaba cada movimiento de las personas que se encontraban adentro del establecimiento. Trataba de pensar en cómo entrar sin ser vista. Toma aire y decidida se dirige al lugar.

Pasa por la entrada sin llamar tanta la atención, aunque su apariencia estaba del asco, pareciera que fuera invisible. Sus ojos estaban rojos e inflamados. Sus labios totalmente secos y la cara pálida. Si no fuese por la gorra, tal vez se notaría más el mal estado en el que se encuentra. Se detiene y mira a la señorita que está metida en el computador. Suspira y habla, pero su voz es débil.

- ¿Disculpa? – dice la chica cuando nota la presencia de la pelinegra.

- N-necesito al señor Kim Jong-in – la chica asiente.

- ¿Tiene cita con él? – Lisa se queda unos segundos pensando.

- Sí – dice después de unos segundos.

- Su nombre, por favor – asiente. Mira con cuidado la pantalla de la computadora.

- Alison – es lo único que alcanza a leer.

- ¿Alison? – asiente – pero su cita es a las dos.

- L-lo sé, pero lo necesito urgente señorita. Estoy metida en un lío necesito ayuda – la chica suspira.

- Está bien – le pasa la tarjeta – ya debe de saber dónde queda la oficina – Lisa moja sus labios.

- P-podrías recordármelo. Tengo mala memoria – sonríe forzadamente. La chica sonríe y asiente.

- Claro. Entra por este pasillo, doblando la esquina, la cuarta puerta. Ahí un letrero con su nombre, así te puedes asegurar – asiente.

- Gracias – se aleja. Se dirige al lugar rápidamente.

Hace exactamente lo que la chica le dijo. Se dirige por el pasillo hasta llegar al fin de este. Observa las puertas y lee los hombres. Se detiene cuando encuentra el que necesita. Se queda mirando el nombre con enojo. Es el primer sentimiento que siente desde que salió de aquella casa. Trata de calmarse tomando aire. No puede arruinarlo más de lo que lo ha hecho. Decidida, coge el pomo y lo mueve. La puerta da un pequeño chirrió cuando se abre.

- Jules, ya te dije que no quiero a nadie... — el hombre se queda congelado cuando ve quién es. Se levanta de golpe de la silla - ¿Qué haces aquí? – Lisa solo lo miraba – ¿Qué quieres? – Lisa cierra la puerta. El hombre se acerca a su teléfono sin quitarle la mirada a la chica. En especial, cuando notaba que la chica movía la mano en su bolsillo – pensé que había sido muy claro con mi carta. Saque a tu primo de la cárcel, tu parte del trato era quedarte. ¿Qué haces aquí? – Lisa suspira y camina hacia él. El hombre se tensa. No suele tener miedo, pero aquella mirada aterrorizaba. No había ninguna expresión, estaban más oscuros de lo normal, y con el rojo que los acompaña, su mirada parecía terrorífica – piensa bien en lo que harás.

- Buena jugada – dice al fin – se merecen el premio a las mejores mierdas del mundo – dice con una sonrisa que asusta más al hombre – me pregunto qué tan dañados tienen que estar como para disfrutar arruinarle la vida a alguien de esta manera – Kai observa cada movimiento de la chica.

𝕻𝖑𝖆𝖞𝖎𝖓𝖌 𝖂𝖎𝖙𝖍 𝕱𝖎𝖗𝖊 - 𝕵𝖊𝖓𝖑𝖎𝖘𝖆Where stories live. Discover now