Mal de Amores.

Capítulo 102.

Personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, los créditos son para sus respectivos creadores.

El silencio perduró, una brisa remota se deslizó e hizo mecer ese largo y castaño cabello. No hubo más palabras, solo aquellas que en la mente de Irina se repetían una y otra y otra vez, acelerando sus latidos, transmitiéndole calor a su rostro, cuestionándose si las palabras que escuchó no eran su imaginación.

Las lagrimas continuaban descendiendo y llevó sus manos a su pecho intentando procesar este sentimiento que se adueñaba de ella y le embargaba sin dar tregua de oponerse.

—¿Gokú hablas en serio? —preguntó con voz temblorosa y débil, y él simplemente afirmó con su cabeza. Poco a poco se acercó y permitió que esos brazos la rodeasen y que le transmitieran de ese calor. ¿Por qué? ¿por qué las fuerzas se le iban? ¿por qué lloraba aún cuando su corazón latía con tanta fuerza? la respuesta era sencilla, era feliz, tanto que nunca pudo recordar un momento de su vida en que fuese de la misma manera, ni siquiera el primer día en que entregó su primer beso se le comparaba, pasado, presente y futuro, todo se volvió tan confusos e incomprensible porque lo único que podía percibir era el ahora.

—Lamento no tener uno apropiado para esta ocasión, pero prometo que conseguiré uno muy bonito.—le susurró un poco nervioso y ella simplemente sonrió, no concordando con él, porque no podía dejar de ver el objeto que adornaba sus manos. 

—¿No te molesta que Xenovia y yo compartamos el mismo camino? —Preguntó, preservando esta sensación que le transmitía, calidez, belleza, y en la mirada esmeralda del Son pudo encontrar la respuesta.

—Por supuesto que no, eso debería preguntarlo yo.— le respondió y apegó su frente a la de su dulce chica. —Sé que soy torpe a veces, pero definitivamente mejoraré y te protegeré sin importar las circunstancias.—afirmó y luego acarició ese largo cabello y sea cual sea la conclusión de Irina, él se acercó y posó sus labios en lo más alto de su frente.

¿Por qué seguirse martirizando en encontrar una respuesta que ya estaba clara? ¿por qué fingir estar insegura si sabía perfectamente que era lo que debía hacer? Se burló de sí misma en sus adentros y dejó que toda esa alegría embargase hasta la última célula de su cuerpo y no se contuvo más, y abrazó a su amado con tanta fuerza que incluso sus alas emergieron y se extendieron sin voluntad alguna que las controlase.

—Yo también voy a protegerte.—exclamó mientras sumergía el rostro de Gokú en su abundante pecho. —Yo también seré mejor, porque a partir de ahora voy compartir mi futuro junto a la persona que amo, ¡quiero ser tu esposa!

Ambos se recostaron con delicadeza sobre las suaves sábanas, los ojos de Irina brillaban aún cuando la oscuridad la bañaba completamente y así mismo, no evitaba sentirse tímida y nerviosa con cada beso que Gokú le entregaba y la forma en que le abrazaba fue muy estimulante.

Ya varias veces han estado en comprometedoras situaciones, pero hoy no era una de esas, recordaba las horas de almuerzo donde solían besarse de ves en cuando, pero nunca esperó el día en que ambos estuviesen totalmente solos en una cama, comprendió que en esta noche su amor mutuo finalmente les haría ir más lejos, mucho más de lo que se imaginó.

—Gokú... —susurró cuando los labios del joven abandonaron los suyos y comenzaron a descender a su cuello de forma lenta y suave, y así mismo sus manos comenzaron a tocar su abundante pecho en un delicado masaje igual de atractivo que el resto de sus caricias. Se exaltó un poco por el contacto, algo curioso, pues antes no se sintió insegura ante la idea de ser tocada, pero inesperadamente hoy se mostraba inquieta, esos gestos la ponían nerviosa, posiblemente era el hecho de saber que inevitablemente esto concluiría en aquello a lo que antes evitó llegar y que con ello dejaría atrás sus deberes como sierva de Michael y del cielo mismo, caería y gokú sería el causante de esta bella calamidad, o eso fue lo que creyó.