Capítulo 57.

966 148 7
                                    

Personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, los créditos son para sus respectivos creadores.

—¿Sucede algo? —preguntó a la nada, sin abrir sus ojos y sin moverse, sabía que alguien le observaba y aquellos ojos rasgados pertenecían a Koneko, que desde el balcón vecino le señalaba con su avellana retina.

—Solo hemos coincidido —contestó ella que recostada en la barrera miraba la inmensa luna sobre el cielo del inframundo. —Veo que tampoco puedes dormir. No sabía que hacías esa clase de cosas —Susurró después prestando atención a la postura precisa que había adquirido el chico.

—Solo medito un poco, no es algo extraño. — contestó después abriendo sus ojos esmeralda y miró al frente, en el paisaje nocturno del inframundo y luego todo quedó en silencio momentáneamente.

—Ese poder tuyo... —murmuró la chica evitando ver al rostro de su compañero. —¿Estás conforme con él? —indagó mientras abrazaba sus piernas y recostaba su mentón sobre ellas buscando ponerse cómoda.

—A veces... —respondió él en voz baja. 

—¿De qué hablas?. —cuestionó sin entender su respuesta, así dejó de prestar atención en su entorno y le miró suspirar e incomodarse ante una respuesta que no llegaba aún.

—He sabido que estoy muriendo desde hace mucho —Confesó Gokú. —sabía cual sería mi final y no he temido a la muerte —contestó con voz bastante baja. —Abandoné muchas cosas y decidí que al menos valía la pena cambiar mi vida, Siempre he querido morir y olvidarme de todo—declaró provocando sorpresa en la nekomata y un silencio volvió a presentarse ante esa inesperada información, fue así hasta que Koneko decidió continuar.

—¿Aún lo deseas? —ella continuó indagando, pero lo único que en ese momento hizo gokú fue agachar su cabeza.

—Si fuese así, no te habría buscado —respondió él. 

—Entonces, ¿Dices que ahora vale la pena continuar viviendo? —continuó indagando, aunque la respuesta ya estaba clara él asintió, después de todo su vida había dado un giro total, tenía familia, un hogar y sonrisas que le acompañaban, Koneko entendía perfectamente eso, parecían estar en el mismo barco y su fuerza era lo único que tenían para corresponder todo aquello que les había sacado de la miseria en la cual se encontraban.

—Seguramente pienses que soy una horrible persona —Declaró el y conectó miradas con la Neko. —y aunque es verdad, no puedo evitarlo, no puedo controlar el odio dentro de mí, actúo sin pensar y lo único que busco continuamente es librarme de él. —Con tono frustrado expresó aquello que le ha conducido muchas veces al caos. —Conduje a Rias a un matrimonio forzado, le hice daño a Akeno y cuando dejo que me invada me convierto en un monstruo, lo único que me queda es apoyarlas, apoyarlas en todo lo que pueda y solo tengo este poder que me carcome, ahora tengo miedo de llegar a mi límite, y mi límite ya está escrito, por primera vez temo morir —terminó y los ojos de la nekomata brillaron por melancolía, al ver aquello que gokú ocultaba de la vista de todos, lo que sacrificaba cada vez que prestaba su fuerza y cada instante en que libera su energía o tensa uno de sus músculos. Se sacrificaba a él mismo y se entregaba a esa inevitable muerte de la que hablaba, y si alguna vez le miró como un chico pervertido y mujeriego, ahora entendía que toda esa confianza que depositan en él solo es una carga tortuosa día tras día, no supo qué responder y por el resto de la noche no hubo más palabras.


—Hay mucha gente aquí —dijo Gokú. —Yo no soy un demonio, preferiría haberme quedado en la habitación —se quejó, nuevamente se sentía incómodo por estar rodeado de tantas personas, pero no era eso en concreto lo que le molestaba, era esa presencia que amenazaba con aparecer en cualquier momento.

Mal de Amores.Where stories live. Discover now