Capítulo 41.

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Personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, créditos a sus respectivos creadores.

Sus ojos temblaron y su cuerpo parecía que abandonaría toda fuerza ante el escenario el que le recibió. Todo el apartamento presentaba destrucción, los muebles estaban destrozados, las paredes agrietadas y fue tal ambiente que trajo angustia y horror a los corazones de la pareja, sentimiento que no hizo más que aumentar cuando encontraron la figura de Xenovia.

—No... — Gokú susurró al ver a la dama de azul cabellera tendida en el suelo en donde un charco de sangre se extendía bajo ella esparciéndose poco a poco. —¡Xenovia! —Clamó y sin perder tiempo corrió hacia la chica y en sus brazos le sostuvo. —No por favor no... ¡Xenovia! —bramó e intentó despertarle, pero no hubo respuesta y para empeorar las cosas la chica estaba casi muerta, tan así que en un inicio pensó que habría fallecido por la baja cantidad de energía que desprendía.

—Qué es esto... ¡¿qué es lo que pasó?! —sin encontrar alguna razón para esta situación Akeno siguió al Son y le acompañó.

—¿A-asia chan? ¡¿dónde está asia-chan?! —alterado miró hacia todo Rincón y quiso dar con la presencia de la chica, pero solo era Xenovia quien se encontraba en el lugar, no había señales de la ex-monja.

—Pa-parece que alguien atacó el apartamento —Dijo Akeno, no pudiendo dar tampoco con el paradero de la chica rubia y luego miró una hoja de papel cerca de la chica herida, ahí el dibujo de un sello mágico se grababa y gokú también lo notó.

—Fue Diodora?! —con una voz rasgada buscó una respuesta, puer era obvio que akeno parecía saberlo.

—De-debemos informar a Rias de esto lo antes posible antes de que sea tarde! —sugirió Akeno ante la desesperación que su amado presentaba y la ira que desprendían sus ojos.

—No hay tiempo, Xenovia chan apenas tiene pulso, va a morir! —Gokú exclamó y entonces creó un orbe de energía el cual introdujo en la mujer. —Por favor Akeno, intenta detener el sangrado! —suplicó en tanto intentaba mantener estable a la exorcista y akeno con un trozo de tela buscó la manera de detener las hemorragias de las múltiples heridas, sin embargo no importaba cuanto se esmerasen en mantener a Xenovia con vida, los sentidos de Gokú le gritaban que nada funcionaría, ya era demasiado tarde.

La única piedad que el destino tuvo con él fue cuando Xenovia abrió débilmente sus ojos miel cuya retina buscó la figura de su chico, aquel que le dio una nueva razón de vivir y le acobijó con un hogar y amistades.

—Gokú...—logró articular y el joven inmediatamente sujetó su mano ante la reacción de la chica.

—Xenovia, ya estoy aquí, no te preocupes! —exclamó no evitando desbordar en llanto cuando le miró consciente y siendo el protagonista del escaso brillo en su mirada.

—Gokú... —repitió una vez más con una débil sonrisa al poder ver una última vez a la persona que ha sido más importante para ella y ese fue un fugaz instante en el que se apreciaron y compartieron sus sentimientos mutuamente, soñaron que se casarían y formarían una familia tal y como ella se había esmerado desde el instante en que decidió compartir su vida con él, ese era el anhelo que pasó a convertirse en un amargo deseo que no pudo cumplirse.

—Xe-xenovia... —Susurró y sus ojos se apagaron cuando el brillo en los orbes ámbar de la mujer desapareció completamente mientras sus parpados se cerraban y el contacto que les mantenía unidos terminó, pues ya no había vida en el cuerpo que sostenía en sus brazos.

—Gokú, lo siento... —Akeno susurró quebradamente ante la devastadora pérdida que suponía para su chico y se vio incapaz de decir algo más porque no pudo con el dolor cuando miraba el sufrimiento plasmado en el rostro de su amado y que consumía cada rincón de su corazón. 

Mal de Amores.Where stories live. Discover now