Capítulo 84.

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Personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, los créditos son para sus respectivos creadores.

La tensión e incertidumbre o hizo más que aumentar en ese pequeño recinto, la sonrisa de la vampiro no desapareció en ningún momento.

—Lo que sea que tienes que decir, dilo ahora, ya no retrocederé, esa es la razón por la que estoy aquí. —Gokú contestó, confrontando las palabras de Beatrice que dibujó una sonrisa.

—Hubo un extraño poder que destruyó una isla cercana, las montañas se derrumbaron y la tierra fue devastada, no sé a ciencia cierta la causa, pero es claro que no tuvo que ver con seres sobrenaturales, de lo contrario ellos se habrían encargado antes que nadie. —Comentó después mientras se acercó a su escritorio para buscar algo.

—No intentes ocultarme nada.—Aclaró Gokú, no comprendiendo muy bien a lo que se refería, pero inmediatamente se le fue extendido un trozo de papel.

—No lo hago en realidad. —Acaró la vampiresa incitándole a leer el artículo que corroboraba su historia.

—Las personas para las que trabajábamos, intentaban pasar desapercibidos de la sociedad, sin nombres ni rastros. Pero habían ciertos lugares con los que mantenían relaciones, nos abastecían de recursos.

—¿Recursos? —Kuroka preguntó un poco confusa por esa última parte.

—Prospectos que se unieran a nuestras filas, en realidad es más fácil de lo que se piensa, incluso si no puedes concebir uno puedes buscarlo. —explicó, señalando al estómago de la Neko, pero aún con eso Kuroka no parecía entender muy bien a lo que sea que se refería.

—Está hablando de orfanatos. —Gokú fue quien contestó a esa duda, suspiró pesadamente en el proceso, como si un mal recuerdo viniese a él.

—Todos ven armas en jóvenes talentosos, la iglesia necesita exorcistas y la mayoría de sus siervos proviene de esos lugares. —continuó explicando la mujer rubia.

—¿dices que gokú vino de uno de esos orfanatos? —Kuroka continuó indagando, de pronto la situación que rodeaba a su amado se tornó más intrigante de lo esperado, quería saber más.

—Así es, pero eso no es un misterio ¿Verdad Gokú? —preguntó la vampiresa y el chico solo miró con repudio a la vampiresa, anunciándole que cuidara sus palabras, marcando el límite que no podría sobre pasar y fue evidente incluso para Kuroka.

—Estaba asignada a ese trabajo, un día recibimos la noticia de cierto niño extraño, un demonio dijeron algunos, un monstruo confirmaron otros, un tesoro concluyeron, y cada uno de esos términos era acertado de cierta manera. —comentó no evitando reír en el proceso y lentamente se acercó al varón, sus palabras se tornaron lentas y sus ojos dorados le señalaron directamente, sin parpadear siquiera y continuó acercándose más y más mientras la incertidumbre crecía. —No eras un demonio, pero devastabas todo lugar con tu presencia, un monstruo, porque todos retrocedían al verte, y un tesoro porque tenerlo en sus filas significaba contar con un arma a la que todos temerían, a la que nadie pudiera oponérsele. —musitó antes de tomar el rostro del chico y depositar un sorpresivo, pero profundo beso, y a la vampiro no le importó que Kuroka estuviese ahí, aferró a gokú a ella con todas sus fuerzas uniendo sus bocas apasionadamente.

—¡O-oye! ¡¿Qué es lo que haces?! —Kuroka exclamó y obligó a la mujer a separarse de su pareja, el enojo no tardó en presentarse y ahora sí que la paciencia hacia esta mujer se le agotó, tal fue su cólera que amenazó a la rubia mujer al apuntarle con una esfera de Ki.

—Quieren respuestas, pues ahí están. —señaló Beatrice y los rasgados ojos de Kuroka se posaron en gokú y el  un sello mágico que brilló sobre su piel, los ojos le resplandecieron de un rojo intenso que se propagó por el resto de su cuerpo. —Comprenderás que cada cosa que te oculté fue por tu propio bien...

Mal de Amores.Where stories live. Discover now