Capítulo 43.

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Personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, créditos a sus respectivos creadores.


La tranquilidad llegaba a ella con un profundo descanso, un tarareo acompañaba los minutos de espera que se tornaban eternos, sin embargo una inesperada presión llegó a ella, sus manos temblaron y su melodía cesó cuando tal sensación le envolvió y estremeció todo su ser, era algo que nunca antes había sentido, no era un poder mágico que cualquiera percibiría a la lejanía, era un poder que alertaba sus sentidos de forma escalofriante.

Tal vez la curiosidad ganó a su sentido de razón, pero no negaba que esta era la primera vez que sentía algo de esta magnitud, simplemente no pudo y sin importarle nada se transportó al lugar, ahí dentro de un devastado valle fue testigo de la verdad, de cómo las resplandecientes serpientes navegaban por los cielos y asesinaban sin compasión, dragones cargados con tanta ira que ella podía sentirlo perfectamente, pero no fue eso enteramente lo que le cautivó, fue la persona que en medio de todo el caos desprendía ese horrible sentimiento de tristeza y furia, tal fue así que retrocedió.

Alejada de todo miró cómo los portadores del linaje puro de los satán sucumbieron ante su poder y sufrieron tal odio que solo era dirigido a ellos dos, se grabó cada grito y cada súplica que inundó el lugar, era de cierta manera irreal, tanto poder canalizado por tal ira que cualquiera habría sucumbido a la desesperación y acorralado en una inevitable locura, lo sabía porque ella muchas veces corrió ese riesgo, pero este chico, este hombre era consciente de todo lo que hacía a pesar del inmenso poder que parece respaldar su furia, desde entonces no dejó de pensar en él.


Ira - Capítulo 44.


Tan pronto dio el primer paso, la hoja destelló con amenaza, los blancos dientes de diodora mostraron su cruel sonrisa y Freed decidió atacar a Akeno y compañía, pero no habría mucho que describir para ese entonces, porque el futuro ya había sido predicho por la voz del Son.

De pronto aquel brazo golpeó el suelo aún sujetando la espada, Diodora perdió de la vista a su enemigo y el sonido metálico fue lo que anunció el principio del final. Muchas de sus siervas encontraron a Gokú siendo quien cortó el brazo de su compañera y sin pensarlo atacaron de alguna u otra forma, pero todas ellas murieron por los destellos que acribillaron sus cuerpos.

—Gokú-san! —dijo asia y luego inmediatamente fue liberada de su prisión. Con incredulidad en su rostro, Diodora intentó una forma de comprender la situación, pero la mano del Son atrapó su cabellera y con la fuerza suficiente estrelló el fino rostro del demonio sobre la dureza del piso, tanta fue la presión que las columnas cercanas y las paredes sufrieron un daño significativo por el impacto, al final la cara del Astaroth se encontró sumida en el centro de un gran cráter.

—Te lo dije... —Masculló Gokú al oído del demonio. —No habrá salvación para tí, ¡te mataré en este lugar! —exclamó con fuerte voz.

—¡Maldito! —clamó, pero su rostro una vez más se estampó en el suelo y posteriormente fue arrojado contra una de las gruesas paredes que le recibió de forma para nada gentil, pues gimió con el impacto.

—¡Los mataré! —declaró freed con total deseo de muerte en su rostro mientras Koneko y Kiba se dispusieron a enfrentar al exorcista, la Himejima y las caídas se prepararon para continuar enfrentando al resto de la realeza restante.


—¡Desgraciado! ¡¿cómo te atreves a tocarme!? —adolorido por los golpes Diodora intentó ponerse de pie, y frente de sí muchos sellos mágicos con la marca de su familia aparecieron. —¡Yo que tengo un serpiente del mismo Ophis, te asesinaré en un instante! —clamó y ciego por la ira disparó todo cuanto pudo con la intención de hacer lo que los otros supuestos gobernantes del inframundo no consiguieron, pero solo de esta manera comprendió cuán alejado estaría de lograr ese propósito.

Mal de Amores.Where stories live. Discover now