Capítulo 52

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Personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, los créditos son para sus respectivos creadores.

—Veo que ese chico es muy conocido, sabes algo más de él?— preguntó Azazel mientras tomó un sorbo más a su bebida la repentina conversación que surgió se tornó extrañamente curiosa.

—En realidad no mucho, lo conocí porque a pesar de ser un niño, nadie podía ganarle en las vencidas, eso fue hace tiempo —exclamó el robusto hombre mientras encendió un cigarrillo. —Es uno más de los muchos  malvivientes que están aquí, como te digo, hace algunos años cualquiera se habría reído, me incluyo en eso —exclamó mientras aspiró y las brazas quemaron el tabaco.

—¿Tú también eres uno? —él indagó, pero el hombre negó. 

—No, soy un transportador, hago encargos bastante cuestionables, bueno, supongo que eso también me hace un mal viviente... —contestó riendo mientras negaba levemente con su cabeza.—El mundo es más perverso de lo que piensas, incluso a veces prefiero trabajar sin saber lo que estoy llevando —continuó mientras terminó con una risita.

—Pareces saber bastante, puedes ayudarme a indagar más sobre ese mocoso —preguntó Azazel.

—¿Por qué quieres hacer eso? —dijo él levantando una ceja.

—Digamos que busco venganza — continuó explicando mientras sonrió.


Fue un silencio bastante profundo el que le recibió, su pecho había dejado de doler y notó que se encontraba en su habitación.

—¿Qué fue lo que pasó? —dijo sosteniendo su cabeza, recordaba haber visto a una niña bastante extraña y luego simplemente fue oscuridad, intentó levantar su torso, sin embargo algo de peso se le opuso y extrañado por eso levantó las sábanas.

—¿Qué haces aquí Asia-chan? —preguntó gokú al encontrarse a la chica en su cama quien aparentemente dormía y se mostró somnolienta mientras frotaba sus párpados, aunque en tanto miró a Gokú consciente no dudó ni un momento y le abrazó.

—¡Gokú-san! —exclamó mientras se abalanzó hacia él. —¡Qué bueno que ya despertaste, estaba muy preocupada por ti! —declaró la Rubia mujer.

—A-Asia-chan, déjame respirar por favor! —exclamó el varón ante los afectos de su novia. —Un momento, ¿Cuánto estuve inconsciente? —preguntó bastante preocupado.

—Bueno, creo que serían tres días —contestó mientras se separó y Gokú suspiró con pesadez.

—Tres días... —susurró débilmente. —¿Y qué pasó con la cumbre de paz? —continuó indagando.

—Bueno, las tres facciones bíblicas firmaron el tratado de paz, pues todos cooperaron juntos —ella respondió. —Lamento no haber estado para ayudarte, siempre te estás arriesgando y no puedo hacer nada... —dijo después mientras su mirada descendió.

—No digas eso Asia-chan — contestó él inmediatamente y tomó las manos de la Rubia. —Me alegra que estés bien.

—No quería dejarte solo, es por eso que yo quería acompañarte, Azazel-san dijo que deberíamos dejarte descansar, pero yo quería ser de ayuda para Gokú-san. —explicó ella.

—Entonces... ¿estuviste todo este tiempo intentando sanarme? —él indagó, y aunque la chica no respondió, su silencio solo corroboró sus suposiciones. —No-no debiste preocuparte demasiado, no era necesario, simplemente debí quedarme sin energías... —susurró y suspiró con frustración, aunque le hacía feliz que ella se hubiese preocupado por él. Acarició su rubio cabello y tocó su mejilla. —Gracias a tí estoy mejor... —declaró y luego se apoyó en el hombro de la argento que sonrió ante esas palabras.

Mal de Amores.Where stories live. Discover now