18 Hans de las Islas del Sur

Start from the beginning
                                    

—¡Hoy es la coronación! —Siguió gritando al pasar por todo el castillo. Llevaba vagando una vida entera en ese, su hogar, hoy por fin las puertas se abrían. Habría música, luz, esperanza, ¡magia! Y, quizá, hasta amor.

Anna rio ante esa increíble idea. Amor. Sonaba tonto, hasta desesperado, pero era su única oportunidad. Si hoy no conocía a alguien no lo haría jamás. Las puertas volverían a cerrarse, volverían a aislarla y desear que un joven y apuesto príncipe llegara por su ventana a declararle su amor eterno ya la había cansado. No pasaría. Debía ser hoy. De entre toda esa gente uno tenía que gustarle y él gustar de ella. Nunca volvería a estar sola.

—¡Princesa! —la llamó una criada con las mejillas sonrojadas, tan emocionada como Anna—. ¡Están por abrir las puertas!

Anna soltó un grito, abrazo a la extraña y corrió hasta la entrada, lista para revivir lo que hace trece años le resultaba normal. No dejo de removerse en su lugar mientras giraban la llave, abrían la cerradura, y comenzaban a jalar los portones.

¡Finalmente, y como nunca!

Un rio de gente se extendía al otro lado, ansiosos de pasar después de tanto tiempo. Pero Anna quería salir, salir, ¡salir!

Sus sueños se hicieron realidad. Maravillada pasó de un lado al otro, se subió a la baranda del puente, los vio a todos vestidos de gala, alegres, esperanzados. Niños, muchachos, mujeres, ancianos. Arendelle estaba decorado, las luces, los puestos, las casas la gente. La bandera ondeaba por todas partes, se vendían pulseras típicas, sombreros, pañuelos, dulces. Anna no sabía ni por dónde empezar, así que siguió corriendo, jugando, danzando, siguiendo, saltando, atando, soltando, latiendo, giró y moviendo los brazos con ritmo marchó con determinación hacia el muelle. Ya nadie nunca la iba a detener-

A excepción de un caballo que le pegó en el costado. Antes de darse cuenta se pisó el vestido, cayó sobre un bote de remos y este se deslizó hasta la orilla, estaba por caer al agua cuando el mismo animal detuvo el barquillo. Anna rebotó y volvió a golpearse el trasero. Su alegría se esfumó en un instante.

—¡Ey...

Y la recuperó en un momento.

—Lo siento, ¿te hiciste daño? —le preguntó el jinete. Pelirrojo, ojos verdes, vestido de blanco y azul. Atractivo. Guapo. Encantador.

—¿Hola? —saludó Anna con una sonrisa antes de recordar que le había hecho una pregunta—. ¿Qué? No, no, estoy bien.

—¿Estás segura? —Le preguntó mientras desmontaba para irla a ayudar a pararse.

—Sí, sólo no vi por dónde iba, pero, ¡estoy muy bien! De verdad.

No podía quitarle la vista de encima. ¿Estaría siendo demasiado obvia? Aquel hombre no sólo lucía bien, parecía de la edad de Elsa o quizá un poco mayor. Y su voz...

—Oh. Que suerte—dijo él aliviado, tendiéndole su mano con una hermosa sonrisa.

Anna la tomó con lentitud, sintiendo como su corazón no dejaba de sacudirse. Ambos se miraron por un largo segundo antes de que el muchacho recordara que debía ayudarla. La jaló con cuidado y una vez de pie se presentó con una ligera inclinación.

—Príncipe Hans, de las Islas del Sur.

¡Príncipe!

—P-princesa Anna, de Arendelle.

—¿Princesa? —preguntó extrañado. En un segundo soltó una exclamación y se inclinó ante ella—. Su majestad.

Anna estaba tratando de asimilar todo cuando el caballo imitó a su dueño y el barco volvió a tambalearse hacia el mar, lo suficiente para tirar a Hans sobre Anna. Una mano le sostuvo la cintura, la otra logró sostenerse del borde del barquillo para no aplastarla. Sus caras estaban demasiado cerca.

—Hola—susurró Anna al verlo a los ojos.

El caballo volvió a pisar el barco y cayeron hacia el otro lado. Anna, lejos de tener las habilidades del príncipe, le cayó encima como un muerto. Rápidamente Anna alzó la cabeza y lo miró, incapaz de no sonrojarse.

—Ay, que torpe—rio y comenzó a alejarse de él—. Tú no, claro. Me refiero a que la torpe soy yo, tú eres lindo. ¿Qué dije? —se dijo en cuanto terminó la frase.

Hans la ayudó a pararse con una sonrisa y un leve sonrojo.

—Quisiera disculparme por golpear a la princesa de Arendelle con mi caballo—le dijo con seriedad, alisándose la chaqueta—. Y, por cada cosa que pasó después.

—¡No, no, no! ¡Está bien! —lo corrigió Anna, saliendo del bote tratando de mantener aquella linda atmósfera—. Yo no soy esa princesa. De haber golpeado a mi hermana Elsa se pondría... ¡Iiiish! Porque ella es, es... Hola...

El caballo le quedó de frente. Con cariño la princesa le rascó la barbilla y siguió su camino hasta estar lo suficientemente alejada para no volver a caer ni al agua ni sobre Hans.

—Pero, —continuó—, tiene suerte soy yo solamente.

Hans rio un poco ante su comentario antes de mirarla fijamente con una sonrisa de lado. Bella y sincera.

—¿Sólo tú?

Anna podría haberse quedado ahí por el resto del día sintiendo que nada le faltaba por hacer. Entonces sonaron las campanas de la iglesia y recordó porque estaba fuera, ahí, qué estaba sucediendo ese día. Si no se apuraba Elsa la mataría.

—Las campanas, la coronación, ya—retrocedió con torpeza y volvió a golpearse contra una cadena que hacía de barandal—. Ya me tengo que ir. ¡Se me hace tarde! ¡Me voy ahora!

Dio media vuelta. Respiró profundo y miró sobre su hombro.

—Adiós—se despidió de Hans con la mano y salió corriendo hacia la iglesia. Aun sentía las mejillas calientes, el corazón saltando en su pecho, su sonrisa imborrable en el rostro. Lo había conocido. Su príncipe. Tan gentil, tan maravilloso. Esperaba que él también hubiera sentido lo mismo.

Para su buena, o mala suerte, Hans estaba buscando a una princesa, y Anna le había causado una muy buena impresión. Por eso, cuando cayó al agua después de su partida por descuido de su caballo miró el lugar donde se había despedido de él y sonrió con dulzura y determinación.



N/A
Holaaaa, por fin actualizo y eso que tengo mucha mucha tarea.

Hay dos cosas que quisiera decirles hoy, es cierto que no actualicé por la universidad y mis estudios, pero también porque hace poco murió mi abuelo. Y se los cuento porque él es una parte muy importante de esta historia. Se leyó los 104 capítulos originales de este fanfic y siempre me apoyó en la escritura. Se hizo wattpad sólo para poder leer lo que escribía, sin importarle que era sobre películas que no le interesaban y mi escritura fuera muy dramática para su gusto.

Si hoy sigo con este fanfic es por su apoyo y su amor, me parece importante que se diga.

En fin, me quiero disculpar si el capítulo resulta repetitivo ya que todos conocemos bien esta historia y esta escena, pero es importante narrar estas partes de la película porque si no se mantiene un ambiente muy triste y sombrío que hubo por todo el trauma infantil de Elsa y Anna. 

Les prometo que pronto despertará Jack y esto se volverá más interesante :D

Muchas gracias por leerme, lo hacemos de nuevo pronto y yo los leo a ustedes en los comentaros<3

Trilogía: A Través Del TiempoWhere stories live. Discover now