Te propongo un desliz

By N_Jairi

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Amanda acaba de salir de una relación de años por un error que cometió. Ahora, a sus 25 años, debe afrontar q... More

UNO
DOS
TRES
CUATRO
CINCO
SEIS
SIETE
OCHO
NUEVE
DÍEZ
ONCE
DOCE
TRECE
CATORCE
QUINCE
DIECISÉIS
DIECISIETE
DIECIOCHO
DIECINUEVE
VEINTE
VEINTIDÓS
VEINTITRÉS
VEINTICUATRO
VEINTICINCO
VEINTISÉIS
VEINTISIETE
VEINTIOCHO
VEINTINUEVE
TREINTA
TREINTA Y UNO
TREINTA Y DOS
TREINTA Y TRES
TREINTA Y CUATRO
TREINTA Y CINCO
TREINTA Y SEIS
TREINTA Y SIETE
TREINTA Y OCHO
TREINTA Y NUEVE
CUARENTA
CUARENTA Y UNO
CUARENTA Y DOS
CUARENTA Y TRES
CUARENTA Y CUATRO
CUARENTA Y CINCO
CUARENTA Y SEIS
CUARENTA Y SIETE
CUARENTA Y OCHO
CUARENTA Y NUEVE
CINCUENTA [Final]
EPÍLOGO
Extra #1

VEINTIUNO

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By N_Jairi

*Capítulo nuevo antes de este*

:= Amanda =:

Lo que más extraño de la escuela son las largas vacaciones que se daban en los días festivos, solo puedo pensar en que hace un año estaba dormida en mi cama, en casa de mis padres, sin intensiones de hacer nada por el día, pues aún me quedaban dos semanas por delante de descanso. Ahora estoy tomando una taza humeante de té mientras leo las anotaciones que Juan quiere cambiar e integrar al proyecto Luvoel. Es horrible hacerse adulto.

Los ojos quieren cerrárseme y este día mis pies amanecieron tan cansados que solo se sintieron bien al ponerme unas sandalias de tiras plateadas que se ajustan en mi tobillo. No sé si es efecto adverso del embarazo o solo mi cuerpo está muy cansado por intentar seguirle el ritmo a la señora Ramírez mientras se reproducían canciones de rock and roll.

—¿Estás bien? Pareciera que estás a nada de convertirte en zombie.

Levanté la mirada de los planos, encontrándome con la siempre presente sonrisa de Lu. Se sentó frente a mí y vació dos paquetes de galletas con chispas de chocolate en un cuenco. La boca se me hizo agua y agradecí que deslizara el tazón hasta dejarlo en el medio.

—¿Por qué siempre me traes comida? —reclamo o agradezco, no estoy muy segura.

—Nunca es malo algo de azúcar.

Hay muchas cosas malas en su afirmación, pero no me pondré a discutir porque estos días el azúcar me ha caído como anillo al dedo. La comida chatarra es de las cosas que mejoran mi día con creces.

—¿Qué tal estás después de la charla con tu ex?

—Nada bien —me sincero dejando el trabajo de lado, observando sus ojos—, después de eso tuve una pelea con mis padres y me corrieron de casa.

—No puede ser, ¿dónde te estás quedando? Sí me dices que debajo de un puente, hago que mi hermana te deje su cama y no aceptaré un no por respuesta.

Sonreí tomando otra galleta.

—No te preocupes, encontré un alojamiento temporal, pero gracias por la oferta.

—Lo digo en serio, si necesitas algo, puedes llamarme así sean las tres de la madruga.

—No tengo tu número —le aviso y cuando se agacha a recorrer su mochila, derramo un poco de mi té en el borde de mi blusa, obligándome a pararme por el grito de mi jefe.

—Amanda, ¿ya tienes listas esas correcciones?

Bajo la mirada a mi trabajo y levanto las hojas al momento de dejar la taza en la mesa. Me despido de Lu y emprendo camino hacia mi puesto de trabajo; Aguilar es un buen arquitecto, pero pocas veces alza la voz, es más de lanzar miradas duras e inquisidoras que te hacen temblar al no tener lo que quiere cuando lo pide.


:= Adán =:

—¿Recuerdas a Pancho?

Mi corazón da un disparo en mi pecho cuando abren la puerta de mi despacho de golpe, apareciendo mi amigo y tomando la silla frente a mi escritorio. Suelto un suspiro.

—¿Recuerdas que debes de tocar antes de entrar?

—No desde que estás soltero; dudo mucho encontrarte en una situación comprometedora. Llorando quizás, pero nada del ámbito solo para adultos.

Cerré la carpeta del caso Mijangos, mirándolo muy mal, pero sin poder contradecir sus palabras.

—¿Qué hizo Pancho ahora? —me rendí aceptando que Jesús soltará el chisme, será en este momento o más tarde, y no quiero mas interrupciones por su parte.

—Sale con Pamela Roa. —Da un aplauso y se echa hacia atrás en la silla, sonriendo como si eso fuera la mejor noticia del mundo y yo no fuera capaz de notarla.

—¿Le mando un mensaje felicitándolo?

Jesús resopló y no me lanzó nada porque solo estaba a su alcance la engrapadora y dudo mucho que tenga intenciones de descalabrarme o hacerme perder el conocimiento solo por no entender la felicidad en su rostro.

No sabía que estimaba tanto a Pancho como para alegrarse de su vida amorosa. Bien por él, pero no entiendo el interés de mi amigo.

—¿Te caíste de chiquito o así naciste de güey?

—Mi mamá dice que ambas opciones son viables, porque si no hubiera nacido güey, no me habría caído, pero Adara dice que Abel me dejó caer cuando vio una rata y salió corriendo a protegerse.

»De milagro sigo vivo.

—De milagro no, tienes un propósito en la vida, y ese es acabar con los Pegraso.

—Creí que era morir solo en una isla.

—Ya dijimos que entre los dos compraríamos la isla de la soledad y atraeremos colágeno para mantener nuestra eterna juventud.

—Perturbador.

Sonrió, estirando su mano para tomar la engrapadora y empezar a gastar las grapas a lo menso. No creo haber ser el único que tiraron o se cayó de chiquito, supongo que por eso nos llevamos tan bien.

—Esperaré a que tu cerebro una los cables y vea lo que tiene en frente. Aún tengo fe en tu inteligencia

Fruncí el ceño y me eché hacia atrás en la silla, Jesús curveó ambas cejas, incitando a que los engranes de mi cabeza funcionen, pero hoy tengo unos cuantos fusibles fundidos. Tomé la pluma sobre el escritorio y saqué una hoja en blanco de la impresora para escribir los nombres: Pegraso, Pancho y Pamela Roa.

Doy pequeños toques en mi labio mientras observo los nombres. La familia Pegraso solo son delincuentes disfrazados de grandes empresarios con un imperio de generaciones que se fue cosechando gracias a sus migas con el bajo mundo.

Pancho es un amigo de la universidad que estudió sistemas y lo conocimos cuando Jesús derramó su cerveza sobre el pobre chico en una fiesta, no fue adrede, pero Pancho llevaba su laptop —sigo sin saber qué hacía con ese aparato en una fiesta con muchas personas borrachas—, así que Jesús tuvo que pagarle otra y desde entonces nos llevamos bien, después de que casi nos quisiera arrancar la cabeza por hacerle perder un trabajo importante.

Pamela Roa es solo una chica mimada de padres millonarios que estudió ciencias políticas, porque puede ser una persona superficial y que le gusten los lujos, pero es demasiado inteligente para el bien de las personas a su alrededor. Zoey la llamaba manipuladora, pero yo siempre admiré su habilidad por...

Miré a mi amigo y él sonrió más mientras asentía con la cabeza.

—¿Ahora entiendes?

—¿Crees que acepten reunirse con nosotros?

—Ya lo hicieron. Comeremos en el Rolette, así que prepara tu billetera, qué harás la inversión que te llevará al éxito.


Saludamos a los viejos amigos con alegría, y no solo porque nos pueden ser de ayuda, sino porque sí me caían bien en la universidad y llevamos tiempo sin vernos.

—¿Qué te panzó, Pancho? —vociferó Jesús con guasa al abrazar a nuestro amigo.

—El trabajo me puso en modo sedentario. Pero al menos mis lonjas se bajan, tú ya no puedes rejuvenecer.

—Te dije que ya necesitaba el bótox —se quejó hacía mí, golpeando mi hombro. Blanqueé mis ojos y me enfrasqué en el menú.

—Lo que necesitas es dejar de beber —dije.

—No, el bótox es la solución. ¿Tú qué piensas, Pamela?

Hice bien al traer a Jesús para ganarse la simpatía de la novia de nuestro amigo, pero no sabía que se iba a poner a hablar del bótox y los diferentes tipos. Yo prefiero seguir buscando un platillo que llame mi atención, aunque la realidad es que no tengo apetito por el nerviosismo que me provoca no saber si tendré el apoyo de Pamela o no.

Su padre es un gran representante político y ella está destinada a tener un futuro igual de prometedor, lo único malo es que su familia tiene buenos lazos con los Pegraso. Me pone a pensar que su carrera política está financiada por dinero sucio.

—Basta de charla sobre bótox, amor, me hace querer ponerme en las patas de gallo —expresó Pancho y yo sonreí de lado en total de acuerdo con él, pero me da cosa terminar sin movilidad en el rostro.

Además, sigo viéndome joven.

—Lo siento, mi madre habla tanto de él, que ya me siento experta.

El mesero no tarda en llegar a tomar nuestra orden, tanto de comida como de bebida. Cuando se va, la mesa se sume en silencio hasta que Pancho habla.

—Y, ¿cómo está eso de que se canceló la boda a solo unos días?

Solté un suspiro de cansancio.

—Al menos no se canceló al faltar unas horas —se jactó Jesús.

—Ella tenía otras ambiciones —resumí, pero eso no era suficiente para Jesús.

—Como alguien rubio, atleta y de la misma línea sanguínea que su ex.

—¿Zoey sale con José? —pregunta Pamela con asombro, pero lo que a mí me asombra es que con esa descripción adivinara de quién hablaba.

«Sospechoso».

—¿Por qué?

—Vinieron juntos a cenar una noche, pero eso fue como tres semanas atrás. Era una cena de negocios con mi padre.

Ignoré la punzada de dolor cuando dijo «como tres semanas atrás» y me concentré en el hecho de que José tiene negocios con el padre de ella. No me meto mucho en su vida —nada, mejor dicho—, así que no sé nada del trabajo que tiene.

—¿Por qué tu padre se reuniría con alguien que tiene restaurantes de ensaladas? —preguntó Jesús.

Ahora entiendo porqué mi primo es tan fitness, tiene que dar el ejemplo al ser dueño de una cadena de comida sana. Lo sorprendente es que mi amigo sepa ese dato y yo, que soy su familia, no.

Pamela se encogió de hombros, guardando silencio a la llegada del mesero; espero a que dejara las bebidas y se retirara, para empezar a hablar.

—Papá tiene reuniones así cada cierto tiempo. Creo que es inversionista de varias microempresas.

»Dice que le ayudan en su imagen para la campaña electoral.

Asentí como si comprendiera sus palabras, aunque no tenían mucha lógica, y hasta Pancho lo notó, por qué frunció el ceño unos momentos. Pamela se disculpó para retirarse al baño y nuestro amigo nos miró.

—¿Qué están planeando?

—No planeamos nada —aclaré, ganándome un resoplido.

—Los conozco, no nos reunimos por nada.

—Sabemos que los Pegraso están en el crimen organizado, solo necesitamos pruebas para consolidar el juicio —expliqué.

—Eso es un secreto a voces, todo el mundo lo sabe. Váyanse olvidando de la ayuda de Pamela, su padre es alguien sagrado para ella, jamás haría nada para dañarlo.

—Podemos hacer que le den inmunidad por hablar —dice Jesús—. Nuestro contacto en la policía lo mantendría en secreto.

Pancho negó con la cabeza, inclinándose sobre la mesa; lo imitamos.

—Meterse con los Pegraso es un suicidio. Mejor olvídense de ellos y sigan siendo buenos abogados en otros casos no tan peligrosos.

—No puedo dejar que sigan traficando personas.

—Aunque los acaben, estarán tapando el sol con un dedo. Ellos son como cucarachas: matas a una, pero ya nacieron otras veinte.

—Por algo se empieza, Pancho.

—Solo van a lograr que los maten.

—No nos pueden hacer nada —asegura Jesús—, sería entregarnos lo que queremos. Tenemos inmunidad.

—Si no estás en su bando, no tienes inmunidad.

Dejamos el tema por la paz porque no quería incomodar a Pamela con preguntas indiscretas y preferí hablar de los viejos tiempos, aunque mi mente empezaba a maquinar cosas que me gustaría ni siquiera considerar.


:= Amanda =:

Estoy en la encrucijada de caminar a la casa de Adán o tomar un taxi. Estaba muy cansada por el día, pero también necesitaba respirar aire fresco y distraer mi mente con el paisaje.

Bien, caminar no me hará mal, es más, hasta leí que era algo bueno para no volverme sedentaria durante el embarazo. Afiance la correa de mi mochila sobre el hombro y crucé la calle hacia el parque que atravesaré para así acortar la distancia. Además, no hay mejor manera de distraer la mente en medio de una ciudad que un parque.

Al menos así lo veo yo.

A estas horas el parque no estaba tan concurrido, salvo dos o tres grupos de amigos que deciden pasar parte de sus vacaciones en este lugar. Adoro que en esta parte de la ciudad haya varios espacios así, me hace sentir en tranquilidad y, cuando todo quiere explotar, puedo venir aquí a respirar aire puro. Se me puede reiniciar la vida.

Pero por mucho que me gustaría caminar hasta casa, mis piernas se sienten tan cansadas que es seguro que no llegaré. Cruzo el parque hasta el otro lado de la cuadra, observo a los autos pasar, esperando a observar un taxi, pero doy un paso atrás cuando un vehículo gris se estaciona frente a mí. Las ventanas polarizadas no me permiten observar quién está dentro; no le tomo importancia y camino hacia detrás de él, dónde está libre, para parar un taxi, pero el auto dio hacia atrás, sorprendiéndome.

Tragué saliva y sujeté con fuerza mi bolsa. Di media vuelta, siento que lo mejor es que me ponga en un lugar más céntrico; los secuestros han sonado mucho en lo que va del año, siempre me mentalizo de que esas cosas no me pasan, pero mentalizarme no me hace inmune.

—¡Amanda! —Viré el rostro, encontrándome con la sonrisa de la exprometida de Adán. Su falda negra se pegaba a un cuerpo de envidia. Le sonreí.

—Hola.

—¿Quieres que te lleve a casa? —señaló su auto rojo, miré sobre mi hombro, y ya no estaba el vehículo gris.

—No quiero molestar. —me sinceré, sé que puede ser una completa mierda tener que ser socializada con la actual pareja de tu ex, aunque no sean pareja, pero eso Zoey no lo sabe.

—Para nada —Su mirada se desvió solos unos segundos, para volver a centrarse en mí—, puedo contarte cosas de Adán. Conociendo a su hermana, él ya sabe hasta en qué hospital naciste.

—¿Cómo?

Se rio y me sorprendió cuando me sacó la mochila y se la colgó.

—Estoy segura que has tratado a Adara —La sigo en el momento en que se volteó hacia su auto y caminó hacia allá; asentí—. Ella es muy intensa en su forma de proteger a sus hermanos. La primera vez que hablé con ella, me lanzó un sobre con toda la historia de mi vida. —Me miró abriendo la puerta para mí—. Gracias a ella descubrí que era adoptada.

—¿Qué? —Se ríe y cerró la puerta. Me quedé quieta dentro mientras ella dejaba mis cosas detrás y rodeaba el auto hasta subirse en el lado del conductor. Se puso el cinturón de seguridad y lo encendió.

—Tiene unos investigadores muy geniales —explica entrando a la calle—. Los conocí después de estar un mes de novia con Adán; por supuesto que se disculpó, pero ya no había forma de resetear mi cerebro y hacerme olvidar. 

»No puedo entender su sentido de protección porque soy hija única, o al menos por parte de mis padres adoptivos; pero ella se toma muy en serio cuando uno de sus hermanos sale con una chica. No quiere que les hagan daño.

La observo mientras habla, con su mirada puesta en el camino, concentrada en todo lo que pasa a su alrededor para no tener un altercado. Su cabello está bien peinado en una coleta y su perfil es muy simétrico. Puedo ver porque Adán cayó rendido por esta mujer; es hermosa y nunca me ha hecho un desplante, así que puedo asumir que su corazón es tan bueno como el de Adán.

Tal para cual.

—¿Aún no te ha visitado con un sobre? —Asentí, pues con eso llegó en día que fue a mi trabajo; ella ríe—. Déjame decirte que Adán ya sabe todo de ti.

Trago saliva. Por suerte, él ya sabía que no sé quién es el padre de mi bebé, porque tendría que contestar muchas preguntas incómodas. O quizás no, jamás ha preguntado nada fuera de lugar, ha respetado mi privacidad.

—Y, me apena admitirlo, casi no sé nada de él.

La mirada que me dedica no la supe interpretar. Soltó un suspiro y se fijó en la calle, apretó y relajó los dedos sobre el volante Antea de poner nuevamente la sonrisa sobre su rostro.

—Adán es muy apasionado, aunque también demasiado dramático, pero eso le da diversión a la relación. Ama intensamente y es incapaz de sentir odio.

»Aunque se haga el muy valiente, le teme al sonido que producen los globos al explotar; jamás truenes un globo cerca de él —advierte y yo asiento.

—¿Alérgico a algo?

—A nada, pero no le gusta la flor de calabaza, aunque su madre la disfraza bien con un chile de árbol y no nota que se la come.

Solté una risa. Eso también hacia mi mamá cuando descubrió que escondía los coliflor en mi habitación, para después tirarlos por la ventana al jardín.

Me siguió contando más sobre él, de sus miedos y de lo que le gustaba hacer; sus series favoritas y con cuál película llora a moco tendido. Me contó algunos de sus recuerdos juntos para darle veracidad a ciertas afirmaciones, y noté que, en todo el viaje, la sonrisa no se fue de su rostro y este brillaba con cada palabra que decía.

Reconocí la entrada al vecindario donde vivía Adán, y me animé a hablar; a soltar algo que quizás no debía.

—Aún lo amas, ¿cierto?

Soltó una gran exhalación, mas no dijo nada. Se estacionó frente a la casa que no hace mucho compartía con Adana y donde ahora estoy viviendo.

Sí, esto debe de ser una mierda para ella.

—¿Por qué sales con José sí amas a Adán? —pregunté, yo no me opondría en apartarme para que ellos arreglen lo suyo.

Me miró con intensidad y en ese momento fue cuando su sonrisa flaqueó.

—No siempre puedes hacer todo lo que quieres en la vida, Amanda. Piensas que todo es sencillo, pero no es así; debes de tomar decisiones que duelen, pero, que sabes, son las mejores para que todo siga en orden. "

»Fue bueno hablar contigo —sonrió—. Quizás podamos  tomar un café algún día.

—Eso suena muy bien.




◾️🔲◾️

Sorry, pero yo amo a Zoey; ¿alguien más comparte mi sentir? ¿No? Weno, lo entiendo.

Me encanta esta historia, y me di cuenta que no hacen tendrá muchos capítulos 🤭

Los amo, coman frutas y verduras. Besitos 💋

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