BAD BITCH #2

By LuisAvila367

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«-¿Qué... quieres, Theo? Solo tres palabras. Solo tres palabras y mi nombre bastan para que mi mundo cambie p... More

Bad Bitch #Malos 2
Prólogo
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▲ 191 ▼ (Segunda Parte)
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¡¡YA EN TODAS LAS LIBRERÍAS!!

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By LuisAvila367


Lunes 10 de Octubre

Carl

Luego de ver la noticia en el periódico, dejo el café sobre la mesa familiar y mis padres se quedan mirándome con suspicacia.

Este día es similar a los de antes: en mis años de secundaria y preparatoria simulábamos ser una familia feliz, bebiendo café, comiendo tostadas y leyendo las noticias todos por igual, cada uno con su periódico.

El punto es que esta vez no me detengo a pedirles su aprobación cuando salgo corriendo de la casa dejando atrás el grito de mi padre:

-¡Qué clase de levantarse de la mesa es esa!

Y el llamado de mi madre:

-¡Carl!

Que Dios me proteja luego de su monumental castigo cuando regrese. De momento aprovecho que me han devuelto el auto y tengo las llaves conmigo.

Una vez que estoy dentro, pongo el motor en marcha y salgo, observando que mamá se acerca a la puerta y se queda mirándome mientras me despido de ella en pensamientos.

Espero que me pueda entender algún día.

Y espero aún más que la fuerte corazonada que me ha dado en el pecho, no sea signo de algo malo.

Al momento que inicio el descenso desde Avenida Central hasta la localidad que me conducirá al muelle, ya he elaborado tantas teorías en mi cabeza que seguir pensando es algo masoquista a lo cual decido no renunciar.

En mi búsqueda de Tachas, Tracy me contó que la última localización que halló fue en El Bosque.

Anteriormente, sus amigos en la tal "Bad House" me preguntaron si ya me había fijado en este sitio (¿¿¿qué clase de amigos no se preocupan porque uno de los suyos ha desaparecido???), palabras que seguí y me condujeron al muelle en varias ocasiones pero con intentos infructuosos siendo mi único hallazgo un cementerio abandonado que ronda la podredumbre.

Pero El Bosque y su conexión con el muelle es algo de lo que en alguna ocasión escuché hablar, no obstante fue Tachas mismo quien me trajo en determinada ocasión a este lugar.

Mis ojos se empañan de lágrimas en el instante que un recuerdo aparece en mi cabeza.

-¿Así que eres demasiado comelibros y por eso quieres ganarte una beca?-me preguntó con las manos en los bolsillos y sus ojos mirando al cielo.

Caminábamos entre los árboles.

Él con las manos en los bolsillos de sus pantalones y yo con la misma postura pero con mis ojos mirando al suelo, gesto que delataba tanto mi timidez como mi inexperiencia andando en estos lugares... y a que mi miedo a caerme era monumental.

-Sólo quiero encontrar un modo de independizarme lo antes posible-le expliqué-e irme de mi casa. Empezar la Universidad en otra ciudad y no depender de ellos ni siquiera en lo económico.

-Ahhhh-murmuró y se llevó un cigarrillo a los dientes-. ¿Fumas?-me preguntó estirando la cajetilla en mi dirección.

-Eh... Yo...-titubeé. No quería parecer una persona aburrida si me negaba pero aceptarle iría en contra de mis principios mismos. Y lo que sería aún peor es que mucha gente se ahoga la primera vez que fuma, lo cual si me sucediese delataría mi inexperiencia aunque todavía peor iba a ser delatarme como una persona poco interesante ante él-. Está bien-accedí.

Y cuando intenté sacar uno de los cigarros, él lo quitó de mi vista y se lo guardó.

-No pensé que aceptarías-murmuró con algo de decepción en su tono y encendió el suyo-. No dejaría que te cagues la vida con un arma de efecto paulatino tal como es la nicotina o cualquier mierda que entre en la amplia categoría de «drogas».

Expulsó el humo entre la separación de sus dientes y las fosas nasales.

-¿Y tú por qué lo haces?-aproveché a preguntarle esperando que no se tome a mal mi inquietud imprudente-. Disculpa, si crees que estoy siendo...

-Descuida-sonrió-. No me molesta. Es más, esperaba que lo preguntaras.

-Ah...

-Empecé a fumar desde pequeño. Como a los doce. Me crié en un orfanato y rápidamente pasé al reformatorio. Mis amigos me molestaban porque no era una persona que le gustase competir en sus juegos excepto en los que imitábamos parecernos a los mastodontes de lucha libre que aparecían en televisión.

-¿Practicas lucha libre?

-¡Ja! No. Sólo me gustaba darles su merecido. Nunca fui un experto para pelear aunque mi padre me pagaba clases de defensa personal a medida que fui creciendo.

-¿Tú... padre? –Pero si acababa de decirme que creció un orfanato-. ¿Luego de ser adoptado, te refieres?

-Mmm, no. Nunca nadie me adoptó. Digamos que siempre he sido exactamente ese niño que nunca fue deseado.

-¿Por qué?

-Mi madre era una puta y mi padre se acostaba con ella. Madre y padres biológicos, por cierto. De padres adoptivos, nunca tuve nada.

-¿Entonces...?

-Entonces, mamá se fue con otro tipo y me dejó a cargo del que dice ser el que puso el esperma para darme la vida. Pero este tampoco tenía las pelotas bien puestas y...-suspiró-. ¿Por qué mejor no me cuentas de ti?

-Di... Disculpa. No sabía que te estaba incomodando.

-En realidad no lo haces porque fui yo quien empezó el asunto. Y todo para tratar de explicarte por qué mierda empecé a fumar. -De a poco fui acostumbrándome a las palabrotas en su vocabulario-. Sólo lo hice porque tenía malas juntas, mal comportamiento y un destino desgraciado.

-No... No creo que deberías pensar así. La vida es un regalo mismo de la deidad a la que llamemos «Dios».

-Es fácil para ti decirlo.

Me quedé en silencio y empezaba a arrepentirme por las palabras que había usado.

-Disculpa-es todo lo que fui capaz de articular.

Al menos yo tuve una familia y no debí crecer bajo el desamparo de una madre que nunca me deseó y de una familia que jamás me adoptó.

-¿Cuántas veces ya te has disculpado desde que empezamos a hablar?-me preguntó, sorprendiéndome.

Fácilmente, es una palabra que decía cientos de veces al día pero hasta ese momento no había sido capaz de notarlo.

-No... No lo sé-me encogí de hombros.

-Y quizás ahí esté el problema. Eres un tipo demasiado inseguro y yo demasiado áspero.

No, por favor, que no diga que somos incompatibles o alguna estupidez de esas.

-¿Quieres decir que no podremos ser amigos?-le pregunté.

Él me miró sorprendido y soltó una carcajada. Una vez que se detuvo, separó sus labios para hablar:

-Dame tu mano.

Así fue que una bomba de mariposas explotó en mi estómago.

-¿Bro...bromeas?-le pregunté.

-No, bobo. Sólo dame tu mano. Voy a enseñarte algo y si te tengo bien sujeto, evitaré que salgas corriendo.

Me muerdo el labio inferior.

¿Acaso se iba a bajar los...?

No, no, no.

-Está...bien-titubeé y extendí mi mano que no dejaba de temblar. Mientras más intentaba contener esas terribles vacilaciones, peor era.

-Tu sudor es frío-aseguró.

-Lo... Lo sient...-cerré la boca.

Él volvió a descansar la mirada sobre mí y sonrió de lado.

Era de día. Apenas habíamos pasado la hora del almuerzo y no deberíamos haber escapado de clases...

Aún así, los rayos de sol se filtraban cada vez menos mientras más nos metíamos en la densidad de los árboles.

Hasta llegar a un escenario tétrico que me hacía sentir escalofríos y realmente mi primer idea fue salir corriendo, de no ser que antes Jacob me lo insinuó para asegurarse de que no lo terminaría haciendo.

Al final, resultó que llegamos a un pequeño cementerio con viejas lápidas de piedra y estatuas de mármol con formas como ángeles, cruces y bustos adornando con la belleza más extraña de apreciar.

-No tengas miedo-me aseguró. Y se sentó sobre una enorme lápida de piedra-. En ningún lado estarás más seguro que aquí. En este preciso instante, por lo menos.

-¿P...por qué lo dices?-pregunté con la voz atravesada por el horroroso tembleque.

-Porque tú y yo no somos amigos.

El horror atravesó mi pecho.

Y por algún motivo, las mariposas en mi estómago no dejaban de aletear. Mi cuerpo no recibía ninguna señal de querer salir corriendo pese a todas las señalas de alarma que se encendían en mi cabeza.

-¿No lo somos?-le pregunté.

Él negó con un movimiento de cabeza.

Luego clavó sus ojos en los míos y un rayo de luz se filtró entre las ramas iluminando su maligna sonrisa.

-Carl... Tú y yo no podríamos ser amigos.

Acto seguido, con un movimiento cargado de firmeza y seguridad me atrajo hacia él.

Y quedamos cerca.

Demasiado cerca.

Yo de pie y él sentado sobre la lápida de piedra, presionando mi cuerpo contra el suyo cual había quedado algunos centímetros más bajo pero igual me sentía paralizado por la mezcla de sensaciones que se cruzaban en mi interior.

Nunca estuve tan cerca de un chico.

Mucho menos de uno que me guste tanto.

-Podríamos intentarlo-murmuré con un hilo de voz.

-Quiero intentarlo contigo...pero de otra manera-sentenció.

Y pegó sus labios a los míos.

Me quito las lágrimas que me humedecen las mejillas mientras conduzco hasta divisar muy cerca el bendito muelle.

Intento contenerme porque se ven algunos autos y móviles de periodistas que aún no se van. Además de un par de policías que se encuentran quitando las cintas de seguridad a la zona.

Sería muy arriesgado que me vieran en esta situación caminando por la zona del peligro, justo en el día que se encuentran buscando a algún culpable o sospechoso.

Luego de aparcar el coche, busco mezclarme entre las personas que quedan tratando de husmear en el lugar.

-¡A un lado, a un lado! ¡Todavía la policía se encuentra haciendo su trabajo!-nos aparta un hombre uniformado.

No me resisto a lo que dice pero busco meterme en algún punto del bosque que ya se encuentre abierto al ingreso público.

¿Estarán cerca del cementerio?

Me meto en la espesura de la naturaleza buscando el lugar de mis sueños mientras el recuerdo anterior persiste en mi cabeza.

Una sensación similar a la electricidad me nació desde la columna hacia todo mi interior, terminando por apoderarse de mi cuerpo entero.

Esta vez los tiritones se convirtieron en cosquillas que apresaron hasta el último centímetro de mi cuerpo y me sentí terriblemente inútil porque no saber qué hacer.

Lo extraño es que cuando Jacob abrió la boca, yo separé los labios y el movimiento fluyó por sí solo.

Nadie te enseña a besar pero una vez que lo haces, es imposible parar.

Nunca había vivido algo así antes, nunca en mi vida había conocido la verdadera felicidad hasta ese día.

Jacob abrió la boca y exploró la mía del mismo modo que intenté hacer con la suya. El sabor a tabaco llenó mi interior pero lejos de darme asco, resultó similar a un combustible que me fascinó.

Cerré los ojos y le rodeé las mejillas con mis manos para sentir la aspereza de su barba.

Siempre me afeito cuidadosamente porque los vellos en el rostro nunca resultó algo bien visto por mi parte.

Ahora, sin embargo, sentirlo en él me hizo cambiar de parecer tan rápido que me entristeció la distancia en el momento que se apartó.

Acto seguido abrí los ojos y me encontré nuevamente con su sonrisa radiante, con esos delgados labios que me resulta imposible resistir.

-Oh...-murmuré.

-«Oh...»-se mofó y soltó otra de sus carcajadas-. Precisamente así me siento: «Oh...».

-No te burles-le pedí y un calor atolondrado me subió a las mejillas a tal punto que me obligó a soltarlo y darme la vuelta para que no me vea enrojecer.

Cuando me siento avergonzado, me pongo de todos colores.

-¿Qué ocurre?-me preguntó.

-Na... Nada.

-¿Te sientes bien?

-S...Sí...-dije y me llevé las manos a las mejillas en busca de que bajen su temperatura pero no lo logré. Estaba ardiendo de la emoción y mientras más lo intentaba controlar, peor era.

-¿Te has sonrojado?-me preguntó riendo.

Lo miré por encima de un hombro y fruncí el entrecejo.

-No...

-¡Claro que sí!-aulló y se levantó de su peculiar asiento para encontrarme el rostro.

-No, no, basta-le indiqué.

Intentó quitarme las manos del rostro hasta lograrlo.

-Confía en mí-me pidió-. Vamos, no tengas miedo. Ya te he dicho que nunca estarás más seguro que en este lugar.

-Qué apropiado para un cementerio-me mofé.

-No lo digo por el lugar sino porque estás conmigo.

Cuando encuentro el cementerio, caigo en la cuenta de que los policías ni los periodistas siguen aquí. Si bien antes se han hecho escenas para documentales en este lugar, visitarlo es algo que siempre me parecerá nuevo.

Sobre todo porque mi idea de este sitio siempre fue distinta a lo que resulta ahora.

Aunque parezca una paradoja, el cementerio me pareció siempre sede del más dulce de todos mis recuerdos. Al menos desde que me enteré de su existencia.

Me adentro de tumba en tumba. Le miro el rostro a una de las estatuas y se la ve triste. Es como si los ángeles lloraran con la tristeza de mi interior.

-Lo sé-le murmuro al pequeño regordete de mármol-, yo también lo extraño mucho.

Y tras decir esto último localizo esa lápida de piedra en la sucedió mi primer beso.

Y se la ve tan fría, tan solitaria, que mi única reacción es correr a ella para echarme a llorar como nunca.

Me siento sobre ella y apoyo los codos en mis rodillas, escondiendo el rostro y permitiéndome soltar el desconsuelo más grande de mi vida.

Su rostro llega a mi memoria para quedarse. Es imposible librarme de los recuerdos, de todo lo que hay en mi interior. Quizás es hora de que vaya haciéndome la idea de que no debo seguir buscándolo.

Él no está.

No volverá porque él nunca se fue ya que... se lo llevaron.

Y estoy seguro de ello.

Se llevaron a Tachas, él no volverá, no podemos seguirlo buscando porque esta gente es peligrosa, tiene poder y poco corazón.

Cuando sólo soy capaz de elaborar teorías que me rompen el alma en pedazos, me entrego a que las lágrimas sigan humedeciéndome las manos y las mejillas.

Hasta que algo me toca un hombro y el corazón me da un vuelco.

-Hey.

El característico olor a tabaco me llega mucho antes que su voz cargada de ternura.

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#BADBITCH #Jarl #Thacy #Stylie  #1deAgosto #FINAL

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