Ambición.

By nickrespin

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La dependencia es un estado físico y mental al que Alessia se niega ser una adicta. Ella es un mujer que ha... More

♣ADVERTENCIA♣
Epígrafe.
Sinopsis
♣PRÓLOGO♣
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Extra Matías
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 12/2
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 15/2
Capítulo 16
Extra Javier
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Extra Vilma
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 32/2
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
EXTRA VYSHE
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 64
Final
Epílogo

Capítulo 63

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By nickrespin

No es por nada, pero estoy orgullosa del capítulo me encanto el resultado, trabaje mucho y gradecería que dejaran comentarios ♥

Minutos antes.

Mantengo la cabeza en alto sin importar el dolor que siento en cada músculo de mi cuerpo.

No sé donde me encuentro, no sé cuantos días han pasado, lo único que tengo claro es que tengo que sobrevivir, porque no voy a morir, no hoy ni mañana, Carsten Bogdánov no tendrá el privilegio de decir que me doblego hasta el puto de matarme.

Porque hacerme como él quiere sería matarme y con un enfermo como él jamás estaría por cuenta propia, lo sabe y es lo que más le gusta de todo esto.

Tomo un suspiro siendo consiente de cada parte adolorida de mi cuerpo.

Mis manos se encuentran esposadas a mi espalda y ya no siento las piernas de tantos golpes. Llego un momento en el que no pude sostenerme de pie y quede sujeta de mis muñecas con la cadena que cuelga del techo

Me pareció extraño que Carsten no fuera uno de los que me golpea, pero uno menos es mejor para mí, aunque no sé si dejarme en manos de Nikolay y otros que no han tenido piedad ante cada atrocidad haya sido mejor.

Hace unos minutos se fueron luego de que la cera quemara mi cuerpo, sé que sería peor si tuviera heridas, pero ningún azote fue con esa intención.

Ya perdí la cuenta de cuantos objetos han tocado mi piel, pero cuando estaban a punto de romperme se dirigían a otras partes de mi cuerpo, y aunque no hay heridas abiertas, si sé que tengo algunas costillas quebradas y el que no pueda respirar bien lo confirma.

El color de mis piernas desnudas es horrible y solo de pensar en cuanto tiempo necesitaré para sanar me llena de rabia y de unas ganas insanas de quemar todo a mi paso.

—¡Ya no, por favor! —los gritos de mi hermana me sacan de mis pensamientos.

Hasta había olvidado que me dejaron en una silla para poder ver como Carla es torturada.

Lo siento, pero primero soy yo.

—Sigues sin querer cooperar. —Carsten toma mi mandíbula adolorida con fuerza para que lo vea—. No es mucho lo que pido, solo dámelo y ella será libre.

Observo a Carla que ha sido traslada a una habitación con paredes de cristal en las que no deja de verme con dolor.

—Por mí, puedes matarla, su vida no me interesa. —repito.

La garganta me duele de tanto gritar y puedo sentir como un hilo de sangre recorre mi frente.

Eso es nuevo... y malo.

—Creo que necesitas otro incentivo. —lo observo sacar una jeringa con un contenido que reconozco a la perfección.

Evito delatarme con miedo al recordar que fue lo mismo que vi en Colombia.

EBÓSIL.

Me obliga a ver como inyecta el virus y lo activa de inmediato, quien no sabe, pensaría que es mejor eso a que dañen su cuerpo, pero el virus si los matara

—¿Qué me dices ahora?

—Sobre el antídoto ya hablamos, y cuando empiece a comerciarlo puedo convertirte en mi primer cliente. —miento.

—¿Y la organización?

—Es mi organización y si pensaste que yo era el eslabón más fácil y me ibas a sacar información te equivocaste. Ni socios ni negocios, menos direcciones, no te daré nada.

—Gobernador, tenemos compañía. —le informa uno de los sujetos y la información me llena de esperanza y no soy lo suficiente rápida como para ocultarlo.

—Ya se había tardado, demolés una buena bienvenida.

Me pongo alerta cuando empiezan a aparecer sujetos, todos armados y en posición de ataque, pero sin salir a encontrarlos.

Nikolay me lastima las muñecas cuando intenta quitarme las esposas, pero al final solo la cadena se desprende y cae. Intento sacarme el metal, pero es imposible y un golpe me detiene.

Carsten se sienta frente a mí y cuando Nikolay empieza a quitar las cadenas sé que algo malo viene.

—Diviértete, no se ve apetecible, pero si Oleg da tanto por ella es porque le gusta comerle el coño.

Mi respiración se agita y debo controlarme para que los recuerdos de hace años no se hagan presente.

—¡No vas a tocarme! —grito, pero es en vano.

Dos hombres me sostiene y me hacen levantar mientras Nikolay me escanea y una chispa de culpa cruza sus ojos.

—Carsten...

—¿No te acobardarás ahora cierto? Si has escalado es gracias a mí, porque con Oleg no hubieras pasado de ser un simple soldado.

Muerdo mi labio cuando pasa su mano por mi mejilla.

—No.

—¡Quita tus asquerosas manos de mí! —grito, trato de zafarme, pero el dolor en mis huesos me resta.

Su toque es como una maldita daga que me quema a su paso, queriendo quebrarme.

—No te muevas.

Las lágrimas de ira e impotencia llenan mis ojos cuando sus manos se aventuran más, tocando en donde no debe.

El dolor cada vez que me muevo me mata, pero no se compara al que siento cuando lleva su mano al botón de mi short.

—Vienen arrasando con todo, dos minutos para que estén en la entrada de la base, Gobernador.

Dos minutos, dos minutos.

Solo me separan dos minutos y aunque la idea de cerrar los ojos y dejar que me tomen pasan por mi mente, dos minutos hacen la diferencia y en cada segundo lucho cuando seis manos tocan y estrujan mi cuerpo sin piedad provocando la satisfacción de Carsten.

—Como te gusta complicar las cosas Carvajal, y que te quede claro que esta no es la última vez que nos vemos porque no voy a dejar que te lleve. —se levanta—. Sabes que quiero quebrarte, ese es el objetivo de todo lo que hago, doblegarte a mi gusto, solo para mí, Carvajal, a eso podemos agregarle, que sin ser suya quisiste soñar porque tu maldita organización no va a destruir la mía, tu maldito plan de torturar con EBÓSIL no va a funcionar porque ahora yo también lo estoy produciendo.

Son las últimas palabras que escucho antes de perderlo de vista.

—¡Te voy a cortar las manos! ¡Cortaré tus putas manos, hijo de puta! —grito cuando Nikolay me gira y mi espalda queda contra su torso.

—Quien perderá las manos no soy yo, tenlo en cuenta.

Mis pies dejan de tocar el suelo cuando me toma de las piernas y las abre para los otros dos que no dudan en querer tomar todo de mí.

—¡Voy a matarte, juro que voy a matarte! —nadie nos presta atención, porque están pendientes de quienes van a venir.

Ahora sé que estoy en una base, en algún edificio y debo salir, porque las bases son grandes y antes de encontrarme pueden morir mis hombres, y no voy a permitirlo.

Me retuerzo cuando siento los labios del ruso en mi cuello subiendo hasta llegar a mi oreja.

—Vas a mover tu pie e impactarás con su entrepierna. —susurra dejándome congela—. El otro vendrá por ti y te impulsarás en su pecho para desequilibrarme, voy a soltarte y vas a correr sin mirar a nadie.

Abre más mis piernas contradiciendo sus palabras.

No puedo...

Un fuerte estruendo es mi señal y hago lo que dijo.

—¡Maldita! —desorientada me levanto escuchando los proyectiles afuera.

Corro, pero no puedo más porque la presión en mi pecho me está doliendo demasiado, todo se me junta y la desesperación trae consigo las ganas de llorar.

Gruesas lágrimas recorren mi rostro porque simplemente no puedo más.

Dos minutos esperando por él fueron más largos que las horas de tortura.

—¡Alessia! ¡Hermana, por favor! —me giro ante su llamado viendo que se la están llevando.

Miro a mi alrededor sin saber como defenderme hasta que dos agentes se percatan de mí.

—La puta del Superior. —se burlan mientras me acorralan en un pasillo desierto.

—¡Cállate! Deja de hablar porque...

Sus cuerpos caen frente a mí y la conmoción me hace ver al sujeto con la mano alzada.

Yuri Bogdánov.

—Que te quede claro una cosa Carvajal y es que yo no traiciono a los Míos. —suelta molesto recordando que hace unos días le grite traidor al verlo con su padre y otro hombre.

Me tira un cinturón con al menos veinte dagas.

—¿Dónde está Oleg? —el miedo me invade porque he escuchado varias detonaciones.

—Vienen por ti. —sin decir más se da la vuelta volviendo a cubrirse el rostro.

Ya luego hablaremos de lo que se confesó ese día.

Los disparos empiezan y eso solo me hace mover viendo como Yuri empieza a deshacerse de los hombres de su padre.

Con esfuerzo les quito las ametralladoras a los sujetos en suelo y me las cuelgo, primero voy por Carla quien grita cuando entran en su cuerpo.

Me pongo mi máscara y sin importar nada lanzo las navajas que dan en mi objetivo. Más hombres empiezan a salir y me los llevo a todos sin dejar de ver a Carla en el suelo abrazando sus rodillas.

Alguien me toma del cuello queriendo doblegarme, pero lo muerdo hasta que me suelta y su cuerpo queda como un colador cuando las balas impactan con su cuerpo.

—Tienes dos opciones, te tragas todo y me sigues o te puedes quedar a revolcar en tu miseria, pero ten por seguro que no volveré por ti.

No espero su respuesta cuando yo también me trago mi dolor y camino hasta llegar al lugar de donde escape y veo a un Yuri siendo acorralado.

Lo que paso hace unos días viene a mi mente y lo podría dejar, pero él es demasiado para Carsten.

Alzo el arma matando a todos, no me acerco para un cuerpo a cuerpo porque la desventaja me mataría.

—Yo tampoco abandono a los míos. —sin importar la protección de su rostro, se que me ve por unos segundos antes de volver a luchar.

—¡Han pasado dos niveles! —las palabras de uno de los hombres son mi combustible.

Hay tantos y nosotros solo dos que no sé si podremos con más.

Se trata de no dejar que vengan a mí y cubrir a Yuri y Carla, ellos podrían solo dejar una bala en nuestro cráneo, pero no lo hacen.

La sangre baña el lugar y cuando me quedo sin munición el desespero es inmediato.

—¡Corre! ¡Vete de aquí Alessia!

—¡No voy a dejarte! —grito con dificultad.

Ocupo el arma como bate, pero no tengo fuerzas y lo próximo que siento es el impacto de mi cuerpo contra el suelo. El agente se acerca, pero antes de llegar a mí cae cuando rebanan su cuello.

Carla suelta el arma aterrada y no puedo ir a ella porque a mi espalda Yuri pelea con los últimos

—Vienen más debes irte, porque abajo les será más fácil encontrarte. —las dudas me invaden—. Todos tenemos una misión, yo cumplo la mía.

El último sujeto cae y no me había percatado que él sangra.

—¿Qué piensas hacer? Debemos irnos.

Niega y la compresión llega a mí.

—Si en diez minutos no sales vendré por ti.

Me doy la vuelta y con dificultad llego a la puerta de cristal, Carla sin inmutar palabra me sigue y cuando me giro la puerta se cierra por orden de Yuri. El ascensor suena y al menos dos escuadrones lo acorralan.

Grito, le pido que abra, pero no me escucha, Carla me habla pidiendo no sé qué hasta que me da una bofetada para que la mire y me alarmo al ver el hilo de sangre bajar por sus piernas.

—¡Dile a Oleg que la clave es 1402! —grita—. El cazador será cazado y la sangre prevalecerá porque la serpiente les dará de su veneno y el lobo hará todo por proteger a sus crías...

No termina porque lo derivan, pero es ágil al tomar un arma del suelo.

—Si no te mueres seré yo quien te mate maldito mentiroso.

Sin saber qué hacer tomamos otro ascensor hasta salir del edificio, cada esquina está cubierta de sangre, cuando la guerra se escucha más cerca, Carla se estremece.

—No puedo más. —se detiene y me giro a revisarla.

Tiene el pulso bajo y maldigo en mi interior porque si no hago algo ambos van a morir. La adrenalina de estos días se ha ido y todo me está afectando.

—Resiste maldita sea. —ayudarla a seguir es todo un desafío porque se trata de una moribunda llevando a otra.

Me detengo de golpe cuando veo el escenario sangriento entre mi organización y OFR.

—¡Alessia! —Los gritos de Carla tras mi mareo me indican de que no pude sostenernos.

—¡Doctora! —me llama un agente y el uniforme me hace sentir protegida porque son los míos.

Sé que ya no puedo con más

—¡Tenemos a la doctora! —me toman del brazo con cuidado al ver los colores—. Repito, tenemos a la doctora.

En menos de diez segundos un escuadrón me cubre y me siento desorientada en medio del caos y los gritos llamándome.

Poco a poco caminamos y al ver la salida es como si algo hiciera clic, mis pies se detienen sin importar lo que me dicen.

—Esto no será nada en comparación a lo que él vivirá.

—¡Vete al diablo! —una vara impacta mis muslos y el Gobernador ordena quitar mi camuflado—. ¡No te atrevas a tocarme!

—¿Quieres saber qué pasará? —grito y lucho con la poca movilidad que poseo queriendo que se alejen de mí, pero es imposible.

Escucho sus palabras convenciéndome de que bajo ninguna circunstancia dejaré a mi Oleg con su hermano.

—Dame armas. —exijo.

—Doctora, ya se están encargando, no debe preocuparse, nuestra orden es sacarla. —Niego y cuando intenta tomarme retrocede sabiendo que se la puedo cortar.

—Soy tu Superior, tu líder, por lo tanto, acatas mi orden. —oculto el dolor en mi pecho que protesta por un descanso.

El escuadrón que me protege empieza a pelear cuando los hombres de Carsten me localizan.

—Superior, la Doctora...

—¡No quieras pasar sobre mi poder y dame las putas armas! —grito sintiendo el dolor en mi garganta, pero lo ignoro.

Controlo mi mente para que olvide lo destruido que se encuentra mi cuerpo. Ignoro el dolor, porque con él no podré hacer nada.

—Entendido...

Le quito el intercomunicador y no duda en dármelas, aunque me sigue de cerca mientras otro pide refuerzos para cubrirme.

Empiezo a disparar sin dejar de moverme para protegerme y cuando me acabo los dos cargadores y no paran de aparecer soldados de OFR me estreso.

Me giro al agente del inicio quien entiende la situación y me tira otra sin poder negarse.

Con el arma corta disparo a los que tratan de acercarse a mí, hasta que visualizo a Carsten, sé que predijo esto y sabe que me iré, pero no sería un Bogdánov si pusiera las cosas fáciles.

—¡Yuri, llévatela ya al lugar acordado! —me escondo detrás de unas vigas y ver a Oleg me es suficiente para continuar—. ¡Sácala ya! —ordena sin dejar de pelear con Oleg.

Dos hombres más se van contra él y en medio del caos tomo aire para poder apuntar bien a los tipos y les disparo.

Dos tiros, dos tiros certeros que les dan mi ubicación.

—Carvajal. —gruñe sin dejar de verme como el enfermo que es.

Se quita el intercomunicador y solo espero que Yuri si haya podido salir. Lo ignoro yendo donde se llevan a Carla y los mato sin que la mano me tiemble.

Joder, todos siempre la quieren acaparar.

—Deja de llorar y tranquilízate, voy a sacarte de aquí. —prometo, ya no tiene color, sus labios están morados y cuando tomo su pulso maldigo, porque sigue bajando.

Los efectos de EBÓSIL junto a las pastillas la están matando y no creo que su cría siga viva.

A lo lejos veo como Bolas y pelos se cuelan viniendo a mí, pero no hay nada de cariños, porque cada uno se abalanza sobre los hombres que manda Nikolay que ni me mira mientras no deja de pelear con Caleb.

—Bien hecho, pero ya vámonos.

El peso de Carla me cae encima cuando esta se desmaya.

Mierda.

Sacando fuerzas de donde no sabía que tenía, paso mi brazo bajo sus rodillas y la llevo sintiendo como mis costillas me perfora. Grito llamando la atención, pero no me detengo.

El dolor me resta agilidad, así que en un último intento hago maniobras para apoyarla contra mis hombros.

Hago fuerza con las piernas cuando siento que me voy a caer y me estabilizo rápido, empezando a caminar con bolas y pelos, siguiéndome y cubriendo mi espalda.

Trato de no escandalizarme al ver a mis bebés matar a mordiscos arrancando su piel

El escuadrón que me cubría lo había perdido de vista, pero aparece y al percatarse de mi estado toman de inmediato a Carla mientras tratan de sacarme, pero caigo con mis palmas y rodillas sin fuerzas.

—¡Doctora! —me levantan y cuando quieren llevarme los pies se me pegan al suelo cuando busco a Oleg.

Bolas y Pelos se ponen frente a mí viendo como amenaza a quien quiere solo quiere ayudarme, pero mi negativa los alerta.

—Doctora, hemos acabado con la mayoría, pero no tarda en venir más de los refuerzos, debemos abandonar...

—¡¿En dónde está Oleg?! ¡No nos iremos sin el Superior! —me desespero cuando él y otros agentes no me dejan volver por él.

Ellos no saben las amenazas, no escucharon como fueron explícitos en relatar todo lo que le harían. Si dejamos a Oleg, Carsten lo tomará y entonces si me tendrá porque no pienso permitir que lo lastimen.

Antes muerta.

—Doctora, el Superior está adentro junto a Vyshe que no tardan en...

—¡Maldito, desgraciado, suelta a mi esposo! —el grito de Iryna me es suficiente para regresar aun cuando mi interior grita por irse.

Me vuelvo a marear, pero ignoro todos los síntomas que me indican que debo para y tomo un arma regresando por donde me indican los gritos y al ver la escena el tórax me duele y no por las costillas.

—Ya me tienen a mí, ¡Suelta a mi esposa! —Iryna está siendo retenida por cuatro sujetos, mientras uno tiene a Iván con una navaja en su cuello y no sé mueve ni trata de recuperar el control y pronto me doy cuenta del porqué no lo hace.

No, puede, ser.

Les han quitado los protectores del rostro, por lo que puedo ver la sangre en su frente y cabello rubio.

—¡Deja a mi esposo, maldito hijo de perra!. —Iryna sigue luchando logrando soltarse de dos.

No lo pienso tanto para alzar el arma, apuntando al que amenaza a Iván, él podría zafarse de quien lo tiene, pero han logrado doblegarlos, porque Iryna tiene un collar con una bomba del que otro sujeto tiene el control y en cualquier momento puede detonarlo.

—Nos desharemos de Vyshe. —se burla.

—Iryna, mi amor. —la llama y ella con desesperación por soltarse lo localiza—. Te amo, ¡No olvides que te amo!

—No hagas esto maldita sea. —llora—. ¡No me dejes! ¡No...!

Se detiene viendo que varios les prestan atención. El dolor en su mirada lo dice todo.

—Yo soy uno, y sin ti no podría seguir, ¡No sabiendo que los perdí! —su mirada decidida no da lugar a duda.

Disparo.

—¡No! —el grito desgarrador de Iryna me hace temblar, porque fue demasiado tarde.

Su mirada me enfoca, pero no me presta atención.

Uno de los sujetos se me viene encima dejándome sin arma y dolida, pero por lo que le pasa a mi amiga lucho, lucho con la nueva dosis de adrenalina que me da las fuerzas necesarias para acabarlo.

Los gritos de Iryna son aterradores y con tanto sentimiento que cuando los veo dejo de respirar conteniendo las lágrimas.

De las personas que están aún luchando se distraen viendo a la indestructible Iryna Volkov luchando con uñas y dientes.

Puedo ver la mirada de Oleg que creo que es dolor, pero no lo sé. Retuerce el cuello del tipo al mismo tiempo que yo noqueo al otro. Mi intención es ayudar a Iryna, pero ella ya se ha librado de todos y corre en dirección de su marido.

Siento un nudo en mi garganta cuando veo el corte perfecto en el cuello de Iván. Iryna grita tratando de unir la carne.

—¡Zhestokiy ayúdalo! —me mira y las lágrimas en sus ojos me hacen sentir como la mierda. Mis lágrimas acompañan las suyas sintiendo una parte de su dolor.

—Iryna, no puedo. —con cautela me acerco a ella hasta arrodillarme frente a ellos.

No importa que a nuestro al rededor todo sea un caos, Iryna, está mal y debo estar con ella.

—¿¡Cómo que no puedes!? Eres la doctora Alessia Carvajal, ¡Has algo ya! —grita intentando detener la sangre que sale del cuello de Iván.

Con mi mano cierro sus ojos y es suficiente para quebrarla.

Grita con tanto dolor sabiendo que su esposo ha muerto y no volverá por ella, el único hombre que siempre la amo sin importar su locura se fue y su partida no la deja razonar.

Se levanta y se viene contra mí. Su furia se ve reflejada en cada golpe que lanza y yo inútilmente intento detener. Está dolida, lo entiendo, acaba de perder a su marido, pero no puedo ser su saco de boxeo.

No puedo pelear, pero me defiendo y eso la enfurecen porque esta manera saca su dolor y en mi estado no puedo ayudarla.

—¡Iryna ya basta! —el fuerte grito de Oleg me distrae y es suficiente para darle ventaja a la Rusa.

Su pierna impacta contra mi abdomen y creo ver negro por al menos cinco segundos por la fuerza que me dobla al sacarme el aire. El dolor de mis costillas ya es insoportable y aunque no quiero, las lágrimas se resbalan por mi rostro porque ya no puedo más.

Los brazos de Rustam me ayudan a enderezarme sin saber el daño que me hace, pero cuando me estabilizo me suelta para tomar a Iryna de los brazos de Oleg.

Mi cuerpo ya no puede más y las lágrimas no paran porque he llegado a mi límite.

—Iryna, tranquila, no quiero... —Oleg toca un punto exacto y esta cae en el pecho de Rustam interrumpiendo sus palabras. Se la lleva en sus hombros mientras Sebastián y Ryan se encargan del cuerpo de Iván.

Aparto la vista cuando un sin sabor me avasalla.

Al quedar frente a Oleg lo detallo encontrándolo sucio y un poco golpeado, pero lo que me sorprende es ver con claridad la rabia al verme y debe apartar la vista para respirar.

No quiero que la culpa nos separe, así que pongo de mi parte a la hora de acortar los pasos y tomar su chaleco para jalarlo y que quede a mi altura. No tardo en besarlo queriendo fundirme en su cuerpo, necesito un poco de él porque ahora me siento a punto de caer.

Sus labios me responden con hambre, pero trato de calmarlo queriendo eliminar sus pensamientos.

Lo apretujo con fuerza y me prometo que jamás lo dejaré ir a ninguna misión.

—Queda completamente prohibido los enfrentamientos, en este momento nos damos de baja. —susurro con un nudo en mi garganta haciendo un esfuerzo para dejar de llorar.

—¿De qué estás hablando? —se queja sin entenderme

Veo a nuestro al rededor que todo es un lago de sangre, hay tantos muertos que prefiero apartar la vista cuando un nuevo miedo es desbloqueado.

—No quiero perderte. —suelto aferrándome más a él.

Trata de moverme, pero no suelto mi agarre.

—Alessia...

Ya no puedo retrasar lo evidente, debo decirlo, no puedo vivir con esto, sin embargo, recuerdo el lugar y prefiero volver a besarlo

Lo beso sintiendo dolor en mi pecho, porque Iván pudo ser él, yo pude ser Iryna perdiendo a su marido y no puedo aceptar la idea de perderlo.

—Si te mueres yo...

Me calla y a estas alturas no me siento como indestructible e inquebrantable Alessia Carvajal, soy una mujer con miedo y no puedo más, ya he aguantado suficiente y no doy para ser fuerte, ni siquiera para dar un paso sin tambalearme.

Rompo en llanto rememorando todo, no son solo lágrimas y sollozos, son gritos cargados de dolor, desesperación, teniendo todo en contra sin querer seguir en esta maldita lucha.

—Alessia, escúchame bien, voy a sacarte de aquí, te vas a recuperar y después voy a cazar a cada uno de...

Niego porque no quiero afrontar las consecuencias de sus palabras.

Vuelvo a ver a mi al rededor siendo un caos de sangre y cuerpos deformes.

—Necesito un descanso. —susurro en medio del llanto—. No puedo más, Oleg, yo...

—Tendrás el descanso que necesitas, de eso me encargo yo.

—Mi amor no lo entiendes, no me refiero a esto. —me separo para señalarme—. Necesito sanar aquí. —con mi índice señalo mi sien—. Y aquí.

Toco mi pecho y el suyo.

Oleg lo entiende y con cuidado me envuelve a sus brazos.

Hago un esfuerzo mayor tratando de calmarme y cuando lo estoy Oleg me separa de su pecho y toma mis mejillas lastimadas con ambas manos.

—Eres Alessia Carvajal, mi mujer. —trago grueso—. La mujer que amo.

Mis labios tiemblan cuando el llanto quiere volver.

—¿Me amas?

Verbalizo la pregunta que siempre me invade en las pocas veces que me lo ha dicho.

—¿Me amas sabiendo que soy una maldita loca? —lo presiono—. ¿Me amas incluso si no es sano la forma en la que te quiero solo para mí? ¿Me amas conociendo mis antecedentes y lo inestable que me encuentro?

—Me enamoré de tu maldita locura, porque siempre fuiste mi Sumasshedshiy. —reprimo la forma que aparece en mis labios—. Te amo Alessia y pobre de ti si llegas a olvidarlo.

—No temo olvidarlo, porque siempre estarás tú demostrándome cuando lo haces. —confieso—. Porque desde hace mucho lo siento, aunque me negué a creerlo hasta que me lo dijiste.

Se escucha el sonido de varios autos afuera y sé qué quiere decirme más. Lo veo en sus ojos, su máscara se ha caído y observo tantas cosas que temo que sea mucho.

—Vámonos, este lugar se llenará de agentes en poco tiempo

—¿Dónde está Carsten? ¿La guerra termino? —necesito saberlo, porque no podría con la angustia—. ¿Dónde está Yuri, él...?

—Carsten y Nikolay han escapado con algunos de sus hombres, pero los redujimos...

Los ladridos de Bolas y Pelos nos alertan. Salimos del lugar y me quedo estática al ver la escena frente a mí.

Toda la rabia que sentí hace unos minutos se multiplica junto al dolor amargo de la traición.

—¿Creíste que esto acababa aquí? No Carvajal.

Mi irá escala tres niveles más al ver a PODER doblegando a Vyshe.

Carla tiene su arma apuntando a Rustam mientras que Alexander apunta a Sasha. De nuevo todos pueden soltarse, pero nadie lo hace porque aún costado se encuentra Nikolay con el detonador de la bomba en el cuello de Iryna que aún sigue inconsciente.

—¡¿No, que te estabas muriendo maldita hija de perra?! —grito en dirección a Carla, quien sonríe con arrogancia.

Mi mente trabaja tratando de encontrar la trampa, pero yo vi cuando la inyectaban, vi cuando estaba siendo humillada y sé que el pulso lo tenía débil... lo sentí.

—Aquí la única perra eres tú, porque no se me olvida que dejaste que me golpearan! —grita—. Suplique tu ayuda, pero preferiste callar protegiendo a los tuyos y no a nosotros. —lleva su mano disponible a su abdomen.

Oleg me detiene para protegerme.

—Y una vez más confirmo que no vales nada, no perdí nada y no di nada por ti porque no lo vales.

Guardo la información de estar teniendo a Tyler en mi poder, recuperándose por proteger a alguien que no vale la pena.

—Tu amiga, sin pensar que te estaba traicionando por trabajar para mí, debemos darle crédito porque poco después lo descubrió. —recuerdo a Mónica en la bolsa negra—. Y allí empezó su calvario, pero no importa porque al final con sus malditas hiervas creo algo muy poderoso.

Me sigue hablando de su creación, que es lo que la mantuvo al borde de la muerte, pero un antídoto fuerte fue suficiente para regresarla.

Bolas y Pelos ante nuestra presencia y tras una leve señal de Oleg se han echado y nadie les presta atención.

Bien, sigan así mis amores.

—Así que esto siempre fue una trampa, nunca hubo secuestro, no hay bebé y todo fue un show para traerme. —niego sin terminar de creerlo.

—Sí hay bebé

—Nunca me equivoque con ustedes, a ambos les di la espalda y luego una nueva oportunidad solo para ser malditamente traicionada. —me río de mi desgracia—. Para tener hermanos como ustedes, mejor no tengo nada.

—Alessia no caigas.

Trato de entender las palabras de la bestia, pero no puedo.

La sombra de un hombre aparece y siento mi pecho doler cuando su uniforme es el de OFR. Traigo recuerdos tratando en pensar en que momento pude haberlo involucrado, esa es la única solución que le veo.

—No te odio por ser una ingenua al querer protegerme. —se burla y alzo el mentón esperando lo peor—. Yo no conocí a Mariana por una casualidad, ella estaba en una misión al igual que yo. Dejarlos no fue por creer en sus palabras, sino porque era una obligación para obtener información.

>>No la deje porque me fuera infiel, si no por enterarse de quien soy aunque no se lo dijo a nadie de OFR y trabajo sola para acabarme, la odio porque es la culpable de dejar a mi padre en coma. —proceso cada palabra—. Mi intención nunca fue regresar, pero al ser una excelente doctora eras la mejor opción, que casi te atropellara no fue casualidad porque llevaba tiempo siguiendo tu pista, desde antes de que fueras a Rusia.

—Un par de palabras y logré convencer al ex jefe de ir a Colombia, que el ex director se lo dijera a tu madre y que también fueras no estaba en mis planes, pero fue lo mejor, ¿Por qué consideras que te di los documentos sobre EBÓSIL para el antídoto? El más interesado siempre fui yo, te suena Rojo Sangre.

Retengo cada palabra que sale de sus labios bajo la atenta mirada de todos.

—Siempre fuiste mi cazador, desde Rusia. —niego conteniendo el odio—. ¿Por qué?

No puedo evitar preguntar sintiendo la caricia que trata de tranquilizarme en mi espalda.

—El único motivo de no dejar a mi padre morir era inducirlo a coma, porque él fue inyectado de EBÓSIL. Mariana habló de más con quien no debía y Rojo Sangre fue atacado por los hombres de Pedro Marín.

Recordar las amenazas me lleva a Matías

—¡Mataste el bebé de Matías! —reprocho y cuando me le quiero ir encima Oleg me detiene—. Sabías que quería una familia y verlo feliz por tu hijo debió...

—Mantente al margen. —le dice Oleg, a su colega.

—Matías fue un daño colateral.

Me trago el nudo porque yo me odie y me sigo odiando porque todo fue por llegar a mí.

—Matías no tenía nada...

—Ahórrate el drama, ya tengo lo que quiero, así que ya no me sirves.

Ni siquiera puede ordenar detenerme porque antes de eso el impacto de una bala se escucha chocar contra el auto y todos se ponen alerta.

—Confía. —su susurro es lo único logra tranquilizarme.

Un auto se detiene a pocos metros y de ellos bajan dos personas armadas que los apuntan.

—¡Deténganlos!

Veo a Javier sintiendo que el último trozo de cariño se quiebra.

—Muy hijo de puta destruyendo todo a tu paso, pero se te olvido que aparte de ser un desgraciado buscando venganza, también eres padre. —Grita Melany furiosa sin dejar de apuntarlo.

El tipo que lo acompaña no se quita la protección impidiendo reconocerlo.

—¡Qué mierda estás haciendo aquí! —se enoja Javier, pero antes de hacer algún movimiento, Sofía lo detiene.

—Quizá en algún momento me amaste, mi error fue dejarte las pruebas que me vinculaban con Pedro, pero si crees que poniendo a mi hijo en mi contra te ibas a deshacer de mi te equivocaste.

Me quedo al margen mientras la disputa entre ellos inicia, esa no es mi guerra y solo sirve para que logremos segundos de distracción, suficientes para que dobleguen a Nikolay quitando el control.

—Esto empezó por ti y terminará por ti. —Javier alza el arma apuntándome.

—¡Antes te mato yo, pinche culicagado! —Melany dispara en su muñeca y este suelta el arma.

—¡Ella es mía y si la matas te mato! —ruge Carsten, pero no lo veo.

PODER se pone alerta y pronto me doy cuenta de que los están acorralando.

—¡Que no se les olvide que también soy parte de PODER! —les recuerda Oleg—. Idiotas por olvidar y querer joderme con mis propias armas.

Las pocas personas de OFR nos enfrentan, aunque no importa que llevemos la ventaja, no me siento en condiciones para seguir en esto.

—¡Ahora! —grito tratando de agilizar todo.

Bolas y Pelos se le tiran a los agentes para que suelten a los nuestros al ver que los perros sueltan hasta matar.

Carsten quien mantenía una sonrisa al lado de Sofía, busca la salida junto a Nikolay.

—¡Ya vasta! —llega Ágata y por unos segundos Carsten se detiene, al ver a su madre después de tanto tiempo.

Estoy desesperada y el caos no tarda en aparecer. Aquí todo es con pies de plomo porque o matas o te mueres así de fácil. Con Oleg nos empezamos a mover cuando los autos con nuestros hombres empiezan a retirarse.

No dejo de ver a los desgraciados que me traicionaron y mi hombre me pasa el arma que utilizo.

—¡A mí no me vuelven a joder hijos de puta!

Disparo en ambas piernas de mis hermanos y sus gritos no tardan en inundar el lugar. Lo poco que veo del cuerpo de Alexander muestra marcas de tortura recordándome que estaba en manos de mi suegra.

—¡Papá! —Yuri grita y mi corazón se detiene, pero al ver que tiene a Ryan de rodillas doy dos pasos al frente.

—¡A los míos no los tocas!

—¡Alessia fuera de aquí! —grita mi suegra molesta sin dejar de ver a Carsten—. Oleg llévatela.

Él me toma en sus brazos, pero no dejo de ver al agente que no tiene miedo por estar siendo apuntado.

—¡Suelta a mi agente...!

Mis palabras queda en el aire cuando un proyectil impacta en la cabeza de Ryan dejándome muda y aterrorizada cuando Carsten baja el arma.

—¡No! ¡¿Qué hiciste pedazo de mierda?! —no dejo de ver el cuerpo de Ryan tirado con un lago de sangre a su alrededor.

—Disfruta los minutos, porque fui claro. —mi estómago se revuelve—. Nuestro concepto de mía es distinto Oleg, porque tú la amas, pero yo la odio y es por ello que se quedara conmigo.

Oleg me da una mirada y lo entiendo, dejo la resistencia viendo como Nikolay empieza a pelear con Sasha, pero no me esperaba que Carsten alzara el arma en dirección a su madre, aunque antes de disparar Dmitry lo enfrenta.

La pelea continua, pero cuando nuestros perros suben el auto nos ponemos en marcha sin ver ni esperar a nadie.

—Alessia. —me llama Oleg, pero no puedo verlo sabiendo que voy a derrumbarme.

—Ya no más Oleg, necesito acabar con todos ellos, siento ganas de matarlos, de sentir la sangre en mis manos y que ahora apenas pueda caminar me frustra porque estoy dejando morir a los míos.

—Van a morir en nuestras manos, te lo prometo.

***

Hemos perdido comunicación con todos y eso tiene al hombre a mi lado tenso. Estamos en una carretera cerrada en la que solo se ve nieve por todos lados, tengo frío, mucho frío, pero no protesto, solo me cubro más con la manta peludita que me dio hace una hora cuando abandonamos la base.

Oleg al darse cuenta aumenta el calefactor del auto.

Pelos gruñe poniéndose inquieto y cuando me giro lo veo con la pata en su rostro, les ayudo a quitarse la protección de sus ojos.

Sus bocas tienen restos de sangre y tomo un suspiro volviendo a mi asiento.

—¿Algo te molesta?

—Solo esto un poco sorprendida, nunca imaginé ver a mis bebés luchar para protegerme. —los veo echados por el espejo—. Se supone que yo debo cuidarlos, no al revés.

—Han sido entrenados para esto, no te lo tomes tan personal. —. Me giro para verlo, pero el auto derrapa.

—Mierda.

Llevo mi atención al frente en donde se encuentran varias personas apuntándonos. Al único que reconozco es a Christian, que se presentó junto a Yuri y fue uno de mis verdugos por unos días. Profeso odiar a Oleg y según él, mi pareja le debe algo y se desquitó conmigo todo el rencor.

—Ni se te ocurra. —le advierto al ver que quiere salir.

Su móvil vibra y alcanzo a leer el mensaje que me pone tensa.

—Tus muñecas. —exige.

Se las doy y maldice. Hago una mueca cuando las esposas se empieza a hacer pequeñas.

—Mis manos, ¡No quiero perder mis manos! —me alarmo cuando poco a poco se apretujan a mis muñecas.

—No son normales y quien sea que las separo lo hizo con la intención de que confiaras.

Nikolay.

—Duele.

Los impactos de bala chocan con el auto, pero ninguno presta atención tratando de quitarlas, pero es imposible.

—Oleg. —de mis muñecas empiezan a salir hilos de sangre cuando corta poco a poco.

—Él va a escucharme.

—¡No, mi amor regresa! No importa vámonos. —lo llamo, pero es tarde.

Salgo antes de que ponga el seguro y no me presta atención cuando empieza a disparar.

Quieren a Oleg, si lo veían iban a capturarlo y quiero quitar las imágenes con todo lo que le haría Carsten.

Mis muñecas siguen doliendo cuando cortan, pero evito llorar al ver el auto que se frena a pocos metros, de él desciende Carsten seguido de Yuri y Nikolay.

No, no, no. Mierda, a Oleg no.

Otro se detiene detrás, y quienes se bajan son mis agentes que los apuntan, nos superan en agentes y mi estado nos pone en desventaja.

—¡Detente! —grita Oleg en dirección a su hermano.

—¿No, que ya se iban? —se burla y me trago un gemido de dolor cuando las esposas se cierran más.

La sangre no deja de salir y dejo de ver el enfrentamiento que inicia frente a mí cuando caigo de rodillas.

Estoy perdiendo demasiada sangre en poco tiempo, sin contar que estoy deshidratada y desnutrida. Varios días expuesta a torturas y tanto daño emocional me está cobrando facturas.

Mi vista se empaña, pero me obligo a levantarla cuando mis oídos se destapan y veo a Oleg con las manos en el cuello de Nikolay, su rostro completamente rojo.

—¡Quítalas! —le ordena a Carsten que no le importa que mate a su primo—¡Quítalas o lo mato!

La sonrisa de Carsten es la respuesta que necesita y con odio lo suelta gritando desesperado y cuando me ve en el suelo puedo ver un atisbo de dolor cruzar por sus ojos.

—Dámela y conservará sus manos, dicen que las de los doctores valen millones ¿Es cierto?

Lloro sintiendo el metal cortando poco a poco cuando se entierra en mi piel, mis manos están moradas y temblorosas.

Tengo frío y aunque no está nevando estamos a una temperatura que va a matarme.

Oleg niega y lleva una mano a su bolsillo sacando una pelotita que deja caer al suelo y la patea. En ese momento una especie de holograma se muestra, pero es diferente como si fuera una pantalla a color que se puede ver de cualquier sitio, por el rostro satisfecho de Caleb supongo que es su creación.

Nuestro alrededor se oscurece un poco para ver a la perfección a la mujer sujeta y amordazada que no deja de llorar, y eso se delata porque el trapo que cubre sus ojos está mojado.

—Pero que... —Christian, que se mantenía aún lado camina al ver la imagen

—Quita esas esposas o ella muere. —Carsten ve la imagen sin interés.

—Mátala. —no lo duda.

—¡No! Es mi mujer, suelta esas mierdas Carsten. —le ordena agitado, pero el Gobernador ni lo mira, solo exige que lo detengan.

Por el intercomunicador Oleg da una orden en ruso que no distingo y en la imagen unas manos quitan la venda, la mujer tiene los ojos cerrados, pero cuando los abre escucho un jadeo.

—Oleg, pero que... —Yuri está atónico, sin apartar la vista de la mujer, con un rostro hermoso e inocente, lleno de mucho dolor.

No puedo hablar impactada con la imagen y más cuando pasan un cuchillo sobre su rostro y ella se retuerce con miedo.

—¿Quién es ella? —inquiere el Gobernador y puedo ver la tensión en su cuerpo.

Oleg ve la imagen, evitando verme antes de responder.

—Anastasia Bogdánov, tu hija.

La oración cala en su pecho y puedo verlo dudar sin apartar la vista de la mujer. Christian se vuelve loco y el Gobernador con el rostro rojo lo repara.

—¡Suéltala cabrón de mierda! ¡Suéltala o te mataré con mis propias manos! —grita furioso.

—¿Quién decías que era?

—¡Es mi mujer! Mía y tu maldito hermano me la arrebato a ella y...

No termina de hablar cuando Carsten ya le ha volado los sesos.

—No es de nadie, imbécil.

El cuerpo cae manchando la nieve bajo él, al igual que bajo mí, con las gotas de sangre que se desliza por mis dedos.

Me estoy mareando y si no las quitan me voy a desmayar y no puedo dejarlo solo.

—Eso está en duda, porque tengo mucho teniéndola en mi poder y si no le quitas las esposas a mi mujer, ella va a morir.

—¿Cómo se que no mientes? Qué si ya está muerta.

—Quítalas y lo compruebas.

Hay dudas y me ve por unos segundos antes de volver su atención a la imagen cuando le quitan la mordaza y gritos fuertes inundan el lugar.

¡Ya no más, por favor! ¡Haré lo que sea, pero suéltenme!

Traicionando la familia desde hace mucho Oleg.

—El suficiente para hablarle de ti, inventando una historia en donde fue robada de su cuna y desde entonces su padre no ha parado de buscarla. —la mujer no deja de llorar y Yuri lleva una mano a su pecho—. Dame las gracias, le cree falsas esperanzas de ti.

—Quiero hablar con ella.

—Y yo quiero que le quites las esposas a la doctora, porque si le pasa algo a su ligamiento no te aseguro que lo que pase Anastasia sea mejor.

Hay duda, pero lo hace.

Siento que vuelvo de la muerte cuando las esposas caen los pocos centímetros que las separan del suelo y muerdo mi labio conteniendo el grito de rabia al ver mis manos con las cortadas de las que no deja de brotar sangre.

—¡Hay que terminar esto de una vez! ¡Él no se quedará quieto y va a matarme! —el grito de Nikolay mueve a mis agentes, pero no lo veo, no hasta que escucho sus pasos en mi dirección.

—Guarda silencio. —agentes lo retienen cuando quiere atacar.

Oleg ve mis muñecas, pero si siente algo no lo demuestra.

—Un minuto. —Oleg desde un control en su mano activa el micrófono.

—¿Anastasia? —duda el Gobernador.

La mujer mira en todos lados sin saber de donde proviene la voz.

—¿Quién eres? ¡Yo no hice nada, por favor, diles que me suelten! —súplica—. ¡Créeme por favor!

Oculto mi sonrisa al ver que la máscara fría del Gobernador empieza a tener grietas.

—Saluda al Gobernador Anastasia. —las duras palabras de Oleg me ponen tensa al ver el miedo de la mujer al escuchar su voz, y no soy la única que lo nota.

¿Qué le hiciste Bestia?

Si la tocaste...

—¿Papá? ¿Eres tú? —Carsten respira pesado—. Ya no puedo más... ya no papá, ¡Sácame de aquí, por favor! ¡Yo no hice nada!

Empieza a llorar pidiendo ayuda y una fuerte bofetada la hace callar poniendo los músculos tensos del padre.

—Oleg. —el gruñido del hermano es una clara advertencia.

—Es momento de negociar.


Narrador omnisciente.

El ambiente se vuelve tenso ante el secreto que sale a la luz.

Anastasia frente a la cámara finge dolor y sufrimiento, así como se lo ordeno su tío, quien la ve sin remordimiento.

—¿Qué quieres? —inquiere el Gobernador sintiendo cuchillos en su garanta porque aún no puede aceptar nada.

Deja de ver a su hija porque lo desconcentra y debe ser preciso en cada palabra, sus agentes aunque quieren no pueden dejar de ver a la mujer, pero siguen atentos porque a ellos no les importa, aunque no pueden decir lo mismo de su líder.

Vyshe y los otros agentes con sigilo se mueven poniéndose en posición porque de ahí OFR no sale vivo, ya que lo que han hecho con su doctora es imperdonable.

—Vas a dejarnos ir, dejarás de cazarla y no te meterás en nuestro negocio. —suelta para distraerlo—. Te daré un plazo de un año si lo cumples te la entregaré.

—No vas a tenerla por un año y Alessia se quedará conmigo, pero prometo no tocar tu negocio.

Anastasia baja la cabeza porque aunque no siente nada por su padre le hubiera gustado pensar que en el fondo estaría dispuesto a darlo todo por ella y la negativa solo le confirma que ser rescatada por su tío fue lo mejor.

—Entonces olvídate de ella. —una orden silenciosa es suficiente para que Mónica azote a Anastasia.

Cada golpe es real porque nadie es estúpido y lo notarían.

La doctora al reconocer a su agente entiende lo que sucede, pero está tan cansada que no es capaz de ver como Vyshe de forma silenciosa se lleva a los agentes.

—¡Está bien! —ruge el Gobernador arriesgándose a tomar el plan B—. Pero quiero que me entregues a Young Min.

—La maté.—las rasposas palabras de la Doctora hace que la mayor parte la vea—. Su sangre está en mis manos, así que es imposible.

Sonríe cansada y la disputa sigue porque el Gobernador no está dispuesto a perder, pero para Oleg no es una opción y cada uno tiene una carta bajo la manga que están dispuestos a jugar, sin imaginar que la vida de la doctora peligra.

En otras circunstancias es posible que ya hubiera muerto, pero Alessia Carvajal fue entrenada por los mejores y sus ganas de vivir para seguir comiéndose al mundo es lo que la han mantenido cuerda, pero eso está por terminar.

El frío ha cortado la sangre, sus manos no dejan de temblar mientras siente dolor en cada parte de su cuerpo. Su costilla no está quebrada como imagina, pero si hay dos fisuras que están a punto de perforar un órgano importante por el esfuerzo.

Ha estado ignorando el dolor, pero como le dijo a su Bestia, ya no puede con más.

—Entonces te llevaré y voy a entregarte cuando tenga en mis manos a mi hija.

Un cañón lo apunta desde atrás y la doctora lo repara sin saber su identidad, pero consiente que es el sujeto que llego junto a Melany.

—Antes te mato, hijo de perra. —Gruñe y su voz perfora el corazón de Alessia al reconocerlo.

No es él

Trate de convencerse

Carsten ha terminado de jugar y ya no puede perder más, así que cede. Acepta dejar a la doctora aunque es mentira y todos lo saben, acepta los términos de Oleg y ve como sus agentes bajan la guardia excepto uno

Nikolay es el más sensato y aunque no sabe los planes de su primo, no está dispuesto a dejarlos ir.

Será cazado por Oleg y ya conoce sus alcances, terminar en sus manos no es una opción. Desde el inició sabia que la doctora le traería problemas y no se equivocó. Su vida está en juego

Ha humillado, golpeado, he intentado violar a la doctora y nada de eso será perdonado, por ello decide jugar su última carta.

—¡Te lo prohíbo! —se mete Carsten al anticipar sus movimientos alertando a los demás, pero es el sonido de un disparo el que pone alerta a la doctora.

Ella desorientada alza el rostro y es el cuerpo de Oleg lo que cubre su vista, hasta que cae arrodillado frente a ella.

—¿Oleg...?

No sabe lo que sucede y se asusta cuando el caos a su alrededor no lo obliga a sacarlos de allí.

—Te amo.

El segundo proyectil se dispara y un grito desgarrador sale de ella, dejándola en pedazos cuando el impacto entra en su cabeza. Ve la sangre saliendo del lugar y su alma abandona su cuerpo por nanosegundos.

—¡No, mi amor no te mueras! —ruge viendo que el primer proyectil impacto en su espalda.

El hombre que tiene el arma alzada no tarda en ser rodeado por los suyos mientras matan al resto, pero su atención no abandona a su otra mitad.

—¡Debemos llevarlo al hospital! —se desespera viendo a su alrededor en busca de la ayuda—. Mi amor resiste por favor. —con su mano temblorosa acaricia su rostro sangriento.

Toca su pulso y cuando no lo encuentra grita sin aceptar que lo ha perdido.

Niega porque no cree posible que cuando quiere ver una esperanza se la arrebaten.

—¡No puedes dejarme! Te lo prohíbo Oleg, no puedes dejarme. —lo acomoda sobre ella, su sangre manchando la nieve—. ¡Ayuda! ¡El Superior se nos va!

No deja de gritar con las lágrimas empapando mi rostro cuando pierde segundos valiosos.

Los agentes lo notan y es el doctor que mandan una de las ambulancias que tenían, ya que esto podía pasar.

—Oleg, mi amor no me dejes, por favor no me dejes. —llora sobre él, limpiando su rostro, pero su alma se desgarra al ver la sangre que no deja de brotar de su cabeza

Su garganta duele, pero las palabras salen como un bálsamo que la desarma.

—Te amo, me escuchas, te amo y no puedes dejarme. —lo besa—. Te necesito Oleg.

La ambulancia suena y ya nada le importa, no ve a nadie cuando agentes bajan por él.

—Doctora, debemos atenderla usted también...

—¡Quítate! —ruge apartándolo de su camino.

Le quieren negar subir a la ambulancia, pero ella toma un bisturí amenazando a todo el que se le acerca.

—Doctora...

—¡Vámonos ya! —Bastián llega antes que las puertas se cierren viendo como la doctora se derrumba.

Él se pone a trabajar bajo su atenta mirada, pero la ignora y cuando descubre lo evidente cierra los ojos.

—Lo siento doctora. —suelta resignado sin saber que sus palabras la matan—. Se ha ido, no hay nada que hacer.

—¡Tú no dices cuando se muere! Quítate. —lo empuja comprobando lo que ya sabe.

Desde el inicio sabía que su amor murió, pero es inaceptable y aunque desde hace varios minutos dejo de respirar, empieza con la maniobra de reanimación.

Su fuerza es nula y eso hace imposible la tarea que la tiene llorando sobre él.

—Doctora, déjelo, es inútil...

Su grito es fuerte y remueve los sentimientos del agente que maneja la ambulancia.

Matías sufre, cada grito de su amiga lo quiebra y aunque digan que el Superior murió sabe lo que quiere su amiga. Sasha a su lado le indica a donde ir teniendo preparado el quirófano, porque ella tampoco lo acepta.

Alessia atrás no deja de llorar y pedir cosas que remueven a Bastián. Tres personas son los testigos de su quiebre porque la doctora está quebrada.

Ha pasado, por tanto, pero sabe que la única razón por la que ha podido salir de todo es porque tenía a alguien por quien luchar, pero su pilar, su fuerza y su razón de vivir se ha ido y sin él no puede seguir.

—¡Eres un mentiroso! Yo tampoco puedo vivir si no te tengo.

La ambulancia se detiene y Alessia se levanta cuando abren las puertas y varios doctores están esperando, pero una mirada de Bastián les advierte la situación.

—¡¿Qué están esperando?! ¡Muévanse! —los gritos de un doctor los hace mover, pero la doctora se queda inmóvil al verlo con las palabras del hombre que llevan en camilla en mente.

—No te quiero aquí y no vas a tocar a mi marido. —alza el mentón—. Arréstenlo. —ordena y Sebastián que corre junto a otros es quien se encarga.

Damián no protesta, aunque de reojo ve a los doctores que siguen a su amigo.

Alessia no puede pensar con claridad, solo sabe que hay dos balas en el cuerpo de su hombre y debe sacarlas, porque él va a vivir.

Bastián corre a prepararse al igual que Sasha quien no quita los ojos de su Superior. Adrián es el encargado de cuidar a la doctora y aunque tiene los ojos rojos por perder a sus amigos, sabe cuál es su deber.

La doctora con dificultad se moviliza yendo a prepararse, pero la detienen.

—Ve a que te revisen, yo me encargo. —los labios de la doctora tiemblan mientras quita la protección descubriendo a su amigo.

—No quiero perderlo. —el corazón de Matías se comprime al ver a Aless en ese estado, siente el nudo, en la garganta, con el llanto que oculta por ella.

La desconoce y eso lo motiva a volver a posar una sonrisa en su rostro.

—Haré lo que esté en mis manos para traerlo de vuelta. —con dolor, Alessia asiente y lo deja marchar.

Cuando los doctores están en quirófano inician con la intervención, aunque más de la mitad lo ve innecesario.

—Van veintiocho minutos. —le recuerda Bastián—. Veintiocho minutos desde que dejo de respirar, debe saber cuando no hay nada que hacer agente y la doctora lo entenderá, no ahora, pero lo hará.

Matías no lo escucha, y se pone a trabajar porque el Superior lo ayudo cuando él más lo necesitaba y no lo dejara.

***

Antes que Alessia siguiera a los agentes, Adrián fue rápido, e inyecto un sedante creado para ella y la tomó en sus brazos cuando los efectos fueron inmediatos.

Su cuerpo ya no daba para más y a muchos les sorprende que siguiera de pie, por ello la indujeron a un sueño en la que varios doctores se encargan de ella.

Las horas pasan en los que se encargan de administrarle los medicamentos, suero y todo lo que necesita, mientras al otro lado Iryna tiene una crisis en la que mata a todos los que la rodean.

—¡Un paso más y te mato! —amenaza y lo dice en serio.

El caos llamó a Rustam que no se inmuta por el arma en su mano.

—Si no te calmas voy a sedarte a ti también, yo también lo perdí Iryna y no solo a él. —se detienen respirando—. Hay más vidas en juego, perdimos a muchos y que mates al personal solo retrasa el trabajo.

—¡No me importa!

—¡Pues a mí si me importa! Quizá no entiendo tu dolor, pero sé que sufres, sé que no estás bien, pero no puedes sacar tu dolor matando a quien no tiene nada que ver.

—¿¡Quién dice que no!? —grita con el recuerdo de su marido presente.

Nunca pensó que pudiera sentir miedo, ha estado en situaciones peligrosas, pero nunca como en la que perdió a su marido y nada de lo que digan lograra consolarla porque está rota.

—Si quieres cobrar su muerte, espera un poco porque los únicos culpables son OFR.

Niega acurrucándose en el suelo y Rustam tiene que ser fuerte, por ella y por todos los que han perdido.

Al otro lado de su cuarto está la otra persona que también ha perdido, pero la acaba de ver y sigue igual, no sabe como sentirse al respecto

La doctora abre los ojos, desorientada por todo, hasta que los recuerdos poco a poco la invaden desesperándola. Cierra los ojos sintiéndose cansada justo cuando entra el personal.

—Ya lleva una semana inconsciente, ¿Seguro que es normal? —inquiere la enfermera.

¡Una semana!

Grita internamente y su mente no deja de pensar en Oleg y que debe saber qué sucedió con él...

—Lo es, pero los efectos no tienen nada que ver, ella podía despertar a las horas, pero si no ha pasado es porque su cuerpo necesita el descanso que está teniendo.

Alessia no puede con la angustia y cuando se van, ella se sienta con el cuerpo más pesado de lo que lo recuerda.

Hay vendas en su pecho adolorido y en sus muñecas. Observa a su alrededor, pero no tiene tiempo para odiar cuando ya se ha levantado y se desconecta de todos los cables que la monitorean. No recuerda sentirse tan mal como en esos momentos, aunque vuelve a reprimir el dolor.

Su garganta está reseca, y toma agua llevando consigo el suero mientras sale con cuidado del cuarto. Hay gritos que conoce a la perfección y aunque quiere ver y estar para Iryna, hay un nudo en su garganta que se lo impide.

Oleg estaba muerto, por todo el camino muerto y está a segundos de que se lo confirmen y ella será otra Iryna, ella también habrá perdido a su marido.

Camina desorientada hasta que encuentra a Matías saliendo de un cuarto y cuando él la mira ve el dolor que la derrumba.

—¡No! ¡Dime que no es cierto! —no conoce su propia voz que es ronca por estar afónica.

Matías corre y es rápido al tomarla cuando esta apuno de impactar contra el suelo.

—¡Hey! Escúchame, debes estar tranquila. —su voz tiembla—. Se hizo todo lo que se pudo, pero...

Calla recordando cada momento en ese quirófano que hace mucho dejo de ser un cuarto del placer.

—¡Dime que está bien! Dime que puedo verlo, por favor... —llora sin poder evitarlo.

Matías se traga el nudo en su garganta.

—Aless, debes ser fuerte, se hizo todo lo que se pudo, pero él no...

Grita, la doctora grita sin terminar de escuchar sabiendo lo evidente.

No la puede controlar y en segundos los agentes la rodean y al ver a tantas personas se marea y cuando trata de levantarse los cuerpos se tornan borrosos.

—¿No despertó? —pregunta con miedo.

—No.

La respuesta no la toma por sorpresa, pero es inevitable no caer en los brazos de su amigo cuando se desmaya.

—Llévala al cuarto. —ordena Adrián y él lo hace.

En el camino no deja de ver el rostro pálido y sin vida e internamente se odia por no poder haber hecho más.

***

Todo es un caos y estar en una camilla solo hace que su dolor aumente, porque fue lo último que recuerda de Oleg.

Lo vio muerto en una camilla rodeado de doctores y ella alardeando ser la mejor no pudo hacer nada.

—No puede levantarse y menos en su estado.

Alessia gira el rostro de inmediato ante las palabras de la enfermera y el miedo junto a la esperanza inundan su ser.

—¿Mi estado? —duda con las ganas de llevarse las manos a su vientre.

—Señora, usted tiene una sería deshidratación y signos de anemia.

Se endereza molesta y no sabe por qué, ya que lo que imaginó es imposible y en ese momento, acabando con pensamientos que la destrozan, la puerta se abre con la llegada de su amigo.

La doctora alza el mentón enfrentándolo.

—Aless.

Su rostro lo dice todo, pero ya no grita, ya no llora como hace unas horas. Se endereza provocando un dolor que oculta.

—¿Dónde está? ¿Qué hicieron con él?

Matías la repara antes de decir todo y ella digiere todo con un gran dolor en el pecho.

Estoy sola...

Piensa cuando ordena que todos se retiren y entonces si grita poniendo a todos los agentes tensos detrás de la puerta.

Una semana después.

Me paso la mano por el rostro, encontrándome cansada y adolorida por mantenerme sentada y medio acostada en el sillón por demasiado tiempo. Rustam se ofreció a traerme algo mejor, pero negué y no me presionó.

Voy al baño y al ver mi rostro apresuro mi tarea al ser la muerte andante. Apenas me estaba recuperando luego de la depresión en la que caí y ahora nuevamente estoy tocando fondo, quizá peor porque no tengo a que aferrarme.

Mi ancla no está y todo aquel que intenta acercarse lo alejo.

Mi ropa cubre la mayor parte de mi cuerpo porque no soporte seguir viéndome destruida, aunque lo estoy.

—Buenos días, doctora. —asiento en dirección de Adrián que no se ha despegado de mí.

—No tardo. —son mis secas palabras y sabe perfectamente lo que quiero decir.

Camino por el pasillo entrando a cada habitación y revisando el perfil de los agentes. En mi rescate hubo varias bajas y muchos heridos de los que también he estado pendiente. Solo quedan unos pocos que pronto se irán, aunque ellos no pueden recibir visitas.

—No ha comido nada y se niega a verla. —se levanta el agente Sebastián al verme.

Veo detrás de él, solo he entrado una vez y no salió bien, pero hoy de nuevo hago el intento.

—No intervengas.

Abro la puerta viendo el cabello rubio de Iryna que está de espaldas viendo la nieve que no deja de caer. Me siente y se pone a la defensiva.

—Vete.

La ignoro quedándome a unos pasos.

—El tiempo límite se cumple en esta semana. —se tensa.

Cuando desperté y después de saber lo que sucedió con Oleg no pude más y mientras me recuperaba me interese por los demás y fue así como me di cuenta de que Iryna está embarazada.

El recuerdo del suéter de lana vino a mí y fue Adrián quien me dijo que quien lo tejía era el difunto Iván Volkov.

—No voy a tenerlo. —muerdo mi labio.

Guarda silencio, Alessia.

Si yo hubiera estado embarazada y despertar, sabiendo que ya no tenía a Oleg... mi bebé hubiera sido mi ancla, lucharía por él y por ser la mejor mamá que él pudiera tener, aunque es imposible.

Nuestra situación no es igual, ellos se enteraron no hace mucho y estoy segura de que si Oleg hubiera estado al tanto, no la hubiera dejado ir a la misión.

No se lo he dicho a nadie, pero cada noche que me quedo en vela la culpa me invade porque cada desgracia es insoportable y debo cargar con ella.

—Si estás segura, está bien. —silencio.

Me quedo a la espera de algo que no voy a obtener y tengo que tragarme el dolor, pero estoy segura de que ella me entenderá.

—Iryna, yo también estoy mal. —no se mueve—. Yo también sufro y lloro por Oleg, él no está...

—No es lo mismo, no compares. —me interrumpe.

Trago grueso asintiendo y no sé por qué me vuelvo a poner sensible. Por eso no me gusta interactuar con nadie y mantengo la máscara que me permite continuar.

—Lo sé, solo quería que supieras...

—¡Deja de victimizarte! Yo perdí a mi marido, al padre de mi bebé. —grita y por primera vez me enfrenta—. Yo quedé viuda con una perdida que jamás llenaré, pero como no soy la doctora nadie dice nada.

Trato de detenerla cuando se me viene encima.

>>La única que puede sufrir eres tú, pobrecita la doctora que fue engañada y vendida por su familia, ¡Pobrecita fue violada hay que entenderla!

—Te estás pasando.

—Pobrecita, la muy inútil quedo estéril ¡Cuándo nunca hiciste un puto comentario que lo querías! —respiro profundo—. ¡Hay que entenderla, su novio fue inepto que se metió para sal...!

—¡Con Oleg no te metas! —la detengo—. Puedes decir lo que quieras de mí, pero cuida tus palabras porque yo te las paso porque te entiendo, pero no voy a permitir que hables mal de Oleg, que aunque no este sigue siendo tu maldito Superior y yo me encargaré de que lo respeten.

Limpia sus lágrimas enderezándose.

>>Si mi presencia es la que te molesta no vuelvo a pisar está habitación y cuando estés lista puedes irte, la organización estará abierta siempre y si no quieres no abra persecución.

—Nadie puede salir, no quieras cambiar las normas. —se enoja defendiendo los principios.

—No quiero que te sientas presionada a permanecer en un lugar en el que no te sientas cómoda y haré una excepción contigo solo porque eres...

—No lo digas, no somos nada Alessia.

Alessia, no Zhestokiy.

Dejo que todo sentimiento quede sepultado mientras continuo en la habitación.

—La ceremonia por los decesos es mañana. —aparta la vista—. Es mi obligación ir, pero en mi lugar irá Rustam.

Hace una mueca sabiendo que no será bien visto, pero yo el hospital no lo dejo.

—Y aunque no quieras saber nada de mí, ni de Oleg. —me doy la vuelta—. No hay ninguna mejora, sigue en coma.

No dejo que diga nada cuando ya he salido caminando por los pasillos blancos.

No permito que nadie en este piso, no como, no duermo, no descanso. Me mantengo en vela al pendiente de su seguridad y a la espera de que despierte, porque va a hacerlo.

Oleg saldrá de coma, porque a pesar de que estuvo muerto por cuarenta minutos, hubo una señal, aunque las probabilidades eran mínimas.

Matías, Bastián y los demás que estuvieron en quirófano le dieron una última oportunidad y sé que es fuerte y volverá, porque aún hay mucho por delante. Aún hay mucho porque luchar... quiero que luche, por él, por mí, por nosotros y todo lo que nos espera.

—Te traje esto. —me interceda Sasha y me entrega un vaso que no me tomo la molestia de saber que es.

Solo Vyshe entra en este piso y tienen su horario.

—Gracias, vuelve a tu puesto.

Entro a la habitación en la que encuentra Oleg, tiene el rostro pálido y me encargo del baño de esponja cuidando a consciencia cada parte de él.

—Ya van dos semanas en coma mi amor. —beso su frente—. Si te sirve para descansar está bien, yo pasé una semana.

Me siento a su lado sin dejar de acariciar su rostro.

—Estoy haciendo mi mayor esfuerzo y cuando despiertes estarás orgullos de mí. —trago grueso sintiendo el nudo en mi garganta—. Pero cada día es un maldito infierno, cada día es peor que el anterior porque aunque tu cuerpo está conmigo es como si no lo hiciera.

Contengo las lágrimas.

—Ahora te entiendo, cuando me decías que me odiabas ver postrada en una camilla, yo también lo hago y no sé como soportaste tanto, porque yo no puedo. No sé como permitiste mi terquedad, porque déjame decirte que nosotros estaremos lejos de todo esto.

Sigo hablando con él y al final no puedo controlarme.

—Debes despertar porque debes saber que te amo. —aprieto su mano—. Te amo Bestia.

Observo la hora, consiente que el doctor no tardará en entrar y debo ponerme la máscara fría que siempre he tenido y nunca debo dejar que caiga.

El doctor entra, pero no me dice nada que yo no sepa, porque soy yo la que cada hora no supervise.

—Te doy permiso, pero no tardes en volver. No me dejes por tanto tiempo.




***

Iba a dejar el capítulo para dejarlos con la duda, pero los amo y quedo un poquito más grande. Igual ya les había comentado que lo iba a dividir.

¿Teorías?

¿Qué esperan leer en el final?

***

¡Spoiler!

—¡Ahhh! —chilla cuando el objeto choca con el hueso de su rodilla.

—¡A ti te estaba esperando hijo de perra!

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