Capítulo 10

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Halo -Beyoncé. One hour.

Hoy vuelvo a mi trabajo, han pasado dos semanas desde el incidente en el que terminé entre las rejas, las mismas dos semanas que llevo dándome cachetadas mentales por contarle parte de mi vida a Oleg

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Hoy vuelvo a mi trabajo, han pasado dos semanas desde el incidente en el que terminé entre las rejas, las mismas dos semanas que llevo dándome cachetadas mentales por contarle parte de mi vida a Oleg.

No debía saber que soy la decepción de mi madre, ni la asesina de mi hermano.

De lo que no me arrepiento es de decirle todo el odio que le tengo a la arpía venenosa. Mariana está de vuelta y aunque me moleste, ella es su prometida.

En los últimos días, he hablado con Oleg, me comentó que volvió a Rusia por trabajo y si las cosas salían bien en estos días volverá.

Entro al hospital y no puedo evitar observar a algunos que se espantan al verme.

Camino con la seguridad que me caracteriza mientras escucho los murmullos que no se hacen esperar.

Lo último que sé de Rubén es que fue transferido al hospital del sur, estoy segura de que me odiará por esto, ya que estaba en busca de un ascenso al igual que yo.

Más de lo que yo odio a él no creo.

Hace mucho tolero su presencia, así que no es mi culpa que sea un idiota que no se sabe controlar. No tiene nada que ver que estorbara en mi camino, sé que hubiera ganado el ascenso a jefa de cirugía aún con su presencia.

Les demostraré que soy la mejor y que no debe subestimarme.

La asamblea que convocaron me dio otra oportunidad de poder postularme, pero tengo que tener un proyecto o participar con alguna ONG.

Tomo el ascensor y me dirijo al consultorio de Matías, no toco porque me dijo que no tendría pacientes, le doy vuelta a la manecilla y me quedo estática al ver la escena.

Los gemidos inundan el consultorio debido a las fuertes embestidas de mi amigo.

¡Joder!

Sara está en cuatro mientras que Matías le da por atrás.

Lo que me faltaba.

Una mano de Matías se encuentra en su cintura mientras la otra se pierde en la bata de Sara para amansar un pecho.

—Más, más matí. —jadea Sara.

Escucho el gruñido de mi amigo cuando mueve su pelvis más rápido.

Cada embestida es más dura que la anterior.

Sara se da cuenta de mi presencia, y estoy tan sorprendida que no puedo dejar de observar cómo la verga de mi amigo se pierde en su coño chorreante.

—Doctora... ahg. — gime alertando a mi amigo que tiene la mirada oscura con pupilas dilatadas.

En un acto torpe sale de ella provocando que Sara jadee y cierre los ojos ante el roce.

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