Capítulo 19

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Mantengo mis dedos sobre mis labios mientras lo veo perderse en la primera avenida

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Mantengo mis dedos sobre mis labios mientras lo veo perderse en la primera avenida.

—No va volver, quita la sonrisa de idiota. —Me sobresalto y volteo viendo a Javier con una leve sonrisa y la ceja alzada.

Bajo mi mano y me enderezo.

—No es sonrisa de idiota. —Me defiendo. —Simplemente me acorde que crees que la niñera de Santi tiene novio y por eso no cuida a Santiago desde hace dos días.

Trato de desviar la conversación.

—No le veo otra explicación. —Caminamos al elevador para ir a nuestros consultorios. —Tiene días de andar rara y ahora ya no lo cuida, no digo que su abuela no lo haga bien, pero...

Se queda pensativo.

—¿Has pensado que puede estar en parciales?

—Fueron hace dos semanas. —Llegamos a nuestro piso y avanzamos viendo a nuestros compañeros. Los saludo con un asentimiento.

—Y como porque estas tan enterado de la vida de la niñera de tu hijo. —Deja su maletín en su consultorio para caminar junto a mí al mío.

—Se llama Berenice. —Me informa cuando entramos. —Y lo sé porque me lo dijo mi hijo.

—Ajá. —Veo las carpetas en mi escritorio. Tuerzo los labios —¿Sabías que no vino el de general y lo cubriré por unas horas? —Leo lo que dice el informe. —Al parecer soy la desdichada, no sé porque lo pedí si siendo una cirujana es agotador. —Hace una mueca.

—Lo siento. —carraspeo.

—Nada que no pueda manejar. —Me pongo el uniforme y sobre este la bata. —Por cierto. —me detengo antes de salir. —Te vez muy sexy.

No miento, él ya venía con el uniforme y se ve espectacular.

—Lo sé. —Me giña un ojo y yo le tiro un beso.

Cierro la puerta atrás de mí riéndome, pero me detengo al ver el rostro cabreado de Damián eso no es lo que me sorprende, si no el golpe en su pómulo derecho.

—¿Qué te paso? —Llevo mi mano a su rostro, pero se aleja antes de cumplir mi propósito.

Carraspeo al saber que son sus límites.

—Nada en especial. —sonríe como si nada. —Solo entable una conversación con Nikolay para que entendiera que no tiene que ser un bruto.

Evito incomodarme al recordar la situación en la que me puso Nikolay al quitarme parte de mi uniforme y amarrarme a la cama, misma en la que me encontró Damián.

—Él es un maldito desgraciado, lo guapo no le quita lo estúpido, ¿Qué clase de tipos amarran a la gente? —ruedo los ojos y él parece aterrado por mis palabras.

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