Capítulo 22

1.8K 168 53
                                    

Aléjate de mi - Camila. Una hora.

La rutina es agotadora, es mi primer día y me siento molida

Oops! Ang larawang ito ay hindi sumusunod sa aming mga alituntunin sa nilalaman. Upang magpatuloy sa pag-publish, subukan itong alisin o mag-upload ng bago.

La rutina es agotadora, es mi primer día y me siento molida. Los chicos han estado igual o peor que yo, apenas hemos cruzado palabra.

Sinceramente, esto es lo que necesitaba, algo que me mantuviera ocupada evitando pensar.

—Dra. Carvajal. —se me acerca un enfermero. —El director Marín la espera en su oficina.

Lo sigo y bajamos a la planta -5 los pasillos siguen siendo completamente blancos con la diferencia que no huele a hospital, sino que, ¿Azufre?

—Pase. —responden cuando toco donde me indicó el enfermero.

—Buenas noches, Doctor. —saludo y evito mirarlo de más, ya que estoy frente a mi superior.

—Dra. Carvajal. —su voz alegre me invita a sentarme. —Quería hablar con usted para disculparme por la falta de señal. —asiento.

Me di cuenta después de la cena cuando decidí llamar a mi hermana. Tengo años de no hablar con ella y las circunstancias me arrimaron a tomar esa decisión. En vano.

No hay cobertura.

Algo conmigo no está bien y tengo terror que vuelvan los días oscuros. Quiero pensar que solo fue el estrés de tanta mierda lo que me está pasando factura y no me dejo dormir.

No quiero creer que he vuelto a tener insomnio.

—Entiendo. —Lo veo seria invitándolo a continuar.

Se me queda viendo por unos segundos antes de proseguir.

—A cada empleado se le autoriza una llamada por semana. —arrugo las cejas. —Es lo único que podemos brindarles, ya que hay más de doscientas personas y es lo único con lo que nuestros recursos nos lo permiten. Siempre a los nuevos se les da ese día siguiente que llegan para que informen a sus familias. —continúa. —Sus colegas ya la tuvieron. Le toca a usted. —Señala un móvil extraño frente a la mesa.

Irónico que no tengan presupuesto para más, cuando nuestro salario es una barbaridad. No protesto porque no es de mi incumbencia opinar sobre como llevan sus cuentas.

—Me gustaría que me deje sola.

—Claro que sí. —Me da una última sonrisa antes de marcharse. Observo el lugar, es una oficina de tamaño medio con una ventana que da a un pasillo que se pierde de vista en la oscuridad.

Tomo el pesado teléfono. Es grande y tiene una antena, la extiendo a la hora de marcar su número. Es a la única persona que se me ocurre hablarle.

Bueno. —responde. ¿Qué le digo? Me levanto y tomo aire. —Bueno. —repite con un tono más fuerte.

Pues feliz, no está.

—Oleg. —sonrío. La línea se queda en silencio por unos momentos.

¿Por qué diablos me estás hablando de un número privado? —su enojo es evidente. —¿Dónde demonios te metiste Alessia?

Ambición.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon