Capítulo 30

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Believer - Imagine Dragons. One hour..

—¡Oleg, maldita bestia! —vuelvo a gritar

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—¡Oleg, maldita bestia! —vuelvo a gritar.

Mi sangre hierve de ira, Oleg es una bestia en todo el sentido, solo a él se le ocurre tenerme encerrada en quien sabe donde.

Luego de descubrir el animal de plástico que tenía Mariana, todo se descontroló.

Debo de admitir que al principio no lo sabía, pero eso no evito que una corriente eléctrica se posara en mi columna vertebral y...

El pánico fue sustituido por enojo.

En ese momento no pensé en mi fobia y todo lo que la misma conlleva. Lo único que cruzó por mi mente fue que Mariana quería verme vulnerable a plena luz del día. Jamás lo volverá hacer, de eso no tengo dudas.

No tengo miedo de estar reprimiendo todo lo que siento, porque nunca abra un punto de quiebre.

>>¡Sé lo que harás, déjame presenciarlo! —repito. —¡Oleg, sácame de aquí! —sé que le dejara las cosas claras, pero el dialogo a estas alturas no es algo que me tranquilice.

Sigo golpeando la puerta en la que Iván me encerró por órdenes de la bestia.

El cuarto consta de un escritorio, una mesita de bar, algunos estantes con algo que no me detengo a detallar.

Mis nudillos enrojecen por el constante toque, suelto otras maldiciones no solo por la situación, sino también por las pulsadas que han empezado a surgir en el lugar que me mordió el animal, a eso se le suma el dolor que empezó cuando seguí a Rustam.

Lo que me inyecto Oleg me ayudo mucho, pero los movimientos bruscos contrarrestaron el efecto.

Creo que en estos momentos Rustam me está odiando, le di una bofetada cuando casi me atropella.

Luego de que Oleg y los demás emprendieran viaje le exigí a él que me llevara, al no hacerlo me metí en su camino y por poco no termine en el capo del auto.

Cuando bajo golpee su pecho incontables veces, le di en sus partes íntimas como última alternativa, lo que provocó que soltará barbaridades en su idioma.

Aproveche ese momento para subirme a la camioneta que él manejaba y seguir a las tres que ya se habían marchado.

Mi intención era dejarlo, pero fue más veloz y se subió al puesto de copiloto cuando pise el acelerador con el objetivo de alcanzar a los demás. Él iba en silencio, pero era evidente que estaba molesto.

Al llegar a un lugar desolado me bajé del auto siguiendo a Caleb con el propósito de encontrar a Oleg y presenciar lo que le iba a decir a Mariana.

A medio camino Iván me detuvo y aunque le exigí que me soltara no lo hizo. Las palabras de Oleg me molestaron y gracias a ellas Iván no me soltó hasta que me dejo en este maldito sitio.

Ambición.Where stories live. Discover now