Capítulo 1

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Believer-Imagine dragons. One hour

Mi cuerpo se encuentra relajado disfrutando de los dotes de mi amigo

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Mi cuerpo se encuentra relajado disfrutando de los dotes de mi amigo.

—Mm sí, sigue así, que me encanta. —gimo al sentir las suaves manos de Matías en mi cuerpo—. ¡Joder!

Cierro los ojos y muerdo mi labio inferior al sentir la presión deliciosa y placentera.

—Alessia, baja la voz que nos van a escuchar. —se queja sonriente, pero no puedo evitar soltar otro jadeo.

Siempre hemos hecho esto y jamás podré cansarme de dejar mi cuerpo en sus manos.

Sin duda sabe muy bien lo que hace.

—Me encanta como lo haces. .

Se ríe aumentando los movimientos, él es experto en conocer las zonas erógenas del cuerpo. Y más del mío.

Soy una mujer con suerte al tenerlo.

—¿Te gusta de este modo?

Hace más presión, lo que provoca morderme el labio y apretar las sábanas de la camilla que está dentro de mi consultorio.

—Sí. —formulo en medio de otro jadeo.

—Si sigues jadeando harás que mi miembro se ponga erecto. —se burla—. Y no quiero recurrir a una paja en horas laborales.

Abro los ojos cuando toda la magia se evapora al escucharlo.

—¡Cállate! —reprendo—. Sigue con tu masaje que en 25 minutos debo entrar al quirófano. —bufa sin dejar de pasar sus manos sobre mi espalda desnuda.

—¿Sabes? A veces pienso que solo soy tu masajista personal. —ruedo los ojos.

—No te quejes, eres mi mejor amigo, no solo mi masajista personal. Además, muchos desearían estar en tu lugar así que es mejor que no protestes.

Es demasiado dramático, no entiendo cómo lo soporto.

—Eres increible. —niega divertido.

—Te la dejaré pasar porque acabas de sacarme el estrés de 48 horas sin dormir. —veo el reloj que está por la pared en la que tengo todos mis títulos y reconocimientos que he ganado.

Estoy orgullosa de todo lo que he logrado gracias a mi esfuerzo.

—Te matas demasiado, al final nadie valora nuestro trabajo.

—Habla por ti. —me coloco la parte superior de mi uniforme—. A mí me aman todos mis pacientes. —alardeo con suficiencia.

—Créeme que si tuviera tu cuerpo. —me repasa—. También me amarían mis pacientes. —me pongo la bata blanca mientras me encamino a mi escritorio por las carpetas de mis últimos pacientes.

Esta semana ha sido todo un caos, no recuerdo cuándo fue la última vez que dormí más de cuatro horas seguidas. Mi horario es el más pesado de todos los de mi área y del hospital en sí.

Ambición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora