Capítulo 28

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In the end. - Linkin Part (Remix). One hour.

Observo mi trasero rojo por los azotes, ruedo los ojos al ser consiente de su posesividad, pero sonrío al recordar que fue ese momento en el que nos vio Mariana

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Observo mi trasero rojo por los azotes, ruedo los ojos al ser consiente de su posesividad, pero sonrío al recordar que fue ese momento en el que nos vio Mariana.

Coloco mi vestido playero sobre mi bikini, azul profundo. Espero poder broncearme mañana, ya que por los imprevistos con Oleg, no lo pude hacer hoy, y no me quiero ir sin antes sentir la satisfacción de estar bajo los rayos de sol.

Hace unos momentos se fue la bestia, le dije que saliera por el mismo lugar donde entro. Se negó y salió por la puerta que da al pasillo, en ese momento pasaba Damián, Rustam y otro hombre con una Laptop bajo el brazo.

Fingieron no vernos y siguieron su camino.

—¿Lista? —entran mis amigos. Arrugo las cejas al no ver al niño.

—No creerías que lo iba a llevar junto a esa víbora ponzoñosa. —dice el padre al ver la pregunta en mi rostro. —Se quedó con Sara, no se sentía bien y no se molestó en quedarse con él. —asiento.

Salimos de la habitación por la puerta de vidrio que está en el mismo sitio. La arena se cuela en mis sandalias mientras caminamos al sitio.

Para ser en la playa es muy sofisticado, hay sillas alrededor de una mesa grande y otra con muchos aperitivos, aun lado se encuentra una mesa bufete solo de bebidas alcohólicas.

Llegamos al sitio y me alejo de ellos para apreciar la vista.

—Es precioso. —comento a nadie en especial.

Veo como el sol se pierde entre la lejanía del mar.

Grande y peligroso.

—Quisiera poder guardar la imagen. —me estremezco al escuchar la voz de Rustam.

Siento su presencia a tras de mí, demasiado cerca para mi gusto tanto que podría... Sacudo la cabeza, no haré esto incómodo.

—Sí, es un bello atardecer. —reconozco.

No quito la vista del paisaje, son segundo en los que el sol se pierde y verlo es gratificante. Sonrío.

—Tus ojos brillan cuando algo te gusta. —parpadeo e ignoro su comentario.

No lo espero y camino junto a los demás, me acerco a la mesa y Damián me indica mi lugar junto a él, a mi otro extremo se sienta Rustam. Evito verlo mal porque quería a otra persona ahí.

Hay varias personas que no conozco y el anfitrión está tan a gusto hablando con Vilma que ignora ese detalle. No nos molesta, al que reconozco como Iván, el dueño del bar en Rusia y Matías se encargan de hacer comentarios en los que casi todos participan.

Entrecierro los ojos cuando veo pasar una sombra por la casa. Lo de esta tarde me dejo un poco paranoica.

—No reposaste, ¿Cierto? —susurra Damián. Volteo para verlo.

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