Final

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¡No estoy soportando! La verdad tengo sentimientos encontrados. Espero que disfruten el capítulo.

No van a llorar de felicidad, pero si van a llorar.

No van a llorar de felicidad, pero si van a llorar

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Minutos antes.

—Voy a matarlo, voy a matarlo, voy a matarlo. —repito las mismas palabras sin dejar de caminar.

Las paredes blancas me asfixian cuando estás se acerca cortando mi respiración. Verme en una bata blanca que me identifica como una paciente más del hospital me está torturando lentamente.

Con cada paso que doy voy maldiciendo a Carsten Bogdánov que me ha quitado todo. ¡Todo!

Lo único que conservo es el anillo que nadie puede tocar, porque cuando intentan quitarlo hay descargas eléctricas que los alejan.

Soy la única que puede tener contacto directo con la joya, y no recuerdo que fuera así, porque de otra forma Sofía jamás me lo hubiera quitado.

Mi anillo... Oleg.

—Paciente 267. —Abren la puerta y las palabras me sacan de mi trance.

La rabia me invade cuando sueltan el maldito código.

—Mi nombre es Alessia Carvajal. ¡Recuérdalo, maldito analfabeta! —Quiero llegar a ellos, atacarlos, pero lo he hecho tantas veces que no podría con las consecuencias.

Estoy tan cansada de todo esto que prefiero mantenerme serena sin dejar de seguir sus movimientos, porque si me atacan, voy a atacar.

—¿Es la nueva?

—No, la nueva está en el cuarto de al lado, esta ya lleva seis meses encerrada. —doy dos pasos atrás conmocionada por la información.

—¿Qué dijo? —gruño frustrada.

¿Seis meses? ¿Han pasado seis putos meses desde...? Voy a matarlo, voy a matarlo.

Voy a matar a Carsten Bogdánov, por quitarme a Oleg y con él, mi libertad.

—Ya perdió la noción del tiempo. —se burla.

Mi barbilla empieza a temblar sabiendo que en tanto tiempo él no vino, nadie vino por mí.

—¡Voy a matarlos a todos ustedes! —los señalo con el dedo—. ¡Van a desear no haber nacido hijos de puta!

Trato de dar un paso al frente queriendo atacarlos, pero cuando su mano se posa en la pistola eléctrica me detengo por inercia recordando el dolor.

Mi cuerpo ha recibido tantas descargas, dejando marcas y un dolor interminable en mis huesos.

—¿Habla español?

—A veces, otros en ruso, inglés, francés y otro idioma, no sé si es griego o árabe. Aunque después de medicarla habla en todos.

Alzo la vista a la cámara en la pared y me trago el nudo no queriendo que los que estén detrás de las pantallas vean mi dolor. Ya me vieron muchas veces en el suelo. Cubro mis ojos con mis puños repitiendo en voz baja mi mantra.

Ambición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora