Ambición.

By nickrespin

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La dependencia es un estado físico y mental al que Alessia se niega ser una adicta. Ella es un mujer que ha... More

♣ADVERTENCIA♣
Epígrafe.
Sinopsis
♣PRÓLOGO♣
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Extra Matías
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 12/2
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 15/2
Capítulo 16
Extra Javier
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Extra Vilma
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 32/2
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
EXTRA VYSHE
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Final
Epílogo

Capítulo 61

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By nickrespin

Quiero ver esos comentarios ♥

No olviden que es una historia +21

En mis manos llevo un pastel de chocolate con relleno de caramelo. Se me hace agua la boca con solo verlo, pero aguanto las ganas de atibórrame de él.

Entro a nuestra habitación y lo veo acostado boca abajo con la sabana cubriendo su trasero. La cámara ya está en el lugar correcto grabando, es por eso que empiezo a cantar.

—Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, cumpleaños mi hombre bello, cumpleaños feliz. —sonrío viendo como abre los ojos viéndose desorientado hasta que su vista me enfoca.

—Feliz cumpleaños... mi amor.

Como si fuera en cámara lenta, Oleg sonríe con su hermoso rostro de recién levantado junto a su cabello revuelo.

—Siempre he sabido qué cuerda no estabas, pero hoy te superaste.

Abro la boca indignada, acercándome a él.

—¡Grosero!

Se sienta y la sabana no oculta su erección mañanera.

Por mi parte me siento en la cama aun con el pastel en mis manos, Oleg lo observa y alza una ceja al ver la dedicatoria que yo misma escribí.

Para la Bestia más hermosa.

—Maldita Sumasshedshiy, no podemos comer dulce antes de desayunar. —besa mi frente y se levanta poniéndose únicamente un bóxer.

—¿Quién dice que no? —gruño haciéndolo reír.

Va al baño y al poco tiempo regresa.

Por mi parte dejo que entre Margarita junto a unos agentes que evitan ver al Superior. Ellos se encargan de transportar una mesa sirviéndonos el desayuno, y dejando el pastel que les entrego a un costado sobre la superficie que tiene unos pastelitos.

Oleg los afana para que se vayan y cuando quedamos solos me quedo viéndolo por demasiado tiempo.

—¿Qué?

Como me encanta este hombre.

—¿Qué se siente estar a un paso de los 30? —inquiero cuando se sienta frente a mí.

—¿Qué se siente salir con alguien 4 años mayor?

—No entendiste el chiste.

—¿Desde cuándo bromeas?

Desde que tengo a unas ratas siendo torturadas. —sonrío—. El primer día que volví recuerdo lo enfurecido que se puso Oleg al ver mi labio roto, pero logré tranquilizarlo, aunque desde entonces me tiene vigilada.

Cuando salgo solo aprieta los labios, pero no me hace preguntas y aunque al volver siempre lo encuentro muy enojado, se encarga de curar mis nudillos rotos.

—Estoy en mi última vida terrenal, es obvio que quiero disfrutarla.

Conversando sobre nosotros pasa el desayuno y cuando enciendo las velas con el 2 y el 9 rueda los ojos y quiere irse, pero lo retengo.

—Deja de ser una maldita caprichosa

—Oblígame. —lo reto.

—Creo que se me está antojando el pastel, pero comerlo de ti.

—¿Qué?

No me da tiempo a reaccionar cuando ya me tiene sobre su hombro volviendo a la cama.

—¡Si no lo soplas, me voy a enojar! —advierto.

—Tú sí que molestas. —se queja, pero sonrío cuando se levanta y muy obedientemente va por el paste y se sienta a mi lado sobre la cama.

Ve las luces encendidas, para después verme a mí.

—Cierra los ojos, pide un deseo y apaga las velas. —ordeno.

La mandíbula de Oleg tiembla cuando lo hace.

—¿Satisfecha?

Deja el pastel de lado mientras me empuja sobre la cama.

—Sí, ¿Qué pediste?

—Que cierres la boca.

Me desnuda sin sutileza y me gira dejando mi culo a su disposición.

—Bestia, ahí no, duele...

El azote en mi culo me hace callar para disfrutar el cosquilleo en la zona que me hace empujar mi trasero.

Dios, qué rico.

Oleg no se detiene cuando empieza a amansar mis glúteos, por mi parte trato de voltearme, pero el muy desgraciado me lo impide.

—Quieta, fiera. —posa mis manos sobre mi espalda.

Mis pechos quedan sobre la suave superficie y debo girar el rostro para no asfixiarme. Con su cinturón se encarga de dejar mis muñecas sin lugar a movimiento.

—La edad te da más ideas... —otro azote vuelve a callarme.

—Sigue hablando y obtendrás un buen castigo.

—¿Premio o Castigo? —me burlo sintiéndome muy valiente sabiendo que estoy en desventaja.

—Maldita loca.

Lo siento bajarse de la cama y rebuscar entre sus cajones, al poco tiempo vuelve. Dejando algunas cosas en la cama. De reojo las veo y mi respiración se agita con anticipación.

—Interesante. —no responde.

Me jala hasta que mis pies están al borde de la cama y me ayuda a volver a estar en mis rodillas. La expectación me tiene agitada y que se tome tanto tiempo solo para recorrer mis piernas con las yemas de sus dedos no ayuda.

—¿Grande o Pequeño?

Su tacto desaparece y debo concentrarme para poder responder.

—Grande.

—Buena elección.

—Oye, no creo que...

—Guarda silencio. —ordena.

Mi respiración sigue descompuesta y cuando siento el suave material cubrir mis ojos, sé que esto va a gustarme, nunca he estado en esta situación, pero la confianza que hay es lo que no pone negativas de mi parte mientras trato de agudizar mi oído.

***

Me encuentro en la cama con cada extremidad atada a los lados. El sudor hace que el cabello se me pegué al rostro y no tengo idea como llego el caramelo a mi cabello. La mandíbula me duele y me importa poco que algunos hilos de saliva salga de mis labios debido a la mordaza.

Oleg es paciente con cada nudo que desata y si no fuera por su toque estoy segura de que ya me hubiera desmayado por el cansancio.

—Si hubiera sabido que someterte te iba a dejar en silencio, hace mucho lo habría hecho.

Cierro los ojos y quiero sonreír, pero no es algo que pueda. La Bestia me toma en brazos y me quita la mordaza.

—Fue... —me quedo sin palabras, lo que provoca una sonrisa de suficiencia en su rostro—. Es que eres tan lindo.

—Es el post orgasmo hablando por ti, no te preocupes. —me envuelve en una manta y me estremezco cuando el material roza mi piel sensible.

Pasa el tiempo, no sé cuanto solo sé que en ningún momento la bestia me deja. Se queda a mi lado cuidándome y en este caso en esta situación en concreto, me encanta que lo haga.

Me gusta estar siendo cuidada y mimada porque es lo que merezco.

Sé que soy una mujer fuerte e independiente en muchos sentidos, pero en esta escena Oleg es mi complemento.

—Oleg, yo no soy...

—No eres sumisa, lo sé y siempre lo he sabido. Esto solo ha sido otra parte que compartimos dentro de nuestra intimidad. —responde lo que quería aclarar.

—Deje someterme porque quería probar y me gusto. Espero que no sea un problema si no siempre es así.

—Deja de divagar.

Vuelvo a recostar mi mejilla en su pecho tibio.

—Oleg. —baja el rostro.

Las palabras están en mi lengua a punto de salir, sé que él lo sabe, y hay un brillo en sus ojos esperando que lo diga, pero me quedo en silencio sin saber por qué.

Tengo el vago recuerdo de estar en medio de crisis cuando me lo decía y también quiero decirlo, pero...

—No te mortifiques. —veo su rostro inexpresivo que no se compara a la caricia que da en mi mejilla.

—Vamos al baño. —suelto molesta conmigo.

Me remuevo sabiendo todo lo que nos espera y no quiero echar a perder el día por mis tonterillas.

—Creí que nos quedaríamos en cama todo el día. —se queja, pero no me suelta, me lleva en brazos—. En realidad es mi cumpleaños, por lo tanto, yo decido lo que hacemos.

Ignora el hecho que no se lo pude decir.

—¡No!

Entre una pelea absurda, muchos besos y sexo salimos de la casa dejando a los perros al cuidado de Margarita y otra chica que contratamos.

La salida es increíble y este es un día que pienso atesorar como uno de los mejores.

La cámara fue una buena adquisición porque me permite captar cada expresión mientras descubre lo que he preparado. Cada cosa es mejor que la anterior.

—Sumasshedshiy golosa. —sonríe y esa sonrisa por ver el lugar queda guardada en mi cámara.

De alguien tan serio como Oleg, esa foto vale millones porque no cualquiera lo consigue.

Observo la hora y sé que ya llego el momento más esperado.

—Ven aquí. —alzo las manos con la venda azul que horas antes yo tenía.

La cara de Oleg se desencaja al entender mal la situación.

—Demasiados caprichos por un día Sumasshedshiy. —se da la vuelta dispuesto a irse—. Deja de aprovecharte.

—¡Ven aquí Bestia! —lo sigo mientras escucho sus gruñidos.

***

Estaciono fuera del sitio en el que tengo a las ratas, Oleg solo olfatea y evito reírme al verlo, desde hace una hora tiene vendados los ojos.

—Esto es ridículo. —se queja queriendo quitar la venda.

—Ya va a estar, no seas impaciente. —me bajo y le abro la puerta escuchándolo gruñir—. Me encantas. —murmuro.

Le doy la mano y con pasos seguros camina a mi lado demostrando la confianza que me tiene. Entro y Vyshe reprime una sonrisa mientras me abren cada puerta hasta llegar al lugar en donde hay tres cuerpos encadenados con sus brazos juntos y piernas separadas.

Con una mirada le ordeno a Iván y Ryan que a dos de ellos los encadenen a una gran madera que simulara ser una mesa en su momento.

Me río por lo bajo recordando una escena en donde están torturando a una galleta.

—Alessia, que se supone... —llevo mi índice a sus labios antes de darle un casto beso que el desea continuar, y lo permito viendo la mirada de Young Min.

Vyshe no apartan la vista de nosotros mientras lo hacemos, ni siquiera cuando las manos de Oleg como siempre son curiosas, mantengo los ojos abiertos captando cada expresión.

Hay brillo en sus ojos, aunque también una pisca de deseo y es algo que me inquieta. Oleg lleva sus manos a mi trasero estrujándolo con fuerza. Reprimo un jadeo mordiendo sus labios.

Sin querer, pero siendo necesario me separo de su cuerpo y por mi parte observo a todos nuestros espectadores que no han abierto la boca, aunque tres no pueden.

—Mis objetivos contigo o sin ti, jamás han cambiado, únicamente los hago contigo porque se me apetece hacerlo juntos, como la pareja que somos. —hablo solo para él.

Lo rodeo desatando el nudo.

—Que significa...

La oración queda inconclusa cuando ve a Pedro, Young Min y Marta.

—Feliz cumpleaños, mi amor, espero que te guste mi regalo. —no dice nada, se queda mirando fijamente a cada uno, hay golpes en dos de ellos por donde los mires y no le es difícil atar cabos.

Tantas horas fuera, tanto misterio, y ninguna explicación.

Cada día curando mis nudillos, la pregunta estaba implícita en su rostro, no la hacía esperando por mí.

Ahora lo sabe.

Mi Bestia se da la vuelta y me toma de los brazos, apretándome para levantarme y quedar a su altura para poder estampar sus labios contra los míos.

El beso es desesperado y hambriento porque ambos nos hemos esforzado por conseguirlo. Ya estamos viendo frutos y nuestro final está cerca, porque fui clara.

Quiero paz, felicidad y lo...

—Sumasshedshiy. —gruñe al separarse.

—Si te portas mal, prometo que tu último regalo puede estar envuelto en encaje azul. —Sonríe de lado asintiendo. Después de tantas horas follando se podría decir que ya no damos para más, pero no es así

Nunca me cansaré de Oleg y él jamás podrá soltarme aunque lo quiera.

Siento que lo deseo más cuando me muestra su sonrisa y creo que él ya se dio cuenta de que es mi debilidad.

Amo su sonrisa.

Me deja en el suelo posando su vista en Pedro Marín.

—Nos volvemos a encontrar Marín.

Al no obtener respuesta se da cuenta de lo que pasa y me ve incrédulo.

—Obra de tu ex, al parecer sabe algo que no quiere que nos diga. —ve de reojo a Min, pero la ignora.

Sin decir más nada se dirige a la mesa especialmente suya que le mande a preparar. Toca cada implemento hasta optar por el soplete que enciende y al ver la luz azul una sonrisa siniestra adorna su rostro

Por mi parte toco uno de los botones de la pared y las cadenas se mueven hasta que sus pies quedan a centímetros del suelo.

—Todo tuyo, Bestia

Beso sus labios antes de darle vía libre.

Sabe lo que tiene que hacer, lo desea desde hace mucho y como su mujer se lo he traído para que lo haga pagar.

Descubre su pecho viendo algunas marcas de mis golpes para después encender el soplete. Empieza a utilizarlo y los alaridos que suelta me llenan de alegría. Ver su boca abierta tratando de gritar es alucinante, aunque lo único que suelta son algunos sonidos secos.

A lo lejos veo el material que usa alguien para entretenerse, por lo que no dudo en tomarlo. Es la mitad de un suéter tejido para bebé. Reprimo cualquier tipo de emoción al verlo.

No importa.

Me convenzo mientras corto un pedazo de lana y preparo la aguja capotera.

Observo el trabajo de Oleg que simplemente es maravilloso, el olor a carne quemada aviva sus ganas de hacerlo sufrir. Coloco una silla al lado de Pedro y me subo para tomar sus labios con fuerza.

—Deja de abrir la boca como un pollo con soco.

Oleg deja de torturarlo al escucharme y mira como la aguja entra en uno de sus labios para salir por el otro

—¿Un pollo qué?

—Cuando era niña, Marta creyó buen castigo enviarme al rancho de sus padres y estaban en una temporada en que los pollos le hacían como si se estuvieran muriendo y...

—Sin detalles.—me encojo de hombros siguiendo cociendo sus labios.

La sangre recorre mis dedos hasta llegar a mis muñecas.

Cuando he finalizado me quedo a su lado, pero algo llama mi atención y es Marta quien con la mordaza puesta tiene el rostro empapado de lágrimas al ver a su hijo mayor.

—¿Te gusta la vista? —tomo su mentón para que me vea—. Pues eso es lo que pasa con los que me joden. —Las cadenas tintinean cuando se remueve.

—¿Sabes?, Pedro no me jodió tanto, no como a mi hombre. —lo señalo—. También arruino la vida de muchas personas al querer encontrar la cura de EBÓSIL, que ellos mismos alteraron.

Mi vista se posa en Young Min que también tiene una mordaza, pero se mantiene serena sin apartar a vista de como Oleg baja la cadena hasta que queda como si fuese una mesa, siendo él el banquete.

>>Te comento, mi suegra es una increíble mujer que fue capaz de crear un virus letal como EBÓSIL, pero el ínecto del padre de tu hijo contrato a personas para que lo modificaran y se les salió de control, lo único bueno que hizo es que en pequeñas moléculas se incluya un chip en las personas que inyecta EBÓSIL para señalar cuando empezaran a surgir efectos.

Sonrío cuando la aparta el rostro de mi toque, viéndome con el odio que siempre ha demostrado, pero ahora si sé que lo tengo ganado.

—Pero te dejo, iré a ayudarle a mi novio.

La palabra sigue siendo extraña, pero me gusta.

Es mi hombre.

A pasos lentos y seguros me acerco a ellos. El rostro de Pedro no se reconoce entre los cortes y la sangre que lo cubre.

Desde atrás abrazo a mi Bestia que se encuentra agitado y sé que se está conteniendo, por ello le facilito las cosas y le paso una de las navajas.

—Sin piedad.

—No la tengo, solo quería alargar su sufrimiento, porque con eso no va a durar. —asiendo entendiendo su punto.

Nos quedamos observándolo por unos minutos viendo como su carne chamuscada está al rojo vivo y otras partes es tan grande la quemadura que aparte de destrozarle la piel se pueden apreciar los huesos.

—Es hora de deshacernos de la basura.

Entra un equipo especializado y estoy a punto de llorar cuando entiendo de que se trata.

—Sin anestesia ni una intervención decente, porque no habrá preferencias ni por ser el primero. —comento al ver como Oleg empieza a abrir su piel.

Al inicio son cortes leves que lo dañan aún más, luego se pasa a cada extremidad cortando los tejidos de piel. Pedro no para de llorar y me sorprende que siga vivo, pero sé que el dolor no lo podrá soportar por mucho.

En un corte limpio abre su pecho rompiendo sus costillas para extraer el corazón que aun papita en sus manos. Me encanta. Lo deja en el recipiente y los agentes se lo llevan rápidamente, es el mismo proceso con los demás órganos que puedan servir, aunque no sé si por la falta del debido procedimiento sean útiles.

El cuerpo abierto y desfigurado de Pedro yace en la superficie y no puedo evitar que una satisfacción se apodere de mi cuerpo.

Observo a mi Bestia, su rostro está salpicado de sangre y algo en mi interior se remueve ante la exquisita vista.

Cuando el trabajo ha sido finalizado poso mi mano en su pecho. Nuestros hombres se encargan del primer cuerpo y le doy la espalda a Marta que está roja sin dejar de llorar y en algún momento se logra sacar la mordaza.

—¡Vas a pagarlo! ¡Cada cosa será cobrado con creces! ¡Me escuchaste maldita loca!

—Jiku.

La agente no necesita más palabras, con un golpe es suficiente para noquearla y al hacerlo vuelve a su puesto junto a Caleb e Iryna.

—¿Qué hay de ella? —señala a su ex prometida.

La mujer me mira mal porque sabe lo que voy a decir.

—He estado hablando con Jiku. —Nos llevo al centro del lugar y nos sentamos en el sillón que mande a traer. Todos escuchan a la perfección cada palabra—. Y según lo que me comentó, en algún momento ella dudó de Min mientras estaban de encubierto y te lo mencionó.

—Al final se descubrió que no falló y si estaba en su papel para conseguir la información. —Ve a Jiku un segundo—. ¿Qué sucedió?

—Min siempre nos traicionó, nunca fue leal a OFR, porque ella les dio información de nosotros y por eso el día de la emboscada él escapó. —responde la asiática sin dejar de ver a Min.

Prosigo yo, contándole todo lo que descubrimos, desde las veces que se acostó con Pedro y algunas injusticias, aunque me concentro en lo importante.

—No sé muy bien que los llevo a separarse, pero sabían tanto el uno del otro, que ella lo callara cortando su lengua, es la prueba.

La Bestia toma mi mano acariciándola, sin darse cuenta, porque su vista no la aparta de la mujer frente a nosotros.

—En algún momento creí amarla. —confiesa—. Iba a casarme porque en realidad pensé que la quería y es por esos pocos momentos que todo estuvo bien, que no voy a tocarla.

Nos levantamos y yo solo puedo asentir en compresión.

Sabía que lo suyo no era nada pasajero desde el principio y me alegro de que se haya dado cuenta de que no es la mujer con la que quiere pasar el resto de sus días.

Ver el anillo que me dio en mi dedo anular me lo confirma.

Oleg es mío a si como yo soy suya.

—No te preocupes mi amor, yo me encargo. —lo vuelvo a besar escuchando algunos jadeos.

—¿Qué harás? —cuestiona con curiosidad al separarse.

Mi mandíbula se tensa al recordar porque odio a Young Min.

No fue por Oleg, en realidad al inicio no tenía motivos para odiarla, sin embargo, ella se encargó de que los sentimientos cambiaran.

—La haré pagar, nadie toca lo mío y se queda impune. —alzo el mentón—. Fue una promesa y me verás cumplirla.

—¿Por mí?

—Por nosotros. —corrijo—. Porque te toco, te daño y hacerlo también me daño a mí.

Eso lo susurro solo para nosotros.

—Bien.

—Pogibel. —ordeno y él alza una ceja.

—Tal como lo pediste. —me entrega Iryna el hierro—. Hazla pagar, que le duela y se arrepienta.

Pide antes de dar un paso atrás.

—¿Y eso? —señala burlesco pensando que es la que él mandó a hacer marcando a los que mataba en mi nombre.

—Tengo una solo para ti, pero esta es para ambos. —. La alzo aunque la marca no será con voltios así como la suya.

La nuestra es con nitrógeno líquido y la suya al rojo vivo.

Sebastián y Ryan con cuidado trae el contenedor y lo destapa con cuidado para que yo introduzca el material hasta que está en su punto.

Congelado.

—Me harías el favor. —veo sobre mi hombro.

Caleb se acerca y de un tirón rompe su blusa dejando su pecho descubierto.

>>Suficiente.

Los pedazos se sostienen de sus hombros.

—Quiero escucharte desgraciada. —suelto cuando le quitan la mordaza.

En el instante que ya no la tiene, presiono el material en su pecho. Sé que no es necesaria la fuerza, pero de igual forma lo hago solo con un poco para romper su piel llegando a sus huesos.

—¡No! ¡Ahh! —un grito desgarrador sale por sus labios.

Fascinante.

—Cuenta. —ordeno, pero ella niega conteniendo las lágrimas por el dolor—. Te la pondré fácil, cuenta hasta sesenta y paro.

Y lo digo en serio, solo porque desafiaría su orgullo.

—¡Maldita! naega yaghonhan yeojaleul jug-igessdago haess-euni dangsindo jug-igessda! —arrugo las cejas molesta al no entender nada—. neón Alessia Carvajal jarra-eulgeoya, neón jarra-eulgeoya gaenyeon-a

Observo a Vyshe que tiene la mandíbula apretada.

—¿No vas a contar? —sigo presionando el material viendo los hilos de sangre.

Me frustro cuando no da su brazo a torcer, pero tengo tanto resentimiento guardado que no me importa jugar un poco antes de continuar.

—¡Necesitas a tanta gente para sentirte segura! —ruge con odio cuando me separo—. Tanto miedo te doy para tener que mantenerme retenida. ¡Suéltame y hagamos esto parejo!

Exige, pero está loca si cree que lo haré.

—Ya tuviste tu oportunidad, nadie nos detuvo y aun así no lograste vencerme. Perdiste el privilegio que nunca te ganaste.

Repito el proceso, pero esta vez si cuenta, en algunos momentos se la sale un gemido lastimero, pero es tan fuerte que las lágrimas y algunos sollozos me indican que si es un humano.

—¡Sesenta! —grita y retiro el material, esta vez de su espalda alta.

—Ves que no era difícil. —me burlo. Le doy la espalda tomando un bisturí de mi mesa

Como una experta manejo el bisturí entre los dedos de mi mano sin siquiera lastimarme.

—Tu teatrito se va a acabar Carvajal y voy a disfrutar volviendo a destruirte...

Presiono un botón que le da una descarga eléctrica, solo hasta entonces puedo ver el terror en su expresión.

—¿Decías?

—¡Vas a lamentarlo! ¡Suplicarás que...! —otra descarga interrumpe sus palabras.

—La única que suplicara eres tú, y tenemos mucho tiempo hasta que entiendas cuál es tu posición.

—¡Voy a matarte! ¡A ti y a toda tu maldita familia! —ruedo los ojos ante su tonta amenaza, pero la nueva descarga es tan fuerte que la deja inconsciente.

—¿Doctora? —inquieren a mi espalda y cuando les doy la cara están un poco incómodos.

No me cuesta trabajo deducir que piensan que sus palabras me han afectado.

—La quiero solo atada a cadenas, pueden deshacerse de la mesa. —Ryan y Sebastián se encargan de hacerlo.

Me acerco a mi Bestia que me está viendo con atención. Necesito una pequeña dosis para mantenerme cuerda.

Lo necesito para subsistir.

—¿Lo estás disfrutando? —acaricia mis mejillas con sus pulgares.

Mantiene su rostro serio, pero sé que él también lo disfruta aunque no lo demuestre.

—Por ti, por mí... por nosotros. —es mi única respuesta.

Le doy un casto beso que trata de profundizar, pero se lo impido. Me acerco de nuevo a la presa y le tiro un balde de agua con hielos para despertarla. Al hacerlo parece desorientada hasta que su vista se posa en mí.

Sonrío provocándola y quiere tanto destruirme que no le importa estar lastimándose con las cadenas. Me fijo en la marca en su pecho, son nuestras iniciales en la boca de un león mientras una serpiente rodea las letras.

Me encanta.

Aún no se le ve bien, pero con el tiempo cuando se cure se verá perfecto. Lástima que no pienso dejarla viva.

Vuelvo a tomar el bisturí que no pude utilizar y me acerco a ella.

—Lindo rostro. —murmuro.

Mi vista se fija en su frente y me subo en un banco para estar a unos centímetros arriba de ella, solo así empiezo mi arte.

Los cortes son superficiales y debo de tener un trapo para limpiar la sangre y que los trazos no se mezclen.

—¡Estás loca! Demente, lunática... —chilla mientras yo corto su frente con algo que será recordada, ya que si tengo testigos es para que lo difundan.

Tocaron lo mío y deben pagar.

—Soy la Sumasshedshiy de mi Bestia. —comento sonriente—. No esperes menos Min.

Sus gritos no paran porque cada herida se le ha acumulado y el dolor que siente es aterrador

—¿Sabes qué?, te tengo una sorpresa, hay alguien a quien conoces y desea volver a verte.

—¿Quién? —inquiere Alek que se había mantenido en silencio, pero su hermano lo hace callar.

—Querías un poco de venganza, bien, pues a ti también te la entrego. —hablo fuerte y claro.

Sé que ella también la odia por lo que Min ha hecho y yo ya disfrute estos días humillándola.

En ese instante las puertas se abren y al menos diez hombres uniformados se dispersan en el lugar para ver y dejar pasar a la mujer que deja mudo a todos.

—Ágata Bogdánov, te comparto un poco de mi presa. —mi suegra camina sin perder la elegancia.

Todos le dan una reverencia excepto Oleg y yo porque es ella quien asiente en nuestra dirección.

La rusa se para frente a Min inspeccionándola con detenimiento, mi distracción es suficiente para que Oleg se pose a mi espalda besando mi cuello para camuflar sus palabras.

—¿Desde cuándo mantienes contacto con mi madre? —no dejo de ver a la mujer que rodea a la presa.

—Desde que mis secretos son sus secretos y los suyos son los míos. —inmediatamente se tensa.

—¿Te lo dijo? Te dijo por qué se mantiene oculta. —deduce—. Te confeso cuál es el motivo por el que su cabeza es una mina que todos quieren.

—Sí.

—Alessia. —gruñe.

No estamos para hablar sobre una de las noches que me intercedo Ágata en su casa hasta llegar a un acuerdo...

—Luego hablamos.

Ágata saca una fusta de uno de sus maletines y pienso que la va a azotar, pero no me esperaba que la fusta en cada tirita tuviera púas que se van a enterrar en su piel.

Estamos a dos metros de ellas, por lo que la expresión de Min se me graba cuando el primer azote la doblega haciéndola gritar.

—Confié en ti, Young Min y me decepcionaste. —el siguiente azote es peor que el anterior y su grito de agonía lo confirma.

Mi suegra no es suave, ni sutil, que la sangre ya gotee es la evidencia. En realidad todo su cuerpo está bañado de sangre.

Los azotes continúan y nadie se mete, todos disfrutamos de su sufrimiento.

Ágata sin haberse saciado para y se endereza dejando el material en mi mano.

—Ya no más... —chilla —¡Voy a matarlos, a todos! Juro que los mataré.

—No voy a permitirlo. —alza el mentón mi suegra.

El nudo en mi garganta crece y el odio recorre mi sangre al saber lo que voy a hacer.

Cada lágrima que derrame será cobrada con creces.

—Te felicito Young Min, porque te llevas el crédito de ser la persona que más destruyo a Alessia Carvajal, —confieso—. Supiste llegar a mí y tocaste los hilos adecuados que ni siquiera sabia que existían.

Tomo su mandíbula con demasiada fuerza.

>>Yo nunca te ataque y lo repito, esto no es porque fuiste su prometida, esto es por lo que nos hiciste.

Con la fusta acaricio su rostro.

—¿Y dañarme te devolverá lo que perdiste? —aún hecha mierda la sonrisa se apodera de sus labios ensangrentados—. Ahora estoy así, pero son heridas externas y van a sanar.

No me inmuto con la provocación de sus palabras, aunque sé a donde quiere llegar y sé que va a dolerme.

>>¿Qué hay de ti Carvajal? Algún día lo podrás superar.

Veo de reojo a Oleg que baja el rostro atando cabos.

—Sanaré y yo si tendré la vida que merezco, porque si pensaste que arrebatándome la oportunidad de ser madre ganaste, te equivocas. —me trago el dolor sin dejar de verla, porque no puedo enfrentarme a Oleg—. Tu plan me dejo estéril, pero no me doblego.

Escucho pasos y sé que los agentes retienen a mi Bestia.

>>¡Estéril no es sinónimo de debilidad! Porque no lograste dejarme en el suelo, estoy de pie con más fuerzas que nunca y con más gente a mi lado.

Oleg llega a mí, su respiración errática me cierra la garganta.

—Quiero matarla ¡Voy a matarla!

Toma un arma, pero se la arrebato.

—Lo haremos mi amor, por nosotros... y por lo que nos arrebató.

El primer azote en sus piernas llega y tras ello sus gritos. No me canso de hacerlo, pero el brazo se me cansa por lo que dejo la fusta y tomo el soplete.

—¿Satisfecha?—su voz suena adolorida, pero eso no quita su sonrisa que borro de una bofetada—¿Vas a matarme? Eso es lo que quieres.

—Sí, y no te imaginas cuanto lo estoy disfrutando. —enciendo el soplete dirigiéndome a sus costillas.

Ella se remueve incómoda buscando no sé qué, aunque creo que ella imaginó que alguien la rescataría.

Lástima.

—Espera. —la ignoro se remueve cuando el material llega a sus costillas y chilla de dolor—. ¡Estoy embarazada!

Me detengo quedándome muda. Muchos pensamientos pasan por mi mente, pero los dejo de lado.

—No es nada que me importe y decirlo a estas alturas significa que a ti tampoco te importa

—A ti no, pero al padre de mi hijo sí. —la veo mal.

—Sigue sin importarme.

Escucho algunos murmullos a mi espalda de Vyshe, pero los ignoro.

Min por su parte con sus pocas fuerzas ve sobre mi hombro.

—Oleg, no te importa que tu amante mate a tu hijo.

El aire se atora en mi garganta cuando termina de hablar y aprieto con más fuerza el soplete

Embarazada.

Un hijo.

El primogénito de mi Bestia

No dejo de verla porque no sé cuál será el rostro de él. Recuerdo lo que sucedió ese día y que había olvidado.

Algo hace clic y me levanto del suelo para ir rápidamente al baño que él ocupó, buscando lo que sí o sí debe estar.

Mierda, no.

Sigo buscando, pero es imposible encontrar algo que nunca existió.

Empiezo a temblar y antes de soltar lo que quiero me giro a mi equipo.

—Vyshe fuera, ahora. —ordeno.

A ninguno le agrada la idea y cuando Rustam quiere hablar alzo el mentón.

—No es justo. —se queja su hermano.

—Calla Alek.

Con el cuerpo tenso veo como cada uno pasa a mi lado viendo mal a Young Min y dándonos un asentimiento a nosotros.

Muchos aprietan el hombro de Oleg en señal de apoyo. Ninguno juzgará la decisión que se tome y como buenos agentes se mantendrán al margen.

Iván susurra unas palabras en su odio y Oleg asiente con la vista en mí.

En estos momentos me odio, porque no puedo descifrar que es lo que está pensando y sinceramente esto aterra en los mismos niveles que me enerva la sangre.

—¡No usaste un puto preservativo! —grito —. Dejaste que te follara sin ponerte un puto condón.

Sus facciones endurecidas no cambian y ahora si necesito que me diga algo.

Evade mi mirada y sin dirigirme la palabra se empieza a vestir.

—¿¡A dónde se supone que vas!? ¡No me ignores y dime que harás! —continúa con los zapatos—. Oleg...

Lo volviste a joder a Min

Por su expresión victoriosa sé que es esto lo que está buscando, pero se equivocó en su estrategia. Oleg no me odiará por la tortura, ni siquiera por arriesgar la vida de ese ser.

Si Min no dijo es por joderme, pero me encargaré de destruirla.

Un abrazo por la espalda me distrae.

—No me importan sus palabras. —dice Caleb sin separarse, pero yo no me muevo ni hago el intento de separarlo—. Mátala, has que siga sufriendo, doctora.

Se aleja de mí dándole un asentimiento a Oleg que no deja de verlo mal por su atrevimiento.

—Ágata.

La mujer mueve los dedos y sus hombres salen, pero también me refería a ella, y no muy satisfecha se dirige a su hijo.

—¿Recuerdas que te dije que quería nietos y que ya estoy trabajando en lo imposible para que se hiciera realidad? —Min sonríe ante sus palabras.

Oleg no se inmuta y yo dejo de verlos por un segundo mientras su madre acaricia su mejilla para después tomar con demasiada fuerza su mandíbula.

>>Bien, pues me refería de la doctora, de nadie más.

Con la espalda erguida y sus zapatos resonando sale del lugar. Nos quedamos solos con ella y muerdo mi labio cuando deja salir el aire.

Oleg no ha dicho nada, y antes que se acerque lo detengo enterrando mis uñas en su brazo.

—No sé qué es lo que estás pensando, pero sea lo que sea finge quererlo. —susurro.

Oleg no responde, ni siquiera me ve, se suelta pasando a mi lado, algo en mi interior se quiebra con su acción. Respiro profundo ocultando el sentimiento y cuando me doy la vuelta enfrentando el problema... Observo a Oleg que termina de romper la blusa.

Visualiza el vientre de Min, hay sangre reseca de las veces anteriores, e hilos de sangre sobre el, pero lo curioso es que hoy, ningún golpe fue a su estómago. Los más peligrosos fueron los de la espalda y cada descarga.

—Eso que llevas dentro. —rompo el silencio luego de unos minutos. —. Es producto de una violación, todos lo sabemos por lo que el papel de víctima no te queda.

Con la cara sangrienta y ya sin fuerzas sonríe de lado.

—Y eso que importa, no significa nada. —cierra los ojos—. No cambia nada.

Niego ante su descaro.

—Todo esto me provoca náuseas y un terrible conflicto. —me sincero—. Porque una violación es un tema serio que tú estás dejando a un lado. Violaste a mi pareja y desde el inicio esa fue la intención, ¿Cierto?

No digo más cuando Oleg hace descender la cadena y la suelta evitando que caiga al suelo.

Respiro pesado al ver que la toma en brazos dejándola sobre una silla.

—Gracias. —musita.

—¿Quieres agua? —Min asiente y cuando Oleg le da en la boca siento que voy a explotar.

Calma...

—Oleg siempre será mío, ahora vamos a tener un hijo y no puedes hacer nada. —mis dientes chocan—. Yo le daré lo que tú jamás podrás.

Mi respiración se agita y mis manos pican por golpearla.

—Una familia.

Las palabras de Oleg son una puñalada y la satisfacción en el rostro de Young Min me destroza.

—En una familia no son fundamentales los hijos. —tomo la mano de Oleg alejándolo y entrelazando nuestros dedos—. Oleg ya tiene una familia y son Bolas, Pelos y yo, fin del tema. Ni tú, ni tu bastardo están en nuestro círculo.

—¿Estás segura?

—¡Ya vasta! —se mete Oleg antes que yo le pegue un tiro—. ¿De cuánto estás?

Vuelve a posar su vista en su abdomen, yo no conozco su cuerpo así como Oleg, pero veo un pequeño relieve, aunque no estoy segura.

—Voy a cumplir dieciséis semanas. —hago cálculos y odio que los números si coincidan.

—Sacarte al bastardo no será un problema, porque bajo ninguna circunstancia iba a llevarte a una clínica.

Tienes los ojos pesados por todo lo que ha pasado, pero aun así hace el intento de alzar el mentón.

—Puedo matarlo y dejarte que te desangres hasta morir, aunque también esta la opción de matarte y que él muera contigo, ¿Cuál prefieres?

—Oleg...

—Tienes bajo peso, si te hacen los estudios estoy seguro de que saldrás con anemia y el feto no se está desarrollando bien. —ignora mis palabras.

Alzo el rostro cuando empiezan a hablar de todo lo que está mal con respecto al embarazo.

No veo ninguna expresión en estos momento, de hecho creo que está incluso más frío que de costumbre.

—Es obra de ella. —me señala y mi mandíbula duele de tanta presión—. Si no fuera una...

—Sin ofensas Young Min.

—¿Escuchaste? Sin ofensas Violadora. —ve a Oleg en busca de ayuda.

Los dejo hablar, no sé cuanto tiempo pasa, solo sé que ya no puedo más.

Debo hacer algo.

Doy unos cuantos pasos hasta quedar frente a mi Bestia.

—Oleg, deberías llamar a Bastián, hay que atenderla cuanto antes. —finjo preocuparme y ambos lo saben.

—No está en el país.

—Con más razón, ve llámalo mientras yo me encargo de ella.

Señalo mi espalda y él la ve fingiendo duda.

—Vuelvo en seguida.

—¡¿Qué, no?! No te vayas, ella va a...

—No me tardo. —le da una última mirada antes de retirarse aún con las protestas ahogadas.

Cierra la puerta y no tardo en hacer una llamada.

—Doctora.

—Entretengan al Superior, llévenlo a la cafetería, informe sobre los hospitales, no me importa. —No dejo de ver como Min se desangra—. El Superior a este lugar no entra.

—Como ordene.

Cuelgo y me muevo bajo su atenta mirada. No está sujeta y podría atacarme, pero está tan débil que hasta mirarme le cuesta.

—Si me haces algo, él no te lo perdonará. —me río ante su intento de amenaza.

—¿Segura? Porque si se diera cuenta de que soy yo la que porta a su hijo te aseguro que no me dejaría ni ir al baño sola. —voy a la mesa de los implementos de tortura—. Pero contigo es diferente, porque no lo quiere y nunca lo va a querer.

—Estás dolida porque conmigo tendrá lo que contigo nunca.

—A otra con ese cuento Young Min. —me enojo—. Si crees que con un maldito embarazo lo vas a amarrar te equivocas, porque él es mío, ¡Entiéndelo!

Saco el frasco verde y lleno la jeringa.

—No por mucho. —se lleva una mano al cuello.

—Solo mírate, me das pena. —la veo mal.

—No más que tú a mí. —ruedo los ojos.

—¿Sabes que es esto? —alzo la jeringa y ella abre grandes ojos—. Por lo visto lo reconoces, porque fuiste partícipe de inyectarlo a inocentes.

Con mi pie empujo la silla haciéndola caer con sus rodillas y manos que segundos después se doblan. El gemido de dolor junto a los gritos afuera me satisfacen.

—Maldita... zorra.

—¿Por audaz? —la tomo del cabello y la halo haciéndola chillar—. Es un alago Min.

—Te odio.

—Es mutuo, no te preocupes. —con fuerza la estrello contra el suelo y no siendo suficiente repito el proceso dos veces más.

El sonido de su nariz rompiéndose me llena de satisfacción. Con el pie le doy vuelta viendo como se ahoga.

La vuelvo a tomar del cabello poniéndola de lado.

—Te iba a facilitar las cosas matándote, pero con esta noticia no harás más que alargar tu sufrimiento.

—¡Oleg! —chilla.

—Oleg, ven por favor, esta zorra me está golpeando. —me burlo—. ¡Sigue gritando y ve que no le importas!

—¡Mientes! Él va a venir, por mí, por nosotros.

Sigue con esa actitud que no hace más que enfurecerme.

Grita de dolor cuando la inyecto y el contenido recorre desde su cuello a todo su cuerpo. Si de por sí su rostro era un asco, ahora con su nariz de lado solo confirma que es un fenómeno que no debió existir.

Lleva su mano a su nariz mientras yo me enderezo y pongo mi pie sobre su cabeza manteniéndola en el lugar. Su frente también se abrió y creo que daño lo que escribí.

No importa.

—Eso es lo que tú crees, pero adivina, ¡No voy a permitirlo! Vas a estar en cautiverio hasta que des a luz. —explico sin dejar de verla con asco—. Ni siquiera intentes escapar porque en ese momento activaremos el virus y te quedará poco tiempo de vida.

Empieza a toser y no sé si tose sangre o es por toda la que la rodea que salen ciertas salpicaduras a mis botas.

—Que te sirva de lección para que entiendas que con Alessia Carvajal, nadie se mete.

—¡No! —chilla.

—Vas a morir, no hoy, pero vas a hacerlo.

Tomo una navaja y me voy contra ella, quiere moverse, pero pongo mi mano sobre la marca haciéndola gritar.

Sujeto con fuerza su mano izquierda y la dejo con la palma hacia arriba.

—¡Déjame, loca! ¡Oleg...! —un grito desgarrador sale de su garganta cuando entierro la navaja con tanta fuerza sobre su mano que incluso la punta se entierra en el suelo.

—Eso es por disparar el arma. —gruño—. Fueron 3 tiros y yo no soy benevolente.

Me levanto para ir por un machete que brilla del filo que posee.

Perfecto.

¡Oleg! Ven por favor. —me sigo burlando cuando yo también lo llamo—. ¡Ayuda! ¡Por favor ayúdenme!

—No que no, desgraciada. 

De un solo filazo corto dos de sus dedos. 

—¡Ahh! —su grito termina silencio cuando sus cuerdas vocales se dañan.

—A mí nadie me jode, menos a lo mío. —veo la sangre que no deja de salir de todos lados—. No vas a morir hoy.

Es lo último que digo antes de darme la vuelta y salir escuchando los gritos que avivan el ambiente.

Abro la puerta y me detengo de golpe viendo a todos los que saque, incluso a Oleg que se encuentra de brazos cruzados con un brillo en sus ojos.

—Caleb, encárgate de ella.

—Como ordene, doctora.

Carraspeo y los agentes entienden y poco a poco se dispersan.

—Querida, nos vemos pronto. —se despide Ágata antes de darse la vuelta seguida de sus hombres.

Vuelvo a posar mi vista en Oleg. 

No sé qué estará pensando, no la mate aunque quiero, pero no lo hice, por él, por su hijo, porque aunque la sola idea de que ella lo tenga me enfurece, no sé si lo quiere así como en cuestión de segundo quiso a lo que pensamos que tendríamos nosotros.

No sé...

—No es mío. —rompe el silencio.

—¿Qué? —balbuceo.

—Cuando te diste cuenta de que no había condón fui a verla, pero estaba sedada después de que casi la mataras. —hago puños, odiándome por no haberla matado.

>>Le ordene a Bastián que le hiciera exámenes, pero me dijo que no era tiempo, de igual manera se lo exigi y la sorpresa que me lleve es que ella ya estaba embarazada.

Me quedo en el mismo lugar sin saber qué hacer, pero es él quien poco a poco acorta distancia.

—Eso no tiene sentido, ella...

—Ella ha tenido una mala alimentación desde antes que la capturaras porque tiene un embarazo de seis meses.

Frunzo las cejas recordando su abdomen con un leve relieve, no es para ese tiempo.

>>Antes de matar a Valeria que fue su infiltrada en Vyshe confesó que estaba embarazada y ha estado usando fajas para ocultarlo.

—Evitando el crecimiento adecuado. —niego sin creer lo que ha hecho.

—El hijo que espera no es mío, es de Pedro.

—Ahora si voy a matarla. —me doy la vuelta dispuesta a hacerlo, pero me detiene.

—Si lo que quieres es que sufra, matándola no lo harás. —muerdo mi labio—. Deja que se retuerza en su miseria y que todo lo que paso sea un cruel recordatorio.

Muchas cosas pasan por mi mente, pero lo único que hago es besar a Oleg, lo beso sintiendo que un peso desaparece de mis hombros.

Nos movemos yéndonos del lugar

***

Estamos bañados en sangre, pero esta vez no deseo jugar con ella. Junto a la Bestia nos metemos a la regadera limpiándonos el uno al otro, con mis dedos recorro todo su cuerpo.

Oleg toma mis piernas y me empotra contra los azulejos, puedo sentir su erección buscando mi entrada mientras se apodera de mis labios dándome un beso desesperado lleno de tantos sentimientos atorados que...

—Eres todo lo que quiero Alessia, que te quede claro. —Me toma de la barbilla.

No me da tiempo a responder porque ya me ha penetrado con fuerza, la brusquedad de sus movimientos me gusta, por ello no dudo en encontrar cada una.

Estruja mis muslos con fuerza y yo solo puedo jadear, gemir y gritar.

—Te... te necesito a mi lado Oleg y pobre de todo aquel que intente separarnos porque lo de hoy no será nada en comparación a lo que recibirán.

Sonríe sobre cuello sin dejar de morder y chupar el área.

—Me encantas Sumasshedshiy.

Nos lleva a la cama en donde seguimos tomando todo del otro, así como nos gusta y necesitamos.

No sé cuantas horas pasan, pero me siento tan cansada que cierro los ojos aunque el sol acaba de salir, sin embargo, Oleg me toma en brazos para volver a asearnos, nos lleva al jacuzzi burbujeante.

Me relajo sobre su pecho y esta vez cuando cierro los ojos si lo escucho.

No hay nada que me diga lo contrario y ya van tres veces que lo dice, pero no puedo responder... no puedo y cuando repite la frase me deshago.

—Eres mía, hoy mañana y siempre, estás condenado a mí porque no voy a soltarte.

—No permitiré que me sueltes. —se tensa al saber que lo he escuchado.

—Te amo.

Cuando las palabras salen por segunda vez en la noche me doy la vuelta subiéndome a horcadas de él.

Lo beso queriendo que eso sea suficiente, porque yo no puedo... No puedo.

Oleg toma mi cintura meciéndome sobre él para después tomarme y regresar a la cama. Ninguno dicen nada porque nuestros cuerpos son los encargados de transmitir lo que sentimos.

Me ama... Oleg me ama.

Y tengo pavor de sus sentimientos porque no me creo capaz de corresponderlo, no sé si lo que yo siento es amor.

—Te amo.

Las palabras se repiten en bucle en mi mente.

Me ama.

***

Estoy de buen humor mientras Oleg me muestra nuestra base en México, es más grande que la subterránea de OFR, quizá hasta más grande que la base en Rusia.

Nos lleva algunas horas recorrer todo el lugar y cuando llegamos al edificio en el que se encuentra nuestra oficina los pies me duelen y considero que alguien deberá sobarlos.

Llegamos a nuestro piso y observo el escritorio muy bien adecuado fuera de nuestra oficina.

—Mi secretaria es Martina, pero si gustas podemos cambiarla. —me saca de mis pensamientos.

—Tampoco voy a explotar a los agentes, no quiero ser ese tipo de líder. —alza una ceja.

—Alessia, los vas a mandar a guerras y misiones altamente peligrosas y estás pensando en no explotar a Martina. —me encojo de hombros.

—Da igual, no explotaré a Martina por lo que ella será la tuya y yo conseguiré a una para mí.

Entramos a la oficina que es amplia y muy bonita. Seguimos hablando hasta que entra Martina con el rostro blanco.

—Superior, doctora —suspira—. Tenemos problemas.

La animo a continuar.

—Hemos recibido amenazas y piden un intercambio. —Oleg a mi lado se tensa.

Su mente empieza a trabajar, pero por mi parte solo aliso mi uniforme.

Estoy feliz y ningún maldito secuestro me va a joder.

—A quién tienen, cuáles son las condiciones, porque la captura y a quién quieren en el intercambio. —dispara las preguntas.

La agente solo tiene un iPad que nos muestra.

Mi tórax se aprieta cuando veo la imagen y Oleg es el encargado de reproducir el video.

¡No por favor, no! —grita la mujer siendo torturada.

Cierro los ojos con fuerza y me doy la vuelta escuchando el llanto en donde suplica piedad mientras las burlas de quienes la torturan no se hacen esperar.

¿Vez esto? Esto es por ti Carvajal. —Los vellos de mis brazos se erizan—. Si no quieres recibir sus restos te presentarás y pelearás por ella.

Mi respiración se agita cuando los gritos se intensifican. No sé si el video finaliza o es Oleg quien lo para, pero internamente lo agradezco.

—Tienen a la señorita Carla Carvajal. —repite Martina como si lo que escuche no fuera suficiente.

Me giro conteniendo todo y al hacerlo veo a Rustam entrar al lugar, seguido de Caleb.

—Como proseguimos...—alzo la mano callando a la agente.

Carsten tiene a Carla...

Mi hermana.

Debo ir por ella.

***

¡Spoiler!

—Siempre pienso que no puedo decepcionarme más, pero luego llega mi apellido y se superan entre ellos. —niego queriendo soltar lo que llevo tiempo callando.


¡Otro spoiler porque casi termina!

—Es una trampa. —Oleg me toma de brazo llevándome detrás de él.

Los pocos agentes que se quedaron con nosotros se ponen en posición de ataque, sin embargo, PODER no se inmuta. Un agente abre la bolsa y la respiración se atora en mi garanta.

—Mónica. —musito e intento ir a su lado, pero Oleg me lo impide.

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