Ambición.

By nickrespin

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La dependencia es un estado físico y mental al que Alessia se niega ser una adicta. Ella es un mujer que ha... More

♣ADVERTENCIA♣
Epígrafe.
Sinopsis
♣PRÓLOGO♣
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Extra Matías
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 12/2
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 15/2
Capítulo 16
Extra Javier
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Extra Vilma
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 32/2
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
EXTRA VYSHE
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Final
Epílogo

Capítulo 56

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By nickrespin

1. Yo te esperaba - Alejandra Guzmán.

2. Yo te extrañare - Tercer Cielo

Me gustaría que comentaran el capítulo, es una forma de ayudarme. Gracias ♥

Escucho lo que me dice el doctor Bastián y trato de ser fuerte, juro que lo intento, pero no puedo con la noticia.

No puedo...

Oleg aprieta mi mano que hace unos momentos beso y es él quien habla con el médico queriendo que haya alguna otra posibilidad, pero el resultado es evidente.

—No hicimos el procedimiento que se debía queriendo esa posibilidad que buscas, pero no cambia en nada la situación. —la frialdad con lo que lo dice me hace apartar la vista.

No es cierto.

Trato de convencerme, pero al escucharlos sé que no hay nada que se pueda hacer.

—Alessia. —veo al hombre que me llama.

Mantiene su rostro sin ninguna expresión, pero se encuentra rojo conteniendo mejor que yo lo que quiera que esté sintiendo.

Con sus pulgares limpia mis lágrimas que no me di cuenta cuando empezaron a salir, pero ahora no paran.

—Quiero estar sola. —exijo conteniendo el llanto.

Corre al médico con un grito y cierra la puerta con el pestillo

Llevo mi mano a mi vientre que se encuentra vacío... así como yo.

—Te prometo que haré pagar cada lágrima. —su promesa es un detonador que activa mi llanto—. Cada gota de sangre derramada será cobrada con creces. —besa mi frente aumentando el sentimiento de dolor y vacío.

Lloro, lloro como nunca he llorado desgarrando mis cuerdas bucales.

—¡Mi... mi, no hay nada! —me retuerzo sintiendo como mi vientre duele.

Duele, pero no se compara con lo que siento dentro. Siento el vacío que nunca podré recuperar, porque estoy malditamente rota.

Mis gritos son fuertes llevándose consigo mis ganas de vivir, intento quitar la intravenosa y me lastimo en el trayecto cuando esta se dobla.

—¡Para joder! —lo ignoro, porque no creo que pueda imaginarse el dolor que siento.

La agonía es un maldito martirio.

—¡¡Me mataron... me quitaron lo único bueno que podía tener!! —grito con el dolor atorado en mi garganta —. ¡Así que no me pidas que pare, porque simplemente no puedo!

Se me viene encima y me abraza para inmovilizarme y lo logra. Dejo salir todo lo que tengo retenido, lo lastimo, pero no se va de mi lado.

Nunca se va.

Entierro mis uñas en sus brazos cuando mis gritos no son suficientes para calmar mi dolor.

No me detiene y eso es otra puñalada que me mata, porque debería impedir que lo lastime, pero no lo hace, por lo mismo, en un acto desesperado me lastimo siendo consiente de lo que hago, pero no puedo... ni quiero parar.

—Los haré pagar, pero deja de hacerte daño. —gruñe y por mi parte niego acurrucada en su pecho.

Con una mano sostiene ambas mías y con la otra soba mi espalda pidiendo que me acomode.

No tengo nada, no soy nada...

Bajo mi vista viendo la bata manchada de sangre cuando los puntos se abren.

—Lo perdí...

—Alto, no sigas por ahí Alessia. —observo su rostro rojo.

No hay ni un atisbo de lágrimas a diferencia mía, únicamente puedo ver la frustración y el rubor que ha bajado hasta su cuello.

El color hace un contraste demasiado evidente con su piel blanca y el cabello rubio le cae en la cara. Es evidente que está bien, porque él no ha perdido...

—No quiero Oleg, no quiero más. —susurro haciendo que su cuerpo se tense. —Me estoy hundiendo y no tengo fuerzas para continuar.

No quiero continuar.

El dolor no se va y poco a poco siento también mi garganta arder por los gritos que no han parado.

—Muye oyubov, por favor. —las lágrimas no se detienen y sus palabras solo incrementan lo que siento.

No tengo cabeza para analizar la situación porque mi alma se está desgarrando.

Odio sentirme tan sensible.

Todo lo acumulado ha llegado al límite, porque siempre pensé que no tendría un punto de quiebre, pero ha llegado.

Me he quebrado... me han quebrado porque supieron llegar a mí. Encontraron mi punto de quiebre que hasta hace poco no sabía que podía existir.

—Me duele. —toco mi pecho. —duele mucho Oleg.

Me aprieta contra él.

Nos acomoda para que mis heridas no sigan empeorando.

—Sé que duele. —la barbilla me tiembla cuando nuevamente estoy siendo arrasada por mis pensamientos—, pero juntos podemos hacer que deje doler.

—No me entiendes...

—Si lo hago, porque sé que aunque nunca lo hablamos, ambos nos dimos cuenta de que lo necesitábamos. —las lágrimas empañan mi visión.

—No lo tenemos... no lo tengo. —niega queriendo que ya no siga, pero es imposible.

—Vamos a...

—¡No vamos a hacer nada, porque no hay nada que hacer! —grito y otra vez vuelvo a retorcerme en sus brazos—. Me duele y nunca dejará de doler, ¡Pero tú no lo entiendes!

—A mí también...

—¡A ti nada Oleg! Tú, no lo sabes nada. —lo interrumpo y esta vez si puedo levantarme de la camilla.

Me sostengo de la mesa cuando el mareo es inmediato.

>>No sabes, no sientes, y nunca lo sentiras porque la que lo ha perdido soy yo. —lloro—. ¡Yo perdí, no tú! ¡Alessia Carvajal ha perdido! ¡Grítalo a todo mundo y di que por primera vez a la invencible Alessia Carvajal, la han doblegado!

Vuelvo a llorar y me zafo de su agarre cuando lo siento tomarme de la cintura.

—No has perdido...

—¡Mientes! Eres un puto mentiroso, ¡Pero cómo vas a saberlo! —le grito sin importarme en lo más mínimo estar siendo injusta—. ¡Tú estás bien, pero yo estoy rota!

Puedo sentir las lágrimas empapando todo mi rostro, hasta pasar por mi cuello.

Se acerca empeorando la situación.

—¿Cómo podría estar bien si no te tengo completa? —niego sin creer en sus palabras—No estás bien, y por lo mismo yo tampoco lo estoy porque a mí también me...

—¡Cállate!

Estoy cegada y nada de lo que me dice logro razonarlo porque no dejo de pensar que lo único bueno que podía tener... no está y nunca estará.

—¡Largo! No quiero verte. —me abrazo queriendo protegerme y el gesto lo enfurece—. No quiero que me veas así Oleg... Por favor vete.

—No me iré. —establece y la firmeza con la que lo dice me hace temblar porque está para mí, pero no estoy segura de poder corresponder el sentimiento.

—No estoy bien Oleg. —digo en medio del llanto—. ¡No estoy bien y nunca lo estaré! ¡No quiero verte! VETE.

Boto las cosas de la mesa sin dejar de llorar.

La máquina que marca mi ritmo no deja de pitar y a las malas me desconecto de todo.

Perdí...

—¡Detente porque si no paras voy a sedarte! —amenaza y me detengo.

La traición no se hace esperar y lo encaro con mis pocas fuerzas. No sé que ve en mi rostro, pero sus hombros se ponen aún más rígidos.

Ni siquiera su nariz roja con la cara de culo me parece graciosa.

—No te atrevas, porque olvidaré que somos...

Me paralizo y doy dos pasos atrás cuando otro miedo se apodera de mí.

¿Ya no me querrá a su lado por esto? ¿No fui la mujer con cojones que él necesitaba? ¿Yo quiero siquiera seguir con esto?

Todo me da vueltas y el dolor de cabeza hace incluso que grite con más fuerzas.

—¡Alessia para ya!

Lo siento atrás de mí, pero aunque intente alejarlo no puedo, porque estoy tan débil que ni defenderme puedo.

No pude defenderme...

—Fue tu culpa.—lo señalo y este no duda en enderezarse—. Fue tu culpa gustarme tanto para hacernos llegar a este punto. —chillo.

Me deja nuevamente en la cama conectando la intravenosa nueva.

Lloro por otro rato más en lo que las lágrimas no paran porque ni siquiera lo intento, no sé cuanto tiempo pasa hasta qué logro tranquilizarme, pero los hipos y el temblor no paran.

Oleg saca algo de su bolsa y me percato de que es un bote de vidrio con un contenido azul. Llena la jeringa y me ve antes de inyectarla.

—Sabes lo que es, te lo inyecté en la playa. —aprieto los ojos y muerdo mis labios cuando el líquido entra en mi cuerpo—. Calmará tu dolor.

Respiro con pesadez antes de hablar.

—¿Qué te hace pensar que lo que fabricaste sanara mi dolor? —puedo ver que sus cejas se fruncen y su respiración se vuelve pesada—. Lo que tengo no se quitara nunca, así que es mejor que te alejes antes que mi dolor también te consuma.

Sigo hablando sintiendo como el dolor físico desaparece, pero no puedo dejar de derramar lágrimas en automático.

Suelto todo lo que tengo dentro mientras él se limita a escucharme sin inmutar palabra, pero como lo dije, no estoy segura en querer seguir.

—Vamos a salir de esto, te lo prometo. —no respondo y dejo de moverme

Oleg empieza a susurrar palabras en mi oído que me tiene llorando en silencio

No quiero este dolor en mi pecho.

Sus palabras me duelen porque son pocas veces o quizá nunca lo ha hecho y justo ahora, lo necesito más que a nadie y odio con toda mi alma hacerlo.

Los toques en la puerta nos sacan de nuestra burbuja y él se levanta furioso caminando a la puerta.

—¡¿Qué demonios están haciendo aquí?! —Me doy la vuelta cuando siento al menos diez pares de ojos.

—Superior, queremos saber como sigue la doctora.

—Le trajimos algunos obsequios. —señala Jiku.

El nudo en la garganta que minutos atrás se había calmado se vuelve a recargar y mis ojos no tardan en llenarse de lágrimas.

No puedo... no quiero.

—Alessia no verá a nadie así que largo de aquí. —ladra antes de cerrar con un portazo.

No ha dado dos pasos cuando escucho el fuerte azote, cuando arrancan la puerta, los gritos y maldiciones de Oleg no se hacen de esperar.

—¡Maldita sea respeten!

—Superior, estamos en alerta roja. —no me atrevo a dar la cara.

No quiero que vean a la inalcanzable Alessia Carvajal destruida.

—El Gobierno Italiano se dio cuenta de lo sucedido y porque fuimos nosotros quienes robamos los controles de las bombas nucleares. —se debate entre continuar o no—. Piensan que es el momento adecuado para cobrar venganza y es por eso que en el mercado hay una alta cifra de dinero por la mujer del Superior de OFR.

A Oleg no parece importarle porque los vuelve a sacar y pide que nadie se meta. Al quedarnos solos se vuelve a mí, quedando de frente.

Alzo el rostro para verlo y la seriedad de siempre ahora está sumado por algo que no se me apetece indagar.

—Debemos irnos.

Asiento sin que la nostalgia me invada porque esta vez no promete protegerme.

***

No pregunto nada al percatarme de que no nos dirigimos a ninguno de los lugares que conozco, sin embargo, al entrar a la casa en medio de la nada no puedo evitar que los recuerdos de lobos, incendio y más dolor se confunda con mi presente.

Estoy jodida.

Mis descansos de llanto solo sirven para observar el sitio en el que nos encontramos, pero luego recuerdo lo que paso y vuelvo a caer en el poso oscuro que consume mis pocas fuerzas.

No sé cuantos días pasan, solo sé que no he abierto la boca ni siquiera para tomar agua, me encuentro con una sonda en mis venas para que los nutrientes vayan directo a mis venas, porque la comida no es algo que me apetezca.

Mis momentos de lucidez son los que ocupa Oleg para acostarse a mi lado, a veces solo se queda en silencio, pero otras me pone al día informando lo que pasa en la base.

Como si eso me interesara.

Sé que Jiku me está buscando, pero él no dice nada y no sé por qué no ha tomado el caso de Pedro, porque ni siquiera eso quiero.

Carla ha llamado, pero él se encarga de dar evasivas que no me detengo a analizar.

También llamo Melany y aunque no dije nada ella se tomó la libertad de decirme como están las cosas en México, no me importo que Oleg escuchara mis planes, porque a estas alturas no sé si los voy a continuar.

No quiero nada.

***

Salgo de la ducha con la ayuda de Oleg que se encarga de que siempre este limpia, porque sabe que yo no pienso levantarme de la cama por mi propia cuenta. Me pone la ropa interior y al ver que como siempre no colaboro suspira cansado y toma un cepillo encargándose de mi cabello.

Pierdo la noción del tiempo mientras se encarga de mí y medio reacciono cuando me pide que me acueste para él posarse a mi espalda abrazándome mientras yo nuevamente me desmorono.

—Shh, no llores Alessia, ya no sigas con esto.

El nudo en mi garganta crece ante el sentimiento que no deja de consumirme.

—¿Qué te apetece hacer? Me dijeron que los pitbulls te extrañan. —cierro los ojos—. ¿Quieres que los traiga para ti? Puedo hacerlo si quieres.

Como cada vez que intenta hablar conmigo no respondo. Continúa insistiendo, pero al ver que no colaboro decide parar.

Escucho su respiración pausada y no puedo evitar hacer la acción que me vuelve a romper.

Llevo mi mano temblorosa a la suya y suavemente la deslizo de mi cadera en donde la mantenía hasta posarla sobre mi vientre.

Se tensa inmediatamente y eso es una puñalada que él sin saberlo me está clavando.

—Alessia...

Presiono mi mano sobre la suya para que se calle mientras mis ojos ya pican y mi nariz arde en anticipación. La canción se reproduce en mi mente, pero no puedo evitar querer compartirla.

Jamás fui tan feliz. —por primera vez desde que salí del hospital hablo, únicamente para cantar en un tono suave y pastoso, lo que tanto daño me hace—. Moría por sentir, tus piernecitas frágiles, pateando en la oscuridad, de mi vientre maduro.

Cierro los ojos cuando los recuerdos acompañan mi sufrimiento

Si mis padres no pudieron darme lo que como niña necesite, no significa que yo haré lo mismo con los míos, por lo tanto, si no me siento capaz de esa responsabilidad, no los tendré y ya.

Tengo las cosas claras, primero soy yo.

El cuerpo de Oleg a mi espalda tiembla, trato de voltear, pero me lo impide y sinceramente no tengo fuerzas para insistir, solo siento su respiración que es un asco al igual que la mía, pero no paro.

Soñar no cuesta, no, y con los ojos húmedos. —las lágrimas recorren mi rostro, mientas las palabras salen de mis labios con demasiado sentimiento—. Te veía tan alto, es más, en la cima del mundo.

Muerdo mi labio cuando un gemido de dolor abandona mis labios.

Los recuerdos de todas las veces que imagine que en mi vientre podía yacer un ser de ambos es una tortura.

—Repito, mi legado va a nacer en el mejor ambiente. —alzo el rostro—. Todo a su tiempo, porque no puede esperarse que alguien que viene de mí, obtenga menos.

—Alessia, por favor... no continúes. —lloro al escuchar su voz.

No puedo parar porque el dolor es más fuerte que mi y más fuerte que el hombre que me acompaña.

—Yo te esperaba, imaginando a ciegas el color de tu mirada. —a estas alturas mi llanto se confunde, pero el dolor está impregnado en la habitación—. Y el timbre de tu voz, muerta de miedo. —mi voz se quiebra. —Le rogaba al cielo que te deje llegar lejos, mucho más que yo.

Empapo la cama mientras continúo susurrando la canción que desgarra mi alma. Escucho que Oleg me pide que pare, pero no puedo.

Mi llanto no para.

De forma rápida me gira, sin dejarme ver su rostro, entierra el suyo en mi cuello mientras inicia una serie de caricias en mi espalda que me desarman.

—Yo te esperaba, y pintaba sobre las paredes de tu cuarto...

—Si mis tobillos se hinchan, que es algo que va a suceder, te tendré a ti para que me los sobes.

Me vuelve a pedir que pare, pero en su lugar continuo torturándonos, porque es una razón más que nos confirma lo que no podremos tener y por eso me desgarra el alma lo siguiente.

Hoy que te tengo, pido al cielo que me deje verte llegar lejos, mucho más que yo.

Me rompo, consiente de que nunca lo podré saber, porque me arrebataron la oportunidad incluso de intentarlo.

—¿Qué nos dice del hombre con el que se ha visto en los últimos días? ¿Se trata de su pareja sentimental? —Pienso en Oleg.

Yo te esperaba, y el espejo nos miraba mientras ya te amaba. —culmino.

Pero el dolor no se va, se queda conmigo y con la única persona que permito a mi lado. La dañada que quedo inservible soy yo, pero cualquiera que lo viera pensara que él también lo perdió.

Aunque sí, perdió la oportunidad de que yo fuera la madre de sus hijos, perdimos la oportunidad de serlo juntos.

Nunca fue una meta, pero sin saberlo es algo que quería... lo quería con él.

***

Observo como Oleg me quita el suero y se queda unos segundos viendo mi brazo con varios círculos morados.

—Me veo horrible. —mascullo sintiendo el ardor en mi garganta.

—Y aun así sigues hermosa, maldita Sumasshedshiy, aunque podríamos...

—No insistas, sabes la respuesta, así que es mejor que no gastes energías. —murmurro.

No vuelve a decir nada en lo que resta del día, trato de dormir, pero como siempre, son las pesadillas las que me lo impide y Oleg quien me despierta con la misma rutina y lo odio.

Odio que el dolor me esté consumiendo y que no sea capaz de nada.

El agua fría me despierta y me tiene tiritando y si o fuera por los brazos que me sostienen hace mucho me hubiera desplomado.

—Vete Oleg... ya no quiero seguir así. —trato de contener el llanto—. Déjame...

—¡Cállate! —ladra—. Deja de decir incoherencias.

Lloro ante el tono y él al percatarse se pasa los dedos por el cabello para después salir, pero al poco tiempo regresa.

—La eutanasia...

—Vuelve a decir una estupidez y te juro que seré yo quien te mate. —amenaza y cuando lo observo me percato de su molestia y de las ojeras bajo sus ojos—. No estás desahuciada, no inventes cosas. —se enoja.

—Pero ya no quiero sufrir...

—Entonces no lo hagas. —se estresa.

Lo ignoro cuando me deja en la cama y ni siquiera se molesta en vestirme, simplemente nos cubre con la sabana. Pasa mucho tiempo y ya no sé qué hacer, estoy desesperada, no quiero nada.

No quiero nada...

Vuelvo a llorar siendo el vacío, me pongo nostálgica sin saber como demonios irme.

La fatiga se apodera de mí empeorando la situación.

Oleg me da la vuelta y me visualiza antes de fruncir las cejas ante la desgracia que ve. No me gusta que me vea así por lo mismo, entierro mi rostro en su pecho con el sentimiento que no se va porque no pudo dejarlo ir.

La desesperación es mi peor enemiga y las pulsaciones en los puntos no ayudan. Cierro los ojos sin dejar de respirar pesado y trato de controlarme, pero no puedo.

Empeoro cuando empiezo a alucinar una casa con un enorme jardín en que yacen dos niños de un año, rubios y con unos ojos que me enamoran, así como el hombre que me besa la sien y me mantiene entre sus brazos.

Observamos a los niños y la sonrisa de mi rostro se ve tan real que por un momento me desconecto.

Las imágenes se distorsionan y me veo frente a dos cajas pequeñas. Lloro y dolor me mata al saber quienes son.

—No te preocupes mami, yo los cuidaré. —alzo el rostro viendo a otro niño de unos cinco años—. No llores mami, no me gusta que estés triste y ese señor la pasa mal a verte.

Giro el rostro viendo al lugar que me señala y veo a Oleg acariciando ambas cajas.

—¿Quién eres? —susurro.

—¿No te acuerdas de mi mami? Soy tu primer hijo. —me alejo sin saber qué decir.

El cabello negro y los ojos cafés se me hacen conocidas, pero me da miedo.

—¡Vete! —cierro los ojos queriendo que se vaya, pero su risa me confirma que sigue conmigo y el tacto de su mano me hace apartarme.

—¿Por qué no me quieres mami? ¿Qué tenían los otros niños que yo no tuviera? —lloro descontrolada.

Corro, pero la voz del niño me atormenta y me detengo cuando lo tengo frente a mí.

—¿Por qué mami?

—Porque tú fuiste producto de una violación, pero ellos. —veo las cajas—. Pudieron llegar a nacer en un lugar donde serían amados, pero nunca lo sabré...

Vuelvo a llorar con la culpa en mis hombros.

El niño me toma la mano y esta vez no me alejo.

—Entonces no tengo a nadie que cuidar mami, solo a ti.

—¡Alessia despierta! —siento mi cuerpo estar siendo sacudido—. ¡Maldita sea Alessia, deja de hacerme esto!

—Te lo dije mami. —se despide sacudiendo la mano.

Los temblores no paran hasta que abro los ojos confundida y veo a Oleg sobre mí.

—Mierda, ¿Estás bien? —me quedo en silencio y todo tiene sentido cuando lo entiendo.

—No. —susurro.

La imagen de esos niños no se va aumentando el dolor de lo que no tendré.

Los niños... mis niños... mis hijos.

Oleg me acaricia.

Nuestros hijos.

Ya no puedo, me estoy ahogando y no sé cómo parar hasta que la imagen de las cajas vuelve para torturarme.

Yo te extrañaré... Tenlo por seguro, fueron tantos, bellos y malos momentos, que vivimos juntos. —susurro.

La mano de Oleg en mi espalda se detiene.

Los detalles, las pequeñas cosas, lo que parecía no importante. —lo ignoro—. Son las que más invaden mi mente al recordarte.

—Ya basta Alessia.

Ojalá pudiera devolver el tiempo, para verte de nuevo, para darte un abrazo y nunca soltarte...

No puedo continuar porque Oleg toma mi barbilla y se apodera de mis labios. Las lágrimas acompañan nuestro beso porque también lo recuerdo a él.

En mi alucinación... él se veía feliz.

—¿Paso? —inquiere al separarse de mí.

No me atrevo a verlo a la cara.

—Creo que me pase esta vez... nadie murió.

—Te equivocas, morimos nosotros, porque nos mataron, y solo te estoy esperando para salir, porque esto no se quedara así.

No respondo, porque si me mataron... yo no quiero volver a vivir.

***

18 días después.

Pasan más días con la misma rutina, no como, no duermo, no me levanto por mi cuenta. Todo se resume a ser un muerto viviente que depende de bañarse del hombre que ronda por la casa.

—¡Tengo que hablar con Alessia ahora! —gritó Jiku por el móvil

—¡Me importa una mierda! Si ella o se ha comunicado contigo es por algo, deja de joder y limítate a hacer tu trabajo. —no me inmuté al escuchar su respuesta al otro lado de la puerta.

Me giré tratando de ignorar la conversación, pero no pude.

Esto se trata de su venganza, así que, o ella viene, o seré yo quien la saque de donde quiera que este.

Hubo más gritos, pero decidí hacerme la sorda con la conversación en el aire y no ha sido la única, porque mientras no me desarmo y finjo dormir puedo escuchar la desesperación de Oleg.

Se limita a gritar, exigir y ordenar, sale, pero no tarda más de cinco horas en volver y por mi parte vuelvo a cerrar los ojos para no preocuparlo.

Ya acepté lo que sucedió, en ningún momento ha dejado de doler, pero ya puedo pensar sin terminar en la tina cuando el shock me invadía y los recuerdos se sentían tan vivos que lo único que podía hacer Oleg es bañarme con agua helada.

Su compañía me ha servido, no voy a negarlo porque si no fuera por él hace mucho, yo ya no estuviera, porque no quería estar aquí...

Este es uno de esos días que Oleg ha salido y por primera vez desde hace un mes me levanto por mi propia cuenta.

—Vamos Alessia, eres más que esto. —me doy ánimos cuando mis articulaciones duelen por la falta de movimiento.

Camino con pesadez sintiendo mis ojos hinchados por las horas, días... sin dejar de llorar.

En el despacho de Oleg encuentro mi móvil y sin leer nada me voy directamente a mis contactos para hacer la llamada que con urgencia necesito.

Doctora... ¿Se encuentra bien? —paso por alto el tono sorprendido y aliviado del agente.

He tomado una decisión.

—No sé en donde estoy y el Superior ha salido y no volverá pronto. —suelto caminando con los huesos adoloridos al baño—. No te comuniques con él, habla con Caleb que rastreé mi móvil o que te diga donde estoy y ven por mí.

No espero una respuesta cuando ya he colgado.

Ignoro el espejo porque soy un desastre y me dirijo a la ducha y sin nivelar la temperatura dejo que el agua fría recorra por mi cuerpo llevándose todo lo malo que se pueda llevar.

Al terminar estoy más despierta que desde hace mucho y cuando cepillo mis dientes no puedo evitar que un nudo se forme en mi garganta cuando veo mis cremas corporales.

Aplico cada una en el orden correcto para sentir mi piel suave, al terminar paso por el espejo y tengo que respirar dos veces para no volver a derrumbarme.

En el espejo de cuerpo entero visualizo las primeras señales de mala alimentación. Sobre mi vientre se encuentran la marca de cuatro impactos de bala, incluyendo la de Alexander, una fue superficial, pero las demás me jodieron en gran manera.

Escuchar a Oleg es liberador y aunque en distintas ocasiones me ha pedido salir me he negado pidiéndole el tiempo que siempre me da, no sin antes darme una charla de todo lo que hago mal, pero me entiende y no me presiona.

Ya no más.

Mi reflejo me confirma lo que ya sabía... me estaba destruyendo. Estaba haciendo exactamente lo que quieren, me estoy entregando en bandeja de oro porque así como estoy soy un blanco fácil y no quiero serlo.

¡No voy a hacerlo!

He perdido peso, mi clavícula es más notoria y mi mandíbula se ve más perfilada. Las ojeras oscuras hacen que mi mirada se vea perdida... aunque en realidad es así como estoy, pero quiero salir.

Siento tanta rabia que quedarme en la casa no lograra calmar el vacío que nunca va a desaparecer.

Me pongo el albornoz, busco mi maquillaje del lugar en el que he visto que Oleg saca mi ropa y me acomodo.

—Estás destruida, pero no permitas que los demás te vean de esa forma, Alessia. —me reprendo.

Me siento frente al espejo mientras me empiezo a maquillar, incluyendo mis brazos con los moretes de todo lo que tuve conectado, al finalizar y ver la cama las ganas de tirarme no se hacen esperar, pero mis ganas de... de no seguir así son mi motor.

Doctora, la estaré esperando afuera. —dice el escolta cuando respondo la llamada.

—Bien

Entre toda la ropa que no sé en qué momento llego al guarda ropa encuentro mis camuflados junto a los de Oleg.

Lo tomo y debo ponerme un cinturón de Oleg para que no se me caiga. Me coloco uno de mis sostenes deportivos y mis senos sigue en su lugar, pero decido ponerme una básica negra porque en mi cintura se nota la perdida de peso y no es algo que quiera mostrar tan abiertamente.

Sin contar que las cicatrices me asquean.

Me coloco mis botas y cuando sujeto mi cabello siento como el diamante en mi dedo se traba en algunos mechones, eso me recuerda el momento en el que me lo entrego Oleg hace unos días luego de un ataque.

Trato de que mi respiración se regule, pero está vez fue un ataque fuerte.

Todo mi cuerpo duele y la única razón por la que no estoy tiritando de frío después de la fría agua que me saco del poso, es porque Oleg está a mi espalda abrazándome bajo las mantas que nos cubren.

—Ya no hagas esto Sumasshedshiy. —exige—. Ya no...

No respondo porque no sé como decirle que es algo inevitable y que no puedo evitar que el dolor me venza y que los recuerdos se apoderen de mi presente.

—No puedo Oleg... ya no puedo más. —me aprieta más contra él, sintiendo el calor corporal que desprende su cuerpo.

—No vuelvas a decir eso, maldita loca. —lágrimas de impotencia bajan silenciosas por mis mejillas.

No sé como se percata de eso, pero me gira y se detiene a contemplar mi rostro. Acerca el suyo y algo dentro de mí se enciende cuando son sus labios los que en besos limpian lágrimas que por su acción salen con más ganas.

—Nos estoy condenando, te estás encerrando conmigo, cuando no deberías. —murmurro.

—Estoy donde quiero y debo estar porque eso lo decido yo, no tú, así que no protestes. —entierro mi rostro en su cuello—. Sé que vas a salir, estoy seguro y es eso lo me mantiene a tu lago. No permitiré que nos destruyas, te lo prohíbo.

No respondo.

El tiempo sigue pasado en el que logro calmarme y cuando él se mueve finjo dormir con mi respiración pausada.

Lo escucho moverse hasta llegar a su despacho y después vuelve hasta posarse en el mismo sitió.

—Tengo algo para ti. —soba mi cabello.

Abro un ojo y me percato de que ha puesto un pantalón de pijama sobre su desnudes.

No quiero levantarme, pero su insistencia es insoportable por lo que me siento haciendo que las sabanas se arremolinen en mi cintura.

El cabello me cae a ambos lados cubriendo mis senos.

—¿Es tan importante como para interrumpir mis pocas horas de sueño? —finjo estar molesta.

No me dice nada, por varios minutos nos quedamos en el mismo lugar contemplando al otro mientras nuestros pensamientos son los protagonistas de la escena.

—Te necesito... a salvo y ni cuando estés conmigo quiero que te sientas desprotegida. —no digo nada, porque no se ha que viene esto—. Las mierdas son mierdas y ya y no estoy conforme sabiendo en lo que te convertirás cuando salgas de esto.

Sigo sin responder, porque no puedo decirle que nunca voy a salir porque no quiero hacerlo.

>>Eres una mujer fuerte... y aunque odie admitirlo ahora eres indestructible, porque se encargaron de destruirte desde tus cimientos, pero sé que vas a levantarte con unos nuevos. Nuevas visiones, nuevas metas y eso está bien, pero lo que está mal son los motivos.

>>No acepto y no concibo la idea de saber que te han destruido y que será el mismo dolor el que te hará levantarte para acabar con aquellos que te tienen así.

Me tenso porque sé perfectamente lo que vi.

—Adonde quieres llegar...

Me cayó de golpe cuando veo sacar el cofre que se abre con un clic y me muestra un... un anillo

—Mía tú, hoy, mañana y siempre Alessia Carvajal.

Mis ojos se llenan de lágrimas al recordar el complemento de esa frase cuando le dije que creía que estaba embarazada.

Me vuelvo a concentrar en el anillo percatándome de los detalles que lo hacen especial.

Lo que rodera el dedo es fino y se ve que de ahí salen dos serpientes delicadas que rodean la piedra.

—Oleg... ¿Qué significa esto? —la intensidad de su mirada es demasiado y tengo que apartarla para volver a lo que tiene en las manos.

Observo la A grabada en el interior y desde hace mucho suelto una sonrisa triste.

—Me encanta, es muy original de tu parte y más por mi inicial. —señalo.

Niega y entonces quedo más confundida.

—A de Ambición, porque eso es lo que eres. —me niego a verlo—. Eres la ambición hecha mujer y es esa ambición la que te ha llevado y te llevara a lo más alto.

Guardo silencio al saber que no podré volver a ser la mejor, eso es lo que más me duele de esta situación.

No volverá la poderosa e inalcanzable Alessia Carvajal.

>>La mejor doctora porque tu ambición nunca te permito ser menos en nada.

Me sigue diciendo por qué soy sinónimo de Ambición y cuando finaliza me doy cuenta de que por unos instantes me olvide de mi mierda.

"Eres mi mujer, porque no podías ser menos"

Las palabras se repiten con todo lo demás que llena el vacío que tengo por dentro.

—¿Y qué esperas para ponerlo? —estiro la mano y evito decir algo cuando una sonrisa aparece en sus labios.

Me encanta cuando sonríe, porque me siento afortunada de esos pequeños instantes.

—Sabía que aceptarías. —desliza el anillo en mi dedo y me quedo maravillada cuando la piedra parpadea.

—Auch. —me quejo cuando me pincha y después sale un holograma con toda mi información, incluyendo mis signos vitales.

La piedra vuelve a su color y todo desaparece. Alzo el rostro par ver a Oleg quien mantiene la sonrisa mezclada con algo más...

Arrugo las cejas cuando recuerdo sus palabras.

—¿Qué me propusiste que no escuche?

—Descansa, luego hablamos.

Nos volvemos a acostar y esta vez en lugar de pensar en mi miseria, trato de analizar cada palabra para entender.

No dejo de ver el anillo que brilla en mi dedo y el peso de portarlo es demasiado...

El cansancio me vence y no estoy segura de que su declaración sea parte de mi imaginación o si en verdad lo dijo.

Sacudo la cabeza y abro uno de los compartimientos de Oleg y saco varias armas blanca que me guardo.

Encuentro un arma letal y cuando observo las iniciales de Oleg no puedo evitar sorprenderme es entonces que me percato que todas las armas tienen... nuestras iniciales.

Las armas que he tomado tienen mis iniciales y la mayoría de las que no ocupo las suyas, hay otra arma letal en su escritorio y cuando la tomo me percato de que es la mía... con algunas modificaciones.

Tomo un suspiro antes de hacerme de valor del que carezco y salgo de la casa para encontrarme con el agente que se baja y me abre la puerta.

—Es un placer tenerla...

—No te he pedido que hables, limítate a hacer tu trabajo.

En el trayecto no puedo dejar de pensar en lo que me han quitado.

Duele, duele horrores.

Hace un mes no salgo, hace un mes perdí la oportunidad de tener lo que nunca existió, pero hoy decido salir. Ya fue suficiente de ser la víctima de mi propia historia, ya no quiero seguir consumiéndome.

***

Los agentes que me encuentro se quedan en silencio, saben del atentado, pero no del resultado porque a si lo exigió Oleg.

Supongo que solo es una parte de Vyshe quien lo sabe.

Martina ni siquiera me prohíbe la entrada cuando paso frente a ella, porque se encuentra con la boca abierta al verme.

—¿¡Cómo que no hay nada!? —la exasperación en su tono es lo primero que escucho al abrir las puertas de madera.

El lugar se queda en silencio mientras todo Vyshe y otros agentes me estudian, alzo el mentón mientras camino y me siento al lado derecho de Oleg.

Observo el sitio y me doy cuenta de que la aliada de Young Min ya no está.

Él me repasa y puedo ver la vena en cuello saltando, hay una pregunta en su mirada que por el momento no responderé.

Niega al saber lo que hago en el sitio.

—¿Estás bien? —susurra Iryna frente a mí.

Asiento sin verla mientras Oleg ordena continuar con la reunión en la que no debo estar y ahora sé por qué.

Mi cabeza empieza a doler, pero me controlo mientras me limito a escuchar de lo que hablan.

Controlo mi respiración al saber que siguen con lo del atentado.

Muestran grabaciones de las cámaras de seguridad en las que se muestra la persona que me disparo, sin ningún rasgo que logre reconocerlo, llega un momento en que desaparece del radar.

No. Puede. Ser.

Vuelven las imágenes al momento que abro el sobre y Oleg está ya alerta, pero en mi emoción no me percato de eso.

El sobre cae mientras Oleg me sigue jalando y saca su arma, pero estoy tan ida leyendo que no me percato de nada.

Estúpida, estúpida Alessia.

Mi respiración se corta cuando veo el momento exacto en que Oleg lleva su mano a mi vientre, cuando lee lo que le exijo. Tranquila Alessia. Bajo la mesa hago puños y a los segundos la fuerte mano de Oleg la toma apretándola.

Giro el rostro para verlo, pero él tiene la vista en la pantalla en el momento que se escuchan los tres proyectiles.

Respiro pesado y aunque las ganas de regresar a la alcoba y llorar me invaden, me controlo siguiendo con mi nueva sed de acabar con los que más me han hecho daño.

—¿Quién fue? —inquiere Rustam.

Me volteo encontrando su rostro rojo lleno de ira e impotencia.

—Sabemos que lo reconociste y si nos dices el nombre o lo describes podemos hacer esto más rápido.

Analizo sus palabras y la situación, estoy demasiado agotada como para entrar en una discusión, pero eso no evita que no quiero a nadie involucrado.

—Desde hoy seré yo quien lidere la persecución, cada dato que descubran pueden decírmelo o callar, porque lo encontraré yo, con ayuda, pero no de OFR.

La habitación se queda en silencio y el nudo en mi garganta crece cuando dejo de sentir el calor de su tacto.

—Le estás quitando el poder a nuestro Superior, la primera vez fue con lo de Pedro, pero esta vez es demasiado. —se molesta una agente.

—¿Tienes algún problema? —la enfrento.

—Mientras él no de órdenes, no acataremos las tuyas, te respetamos y te somos leales, pero no puedes suponer que...

—Déjennos solos. —corta Oleg a Sasha.

No muy conformes lo hacen y la mirada de Rustam me confirma que ignorara mis palabras.

Cuando nos quedamos solos me levanto de mi asiento dando los pasos que nos separan. Mueve su silla permitiendo que me siente en su regazo.

Lo abrazo enterando mi rostro en su pecho mientras mi fortaleza se quiebra y los ojos se me humedecen, pasan algunos minutos en los que no deja de acariciar mi cabello.

—Te escuché, al principio, pensé que fue una alucinación, pero tu mirada cambio, por eso sé que tu declaración si fue real... entonces fingí no hacerlo, pero escuche perfectamente. —suspira al saber de qué le hablo—. Yo también lo hago, aunque no me creas y mis acciones digan lo contrario.

Me separa de su pecho para verme a los ojos.

—¿Qué planeas?

—Sé quien fue. —confieso haciéndolo estremecer—. Moveré las fichas a mi modo, conoce a OFR, pero no sabe mis jugadas y será una ventaja porque...

—Te prohíbo que tengas un enfrentamiento. —parpadeo rápido, ahuyentando lo que ya no quiero que vea—. Haz lo que creas conveniente, mueve las fichas de tu tablero a tu antojo, pero recuerda que antes de tú hagas algún movimiento estaré yo.

—Entiendo tu punto y prometo no arriesgarme como te imaginas. —llevo mi dedo a sus labios cuando intenta hablar—. Utilizaré las herramientas que me brindas, con la condición de que ninguna información recopilada llegue a ti.

—Estás siendo injusta.

—Ya estoy cansada de fallar, no digo que contigo lo haré, pero entiéndeme tú a mí. Me han quitado...

—No eres la única a quien le arrebataron algo y cuando lo entiendas, cambiaran muchas cosas.

Sin decir, una palabra más me baja y sale dejándome sola.

Los pensamientos vuelven a mí, pero los alejo en la misma forma.


***

¿Comentarios? ¿Teorías?

¡Spoiler!

Ya le di el permiso de que trabaje con lo de Pedro, pero esto es demasiado personal. A ambos nos quitaron la posibilidad de ser padres, porque aunque Alessia piensa que solo es ella la afectada, se equivoca.

Yo lo quería con ella, me interesa ella, nadie más y con esto ambos perdimos.

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