Ambición.

By nickrespin

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La dependencia es un estado físico y mental al que Alessia se niega ser una adicta. Ella es un mujer que ha... More

♣ADVERTENCIA♣
Epígrafe.
Sinopsis
♣PRÓLOGO♣
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Extra Matías
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 12/2
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 15/2
Capítulo 16
Extra Javier
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Extra Vilma
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 32/2
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
EXTRA VYSHE
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Final
Epílogo

Capítulo 44

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By nickrespin

Pido perdón por la falta de Banners y de la respectiva canción, de lo primero tengo problemas con la plataforma y por lo segundo no me decidí, escuché muchas mientras escribía.

Si conocen alguna déjenla en comentarios.

Si comentan mucho prometo que les haré una maratón ♥


Alessia Carvajal.

Me levanto de golpe maniobrando para no botar mi copa, no hay rastro de burla o mentira en su rostro, pero me niego a aceptar sus palabras.

—¿Sabes qué? Muy bonito el almuerzo, las compras y la feria, te lo agradezco, porque sin saberlo es algo que quería. —confieso—. Pero eso no te da el derecho de hacer esto...

Callo porque aún no comprendo que gana él con decirme estupideces.

—No es mi intención mentir...

—Te detesto. —lo corto.

Dejo mi copa en la mesa mientras me abrazo a mi misma al saber lo que significa su declaración. Respiro varias veces para calmar mis nervios.

—He dicho que no te he mentido. —repitió sin inmutarse—. Sabes que no te...

—¡Te detesto por qué te creo! —grito y puedo ver la sorpresa. —Y no quiero creerte Oleg, porque eso significa qué. —niego.

No se ha levantado y desde el sillón me repara y analiza mis movimientos nerviosos que poco a poco se tornan desesperados.

¡No es cierto!

—Ven, te voy a contar algo. —me saca de mis pensamientos, pero vuelvo a negar.

No puede verme de este modo, sufriendo por algo que ni siquiera entiendo.

—En otro momento. —suspiro—. Tengo que irme...

—Alessia, no hagas esto. —muerdo mi labio—. No te tortures sin saber la verdad. —estira su brazo en mi dirección.

Lo veo por unos segundos y estoy tan cansada de que me mientan que por una vez en mi vida no quiero indagar por mi cuenta, estoy cansada de hacerlo, por eso no pongo resistencia.

Tomo su mano aceptándolo. Me jala a su cuerpo y me sienta a su lado.

Me empieza a contar cómo conoció a mi verdadero padre, a quien solo se le conoce como Belial, él junto a su hermana quien es mi tía Sofía son los fundadores de PODER, una organización a la cual Oleg ha hecho un juramento.

No me dice que tipo de juramento o lo que abarca, y tampoco insisto. Pasan algunas horas y sinceramente ya no sé qué pensar.

Odio a mi padrino, él lo sabía, y como todos me mintió, ahora más que nunca lo odio con todo mi ser. Él era de los pocos que conoció mi entorno, y lo que en realidad pasó esa noche y aun así siguió con la maldita farsa.

Me siento dolida, abandonada, rechazada y malditamente humillada, porque el hombre que tendría que amarme y cuidarme sin límites e incondicionalmente... simplemente me abandonó demostrando que no le importé, cuando solo tenía dos meses.

Y no sé si es peor saber que él me abandonó a esa edad, o mi madre al nacer.

Los odio demasiado.

Por eso no se debe traer hijos indeseados al mundo. Nadie merece sentir el escozor que siento en mi pecho.

—No puedo. —toco mi pecho al sentir como el aire deja de llegar a mis pulmones.

Las paredes se encogen a mi alrededor.

—Tranquila, respira con calma. —niego.

Da igual quien soy ahora porque nadie va a borrar el estorbo que fui y me sentí durante mucho tiempo, primero solo por Marta, pero ahora también sé que también lo soy para Belial.

¿Tan mala soy para que ni siquiera mis progenitores desearon cuidar de mí cómo se debe?

¿Tanto me detestaron para dejarme con alguien que no me cuido? No perdono a Marta por dejarme con Belial y no lo perdonó a él por dejarme con mi papá, sabiendo lo que él sentía por Marta.

Me importa una mierda, sus razones, yo no merecía su desprecio, yo necesitaba ser amada

—Solo era una bebé y...

Calmo mi respiración para no quebrarme, sin embargo, Oleg lleva sus pulgares a mi rostro quitando lágrimas que no me di cuenta en qué momento derrame.

—No te mortifiques con eso, aún puedes ser mi bebé. —parpadeo sin dejar de verlo y ahuyento las lágrimas para verlo bien—. Ya abrí la convocatoria y eres la única que aceptó.

Me quedo de piedra al saber que no lo alucine, si lo dijo y...

>>Una berrinchuda, caprichosa, orgullosa, loca, dramática, pero una bebé al fin y al cabo. —se encoge de hombros como si fuera lo más normal.

Creo que no se da cuenta de la magnitud que tienen sus palabras.

No cambió ni el tono, ni la expresión, no noto ninguna emoción reflejada en su cuerpo, pero eso no cambia lo que me hace sentir.

Sacudo la cabeza y alejó los nuevos pensamientos.

—Gracias, no era tu obligación, estás faltando a tu palabra con Belial, pero te agradezco que seas sincero—. trato de sonreír, pero me sale fatal y él rueda los ojos.

—Dijimos que no íbamos a ocultar nada si se trataba del otro. Solo cumplo mi palabra, no te emociones Sumasshedshiy. —bebió más Vodka.

Dice que no me emocione, pero ya es tarde porque mis pensamientos son un caos ante su postura. Suspiro continuamente tratando de recomponerme.

Me da más de lo que sea que me dio al inicio mientras nos mantenemos en silencio. Me pierdo nuevamente en mis pensamientos, pero esto es algo que no deseo que arruine mi vida.

Ni Belial, Marta, Sofía, Alex van a ser motivo de un sufrimiento que no se merecen, no merecen mis lágrimas, porque tampoco me merecen a mí.

Soy una mujer hecha y derecha, lo que paso hace años no debe afectarme porque no cambiaría nada.

Inicié mi día mal, como siempre trabajando, recibí dos amenazas de Rojo Sangre, con la primera tuve que abandonar el entrenamiento y pedí descanso en el hospital porque quería terminar el día, sola en mi apartamento antes de que llegara la hora del encuentro.

Sin embargo, Oleg, y todo lo que pasó esta tarde, han hecho este día menos desastroso. No quiero que termine mal, no quiero seguir mintiendo y tampoco quiero que piense cosas que no son.

Así que si él ya se sinceró, yo también quiero. Porque me nace serlo, no porque le deba algo.

—No lo hice porque fuera mi voluntad. —acepto y toda su atención vuelve a mí. —Sé que estás pendiente de mí, por lo que no hace falta decir que todo lo que me rodea se encuentra en peligro y no quería que tú lo estuvieras.

—Alessia...

—Déjame terminar, no me interrumpas. —ignoro los puños que hace.

Sabe lo que le voy a decir, y lo odia. Cada músculo de su cuerpo entra en tensión, tanta que temo por el vaso en su mano.

Sus venas resaltan y su mandíbula se marca, sus facciones endurecidas son algo siniestro y digno de admirar. Mierda, tengo que cerrar los ojos para lograr concentrarme y que el semental no nuble mi razón.

>>Desde que nuestra retorcida relación inició, fui consciente de mi papel como la amante. —sus pupilas se oscurecen de enojo—. Nunca tuve ningún problema con eso, no me sentía ni un poco mal. No conocía a tu prometida y saber de ella no me importaba, porque estaba bien con tu presencia.

No quiero pensar tanto, porque las contradicciones vuelven.

>>Si en algún momento nos cansábamos del otro, sabía que lo íbamos a hablar y terminarlo de la misma manera que lo iniciamos, pero fallé. —muerdo mi labio—. No te termine porque haya dejado de desearte, en ningún momento lo hice.

—¿Y por qué lo hiciste? —inquiere en un tono molesto.

—Por una tontería, ahora lo veo como eso. —acepto y suspiro con resentimiento—. Sin saberlo me dejé manipular por Carsten.

Cuando terminó la oración maldice y se levanta para pasar sus manos por su cabello. Su rostro se torna rojo mostrando su nivel de enfurecido.

—¿Por qué no me lo dijiste? Pude haber hecho algo, Carsten no tenía por qué intervenir, no tendría que haberte golpeado, ¡Joder!

Vuelve a mí y acuna mi rostro en sus manos. Me quedo quieta observando la profundidad de su mirada.

>>Nadie, pero escucha bien, nadie volverá a tocarte como lo hizo él ¿Entendiste? —tiembla de rabia.

—No quiero que estés delante de mí para evitar que me toquen y detener los golpes. —confieso—. Te quiero a mi lado para detenerlos juntos e impedir que nos toquen, porque yo tampoco tolero que te dañen.

Paso mi mano por su pómulo golpeado.

>>Odio verte lastimado. —revelé con un sin sabor.

—No es nada...

Trata de alejarse, pero lo detengo y sigo acariciándolo con demasiada fuerza.

—No me mientas, que no haya dolor no significa que a mí me duela menos, te tocaron, te dañaron y aunque no debería a mí también me duele. —admití y él abre grandes ojos, estoy segura de que deja de respirar por unos segundos ante mi declaración.

Se logra separar de mí sin dejar de verme, analiza mi rostro intentando encontrar en dónde está la mentira, pero no la hay.

—No sientas, no sientas por mí Alessia. —trago grueso.

—No puedo y no quiero intentarlo. —se rehúsa a escucharme, pero lo obligo—. Tú también eres intocable Oleg Bogdánov, y pobre de aquellos que lo hagan, porque nadie te tocará y podrá vivir para contarlo. —alzo el mentón.

Ya me cansé de fingir, odio las mentiras y con él no se me apetece ser una farzante.

—Esto no debía pasar. —asiento, porque eso también lo sé—. El dominio que ejercemos sobre el otro es delicioso, de una manera que no debemos.

—Lo sé, pero no es algo que quiera controlar.

—No lo hagas. —repitió.

—Sería como pedir que te alejes de mí y que me dejes con Rojo Sangre, cazando mi cabeza.

—Eso es diferente.

—No para mí.

—Alessia.

—Rojo Sangre está dañando a los de mi círculo, si fueras otra persona me daría igual, pero tú me has ayudado y no podía permitir que te dañaran.

—Jamás vuelvas a actuar pensando en alguien que no seas tú.

No puedo.

Trato de relajar los hombros.

—No te creas tan importante. —sonrío, pero él no lo hace—. Sin embargo, a pesar de eso, las cosas han cambiado.

Rueda los ojos he ignoro que me ve como si fuera una loca.

—Si, porque ahora sabemos que tienes que dejar de pensar en los demás. Que importa lo que quiera Carsten, que importa Rojo Sangre. Si quieres que nuestra retorcida relación continúe, así será.

—¿Te ofreces como tributo? —bromeo, pero sigue sin seguir mi ritmo.

Suspiro porque independientemente de lo que hayamos dicho, nuestra situación no cambia.

—Ya no hay mentiras y tampoco hay una relación retorcida.

Sus cejas se fruncen con enojo al no entender porque me niego a lo nuestro.

—Sigo sin comprender en dónde está el problema. —lo veo incrédula por el cinismo.

Tal Vez si me mentí cuando nuestra relación inicio.

—Te deseo mucho Oleg. —acepto—. Pero jamás volvería a ser la amante.

Retrocede con asombro e ira.

>>No podría, porque puedo desearte más que a cualquier persona, puede que este como una maldita loca obsesionada, no tengo moral y mis límites son inexistentes, pero eso no significa que seré tu amante para demostrar que no tengo escrúpulos.

—Nunca te pediría que lo fueras.

—Así se está sintiendo. —sonrío sin ganas.

—Interpretas mal mis palabras. —nos quedamos en silencio hasta que algo cambia en su postura—. ¿Por qué antes sí y ahora no?

La respuesta llega rápido o quizá siempre estuvo ahí y no la quise ver.

—Porque estaba confundida, te deseaba y no me importaba ser la amante, pero me equivoque, por mucho que te hubiera deseado, si Min hubiera estado presente en tu vida, después de lo que paso en el bar de Iván, no nos hubieras vuelto a acostar.

Y aunque cueste creerlo, es verdad.

—¿Por qué?

—Porque me amo demasiado y mi orgullo no me permitiría ser la otra. Me gusta el papel de ser la única y mientras ella no estuvo así fue, teníamos la etiqueta de amantes, y se supone que ellas son menos, pero yo nunca me sentí menos

Siempre me sentí orgullosa y feliz de que mi pareja sexual fuera Oleg, de hecho nuestra retorcida relación es lo más formal que he tenido y no habla bien de mí.

Eso es lo de menos.

Con Rubén todo fue un chantaje y con Axel compartíamos más que sexo, pero no es igual. Lo demás fue sexo esporádico.

—En ningún sentido fuiste menos. —hasta parece ofendido.

—Ese es el problema, no me sentí menos porque en ningún momento me sentí como la amante. Yo nunca fui ni me consideraba la amante, aunque lo era, Oleg.

Pasan algunos segundos en los que cada uno procesa la información a su manera, pero lo que no dejo de odiar es que me expuse.

Me expuse ante la única persona capaz de destruirme o ayudarme a buscar cada pedazo de mí.

—Lo entiendo. —alzo el rostro, queriendo encontrar algo que no me deje como si todo fue unilateral.

Acorto los pasos que nos separan y tengo que alzar el rostro para poder verlo y grabarme cada detalle.

—Por lo mismo ahora no lo seré. —tomo su mano entre mis dedos y puedo percibir su tensión.

—Fue mi culpa ponerte en esta situación, pero no cometeré el mismo error dos veces.

Acaricio sus nudillos provocando que su respiración se detenga, pero no me mira, su mirada se encuentra en nuestras manos unidas.

—Te extraño.—confieso

Se tensa, es la primera vez que lo verbalizo y no me siento asustada.

Su mirada rápidamente vuelve a mis ojos, incluso observo un matiz de algo desconocido.

—El sentimiento es genuino. —muerdo mi labio.

—Pero estás con ella. —sonrío.

—Pero no la amo, además...

—A mí tampoco. —lo interrumpo antes de que responda—. Y eso está bien Oleg, porque no lo necesitamos para que nuestro lado celoso y posesivo se active frente al otro.

Se inclina pegando su frente a la mía, su respiración es un cosquilleo que me derrite y me pone alerta.

—Me encanta verte en modo posesiva. —sonrío—. Pero no me estás entendiendo.

—No quiero...

Su móvil suena y aunque lo odio no digo nada cuando se separa para colgar. 

No se que decir y él al verme callada sonríe aumentando mi nerviosismo y confusión.

Como me encanta su maldita sonrisa.

Vuelve a llenar nuestros vasos de alcohol y ya puedo empezar a sentir los efectos. Odio mi pésima tolerancia. 

Carraspeo trayendo devuelta su atención a mí, como debe ser.

—Las cosas están claras Oleg, tú estas...

Su móvil vuelve a sonar y mi sangre hierve al ver que es Min.

—¿Yo que? —ruedo los ojos cuando vuelve a colgar.

Abro la boca, pero opto por callar y seguir bebiendo ante la insistencia.

Me estresa.

—¿Qué diablos quieres? —responde molesto—. ¿Y a mí eso qué me importa?, no es mi problema que no puedan conducir, si tienen accidentes no es mi problema.

Me alejo un poco para darle privacidad, pero su mano toma la mía y me acerca a él.

Mis mejillas se encienden cuando deja un beso en mis nudillos, su ceño está fruncido, pero la acción me distrae.

>>No soy su puto medico, ¿Qué no saben en donde es el hospital? —con su pulgar acaricia mis nudillos, pero lo único que causa es que mi ritmo cardiaco se dispare.

Nunca ha sido de este tipo de gestos, y desde que me lo encontré esta tarde todo ha sido, bonito...

Por lo poco que mi tonta mente logra procesar es que Rustam y Yuri han tenido un accidente.

¡Mierda!

Me suelto de su posesivo agarre y le hago algunas señas exageradas con las manos, lo que provoca que arrugué las cejas molesto. Cuelga para darme su atención.

—¿Aparte de loca, ahora también con síntomas de mono?

—No idiota, porque pones tantas trabas, tu amigo y tu sobrino acaban de tener un accidente.

—¿Y?

—Como que ¿Y? Muévete. —Lo empujo.

—Alessia, si captas que estamos teniendo una conversación.

—Puedo esperar...

—Claro que no, ¿Crees que no me iba a dar cuenta? —me tenso.

—Lo sabes. —susurro.

—Felices 25, doctora Carvajal.

No me deja responder cuando ya me ha tomado de la cintura para pegarme a su cuerpo y estampar sus labios contra los míos.

¡Demonios! Qué delicia.

Es el mejor puto regalo que he recibido, de hecho es el único, pero no importa.

Llevo mis manos a su cabello para profundizar el beso, él no pierde tiempo y sin separarse me tomó de los muslos para levantarme.

—No... —enrollé mis piernas en su cintura. —No debemos...

Camina hasta el sillón y me tumba en él. Vuelve a besarme y a estas alturas no sé quién es el que más lo desea.

—Pero si lo queremos, que importa el deber. —murmulla.

Niego, pero mis ganas de él son mayor, siento su erección y todas mis alarmas se encienden.

Lo quiero, pero no debo.

No voy a ser la amante.

Lo deseo, pero deseo más...

—Te deseo, quiero tener sexo... —besa mi cuello—. Bueno, quiero tenerlo contigo, pero eso no significa que... —gimo.

Acaricio su cuello sintiendo como se excita ante mi toque.

—Si lo quieres, lo tendremos. —Su tono exigente me prende.

—No vamos a follar Oleg. —advierto.

Lo siento suspirar y removerse para quitarse.

¿Qué? ¡Aún no!

—Te odio maldita Sumasshedshiy. —susurra, pero antes de que se levante lo tomo del cuello.

Si va a ser el último tiene que ser inolvidable. Muerdo su labio y vuelvo a besarlo hasta sentirlos arder ante la ruda y mojada fricción.

Mis bellos se erizan cuando mete su mano bajo mi blusa, y acaricia mi vientre lentamente con sus yemas. Sin quererlo vuelvo a gemir.

—No quiero, no así... —me besa.

Llevo mis manos a su espalda y las introduzco dentro sintiendo su piel arder. Mis uñas se incrustan en su piel, eso le provoca un jadeo y moverse más duro contra mí.

Sonrío en sus labios, pero la borro cuando estruja mi seno de una forma deliciosa.

—Cuidado Sumasshedshiy. —advierte sin dejar de tocarme en todo lo que puede.

Mis uñas vuelven a recorrer toda su espalda con desesperación al sentir los espasmos.

Me gusta más de lo que en algún momento voy a admitir.

Me separo de sus labios y lo escucho gruñir, pero se calma cuando paso mis labios a su mejilla, dejando una serie de besos húmedos hasta llegar a su barbilla. Respiro su aroma y siento que me derrito.

No sigas Alessia, te vas a decepcionar.

Llego a su cuello y sin importar las consecuencias beso, lamo, muerdo y chupo en distintos lados. Gime apretando con fuerza mis muslos.

Se restriega en mí y sé que ya es suficiente.

Lo empujo con demasiada fuerza y este cae al suelo al tomarlo desprevenido. Trato de calmar mi respiración y cuando entiendo lo que he hecho suelto una carcajada que se escucha en todo el lugar.

—Loca, demente, desquiciada. —sigo riéndome y me asomo para verlo tirado.

Tiene los ojos cerrados y muerdo mi labio al ver la potencia que guarda sus pantalones.

—Hace calor, tu cuerpo sobre el mío no era una buena combinación.

—No me digas. —gruñe.

Vuelvo a acostarme sin perder la sonrisa, lo escucho levantarse y buscar ciertas cosas.

A los segundos vuelve al sillón y levanta mis piernas para sentarse y ponerlas sobre sus muslos.

Abro un ojo y lo veo mal al ver que tiene documentos en sus manos.

—Oye, es mi cumpleaños. Está completamente prohibido trabajar. —trato de quitárselos, pero es más rápido y posa una mano en mi frente. —Quita la mano idiota.

—¿Confías en mí? —dejo de forcejar.

—¿Qué?

—No voy a repetirlo.

—Tengo a varios psicópatas siguiéndome, me dijiste quien es el bastardo de Belial, me escuchas sin juzgar y aun dudas de si confío en ti. —finjo indignarme—. Creo que no estamos en la misma página Bogdánov.

—Muy bien, firma esto. —me da los documentos.

—¿Qué? — retrocedo, pero sujeta mis piernas para impedir que me baje—. Oye, tengo mis negocios, no voy a darte nada.

—Alessia. —se irrita.

—Es el acta prenupcial, porque quiero bienes por separado. —me mira atónito—. Estoy bromeando. —sonrío.

—Jamás firmaría un acta prenupcial con bienes por separado.

—¿En serio? Ten cuidado porque puede haber alguien que te quite todo tu...

—No desvíes la conversación.

—Claro que confío en ti. —ruedo los ojos—. Dame eso.

Le quito los papeles y sin leer una sola palabra estampo mi firma y cierro el documento antes de que me arrepienta.

>>Solo quiero aclararte que aunque estoy un poco ebria, si soy consciente de lo que hago.

—Lo sé, de otra manera no te lo hubiera dado. —asiento en comprensión.

—Dejaremos el misterio y me dirás que demonios acabo de firmar.

—No.

Se levanta y deja caer mis piernas, vuelvo a reír y confirmo que me gusta su compañía, no follamos y está bien, todo está bien.

—Fue perfecto. Gracias.

Siendo las 11 de la noche aún no me he ido de su casa, es acogedora y me gusta.

Hablamos más y es agradable el solo hablar de lo que queremos, metas y aspiraciones que ambos tenemos, se siente bien. Ni siquiera cuando la ropa abandona nuestros cuerpos y estos se funde en uno solo se había sentido así de íntimo.

Íntimo...

Las palabras rondan mi mente y se detienen en el hoy y en que no quiero a futuro.

—Quiero que hagamos una promesa. —hablo antes de arrepentirme.

Aparentemente, ya no hay mentiras y la paz que siento no la quiero arruinar.

—No te aproveches.

—Va a gustarte, te lo prometo.

—Te escucho. —responde con un poco de interés.

Sonrío y le cuento lo que quiero que sea nuestra promesa. Lo piensa por un momento y siente. A estas alturas no me importa que sea tan frío cuando de palabras y emociones físicas se trata.

Está bien así.

Sellamos la promesa con una mirada que dice mucho, incluso más de lo que hemos prometido.

30 segundos.

***

—Tengo que irme. —informo al ver la hora, debo admitir que no me esperaba que los sueños de Oleg fueran tan profundos, sus metas un poco drásticas, pero si lo unimos con lo que yo le comente sin duda causaremos un completo caos.

No me pide que me quede y sé que es lo mejor porque no podría.

—Te llevo. —se levanta para ir a tomar las llaves.

—No es necesario, ya le hablé a Tyler y está afuera. —arruga las cejas.

—No era necesario. —ya está molesto.

Bien, me sirve para que no me siga. He retrasado el encuentro, pero sé que si no voy, él cumplirá la promesa y dañará a Carla.

Tiene mucha seguridad, pero tengo que terminar esto de raíz, confío en Oleg, pero no lo quiero involucrar. Esto es mío y si dice que me quiere dar las herramientas que necesito... pues cuando se entere se dará cuenta de que quedándose al margen también me ayudará.

—Si lo es. Puedes descansar algunas horas, pero si no puedes tal vez una visita a los que se accidentaron estaría bien.

—Yo no recibo órdenes. —se cruza de brazos.

—Es una sugerencia. —veo mi reloj. —Tengo cuatro horas antes de presentarme al cuartel, así que yo si descansaré. —miento.

—Vete.

No alargo las cosas y salgo de su casa, Tyler está afuera y le pido que me lleve a mi apartamento, lo hace y lo mandó a dormir prometiendo que nos iremos temprano así que puede irse a descansar.

No lo duda y así lo hace, pero lo único que hago es tomar una ducha para que la ebriedad se vaya, tomo una pastilla y mucha agua. Me visto completamente de negro y me hago una cola para que el cabello no me moleste.

Voy armada en cada parte de mi cuerpo.

Apago las cámaras así como Nikolay me lo enseño y salgo de mi apartamento en busca de mi auto.

Tengo mucho de no usarlo.

Recibo el mensaje con la ubicación y manejo rápido hasta llegar a una de las zonas más solas y peligrosas de la ciudad.

Guardo muy bien mis cuchillos y cuando veo al hombre que me espera me bajo y camino rumbo a él.

—Así que tú eres la maldita rata que va a traicionar a Rojo Sangre. —solté al verlo casi en la penumbra.

Algunas lámparas están arruinadas y la luna no está a mi favor, pero aun así puedo detallar sus facciones.

—La perra de OFR. —Su acento es raro y desconozco de donde puede ser.

—Perra si, de OFR no.

—Da igual, ¿Tienes lo que te pedí? —le tiro los documentos falsos para ganar tiempo. —¿Qué mierda es esto? No juegues conmigo Carvajal.

—Me pediste el antídoto de EBÓSIL, pues esas son las fórmulas, que seas un inepto, al igual que tu maldita organización no es mi problema.

—No me retes, maldita perra. ¿Qué me asegura de que no me quieras ver la cara? —sonrío.

—Tenemos un trato, el antídoto a cambio de que me des la ubicación de todos los lugares que domina Rojo Sangre, así que dime, ¿Qué me asegura de que no me darás direcciones inexistentes?

Alzo el mentón y me pongo alerta cuando da dos pasos hacia mí.

>>¿Y si esta es una trampa y en realidad no vas a traicionar a los tuyos? Las de perder las tengo yo y aun así tengo los ovarios de enfrentarte. Sé los riesgos que corro, pero no me importa, porque ya estoy harta de que quieran joderme.

Visualizo movimientos atrás de él, y es la confirmación de que no está solo.

—Jamás imaginé de que los perros que te siguen te dejarían sola. —sonríe—. Y soy un hombre de palabras, así que aquí tienes.

Me tira los documentos que agarró en el aire y los guardo sin verlos.

>>Pero no hablamos en cuanto tiempo te dejaría libre.

Y lo anticipé.

Antes de que lleguen a mí sacó cuatro navajas y con mi perfecta puntería se las lanzó justo al pecho a los hombres que venían por mí.

Trago grueso para que la culpa no me domine en estos momentos.

—Sí, creo que hay que jugar antes. —sonrío, pero el hombre frente a mí no se intimida ni parece sorprendido por lo que acabo de hacer.

—Juguemos a los roles, yo el secuestrador y tu la víctima que al final termina con Síndrome de Estocolmo. —saca su arma al ver que yo saco mis navajas.

—Púdrete. —siseo.

Saco la única arma que puedo manejar y lo apunto, no retrocedo camino en su dirección y al final lo hacemos en círculo sin dejar de apuntarnos.

—¿No eras la perra de las navajas?, cuidado y no se te dispare. —se burla.

Siento más ojos sobre mí, y me percato que es una distracción porque hay más hombres con él. Todos me apuntan y es por eso que se encuentra seguro.

Guardo mis navajas para después y saco la glock que ni siquiera está cargada y con esa lo apunto a él y con la otra a uno de los hombres.

—¿Quieres ver lo que mi arma puede hacer? —inquiero.

—Nada que la... —aun sin dejar de verlo disparo.

Los gritos y estragos son inmediatos. El hombre se tensa cuando los demás, le dicen su situación.

—Conoce los alcances de lo que manejo. —me gusta saludar con el sombrero de Oleg—. Un arma letal que no tiene una cura, si te da miedo EBÓSIL, pues prepárate porque esto es peor.

Las maldiciones lo alertan, por eso no me pierde de vista aunque sus compañeros se lo exigen.

>>Muerte lenta y dolorosa. Una de las peores torturas he de admitir. —me divierto.

—¡Se está muriendo Mark! —grita uno de sus hombres.

—Puedes ir a verlo, es más, te exijo que lo hagas. —lo apunto con esa arma y lo obligó a caminar.

Se tensa y sin darme la espalda camina donde los gritos se hacen más nítidos.

Algunos hasta ni se acercan por miedo y eso me da una grandiosa idea.

—Tócalo. —ordeno, niega y cuando se acerca para desarmarme le disparo a otro—. Tócalo.

El silencio del lugar ahora se ha fundido en un coro de gritos, súplicas y perdón a su creador.

—Te van a matar, maldita perra.

—Me gusta alargar mi destino, porque no es la primera vez que lo estoy cara a cara con la muerte. —lo vuelvo a apuntar y sonrío al ver la capa de sudor en su rostro—. ¡Tócalo!

Le disparó a un tercer sujeto, pero me estoy cansando de tantos gritos y quiero acabar de una vez con ellos, así que...  antes de hacerlo el tal Mark lo toca y sonrío al ver su cara de sufrimiento cuando la electricidad se pasa.

—Los miles de voltios matándolo desde adentro son un plus, porque el veneno es lo que en realidad te mata. —informo—.  Si no lo soltaste en el primer segundo no lo harás más.

—¡AHHH! —lo confirma cuando la fuerza de atracción se lo impide.

—¡Maldita perra! —me toman desde atrás, me desarman y me apuntan.

—Muy bonita la función, pero te hace falta calle, si vas a torturar que sea en tu zona y si vas a matar no juegues con tu presa.

—No te atrevas. —siseo.

Golpea mis rodillas y me hace caer, meto mis manos, pero antes de que tenga el control absoluto sobre mí, saco otra navaja y se la entierro en su pie con demasiada fuerza.

—¡Ahhh! ¡Perra hijueputa! —escuchar el crujido me llena.

Ya no veo con claridad, ahora todo es rojo y negro, no razono, ni pienso en consecuencias.

Solo me deshago de los que puedo, me lastiman, pero la adrenalina del momento me ciega.

Cada maldita navaja se clava en sus pechos.

—¡Hoy si te mueres! —Un tipo gordo viene a mí.

Salto a su cuerpo y lo degolló sintiendo la sangre llenar mis manos, antes de que toque el suelo me alejo y sigo jugando con la efectividad de mi pulso y la letalidad de las armas blancas que tanto me encantan.

Cuando se me terminan me voy a los golpes, recibo los que no alcanzo a esquivar y los devuelvo con mucho odio.

Estoy frente a muchos de Rojo Sangre y nada va a detenerme.

—¡A mí nadie me daña cabrón de mierda! —lanzo puños, patadas y no sé cómo no me he cansado.

Porque sin siquiera imaginarlo ahora lucho con tres grandulones.

Mierda, esta no soy yo.

La Alessia que conozco no puede ponerse a este nivel.

—¡Ríndete, maldita perra! —le doy un codazo en su ojo mientras pateó el estómago del otro y cubro mi rostro del último.

No hay cansancio, solo adrenalina.

Caigo al suelo y encuentro el arma de alguno, solo espero y las de ellos si estén cargadas.

Los gritos me han ensordecido y aunque no hay gente cerca, con el escándalo no tardan en venir y no pueden verme.

La prensa me comería viva y no habría escapatoria.

—¿Algo que decir antes de morir? —grito mientras llevo el dorso de mi mano a mi boca para limpiarme la sangre.

—¡No...! —disparo.

El peso del arma desestabiliza mi puntería por lo que le doy a su hombro.

Suelto más tiros al aire, no le doy donde quisiera, pero son los suficientes para matarlo los otros corren con la misma suerte.

—Mierda. —susurro cuando me lastimo con el arma.

Esto si es agotador y me estresa no poder manejarlas porque me resta.

—Al parecer alguien no puede usar armas. —me giro al hombre que se burla y el color de mi rostro me abandona cuando lo veo con mi arma letal.

—Pero con lo que no cuentas es que lo que tienes en tus manos, es mi arma, por lo tanto, solamente la sé utilizar yo. —miento, pero no es mala idea—. Tiene mi huella dactilar en el gatillo, así que dime quien está en desventaja.

Siento algo recorrer mi frente y no quiero ni pensar en lo que eso significa.

Alzo el arma apuntando su pecho.

—Esto es por mi hermano y por todo lo que me han quitado. —disparo.

Un solo tiro, certero y mortal.

Me vuelvo a golpear y maldigo, me acerco al último tipo y sonrío cuando veo que apunte al corazón, pero le di en su frente.

—El orden de los factores no altera el producto. —me encojo de hombros. —Auch.

Me quejo cuando me doy cuenta de que me hirieron la pierna y me cuesta caminar.

—Bueno, no importa. —no cojeo.

Camino a tomar mi arma mortal, y la glock que traje. Me acerco a cada hombre y recojo las navajas porque tienen las iniciales de la organización.

Lo guardo en mi auto y marcó el número de mi Sensei.

—Faltan 5 minutos para que empecemos, si es una llamada para avisar que no llegarás desde ya te digo que lo tienes prohibido y te iré a traer de tu hermoso cabello azabache si no vienes.

—Si iré, quizá un poco tarde, pero lo haré. —lo escucho bufar—. Tengo algunas dudas existenciales, ¿Cómo se deshace de cadáveres de forma rápida y eficiente? —sonrío de lo absurdo que suena.

—Para esas dudas está You Tube.

—Es urgente. —deja de reírse.

—¿Qué demonios hiciste? ¿Dónde está tu seguridad? —muerdo mi labio—. Aless.

—Lo siento, pero es urgente. —repetí.

—¿Cuántos son? —observo a mi alrededor y hago una mueca.

—No lo sé, varios.

—¿¡Mierda, qué demonios hiciste!? —Los hice pagar—. Ya localicé tu ubicación, en unos minutos llegarán los agentes, que se desharán de ellos. ¡Vete de ahí en este momento! —cuelga

—Qué mal Sensei, no cubres mis desastres. —Veo a mi alrededor—. Hay que facilitar el trabajo. —susurro.

Por los siguientes minutos me encargo de jalar los cuerpos al sitio donde están las cuatro personas que murieron por el veneno, termino con dolor de espalda cuando se crea una montaña de cuerpos.

—Buen trabajo Alessia, los agentes se alegrarán de no irlos a buscar a todos lados.

Con una sonrisa en mi rostro vuelvo a repasar el lugar lleno de sangre. Mi vista termina en la montaña de cadáveres y...

Quedó en shock al saber que yo lo hice.

¡Oh por Dios!

Llevó las manos a mi boca.

—Yo los maté.

Oleg Bogdánov.

Observo como la loca desaparece por la puerta y antes de pensar en sus palabras me encierro en el gimnasio. Golpeo el saco de boxeo tantas veces hasta romperlo.

Muerdo mi labio lleno de ira y desconcierto.

Aun así no me siento satisfecho porque sus palabras siguen rondando en mi mente.

Te tocaron, te dañaron y aunque no debería a mí también me duele.

No, no quiero esto. No es bueno, pero aun sabiendo la catástrofe que puede pasar no quiero retroceder, no quiero dar un paso atrás porque no concibo la idea de perderla.

Es tan enfermizo que cada vez la desee aún más. Una maldita obsesión que no quiero curar, porque hacerlo significa distancia y no lo proceso.

—No quiero molestarte, pero hay algo que tienes que saber. —me detengo ante las palabras de Ryan.

—¿Qué quieres? —bebo agua.

—La agente Min pregunta por ti y nadie le dio la dirección de su casa, así que se ha metido en su oficina a buscarla. —cada palabra me enoja aún más.

—Dile a Adrián e Iván que la saquen. —me dirijo a mi cuarto—. Y localiza a Martina. —cuelgo antes de obtener una respuesta.

Me baño y me pongo el uniforme en poco tiempo, subo a mi auto para dirigirme al cuartel. Al llegar recibo buenas noticias del equipo de Iryna.

—Te estaba buscando. —me interceda Yuri.

—No tengo tiempo. —paso de largo.

—Aprovecharé que mi padre está en coma para ausentarme. —me detengo y giró para encararlo.

—No puedes hacerlo, él está en estado vegetal, pero tu compromiso es conmigo. —tiene un esparadrapo en la frente y recuerdo que ha tenido un accidente—. Tienes que seguir entrenando a...

—La Doctora, lo sé y precisamente mi viaje tiene que ver con ella.

—¿Te mando a hacer algo? —arruga las cejas.

—No y si lo hiciera tampoco lo haría, porque al único que manipula es a ti.

—No lo hace. —gruño.

—¿No? Y que significa que ayer la hayas seguido, curiosamente ninguno regreso, aparte que Caleb tuvo que llamar a Sasha para que lo fuera a recoger. Cuando vino estaba indignado y le dijo a todo el equipo Vyshe de que lo dejaste por ella.

Hago puños y mi mandíbula se tensa ante su indiscreción.

Pienso que alguien merece un buen golpe.

—Nada tiene que ver. —aseguré—. ¿Adónde iras?

—La visitaré así que necesito que me des los documentos de lo que quieres para Aless. —asiento. —Tengo mucho que contarle a Ágata.

No respondo, vamos a mi oficina en la que los dos agentes que mande para que sacara a Min están sudados.

—Oleg, lo siento, pero ella...

—¡Fuera de mi vista! —acatan la orden.

Mi móvil vuelve a darme la alerta, una que viene sonando desde hace unos minutos, pero así como antes también la ignoro.

Entro a mi oficina y me percato del lugar donde metió las manos Min.

—¡Ayúdame! —grita con lágrimas en los ojos.

Desactivo el sistema para que ella pueda sacar su mano de la gaveta. Al hacerlo puedo ver la sangre que corre de su muñeca.

—Vaya, unos minutos más y te corta la mano. —comenta Yuri; sin embargo, ella por orgullo no responde.

Se levanta echando humo.

—Al parecer, nuevamente me tengo que encargar de algunas putas quita marido. —grita al ver mi cuello, pero no se detiene. 

A su paso va dejando sangre y me estreso al verla.

—Eres un completo... —se detiene—. No sé cómo llamarte, mira que poner este tipo de sistema, ¿Qué es lo que guardas?

Me acerco y puedo ver los pedazos de la fotografía que yo mismo rompí, el labial rojo que dejó en mi auto y otros documentos.

—Nada relevante. —bufa.

—Si claro y por eso permitiste que tu prometida estuviera a punto de perder la mano cuando lo pudiste desactivar desde tu móvil cuando te cayó la advertencia.

Lo ignoro y le entregó los documentos de lo que quiero y hará ella.

—No es mi prometida.

—Desde... ahora entiendo por qué tanto drama. —su mirada viaja a mi cuello—. México tiene la ¿Suerte o desgracia? De ser hábitat de mosquitos chupa sangre.

—No es tu problema.

Ya no sigue hablando porque recibe una llamada. No le presto atención, pero arrugo las cejas al ver que su sonrisa se borra y el color desaparece de su rostro.

—Que se supone que tienes para atraer a locas. —empieza a hacer llamadas.

Voy a mi escritorio a verificar que todo esté en orden mientras él no deja de dar órdenes para que los agentes limpien, no sé qué.

>>¿Te quedas o vienes? —Lo ignoro. —¡Qué bien! Te la coges y cuando hace una masacre la dejas.

—¿De qué demonios estás hablando? —me estreso.

—De que Aless está en territorio de Rojo Sangre y ha hecho una...

—¿Qué? —lo tomo del uniforme—. ¿Dónde se metió está vez?

Me da las indicaciones y no espero al equipo, me voy antes y solo puedo imaginar la manera en la que la haré pagar.

Parece que no le quedaron claras las cosas, sigue con lo mismo de estar exponiéndose.

Maldita Sumasshedshiy.

Bien puede mandar a que hagan el trabajo sucio, pero no, es a ella la que le gusta estar cara a cara con ellos.

Por los siguientes minutos me paso maldiciéndola a diestra y siniestra. Sin saber cómo tomar esto. A los pocos kilómetros la veo.

Está llena de sangre cojeando y  hablando sola como la loca que es.

Me bajo y al verme se asusta y tartamudea.

—¡Ni me hables! —ladro furioso.

Pierde el poco color que aún conservaba y se pone a correr.

—Yo no quería, te lo prometo.

—Mierda. —corro detrás de ella y al poco tiempo la alcanzó y la tomo de la cintura, empieza a retorcerse queriendo huir de mí.

—No me toques, estoy sucia, soy mala, aléjate...

—¡Que no me hables! —repito aún más molesto.

—Pero... ellos, yo, yo no quería.

—Cierra la boca. —la meto al auto y pongo seguro para que no se salga y empiece a correr de nuevo.

—Había sangre. —susurra. —No sabía qué hacer y yo... —suspiro molesto al entender lo que le pasa.

—Respira conmigo. —la obligo—. Eso es, lento. No fue tu culpa, todo está bien. —miento para no empeorar su estado—. No te preocupes Sumasshedshiy.

Hace lo que le digo y a los minutos recupera la cordura. No me gusta lo que veo en sus ojos y sé que será temporal, pero no me agrada.

Nunca había matado a nadie de esta manera, porque no es lo mismo las muertes en quirófano, las que permitió en Colombia, los que mandó a matar cuando la agredieron en el parque, incluso lo que le hizo a América y Stevens no es igual.

Esto es diferente y le está pesando demasiado.

Las muertes que ha provocado la están torturando como no debería.

No alcance a ver lo que hizo, pero verla llena de sangre, herida y en un estado de shock me asegura de que nada bueno sucedió.

—Oleg, yo... —sin quererlo hace un puchero conteniéndose y dejó de acariciarla.

—He dicho que no me hables. —me enderezo y enciendo el auto.

Estoy muy enojado por lo que ha hecho y me importa una mierda sus razones, no debió hacerlo sola.

No debió hacerlo sin mí.

Suspira y la veo de reojo cuando se queja. Va perdiendo sangre de varios lugares y si no me doy prisa puede entrar en otro trance.

—¿Estás enojado? —aprieto el volante—. Estoy bien, no te preocupes...

Se calla cuando un hilo de sangre le pasa por su ceja, se limpia, pero el desastre que hace desmiente sus palabras.

>>Tenía que hacerlo, me volvieron a amenazar y no puedo permitir que lo sigan haciendo. Hice un trato con...

—¿Qué parte de que guardes silencio no entiendes? —me canso de su justificación—. Te arriesgaste y te dañaron no solo físicamente. —traga grueso—. Lo menos que quiero es que hables porque diré algo que pueda lastimarte y no es lo que quiero.

Parpadea y ve a la ventana, cada cierto tiempo la veo y cuando cabecea maldigo.

—No te duermas. —advierto y mi tono la hace brincar.

—Grosero. —se queja.

Maldita imprudente.

***

—Está estable. —informa Damián—. Recibió varios golpes, pero ninguno de gravedad.

Me sigue informando mientras la veo dormir, tuvieron que sedarla para que se dejara atender.

>>Tres rozaduras de bala ninguna entro y eso es fantástico, se como lo odia, pero no habrá problemas en su recuperación, con respecto a...

—No es necesario que digas nada, me mentiste, dijiste que sabías algo y que si lo creías importante me lo dirías, pero decidiste callar.

—Firme un...

—No me importa lo que Carsten te haya hecho firmar, tu lealtad estaba conmigo, aunque con esto no estoy seguro si eres confiable.

Veo la aflicción en su mirada y sé exactamente por qué es.

—Soy tu amigo, soy confiable, pero si no te dije nada de eso fue porque...

—No me interesan las excusas, retírate.

—Despertará en una hora. —avisa antes de retirarse.

Sé que lo hará, desde que estoy enterado de lo que no es tolerante a cualquier tipo de sedantes he estado trabajando en algo que pudiera sustituirlo.

No lo había probado hasta hoy y espero que no tenga efectos secundarios, aunque más loca de lo que esta no creo que termine.

Tomó los documentos que ella ocultaba y que en medio de la crisis me hizo jurar que no se los daría a nadie más que no fuera Iryna.

—¿Qué es lo que con tanto esmero protegías? —susurro.

Abro el documento y me encuentro con una serie de direcciones.

—Sumasshedshiy astuta. —lo guardo.

Me dirijo a Iryna y se lo entregó, le hago saber quien lo consiguió y que debe trabajar de forma sigilosa.

—Te lo tengo en dos días.

—Uno y sin excusas. —advierto.

Me encargo todo lo que hay pendiente, incluyendo a las asiáticas que mandaré de regreso.

—Oleg, espera no seas gruñón. —me detengo.

—Jiku te necesito en Rusia, aquí tengo suficientes ojos, por eso te necesito allá. —sus ojos brillan.

—¿Eso significa que no estás enojado conmigo?

—Claro que no, tonta. Hiciste tu trabajo, tenías que convencer a una latina para que se uniera, todos lo tenían que hacer. —reconozco—. Así es OFR. No somos justos ni bondadosos que Carvajal se crea, la gran cosa no es nuestro problema.

>>Es por eso que seremos más duros con ella.

—Ella me agrada. —y eso es bueno—. Cuando estuvo en Colombia nos hicimos cercanas, incluso... incluso hablamos de nuestras relaciones. Yo le dije que estoy comprometida, aunque no le dije que era con cierto miembro de OFR que ahora es parte de Vyshe.

>>Hasta me dijo que tenía una relación retorcida con... —se detiene—. No dijo ningún nombre, solo se refirió a él como Bestia, aunque creo que es Rustam.

—No es nuestro problema. —intervengo.

No me gusta esta conversación.

>>Vete, ya te esta esperando el avión al llegar tendrás las indicaciones de tu próxima misión. Contigo van las otras dos agentes, pronto se les unirá Young Min con algo más, prepara algo para ella. Mándala al desierto, no lo sé, pero no la quiero cerca.

—Ella no me agrada.

—No te lo estaba preguntando.

—Gruñón.

Me retiro sin despedirme.

No necesito a Jiku en México, alguien tiene que ver a Mariana y asegurarse de que esté recibiendo lo que merece. Jiku odia a Min por lo que es la indicada.

***

Pasan las horas, me notifican de que la loca ya despertó y se puso a pelear con el personal.

Da igual, no quiero verla.

Me encargo del papeleo y maldigo a Carsten por estar lavando dinero. Arreglo todo para que el dinero regrese y dárselo a la familia de los agentes que han muerto en su trabajo.

También estoy en contacto con Vyshe, hay varios ayudando a Iryna por lo que ya investigaron la mayoría de las direcciones y efectivamente son lugares de Rojo Sangre.

No atacaremos uno por uno, serán todos de una vez y mientras eso se organiza dejaré que el líder de Rojo Sangre piense que la loca no logró nada.

—Te esperan en el pasillo.

—No he mandado a buscar a nadie.

—Acaba de salir de enfermería y... —alzo la vista—. Min dijo que... —vuelvo a ignorarlo.

—¿Qué noticias hay de Pedro? —cambio tema.

—Le hemos estado siguiendo la pista...

Por los siguientes minutos habla y habla solo para confirmar su ineptitud, porque no tiene nada que me sirva.

Si quiero las cosas tengo que hacerlas yo mismo.

***

Camino por el pasillo y maldigo al Young Min por rebajarse hasta el punto de perseguirme.

Es estresante y humillante, la sigo ignorando porque recibí la llamada de Vyshe, al parecer hay algo importante que no debe esperar.

Llegamos a una zona no tan transcurrida y me detengo para enfrentarla.

—Esto tiene que terminar Min.



Yuri Bogdánov.

Sobo mi mejilla cuando termino de pasar el agotador protocolo de seguridad.

—Oye, grandulón. —llamo la atención de uno de los hombres de Ágata— ¿Me echas una mano?

Señalo mi pie que está en una rara posición. El hombre que reconozco como Rock viene a mí.

Se agacha y suspiro cuando lleva el hueso de mi tobillo a su lugar.

—Gracias, amigo. —no responde.

Sigo caminando sintiéndome un poco mejor. Cada vez Ágata está más loca con la seguridad de su fortaleza.

—Buenas tardes, joven. —me saluda Maite.

—Hola esclava, ¿Qué tal las cosas por el paraíso? —se sonroja.

—No me diga así, si ella lo escucha puedo tener problemas.

—Ágata no puede enojarse por la verdad. —bromeo y está por protestar, pero en su lugar baja el rostro.

Puedo sentir el aroma de su perfume impregnarse en el lugar, todos se ponen rígidos y no hace falta que diga una palabra para que se note el miedo que le tienen.

Si supieran que a ella le molesta esta actitud no lo harían, pero Ágata desprende tanta seguridad, dominio y poder que son pocos los que podemos verla a los ojos sin intimidarse. Los Bogdánov podemos porque lo llevamos en la sangre, pero los demás son de los que ella se siente orgullosa.

No de los infelices que le rinde lealtad por temor y al mismo tiempo demasiado respeto y admiración.

Lo raro es que nadie está obligado a trabajar para ella.

—No te quedes allí como si fueras cualquiera. —me doy la vuelta para encontrar a la mujer que más amo.

Ágata Bogdánov.

La sigo mientras observo que cada persona que encontramos agacha el rostro como si estuviera haciendo una reverencia. Ella los ignora al no considerarlos dignos de su atención.

—Te eché de menos. —confieso al quedarnos solos en su oficina.

—Sabes que no me gusta que me visites muy a menudo. —se sienta no conforme con mi presencia—. Así que si estás aquí es por algo de mucha importancia, ¿Cierto?

Pienso en los motivos por los que me estoy arriesgando al estar en su fortaleza.

—Alguien que te ama mucho, pero no dejas que te vea, te manda esto. —le entregó el documento que me dio Oleg.

Suspira ignorando mis palabras y toma el documento, empieza a revisarlo y asiente en aprobación.

¿Cómo no amar la inteligencia de su hijo?

—Oleg tiene un gran potencial. —acepta. —Si no hubiera preferido el área militar, hubiera sido un excelente colega.

Proceso sus palabras.

—Hasta donde tengo entendido, si Oleg no está contigo no es porque él lo haya decidido.

—Que se criara con su padre fue lo mejor.

—¿Para quién? —cuestiono, porque sé que para mi tío no—. Sabes que mi abuelo lo obligó a estudiar medicina, aunque él siempre lo odio. Y está en la organización porque es su legado, no tuvo...

—Estar conmigo no era la solución. —me corta.

—Ágata...

—Soy tu abuela, un poco más de respeto. —sonrío mientras la veo hacer algunas anotaciones—. Además, Oleg es creador de armas letales al igual que Carsten. Por lo que he escuchado, son muchas cosas las que puede crear, sin duda lo heredo de mí.

—Sí, pero...

—No ejerce como médico, pero sí hace lo que le gusta y es lo que importa.

Tiene razón, lo pudo dejar con mi abuelo, pero estoy seguro de que si lo creyera necesario hubiera intervenido en su momento.

>>Supongo que es para la misma mujer. —arrugo las cejas sin entender—. Alessia Carvajal, para quien diseño las placas con algunos detallitos.

Pienso en lo último que fabricó y mando a culminar en este mismo sitio. Es una completa locura, ni siquiera mi padre tiene algo así en su poder.

—Sí, para ella. —confirmo—. ¿Qué te parece?

Llega al final y por un momento veo su asombro, pero se recompone y sonríe de lado.

—Es una bella sortija de compromiso, sí a mí me hubieran dado uno de esos, sin duda me hubiera ahorrado muchos problemas.

Ese exclusivo anillo será como una maldita arma nuclear y un búnker si todo sale como Oleg lo planeó. Lo que más me gusta es el extravagante diseño, contradictorio con su fobia.

—No es de compromiso. —corrijo—. Ni siquiera tienen una relación estable.

Sobo mi barbilla.

—¿No? —se burla.

—Te lo juro.

Empieza a meter datos en su MacBook mientras yo me paso por el laboratorio, observando cosas que no tienen sentido y otras un poco locas y aterradoras.

—¿Quieres que te cuente de ella? —propongo al verla demasiado concentrada en el anillo.

Deja de verlo y me devuelve la sonrisa.

—Ya la investigué, cariño. —acepta.

No me sorprende.

Era de esperarse al ser la única mujer por la que su hijo diseña cosas.

—Ajá, pero y los detalles. —subo y bajo las cejas—. Tus informantes no saben tanto como yo. —me regocijo.

—¿Es buena para él? ¿Qué tanto le importa? —lo que se traduce a ¿la puedo matar si le hace daño?

Es demasiado protectora con él, incluso más que conmigo y eso ya es mucho. No tengo idea de porque se alejó de ellos con la excusa de que era mala influencia, cuando es la mujer más buena que puede existir.

—Tiene mi aprobación, así que sí, es lo suficientemente buena.

Analiza mis palabras y se sirve un vaso de vodka mientras a mí me da un vaso de agua. Evito rodar los ojos.

—¿Qué hay de la otra joven?

—Oleg en su momento dijo amar a Young Min, pero nadie estaba de acuerdo. —nunca me agrado, pero no era mi problema—. Sin embargo, nadie dijo nada porque era ganarse una muerte segura. —tuerce los labios—. Ahora ellos ya no están juntos.

—Ella en realidad me agradaba, se veía que si estaba a su altura, sabes a lo que me refiero. —aclara cuando estoy por protestar—. La señorita Alessia es una excelente cirujana, no me quejo, pero...

—Es más que una cirujana. —la interrumpo.

Por algunas horas más pasamos dialogando sobre ellos, le cuento muchas cosas de ella y se queda intrigada con algunas.

No es por hacerle un favor a Oleg, pero en realidad me agrada Aless y si no es para él, pues me la pido y nada me haría más feliz que Ágata la aceptara.

***

—No vuelvas pronto. —me despide.

—Eres la única abuela que le dice algo así a su ÚNICO nieto. —me cruzo de brazos y hago un puchero.

—Es lo mejor, sabes que no soy buena para nadie. —suspiro.

—No sé por qué piensas eso.

—¿Sabes por qué Oleg odia tanto a Pedro Marín? —niego—. Él y su padre me hicieron algo malo, tu abuelo lo permitió y cuando yo escapé me aleje de mi familia para protegerla.

Abro la boca para hablar, pero niega y continúa.

>>Él único que se llegó a enterar fue Carsten y de igual manera no hizo nada. —suspira—. Hace pocos años Oleg se entero y desde entonces lo busca para cobrar venganza. —arrugo las cejas.

—¿Qué tiene que ver lo que te hicieron para que tomaras la decisión de alejarte?

—No es algo que debas saber por el momento. —se encoge de hombros—. Cuando Pedro creyó capturar a Raisa supuso que era yo, y si mi hijo la entregó fue porque me están buscando por algo que solo yo tengo y con mi muerte es la única manera de asegurar que el peligro se acabe.

—Eres una verdadera bomba nuclear. —acepto.

No hay abrazos ni buenos deseos, simplemente cierra las compuertas sabiendo que hay una mínima posibilidad que llegue vivo al otro lado.

Lo bueno es que me ama.

***

—Sigue en coma. —informa Iryna.

—Bien, ¿Algo que deba saber? —la escucho reír

—Desde que Zhestokiy soltó la bomba todos andan con pie de pluma, no saben qué es exactamente lo que sucedió, pero saben que ella es la responsable de que Oleg haya mandado a coma al Gobernador.

—¿Y? —presiono a lo importante.

—Hace algunos días él la secuestró, Vyshe quería saber más detalles, pero Oleg mandó a nuestro informante de regreso, creí que las cosas ya estaban solucionadas, pero Zhestokiy fue simplemente Zhestokiy y ahora no se pueden ver.

Muerdo mis labios.

—¿Pero? —insisto.

—Ya nadie soporta la tensión, mandó a la china a Rusia con el fin de que ya no joda, pero sus planes no saldrán como desea porque en pocos días nosotros también tenemos que regresar a Rusia y no creo que la deje, Zhestokiy también tiene que continuar los entrenamientos como se debe.

Eso no tiene sentido, no podemos abandonar México con las misiones pendientes, aunque entiendo que ahora que es Gobernador debe estar en la cede central.

—¿Qué hay de Rojo Sangre y el Burdel?

—Ah si, todo se esta resolviendo... bueno acabando con ellos. —suelta una risita—. En estos momentos estamos torturando para que nos den algo más de información.

Cambia a una video llamada y puedo ver como una parte de Vyshe juegan a la carnicería, algunos me saludan y se los devuelvo emocionado.

—¿Cómo consiguieron las ubicaciones? —inquiero cuando me dice que no han descansado y están desmantelando cada sitio. En estos momentos cada lugar esta siendo saqueado por los escuadrones que siguen a Oleg.

—Zhestokiy. —sonríe—. Ella se lleva el crédito.

Corto la llamada cuando ya nos hemos puesto al día y me preparo para regresar, sin embargo, una foto que pasa en las noticias me detiene en el café.

—Puede subirle el volumen. —pido en su idioma.

La mujer de la barra lo hace y trago grueso ante lo que veo. La noticia está en español, pero pasan los subtítulos en Árabe para que los de aquí entiendan.

La reconocida Dra. Carvajal sigue sin dar la cara. —pasan el video de Aless ingresando a la camioneta sin detenerse ante toda la prensa. —En horas de la noche su auto explotó y minutos después...

La noticia sigue, pero me estremezco cuando observo como le da una bofetada a quien dicen que es su madre. La están tratando de lo peor y aunque se nota indiferente, hay un matiz de dolor cuando la acosan para cuestionarla.

No sé como logran estar en todos lados. Es un largo y explícito reportaje de lo que ha pasado en la última semana y cada vez puedo notar la tensión y enojo en ella.

Está reprimiendo.

Fuentes confiables nos informan que ha estado trabajando con mercenarios, es por eso que ella ha logrado tanto poder dentro de la industria... —la reportera de Hot and Spicy la sigue atacando y mostrando posibles pruebas—. ¿Qué esperan las autoridades para abrir su caso?

La prensa está dañando y pisoteando su imagen, pero la policía trabaja para OFR y es imposible que la toquen estando Oleg al frente.

En los últimos minutos, se nos ha notificado... —un fuerte estruendo hace callar a la reportera en otro panorama y las cámaras señalan un pasillo del hospital. —Vamos. —pide.

Las cámaras la siguen y trago duro ante la imagen.

No puede ser.

Me repito mientras salgo del lugar y ordeno que preparen el jet para volver a México.

Tiene que ser una maldita broma. 

***


Como ya había dicho al inicio, perdón por la falta de Banner y si conocen una canción que pegue con el capítulo, coméntelo.

ACLARACIÓN.

Se sabe de que hay un infiltrado de Rojo Sangre en las filas de OFR, el líder de ese grupo terrorista también esta cerca, pero son pocos los que conocen su identidad.

Christian si lo sabe y se lo dijo a Oleg y es el único de OFR que lo sabe.

El siguiente capítulo será la continuación de donde se quedo Oleg.






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