Te propongo un desliz

By N_Jairi

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Amanda acaba de salir de una relación de años por un error que cometió. Ahora, a sus 25 años, debe afrontar q... More

UNO
DOS
TRES
CUATRO
CINCO
SEIS
SIETE
OCHO
NUEVE
DÍEZ
ONCE
DOCE
TRECE
CATORCE
QUINCE
DIECISÉIS
DIECISIETE
DIECIOCHO
DIECINUEVE
VEINTE
VEINTIUNO
VEINTIDÓS
VEINTITRÉS
VEINTICUATRO
VEINTICINCO
VEINTISÉIS
VEINTISIETE
VEINTIOCHO
VEINTINUEVE
TREINTA
TREINTA Y UNO
TREINTA Y DOS
TREINTA Y TRES
TREINTA Y CUATRO
TREINTA Y CINCO
TREINTA Y SEIS
TREINTA Y SIETE
TREINTA Y OCHO
TREINTA Y NUEVE
CUARENTA
CUARENTA Y UNO
CUARENTA Y DOS
CUARENTA Y TRES
CUARENTA Y CUATRO
CUARENTA Y CINCO
CUARENTA Y SEIS
CUARENTA Y SIETE
CUARENTA Y NUEVE
CINCUENTA [Final]
EPÍLOGO
Extra #1

CUARENTA Y OCHO

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By N_Jairi

*Cuidado, antes hay un capítulo nuevo*

:= Adán =:

Es raro saber que solo eres el camino para un premio de algunas personas. Es increíble saber que podrían quitarme la vida con tal de adquirir el poder multimillonario que tienen los Pegraso.

No sabía ni qué pensar o hacer. Echarme a llorar o entrar en pánico no eran una buena opción, quedándome sin ninguna al descartarlas.

—Voy a matar a ese pendejo —gruñó Jesús después de escuchar la misma historia que Zoey me contó momentos atrás—. ¿Cómo puede siquiera considerar la idea de acabarte? ¡Eres su familia!

—Al casarse conmigo, Uriel lo metería al legado familiar —explicó Zoey—; considera más a los Pegraso su familia, que a los Ramírez.

—Todo por el puto dinero —dije con rabia; golpeé con fuerza la madera del escritorio en la oficina de Jesús —que abrió después de varios golpes sin cesar de mi parte—, provocando que mi palma ardiera.

—¿Qué haremos Adán? Ambos están detrás de Amanda por la fantástica idea de Zoey sobre atacar tus debilidades.

—Lo principal, hablar con Bruno y Maggie, explicarle la situación y esperar que entiendan para seguir con el proceso una vez esas ratas están en prisión.

—¿Cuál es el segundo paso? —preguntó Zoey, removiéndose en la silla, inquieta.

—No morir.

—Amo ese paso. Es mi favorito del plan —secundó Jesús, sacándome la primera sonrisa desde que me enteré de todo esto.

—Creo que eso es algo implícito, Adán —resaltó Zoey—. ¿Cuál es el plan?

—Por el momento, tienes que recuperar los papeles que José robó; sigue haciéndote pasar de su lado a medias. No tienen que saber que volvimos al ruedo.

Jesús suspiró.

—Todos vamos a morir, ¡eso sí está implícito!

—Ten fe. La desesperación los llevarán a cometer más errores, es ahí cuando los atraparemos. —Me pongo de pie—. Hablaré con Charlie para sus contactos en la policía y con Tobías, necesito a Amanda protegida o no podré concentrarme.

Zoey tomó mi mano, poniéndose también pie.

—No puedo perderte, Adán. No hagas locuras —imploró colocando una mano sobre mi mejilla. Le sonreí.

—Una última locura juntos, ¿no?

Noté como el dolor se fue colando lentamente en su expresión. Creo que todos aquí sabíamos que haré lo que sea necesario para salvar a las personas inocentes que quedaron en medio de una guerra.

Levanté mi mano para tomar la suya, dándole un apretón. No quería que mis palabras sonaran a despedida, pero, de alguna forma, lo son.

—Si algo me pasa, no permitas que Bruno vuelva a las casas de acogida. Y cuida de Picky por mí, por favor.

—Amigo, nada malo pasará —interrumpió Jesús el momento con Zoey. Giré la cabeza para mirarlo; levantó los brazos—. Perdón, me puso celoso que no me dejes ninguna herencia.

—Solo una —solté a Zoey, andando hacia el escritorio, coloqué ambas manos en la madera, acercando mi rostro al suyo. Lo señalé—: Si amas a mi hermana, díselo. Si te manda a la jodida, no te merece; pero si ambos se aman, no dejes que se case sin saberlo o el silencio te atormentará para siempre.

—No sé de qué...

—Esa es mi herencia, que cuides de ella por mí.

—Qué mala herencia, en serio —intentó bromear, pero el atisbo de tristeza se asomó en su voz. No sé porqué terminaron, y tampoco me interesa, lo que importa es que si
formaron un lazo, no tienen que dejarlo ir tan fácil.

Estiré mi brazo para golpear su nuca. Sonrió de lado. Realmente espero que puedan arreglar lo que sucedió entre ellos; tenerlo de cuñado no sería tan mala idea. Incluso si dicen odiarse cada que se ven.

Tomé mis cosas, le di una última mirada a Zoey y salí del despacho; tenía que hacer muchas cosas antes de que sucediera una desgracia.






Dolía ver los ojos llorosos de Bruno y la tensión en su mandíbula para no derramar ninguna lágrima. Se puso de pie y anduvo hasta su habitación. Cerré mi mano, apretándola. Es lo mejor.

Maggie suspiró.

—Fue la mejor decisión que tomaste. Es por su seguridad.

—No creo que él lo vea así —admití con pesar. El pecho me ardía. Yo también quería echarme a llorar. Ya podía hacerme una imagen mental de nosotros como familia. Incluso Picky se acostumbró a él.

Llevábamos poco tiempo juntos, pero fue suficiente para generar cariño por él. Lo voy a extrañar demasiado.

—Haré todo lo posible por esperarte —prometió. Se levantó, acomodando su traje—. Vendré mañana por él.

—Maggie, si aparece alguien más que pienses que será bueno para él, déjalo ir. No sé cuando termine esta guerra o si alguna vez lo haga.

—Intenta salir ileso y que sea rápido; eres la mejor opción para Bruno con todo lo que ha tenido que pasar.

La acompañé hasta la salida. Cerré la puerta, giré y Picky me miró desde el sillón. Pareciera que ella siente cada cosa mala y se deprime por eso. No pude soportar su triste mirada; en estos momentos tengo que lidiar con otra.

Toqué la puerta de la habitación de Bruno. No abrió. No había ruido adentro. Ni siquiera cajones siendo azotados o sollozos. Todo estaba en silencio. Sé que no contestar es señal de querer estar solo, pero no puedo solo darme la vuelta e irme. Necesito que entienda que esto lo hago por su bienestar.

Tomé el picaporte, girándolo. Lo primero que hice fue tomar aire para después asomar mi cabeza. Estaba recostado en su cama, observando el techo, abrazando una almohada que Amanda le regaló.

—¿Puedo pasar?

—Es tu casa.

—Pero es tu habitación —le recuerdo.

—No por mucho tiempo —murmuró con amargura. No tuve otra opción que soltar el aire y adentrarme. Picky lo hizo detrás de mí y sin pena, se subió en la cama con Bruno, acostando su cabeza en su abdomen.

—Es la única manera que puedo mantenerte seguro, Bruno.

—Esto era lo que te preocupaba, ¿no? Tu trabajo o yo.

Fruncí el ceño; ¿estaba pensando que mi trabajo es más importante que él? Eso sí que no lo puedo permitir. Me acerqué para sentarme en la orilla de su cama.

—Los Pegraso son una familia peligrosa, Bruno; si se dan cuenta que eres importante para mí, buscarán lastimarte y suficiente tengo con intentar proteger a Amanda.

—¿Amanda está en peligro? —preguntó sentándose en el colchón, abrazando la almohada, haciendo que Picky se baje a la alfombra al no dejarla dormir sobre su panza.

—Lo está. Por eso volví al caso, Bruno, no porque el trabajo o el prestigio me importe más que tú —expliqué con convicción para que se le meta la idea a la cabeza—. Porque me importas es que te estoy alejando.

Apretó más la almohada.

—¿Prometes volver por mí?

Ahora entiendo a los padres; mentirles a los hijos también es una forma de protegerlos del dolor y a las decepciones. Me acerqué más a él, y lo abracé. Mi nariz picó; quería volver para terminar el proceso y que seamos familia, pero no es bueno creer imposibles en una situación así. Dos personas buscan mi cabeza; alguna le dará antes de poder detenerlos. Intento mantenerme positivo ante la realidad; no obstante,  no puedo tapar el sol con un dedo.

—Lo prometo —susurré, cruzando los dedos sobre su espalda. Bruno me abrazo con mayor fuerza, como si se estuviera aferrando a mis palabras.

Como si se estuviera aferrando a mí.






:= Amanda =:

Una cosa es creer estar en peligro y otra muy distinta es que alguien te lo confirme con todo y fotos.

Mi mano temblaba cuando la estiré para tomar el vaso de agua sobre la mesa. No pude ver a nadie más que las fotografías que estaban dispersas sobre la madera, en casa de Adán.

Bebí con un dolor en el corazón. Con la otra mano toqué mi vientre, recibiendo un golpe de mi bebé. Sé que debo de mantener mis emociones controladas, pero no puedo después de enterarme que solo soy un blanco de dos psicópatas. Ni siquiera me esforcé en retener mis lágrimas.

Me puse de pie y sin mirar a nadie, me encaminé a la habitación donde dormía para encerrarme. Realicé los ejercicios de respiración que Sally recomendó, pero ver el lugar vacío, sin las cosas de Bruno, me hicieron llorar mucho más.

¿Qué mal les hicimos para ser solo obstáculos para llegar a su meta? ¿Nuestra vida vale nada para ellos? ¿No merecemos ser felices? ¿No merezco conocer el rostro de mi bebé, verlo crecer y que conozca el mundo?

Quería gritar, pero la voz se me quedó atascada en la garganta. Los odiaba. Ojalá un camión les pasara encima y que el karma no sea tan hipócrita de regresarme mis malos deseos, porque él sabía que esos bastardos se merecían eso y más.

Limpie mis mejillas con rabia. Abrí la puerta, llamando la atención de todos los presentes.

—Voy a denunciarlos —anuncié con determinación—. No me importa estropear tus planes sobre mantener un perfil bajo, Adán. Se trata de la vida de mi bebé.

—Lo entiendo, Amanda, y nada le pasará...

—¡Dejen de hacer promesas estúpidas! —exploté—. Si no metemos a las autoridades, todos nosotros vamos a morir —señalé a Jesús, Tobías, Eder, Zoey, a Adán y a su amigo que me fotografió siendo perseguida—. No cuenten conmigo. Si me tengo que mudar a una ciudad remota para que me dejen en paz, lo haré.

—Irte sería más peligroso, Amanda —dijo Jesús.

—¿De qué forma? Solo saldría del radar y no darían conmigo.

—Él tiene razón —secundó Eder. Se puso de pie y anduvo hasta mí—. Si realmente te están cazando, no dejarán que te escapes fácilmente. Tomar un avión es peligroso, porque podrían comprar a la tripulación o incluso enviar a algún suicida a estrellarse.

—No los creo tan inteligentes.

—La desesperación por poder puede mover montañas —opinó Tobías, acercándose a mí también—. Doblaremos tu círculo de seguridad; nunca estarás sola en casa. Si necesitas algo de afuera, nosotros lo buscaremos. Por ahora, tu apartamento es el lugar más seguro con Sally ahí.

—Yo opino lo contrario. Ya saben dónde encontrarme. Si dicen que la desesperación mueve montañas, nada les impide poner una bomba en el edificio.

Ambos se miraron. Eder suspiró, sacando algo de su bolsillo. Colocó unas llaves frente a mí.

—Compré un apartamento para nosotros hace tiempo. Creo que es buen momento para usarlo.

No puedo creer que siquiera esté considerando quedarme, pero tienen razón, no puedo dejar el país como si nada sí están detrás de mí. Hasta pueden mandar a alguien a matarme allá y nadie se enteraría hasta que les manden algo mío.

Bajé la cabeza, asintiendo.






La mudanza fue lo más disimulada posible y por la noche. El apartamento nuevo era espacioso y vacío. Tanto que extrañé mi compacto hogar.

Había muebles monocromáticos, los necesarios para vivir, pero me dio un poco de tristeza tener que dejar atrás algo que pagué y diseñé día y noche para convertirlo en un hogar para mi bebé y yo.

Los guardias que ayudaron con la mudanza, pasaron por mi lado con las bolsas que guardaban mis cosas.

—En la segunda puerta, por favor, frente al baño. Creo que esa habitación te gustará —dijo como último para mí, tomando mi brazo, arrastrándome hacia allá.

Mis pies se movían por inercia, pero me sentía desganada. Toda esta presión está siendo demasiado. Quiero dormir y que al despertar me dé cuenta que solo fue parte de un mal sueño.

—¿Recuerdas tu promesa? —pregunté en voz baja.

—No prometí nada porque nada te sucederá. Estarán bien, Amy.

Pareciera que la única resignada a que algo malo va a suceder, era yo.

Quisiera tener el mismo positivismo que todos ellos, pero soy realista. Nadie sale vivo cuando un grupo criminal echó el ojo sobre ti.

—Cierra tus ojos —pidió y ánimos para replicar no tenía, así que obedecí. Escuché el movimiento a mi alrededor conforme seguíamos avanzando—. Originalmente, solo había una habitación, pero al enterarme del embarazo, comencé con la renovación. Ya sé que no es un hecho que yo sea el padre, solo no quería que me tomara desprevenido.

—¿De qué hablas? —cuestioné sin entender.

—Abre los ojos.

Lo hice. No estaba en condiciones de recibir más sorpresas, pero esta, en definitiva, logró hacerme sonreír. Solo fui capaz de ver que en medio de la habitación había una hermosa cuna color crema. Lo demás que la rodeaba no era de mi interés.

Mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas. Tantas discusiones que teníamos sobre la paternidad y él, en silencio, hacía esto.

—Creí que... —empecé a hablar, pero me interrumpió, entrando a la habitación.

—Solo sé que fui un idiota que te decía que estaba todo superado cuando no era así. —Se acercó a una pared de color negro, sin ningún dibujo sobre ella. Pasó los dedos, como si le estuviera poniendo color—. Me forcé a alejar el rencor porque quería pasar el embarazo a tu lado, pero no podía obviar la espinita de que quizás no era mío.

Decidí mantenerme en silencio para no comenzar una discusión. Es mejor dejar que hable y suelte todo lo que siempre quiso, de todas formas, no puedo marcharme si algo sale mal. Tendré que quedarme aquí aunque digamos cosas hirientes. Preferible llevar las cosas en paz.

—Ese día no solo te perdí a ti, también a mi mejor amigo. Fueron dos dagas que directo al corazón. —Junté mis manos, adentrándome a la habitación—. La primera vez que hablamos y me dijiste que te alegrabas de que no tuviera un hijo con un asco de persona como tú, surgió mi primera sospecha. —Me miró sobre el hombro—. Nunca te viste como madre, qué dijeras algo así no era normal.

»No me pude emocionar bien al suponer que podría ser de Tobías. Hablé con él para confirmar que no sabía nada; tiempo después nos diste la noticia de que estabas embarazada y no sabías de quién era.

»Sentí alivio, pero la espina del rencor seguía en mí, impidiendo que me emocionara por la probabilidad de que sería padre con la mujer que amaba.

«"La mujer que amaba"», fue inevitable no tomarlo como algo pasado; algo que ya acabó. Estiré el brazo para observar mejor los juguetes móviles sobre la cuna. No lo miré cuando se acercó y también agarró un objeto del móvil.

—Fui a terapia —siguió contando—. No forzaré las cosas, pero tampoco me cerraré. Amanda —me llamó y le presté atención—, confío en ti. Te conozco y aprendes de tus errores; si me permites, me gustaría sostener tu mano en lo que resta del camino.

—Si es qué hay un "resto del camino"

Sus ojos se estrecharon.

—Volví a confiar en ti, Amanda. Quiero que también confíes en mí, en que los mantendré a salvo. Ambos son mi vida.

—Muy lindo tu discurso, pero olvidas que existe...

—No lo olvidé —me interrumpió—, y si el bebé no es mío biológicamente, lo será si su madre acepta que me extraña y quiere volver conmigo.

—Lo acepté hace mucho, Eder, pero no quiero que discutamos a cada nada, reviviendo el pasado.

—No lo haré, aprendí a soltar y seguir adelante. Tomé la decisión de hacerlo contigo otra vez. Con ustedes.

Bajé la mirada al interior de la cuna, encontrando con todas las ecografías que le di, en orden cronológico. Sonreí, olvidándome de todo lo que sucede fuera de estas cuatro paredes.

—Como dijiste: no forzaré las cosas y tampoco me cerraré.






Moví mi caballo, haciendo Jaque a Francisco, uno de los guardias que cuida de mí. Frunció el ceño, apretando los labios, pensando en en un moviendo que no lo hiciera perder, pero nada iba a funcionar; cualquiera que haga me ayudaría a hacer Jaque Mate.

Poner en Jaque a unas piezas es más relajante que pensar que yo soy una en el juego de ajedrez de alguien más.

—Creí que habías dicho que eras principiante en esto.

Encogí mis hombros.

—Lo soy, he estado practicando toda la semana. ¿Lo estoy haciendo bien? —cuestioné con alegría.

—Demasiado —aceptó bajando su rey al tablero—. Ganó, señorita.

Estiré mis músculos, poniéndome de pie para ir al baño. Mi vejiga ya tiene muy poca resistencia y no me gustaría orinarme en media sala. Me apresuré a vaciarla cuando la alarma de mi celular sonó, anunciando que es tiempo de revisar el pastel que metí al horno.

Lavé mis manos, mojé mis rizos, acomodándolos en la coleta y abrí la puerta del baño, pero mis pies no se movieron cuando me llegó una notificación al celular. Era una solicitud de mensaje. Abrí la aplicación, viendo que era una cuenta sin fotografías, ni seguidores, no tampoco seguía a nadie. Apreté la imagen para que se vieran sin aceptar el mensaje, y fruncí el ceño.

¿Por qué alguien me enviaría una foto de la casa de mis padres? No quería pensar en posibilidades; la persona que está detrás de esa cuenta, solo busca que le acepte el mensaje. Es mejor opción bloquearlo.

Me entretengo lo que resta del día haciendo yoga con un instructor que contrató mi padre a domicilio; cada vez que viene me disculpo con él por el exhaustivo trabajo de esculcar cada parte de su cuero y sus cosas. Sé que es por mi seguridad, pero eso no quita la pena de que lo estén toqueteando.

Después de su visita, reviso los correos de mi jefe con las nuevas propuestas de proyectos; también, a medio de videollamada con Lucrecia, superviso la construcción. Le falta tan poco para estar completa; me siento tan orgullosa de lo que he logrado en poco tiempo.

Pero una voz en mi interior me dice que mi dicha no durará mucho. Por más que trate de ignorar que tengo un blanco en la cabeza, no se puede borrar. Una vez Adán dijo que estar en negación no quiere decir que las cosas no estén ahí. Todo es real por más que intente hacerlo invisible.

Solo me queda confiar en que Adán resolverá esto antes de qué no haya vuelta atrás.

Comparto la comida con los cinco guardias en turno, escuchando sus anécdotas y sobre sus familias. Su trabajo es bastante arriesgado, poner el pecho para que la bala te llegue a ti y no a tu cliente es algo que tienen presente. La paga es cuantiosa, pero ahora que está en riesgo mi vida, sé que un puñado de billetes no es más preciado que llegar a casa y ver nuevamente a tu familia.

Ellos salen de su casa sin saber si ese será el último día en que verán la sonrisa de su esposa o escucharán la risa de sus hijos. Solo intentan mantener a su familia, poniendo en riesgo su vida.

Quiero conocerlos, saber quienes los esperan en casa al caer la noche.

Espero con ellos en el balcón a que lleguen su cambio. No tienen permitido irse si al menos tres guardias del siguiente turno no llegan.

Bebo de mi taza de té, observando la luna llena brillar en el cielo mientras baladas románticas de los ochentas se reproducen en la bocina pequeña de Eder. Siento raro de estar descansando en la silla cuando ellos se mantienen de pie, caminando de un lado a otro, revisando el perímetro desde las alturas.

El celular a mi lado anuncia otra notificación. Lo tomé, notando que era una solicitud de mensaje. Abrí la aplicación y busqué el más reciente. Esta vez no era una imagen, sino algo escrito.


Fire000: Corre todo lo quieras; no importa dónde vayas, cada paso te acerca más a donde te queremos :)

Fire000: Qué pases bonita noche, Amanda.



Saqué captura de pantalla y se la envié a Adán antes de apagar el celular, con miedo de que puedan rastrearme de esa forma.

Quise abrazar mis rodillas para volver un ovillo y llorar, pero no podía, así que solo abracé mi vientre, como si mis brazos pudieran protegerlo de todo mal.









***
En estos capítulos es todo o nada; confesiones buenas, confesiones malas. ¿Qué sucederá? No lo sé, pero puedes descubrirlo deslizando al siguiente capítulo ;)

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