Ambición.

By nickrespin

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La dependencia es un estado físico y mental al que Alessia se niega ser una adicta. Ella es un mujer que ha... More

♣ADVERTENCIA♣
Epígrafe.
Sinopsis
♣PRÓLOGO♣
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Extra Matías
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 12/2
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 15/2
Capítulo 16
Extra Javier
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 23
Extra Vilma
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 32/2
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
EXTRA VYSHE
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Final
Epílogo

Capítulo 22

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By nickrespin

Aléjate de mi - Camila. Una hora.

La rutina es agotadora, es mi primer día y me siento molida. Los chicos han estado igual o peor que yo, apenas hemos cruzado palabra.

Sinceramente, esto es lo que necesitaba, algo que me mantuviera ocupada evitando pensar.

—Dra. Carvajal. —se me acerca un enfermero. —El director Marín la espera en su oficina.

Lo sigo y bajamos a la planta -5 los pasillos siguen siendo completamente blancos con la diferencia que no huele a hospital, sino que, ¿Azufre?

—Pase. —responden cuando toco donde me indicó el enfermero.

—Buenas noches, Doctor. —saludo y evito mirarlo de más, ya que estoy frente a mi superior.

—Dra. Carvajal. —su voz alegre me invita a sentarme. —Quería hablar con usted para disculparme por la falta de señal. —asiento.

Me di cuenta después de la cena cuando decidí llamar a mi hermana. Tengo años de no hablar con ella y las circunstancias me arrimaron a tomar esa decisión. En vano.

No hay cobertura.

Algo conmigo no está bien y tengo terror que vuelvan los días oscuros. Quiero pensar que solo fue el estrés de tanta mierda lo que me está pasando factura y no me dejo dormir.

No quiero creer que he vuelto a tener insomnio.

—Entiendo. —Lo veo seria invitándolo a continuar.

Se me queda viendo por unos segundos antes de proseguir.

—A cada empleado se le autoriza una llamada por semana. —arrugo las cejas. —Es lo único que podemos brindarles, ya que hay más de doscientas personas y es lo único con lo que nuestros recursos nos lo permiten. Siempre a los nuevos se les da ese día siguiente que llegan para que informen a sus familias. —continúa. —Sus colegas ya la tuvieron. Le toca a usted. —Señala un móvil extraño frente a la mesa.

Irónico que no tengan presupuesto para más, cuando nuestro salario es una barbaridad. No protesto porque no es de mi incumbencia opinar sobre como llevan sus cuentas.

—Me gustaría que me deje sola.

—Claro que sí. —Me da una última sonrisa antes de marcharse. Observo el lugar, es una oficina de tamaño medio con una ventana que da a un pasillo que se pierde de vista en la oscuridad.

Tomo el pesado teléfono. Es grande y tiene una antena, la extiendo a la hora de marcar su número. Es a la única persona que se me ocurre hablarle.

Bueno. —responde. ¿Qué le digo? Me levanto y tomo aire. —Bueno. —repite con un tono más fuerte.

Pues feliz, no está.

—Oleg. —sonrío. La línea se queda en silencio por unos momentos.

¿Por qué diablos me estás hablando de un número privado? —su enojo es evidente. —¿Dónde demonios te metiste Alessia?

No soy tan idiota para no saber que está cabreado, la última vez que hablamos todo salió mal. No me pondré en su plan de, dime que te diré

Soy lo suficientemente sensata para no querer ver arden las cosas sin un motivo que valga la pena.

Vaya mierda

—¿Cómo estás? —ignoro sus preguntas.

A otra con sus berrinches y cuestionamientos.

Como crees que estoy, maldita, imprudente. —suspiro.

—Supongo que estás bien. —ruedo los ojos. —Eres Oleg Bogdánov, alias la Bestia, es obvio que estás bien. —suelto irónica.

¿Ridículo? Sí.

Tienes tres segundos para reportarte. —ordena. —Llevo más de 24 horas sin tu ubicación, así que habla de una vez.

Se le subieron los humos. Yo no soy uno de sus subordinados para que me esté dando órdenes.

—Te dije que me iría del país por trabajo. —sobo mis sienes.

Y recuerdo que dijiste que era en una semana. —Se escucha el murmullo de personas, por lo que deduzco que no estás solo. —Y también recuerdo que te dije que no fueras, maldita, imprudente.

¿Cuántos años tiene? Este es un maldito berrinche de posesividad que no voy a permitir.

—Oleg no empieces, los reclamos no son conmigo. —lo escucho golpear algo.

Los murmullos se vuelven más fuertes, pero de igual manera únicamente logro identificar el detente, de una mujer.

¿Dónde estás Alessia? —inquiere, además de molesto, suena frustrado.

—¿No que lo sabías todo? —me burlo.

Alessia. —advierte.

¿Qué más da que lo sepa?

—Colombia. ¿Oleg? —inquiero al no obtener respuesta.

La Bestia tiene signos de bipolaridad.

Quiero que vuelvas inmediatamente. —la frialdad en su tono es evidente. Mi risa es lo único que se escucha.

¡Que le den!

—No lo haré. —soy clara.

No te lo estaba preguntando. —ruedo los ojos.

—Oleg, tengo un contrato. —trato que entienda mi posición.

Si a él le vale mierda su reputación a mí no. Mi profesionalismo habla mucho en mi responsabilidad. Y esta Bestia no lo va a arruinar.

Te lo estoy advirtiendo. —Me molesta su tono. —No quiero que sigas ahí, toma tus cosas y regresa de inmediato.

—No estás siendo coherente. —Camino por el despacho pasándome las manos por el cabello.

Es estresante hablar con él cuando lo único que quiero es mandarlo a la mierda.

Estoy siendo objetivo y ya te dije que regreses, ¡ahora! —Me estresa. —Dime el nombre del aeropuerto más cercano porque enviaré un jet por ti.

Si no paro las cosas ahora, más adelante creerá que tiene poder sobre mí y mis decisiones.

Sé que está hablando sin pensar, así que dejaré que medite y se dé cuenta de que está tratando de pasar muchos límites.

Ya una vez hablamos de esto, ni yo me meto en su vida ni él en la mía.

—Parece que no me conoces. Porque si lo hicieras estarías consciente que no volveré hasta que se cumpla el mes.

Alessia. —gruñe.

—No Oleg, quiero quedarme y lo haré porque es lo que deseo y no es por cobarde como tú supones. —La línea queda en silencio por unos segundos.

Así que es por las amenazas. — Vaya lengua floja la mía —Te dije que nada te pasaría si te quedabas, pero gano tu cobardía.

—Me gano la coherencia. —replico. —Solo a ti se te ocurre que me iba a quedar en México luego de una serie de amenazas, de la última aún tengo marcas. —suelto molesta

>>Uno de mis agresores me entrego un papel mandado por H.B. amenazan con matar a mi madre. —informo. —Soy una maldita doctora, no un puto agente como tú y los suyos.

Porque no me dices las cosas Alessia, ¿Por qué dejas estar al borde del precipicio para hablar?

—La protección que tú y la organización brindaría es exclusivamente para mí, no sé por qué se meten, aun así, ¿Quién piensa en mi madre y mi hermana, Oleg? Nadie y no me voy a arriesgar a que me las maten.

No es agradable ver como te hundes por tu maldito orgullo. —me tenso. —Te dije que te daría las herramientas que necesitas, no que haría las cosas por ti. No me cuesta nada hacerlo, pero no intervine porque te conozco y sé que no te iba a gustar.

—No me conoces, tengo mis motivos, te lo dije en la cena y no tomaste en serio mis palabras. —no se me apetece mentir, así que digo medias verdades.

No sabía lo caro que es la seguridad hasta que deje a mi madre y mi hermana con un anillo de seguridad. No soy multimillonaria, todo lo que tengo me ha costado sudor y horas de desvelo.

Si seguía con mi rutina en México iba a descuidar la clínica y es algo que no me puedo permitir.

Venir a Colombia fue para que los anillos no se salieran de mi presupuesto. Ya cuando cumpla el mes regreso y dejo a manos de OFR, mi seguridad mientras yo sigo velando por el de ellas.

Tienes razón, no te conozco, desde ahora las cosas las haré a mi manera. —paso mi mano por mi cabello. —Haz lo que se te dé la gana porque yo haré lo mismo y que te quede claro que el hecho de que nos acostemos, no es porque eres parte del otro caso. —me tenso.

—No entiendo.

Raisa fue parte del experimento y lo sabes, tú la salvaste y las personas creadoras de EBÓSIL te buscan, aún no estoy seguro si para asesinarte o torturarte hasta que les digas que fue lo que hiciste. —mi mente empieza a trabajar.

—Oleg...

Espero que ahora si me digas las cosas cuando se debe. —me enderezo. —No quiero verte revolcándote en la miseria que tu misma te busques.

No quiero que piense que soy una cobarde, tiene que escuchar y entenderme. Con la nueva información de igual manera sé que he tomado la mejor decisión.

>>Por cierto, en ningún momento autorice que Nikolay siguiera a tu cuidado, no doy segundas oportunidades y lamento el inconveniente que tuviste en el estacionamiento. Ya me las cobraré con él. —suspiro. — Suerte con lo que se viene Sumasshedshiy.

—A mí no me dejas con la palabra en la boca, ¡Escúchame! —me frustro.

No obedezco órdenes. —Hago puños. —Y menos de una Sumasshedshiy insensata.

—¡Lunática tu abuela, bestia! —grito

Ok, salúdame a tu cobardía. —sigue

—¡Oleg! —Me altero.

Los pitidos retumban en mis oídos despertando demonios que me niego a dejar salir.

No me escucho, nunca lo hace, ese es uno de los motivos por los cuales no puedo confiar en él. Cada vez que deseo desahogarme y ser sincera pasa algo que me dice que debo callar.

La nueva información no hace más que aumentar mi dolor de cabeza.

***

Cuando hay cosas que no puedo controlar las ignoro, mientras trato de solucionarlas en mi mente para luego expresarlas. Es lo que he hecho desde ayer en la noche después de hablar con Oleg.

—Me duele la espalda. —Comenta Kim a mi lado. Llevamos dos horas ayudando con el protocolo de bioseguridad.

Ahora entiendo por qué hay construcción bajo tierra. Según lo que me han comentado arriba no hay nada. Es como si este lugar no existiera.

—Ébola. —Comento lo evidente. —¿Desde hace cuánto tiempo?

Le ayudamos a la Dra. Carlota a ponerse el traje blanco que la priva de todo tipo de contacto con el exterior.

—Casi tres años. —responde. —Estuve desde los inicios y sé que poco a poco se reclutan los mejores doctores a nivel mundial, ya que hay otra patente aún desconocida. —Kim rueda los ojos.

Carlota entra y veo como en otro cuarto la desinfectan antes de abrir unas compuertas de vidrio blindado que alberga alrededor de 100 pacientes. Por cada 2 pacientes hay un doctor, la que acaba de entrar es la última por lo que podemos descansar unos momentos.

—¿Cómo es que ella está desde los inicios? En qué momento paso tu drama amoroso. —cuestiono, todo es un poco confuso.

Me duele la cabeza aunque agradezco que los otros síntomas se hayan calmado. No se me olvida la cirugía que tengo pendiente al regresar.

Empezamos a caminar y hay otro espacio para desinfectarnos. Quitamos el traje azul, la mascarilla, los guantes de látex, el gorro y por último los lentes. Los botamos en una bolsa roja especial.

Terminamos el protocolo y nos dan la autorización para salir.

—Como te lo dije estudiamos juntas en Polonia, cuando llegamos al internado éramos amigas. —parpadeo. —Aunque no lo creas. Nos íbamos de fiesta y en una de esas hicimos un trío con un interno del este de Europa. —Caminamos a la biblioteca. —Lo hicimos durante meses hasta que él se enamoró y todo término con él, pero a nosotras nos gustó lo que habíamos hecho, por lo que encontramos a nuestra nueva víctima alto, blanco, cabello castaño claro, todo lo que a mí me encanta.

—Y él era...

—Déjame terminar. —Seguimos caminando y a lo lejos veo a mis amigos. Los saludo y continuo con Kim. —Entre nosotros dos se empezó a originar una atracción amorosa y Carlota al notarlo empezó a alejarse de mí y obsesionarse con él. —Llegamos a nuestro destino y baja la voz. —No sé como paso, pero ella dijo que eran novios en todo el internado.

—¿Y lo eran? —Tomamos asiento frente a dos estantes de libros.

—Claro que no. —Me ve ofendida. —Nos atraíamos entre nosotros, pero ella con su ridícula obsesión nos alejó. No sé muy bien que problema tuvieron ellos con alguna investigación que les habían asignado y los castigaron. Con eso era menos el tiempo que lo veía, pero aun así hacíamos lo imposible por tener nuestros encuentros íntimos y en una de esa Carlota nos descubrió y le dijo a todo mundo que yo era una trepadora quita novio.

—Entiendo. —Buscamos los libros que necesitamos. —Y porque no lo desmentiste.

—Era darle demasiado crédito a sus mentiras. —Le paso el que necesita. —Aparte que nosotros terminamos juntos, ahora estamos comprometidos  y ella terminó aceptando que estaba de más.

—Tu vida no es nada aburrida. —Me rio.

—Créeme que a veces quisiera un poco de paz y no estar en medio de la guerra, balas y sangre. —arrugo las cejas. —¿Y la tuya? —Cuestiona. Tendríamos que estudiar el caso, pero el chisme está bueno.

—Podría decirse que mi situación amorosa es un asco. —me sincero.

—Vaya, ya veo que tu humor es por la falta de sexo. —sonrío. —¿Qué? Es verdad, desde que te vi pude sentir la amargura en tu interior.

Alessia la amargada.

—Dije que mi situación en el amor es un asco, no que mi vida sexual sea un asco. —Su rostro pasa de la confusión a una de diversión.

—Así que estás en una relación abierta. —deduce.

—Es una retorcida relación. —me encojo de hombros. —Me acuesto con un hombre comprometido. —sonrío.

—¡Oh, por dios, eres la amante!

—Si quieres darle un título, sí. —me siento. —Soy la amante.

—No quisiera ser la cornuda de esta situación. —habla en medio de las risas. —Que intenso, si a mí me pusieran los cuernos, no dudaría en...

—Kim. —Se calla con la llegada de la nueva persona. Nunca la había visto. —Baja la voz y ponte a trabajar, que es lo que tienes que estar haciendo.

La voz de la mujer es suave, pero la forma en que lo dijo no me agrado. Tiene la piel blanca con el cabello negro, largo y liso, amarrado en una cola. Usa un uniforme verde militar, igual al de los hombres que nos recogieron en el aeropuerto.

—Lo siento. —se disculpa. No me agrada. —Ella es nueva, viene de México y se llama Alessia. —me presenta. 

—Bin Je Chol. —ninguna tiende la mano. —Busco a Pedro, ¿Lo has visto? —Se dirige a Kim, a ella sí que le hace falta unos buenos polvos.

—No. —Bin se va sin despedirse, dejándome con un mal sabor de boca.

Kim rueda los al ver en la dirección en la que se fue.

—¿Qué fue eso? —No evito preguntar.

—Se llama sobrevivencia. —Abre el libro. —Está un poco loca, una vez mató a una doctora porque creyó que se acuesta con su pareja. —No me esperaba eso.

O sea, está diciendo que mato a alguien como si fuera el pan de cada día. Es parte del personal de seguridad, pero no creo que esa muerte sea parte de su trabajo.

—¿Y por qué sigue aquí después de eso? —me atrevo a cuestionar.

—No fue dentro de las instalaciones, si no antes, además, me importa poco a quien ande matando, mientras no se meta con los míos todo bien. Es una maldita agente que sabe lo que hace.

¿Míos? ¿Quién rayos son los suyos?

—Eso es abuso de poder. —me molesto. No puede ir matando solo por que se comen al novio. —Por cierto, ¿Por qué hay tanta seguridad? —pregunto. Es algo que me tiene intrigada.

—No tengo idea, siempre ha sido así, aunque aquí entre nosotras me estoy ganando a un guardia o guarda espalda, ya no sé que es, pero siempre anda atrás de Pedro. En un momento quise acercarme a Pedro, pero no se separa de Bin y antes de Carlota.

—¿Por qué estás detrás de ese supuesto guardaespaldas?

—Información y protección. —se encoge de hombros dejándome con más dudas.

Evito seguir indagando cuando la veo que empezó a leer un libro básico de medicina, ¿Ya se le olvidaron los conocimientos de primer año?

Durante un buen rato estudiamos, yo investigo más sobre los virus y Kim de un momento a otro me empieza a preguntar cosas de las más obvias. Extraño. Empezó con simples comentarios a los que yo respondí, pero no soy estúpida y sé que quiere información de forma fácil. Lo sé porque me pasaba en la facultad.

Yo solo sé que no se nada. Sócrates, cualquiera que haya leído sobre el filósofo, sabe que está usando su técnica para aprender.

—¿Sabes? A veces me da cosita estar aquí porque el ébola tiene un 25% de mortalidad y se anda en el aire. —lo dice segura como si fuera lo más obvio.

Esta situación ya me está molestando un poco.

—Kim, el ébola tiene un 80% de mortalidad. —asiente sin verme sumergida en un libro de epidemias que nada tiene que ver con el ébola. —Y no hay datos que indiquen que se propague por medio del aire. —Se remueve en el banco. —Si una persona tiene ébola lo sabremos hasta ver los síntomas.

—Sí, sí. —trata de ignorarme.

Siente mi mirada porque veo como empieza a mover los dedos sobre la mesa.

—¿Sabes que me devore más de 75 libros de psicología? —Mueve la cabeza tratando de sincronizar su respiración. —Si, me gusta saber el comportamiento de las personas. —evito mencionar que visite algunos psicólogos y soy cercana a otro.

—Eso es interesante.

—Ese libro. —Señalo el que tiene en sus manos. —Lo leí en primer año, por cierto, en que ciclo te dieron ganas de tirar la toalla. —me ve como si tuviera tres ojos. —Tranquila a todos nos pasó. —No evade mi mirada y yo encantada se la mantengo hasta que ve a la derecha.

Curvo mis labios en una sonrisa. A mí nadie me miente.

—En el octavo ciclo. —asiento, satisfecha con su respuesta.

Ya nadie habla, pero ambas nos quedamos con la espinita. Ninguna es estúpida.

***

Cuando voy a cenar me doy cuenta de que ella no lo hace, solo se come una manzana que guardó del almuerzo. Cuando le pregunte dijo que es parte de su cultura. No comen más tarde de las 6:00 pm y desgraciadamente la cena se sirve a las 8:00 pm.

Ya veo porque me cuesta tanto rebajar. Yo encantada comiendo hasta las 10 de la noche. Agradezco tener un buen organismo si no mi nutriólogo tuviera más trabajo.

Hoy fue un día pesado, me acuesto dispuesta a dormir sin conseguirlo. Doy vueltas y vueltas sin lograr mi objetivo. Mi paciencia termina cuando empiezo a sudar.

Esa es mi señal para levantarme, para ir por una ducha. Importa poco que sea media noche.

—Buenas noches. —me saluda un doctor. No todos podemos descansar al mismo tiempo y a él por lo visto le toca guardia.

Sigo caminando, pero me detengo al escuchar susurros. Me escondo y empiezo a caminar con sigilo, en estos casos adoro mi don.

Los rostros no son tan claros, me sigo acercando sin que me vean y mi sorpresa llega cuando veo a Kim besándose con el guardaespaldas del Dr. Marín, para ser sincera de guardaespaldas no tiene nada. 

No es que sepa mucho del tema, pero él sin duda no es un guardaespaldas.

Las manos de Kim son ágiles, estoy por retirarme porque no me interesa ver como cogen, sin embargo, me quedo al ver que con esas manos ágiles que tocan al hombre le saca algo de su bolsillo.

El beso sigue mientras veo como guarda lo que sea que le haya quitado.

Vasta Alessia.

Me regaño y vuelvo a mi cuarto, sin bañarme, pero gracias al cielo si puedo dormir. Los días siguientes es lo mismo.

***

— ¿Por qué no entramos nosotras? — me refiero al sitio en el que se encuentran los casos de ébola.

He entrado a quirófano con las personas que han superado el ébola, pero el resultado es el mismo.

Soy de las mejores doctoras, pero dejé morir a los pocos que atendí, mi ética es una mierda.

¿Motivo por lo que lo deje morir? Usaré la palabra estúpida que uso Kim, sobrevivencia.

Todos se esfuerzan por intentar salvar a alguno, nadie lo logra y aunque para mí sea pan comido porque ya lo hice una vez, algo me dice que no lo haga. Hay algo que no cuadra.

Por otro lado, esta que me asignaron compañera de Kim y siempre tomaba los pequeños cargos.

O sea, ¿Pueden creerlo? Yo que me mate días y noches estudiando por ejercer lo que tanto amo estoy con un trapeador en el cuarto del placer haciendo lo que jamás en mi vida consideré hacer en este lugar.

—Es mientras se adaptan. —le resta importancia acabando con mi poca paciencia.

—Mientras nos adaptamos. —repito incrédula. —Kim, llevamos tres semanas y te aseguro que desde el primer día estoy lista. —me enojo. —No es como si haré algo de lo que no tenga conocimiento. —quizá nunca haya estado frente a frente con algo tan letal como el ébola, pero eso no significa que no sé de los protocolos y procedimientos.

Suspira cansada.

—Mañana entrarás a sustituir a Carlota. —dice. Terminamos y nos dirigimos a las bodegas que están en el piso -5

—¿Y tú? —cuestiono.

—Tengo que hacer unas cosas con ella. —La veo extrañada. —Al parecer tiene noticias de algo importante. —Lo dice casi en un susurro como si dijera sus pensamientos.

—¿Qué noticias? —salimos del elevador. Me ve con angustia como si no tuviera que saberlo.

—Bueno es que. —tartamudea. Escuchamos un estruendo de la oficina de Pedro.

Se escuchan gritos y Kim me hace señas para que nos escondamos en la primera puerta abierta.

—¡Eso es imposible! —dan un portazo al salir. —Me encargué personalmente de revisar el expediente de cada doctor que ingreso desde que iniciamos. —espeta Pedro.

—Si vos hubieras hecho bien tu trabajo no estaríamos en este problema. —Una voz gruesa y molesta de un hombre le contesta. —Es tu culpa culicagado.

Kim medio abre la puerta para ver un poco.

Solo se observan dos sombras hasta que un hombre alto, moreno y calvo aparece. Me tenso. Pedro también camina quedando en un ángulo perfecto para que los podemos ver sin ser descubiertas.

—Tengo que hablar con Hernández —me suena el apellido, pero no recuerdo de dónde. —Hace unos días vi a un hombre que se parece a una foto que tiene en su cuarto. —El hombre asiente y hace señas, segundos después se escuchan pasos de más personas.

—¡Traigan a Hernández! —exige. —Está en el piso -6 cuarto 103. —Las pisadas pasan por fuera hasta llegar al elevador.

—Pobre del infiltrado porque cuando lo encuentre lo voy a despellejar con mis propias manos. —Trago grueso.

Veo a Kim, por el contrario, está sonriente como si lo que acabamos de escuchar no fuera aterrador. 

Vuelvo a ver a los hombres y me detengo en el segundo que se me hace conocido recuerdo haberlo visto con... El corazón se me acelera.

Kim.

***

¿Dudas?

¿Es normal enamorarme de la historia cada vez que la escribo?

 ¿Cómo consideran el personaje de Alessia?

***

 ¡Spoiler!

Estoy con una mujer. —me enderezo. —Desde hace una semana. —pienso bien en mis palabras.

No te diré que me sorprende porque era de esperarse. —Soy sincera.

Nunca hubo exclusividad. —dice.


¡Otro Spoiler!

—¿Por qué le dices Bestia? —Kim se queda pensativa.

Me muerdo el labio, es claro que no le diré.

—No querrás saberlo. —me paro dispuesta a irme.

—Por cierto, ¿Cómo se llama? tengo interés en saber más de tu amante.

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