Ambición.

By nickrespin

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La dependencia es un estado físico y mental al que Alessia se niega ser una adicta. Ella es un mujer que ha... More

♣ADVERTENCIA♣
Epígrafe.
Sinopsis
♣PRÓLOGO♣
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Extra Matías
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 12/2
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 15/2
Capítulo 16
Extra Javier
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Extra Vilma
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 32/2
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
EXTRA VYSHE
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Final
Epílogo

Capítulo 17

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By nickrespin

Titanium -David Guetta ft. Sia. One hour.

—Colombia —repite anonadado. —¿Oleg lo sabe? —Lo veo extrañada.

—No, ¿Y qué tiene que ver Oleg en esto?

—No creo que le agrade la idea que en estos momentos salgas del país. —No me gusta el rumbo de esta conversación.

—Sinceramente lo que le importe o no ha Oleg no es mi problema. —Me defiendo evitando verme a la defensiva.

—Yo no estaría tan seguro. —Se cruza de brazos. —Dejemos las formalidades Alessia. No nos conocimos de la mejor forma y... —Carraspea al ver mi cara. —A lo que quiero llegar es que ustedes no ven lo que nosotros sí.

—Y según tú ¿Qué es lo que Oleg y yo no vemos? —Sonríe

—Nada en especial, simplemente no quiero que salgas lastimada.

—¿Perdón? —me indigno.

Retomamos la caminata yendo a recepción

—Oleg es un hombre comprometido.

—Soy consciente de eso.

—¿No te incomoda?

—¿Tendría por qué? —Me ve como si me hubiera salido un tercer ojo. —El único motivo por el que nos seguimos encontrando es porque así lo deseo.

—Pero...

—No. —lo interrumpo. —Somos amantes porque así lo quiero, no busco nada más que placer. —aclaro. —Mis intenciones no son que Oleg termine su compromiso por mí.

—Alessia no es solo por eso. —Ve sobre mi hombro. —Después del nombre Oleg hay otro que dice problemas.

—Quien se encargará de esos problemas será Young Min, no yo. —A este hombre le gusta el drama

—Tú también. —Nos volvemos a detener.

—¿Tan difícil es entender mi punto? —Me cansa todo esto. —Que te importa que me acueste con Oleg. No me mantienes y estoy segura que a él menos.

Llega una enfermera a nosotros entregando documentos para que firme.

Los revisa por encima y pone su firma en ellos, nuevamente quedamos solos al menos a unos dos metros a la redonda. Suspira queriendo indagar en que estoy mintiendo.

Se quedará esperando porque no lo encontrará.

—No me importa que se revuelquen —Dice después de unos minutos. —Simplemente es difícil entender su relación.

—Se complican porque quieren. —Me encojo de hombros y observo mi reloj para saber que aún tengo tiempo.

—¿Por qué queremos? —Lo vuelvo a ver, es lindo pero tonto.

—Nadie les pide que nos entiendan. Nos revolcamos, follamos, fornicamos, cogemos, distintas palabras que describen una relación de amantes, sin dramas ni complicaciones.

—Los amantes se esconden. —se altera.

—Somos amantes contemporáneos y si me disculpas tengo que irme. —Me doy la vuelta, pero soy detenida por su mano en mi brazo.

Visualizo su mano y luego a él, miles de pensamientos vienen a mi mente. Respiro. Él no me hará daño, sin embargo, muevo mi brazo sin ser brusca zafándome de su agarre.

—¿De los que no les importa ser vistos? —Alza una ceja interrogante.

—Somos una maravilla de apreciar, jamás le negaré ese placer al mundo. —arreglo mi bata.

Así de descarada soy, ¿Y? no me busque, porque me van a encontrar.

—No entiendo porque no les importa que los vean juntos, sé que los pocos que lo sabemos no diremos nada, pero esto podría perjudicarte. —arruga las cejas sin poder entenderme.

Ya tomé mis medidas.

—¿Crees que me interesa lo que pienses? ¿Crees que me importa tu opinión? No Damián, soy consciente de lo que hago y no me arrepiento de nada. —Si el segundo nombre de Oleg es problemas el mío es descaro.

>>Deja de meterte en donde no te están llamando, porque aunque me agrades no permitiré que me cuestiones.

—Se clara, y no conmigo sino contigo, ¿Qué son? Y ¿Qué hacen?

Ya me harte de todo este teatro.

Fingir que no me molestan sus palabras es lo mejor, pero cansa. No deseo explotar porque si lo haré será sola y esta vez no será la excepción.

—Somos amantes y hacemos ejercicio sano —parpadea. —¿Sabes las calorías que se pierden en el acto sexual?

Se pone de todos colores entendiendo mi comentario.

>>Oleg y yo perdemos muchas calorías, ¿Sabes por qué? —Se remueve incómodo. —Porque tenemos mucho sexo. Querías saber lo que somos y hacemos, espero que te quede claro.

Me volteo y la sangre me hierve al ver las enfermeras, internos, y hasta residentes escuchando lo que no les importa. Me hierve al saber que la imprudencia fue mía.

—¿Van a juzgar en cómo llevo mi sexualidad? —cuestiono de forma casual.

Nadie tiene ese derecho aunque si lo hacen estaré encantada de no escucharlos, lo nuestro no es correcto y no necesito que nadie me reitere lo que ya sé.

Soy la maltita amante. Sonrío. Y no me importa serlo, no me importa causar todos los daños colaterales posibles.

No pueden esperar moral de una persona sin límites.

—Nadie está juzgando tu vida sexual Alessia. —responde Damián a mi espalda.

Camino rumbo al ascensor.

—Puta. —Me detengo al escuchar su voz.

Me doy la vuelta intentando descifrar de donde proviene, todos se van sintiendo el aire pesado. Entre cierro los ojos hasta encontrarla.

—Repítelo, ¿Oh eres una envidiosa de no poder comerte lo que yo sí puedo? —sonrío.

Doy los pasos necesarios al frente. En el pasillo solo quedamos Damián, ella y yo.

—Me escuchaste muy bien, Alessia. —Tiene a un niño que está mamando su pecho. —Eres una puta al igual que tu hermana, para nadie es un secreto lo bajo que cayó la mayor de las Carvajal.

Contrólate, Alessia.

—Pues esta puta como tú le dices, estudió durante ocho años medicina incluidos los tres de especialidad terminando a los 23, siendo la más joven, porque mientras tú te ibas de fiesta yo tomaba más materias que los demás para terminar antes. —Veo como su rostro se torna rojo.

—Pues eso no te quita lo puta. —observo como Damián quiere intervenir, pero basta una mirada para impedirlo.

—Estoy orgullosa de ser una puta, la más puta Cirujana. —sonrío con suficiencia. —Porque prefiero ser una puta y no una mediocre, como tú.

—Me das asco. —El bebé suelta su pecho.

Por dos segundos lo observo percatándome que está mejor que cuando lo conocí y desde entonces mi clínica lo atendió, pero eso nadie tiene porque saberlo.

—Y tu pena. —culmino.

No tengo problema en que piensen lo peor de mí.

Soy lo peor.

—Alessia. —Damián me alcanza.

—Tu cállate Damián. —respondo ya relajada, pero igual de molesta, no con él sino conmigo.

El elevador es lo primero que veo y no dudo en tomarlo, no tengo citas hasta en unas horas y aunque mi obligación es permanecer dentro de las instalaciones no lo haré.

—Doctora. —Me alcanzan.

—Ahora no Violeta. —Las puertas se cierran frente a su rostro mientras en el mío no puedo quitar una sonrisa.

Cuando llego abajo salgo del hospital y omito tomar el auto decidiendo caminar, lo hago por varios minutos hasta detenerme en un parque rodeado de árboles.

—Esto es el paraíso. —digo en voz alta aspirando un poco de aire. Cierro los ojos.

Flashback.

Dos años con dos meses después de esa noche.

No me siento bien, odio admitirlo, pero sé que no estoy bien.

Visualizo a las personas a mi alrededor que ignoran lo que me pasa, no sé si puedo seguir fingiendo que soy fuerte, porque la verdad es que desde hace mucho quiero dejar de serlo, el peso de todo me ha caído de golpe.

No quiero ser débil, no quiero mostrar debilidad porque sé que luego, lo ocuparán en mi contra. Eso es lo que hacen siempre, buscar debilidades para torturarme, para mostrarme que no soy inquebrantable.

Lo demostró mi madre y no estoy dispuesta a que lo hagan los demás.

Los veo a mi alrededor y siento esas malditas ganas de llorar, llorar para desahogarme, llorar por todo lo que he callado frente a todos, guardo silencio para que no encuentren mi punto de quiebre.

A mi lado tengo un vaso de agua que no dudo en beber, el intento de bajar el nudo en mi garganta es en vano, porque las ganas de llorar persisten.

Me niego a soltarlas.

Mi mente tiene grabada cada desgracia en donde solo bajo la cabeza por unos segundos, consiente que no puedo hacer nada, mi cuerpo esta resentido, mi cuerpo pide unas horas de descanso para reponer fuerzas y volver a fingir ser la misma joven inquebrantable.

Me hablan y siendo un robot respondo por inercia. A estas alturas mi voz se ha vuelto un poco inestable demostrando que estoy a nada de derrumbarme.

¡Ya no aguanto!

La nariz me está picando y los ojos me arden de la impotencia, me levanto para ir al tocador y pasa lo inevitable. Me derrumbo. Frente al espejo veo a una joven desdichada y débil, quiero gritar y salir corriendo, pero no puedo.

En la esquina del espejo sobre mi hombro vuelvo a verlo.

Sus manos en mi cuerpo, su aliento en mi cuello mientras me retuerzo y pido que pare, pero de pronto observo a mi madre golpeando a mi hermana hasta dejarla inconsciente.

Me veo a mi tapando mis oídos, mi yo de ocho años trata de concentrarse en estudiar porque sabe que si baja en las calificaciones le tocará igual que a Carla, sin embargo, no puedo salvarme de la furia de mi madre porque muerdo el interior de mi mejilla cuando me toma del cabello para encerrarme en el sótano.

Parpadeo y las imágenes del espejo desaparecen. Llevo varios días con pesadillas aun estando despierta, no estoy bien aunque finjo estarlo.

A nadie le permito escucharme llorar, ¡A nadie! Nadie tiene que saber mi dolor, nadie va a entenderme y estoy bien con eso, estoy bien sabiendo que no tengo a nadie que pueda entender mi dolor.

No quiero más miradas de las que me dedica Matías, son sinceras, pero no las merezco. No quiero ser consolada ni entendida, no quiero darle un poco de mí a alguien que no me entenderá y solo me juzgará.

El mundo explotará y habrá caos cuando me permita derrumbarme frente a una tan sola persona, lo hice, estoy consiente que me derrumbé frente a alguien, ese fue un error porque le permití que tuviera poder sobre mí y jamás nadie lo volverá a tener.

Axel tiene una parte de mí que no me di cuenta en que momento se la entregué. Tengo dos meses de conocerlo y odio que quiera ayudarme. Nadie puede hacerlo porque estoy rota y mis pedazos se han ido perdiendo poco a poco.

Me lavo la cara intentando borrar lo que acabo de derramar, frente al mismo espejo que en el que me vi derramando lágrimas ahora me veo con el rostro demacrado, las bolsas oscuras bajo mis ojos son solo una pequeña consecuencia de mis desvelos.

Me rio con desgano, las ganas de volver a derramar lágrimas me consumen, sin embargo, me obligo a no hacerlo, vuelvo a cubrir esas feas ojeras. Cuando termino practico unas cuantas sonrisas y gestos.

Salgo y cualquiera diría que ya bajo el dolor, pero solo yo se como me siento y se que sigo mal y a cada minuto empeoro.

—Sé que no te sientes bien, vamos a mi apartamento. —pide Axel.

Toca mi mano y la quito de inmediato, no me gusta que me toquen, no lo soporto.

Hace dos años me robaron mucho, y aunque no me permití que eso interrumpiera mi rutina todo ha cambiado.

Desde hace dos meses la llegada repentina de Axel a abierto heridas que creía olvidadas.

—No te confundas Axel, que te haya contado mi mierda no significa que te esté pidiendo ayuda. —arrugo las cejas. —Estoy bien y creo que eres el único que no lo entiende. —miento.

La conversación sigue entre todos, trato de ignorar sus voces que están provocando que me duela la cabeza. De forma disimulada estiro mi cuerpo, hago una mueca por el dolor que rápidamente remplazo por un bostezo.

¡Cállense!

¡No quiero escucharlos!

Lucho con las ganas de pararme y golpear a todos. La impotencia se vuelve adueñar de cada célula de mi ser. Me quiero ir ya.

Mi caparazón está a nada de caerse y dejarme al descubierto.

Axel cree que me ayuda, pero solo está sacando mis demonios a la luz.

Las horas siguen pasando, de un momento a otro me empiezo a marear y sudar helado. Mis últimas fuerzan me llevan al apartamento que tengo desde hace un tiempo.

Ver todo solo y a penumbras me saca una sonrisa, río como si no hubiera un mañana, esa risa se convierte en llanto, las lágrimas salen sin ningún esfuerzo.

Me siento feliz de por fin estar sola y poder desmoronarme y saber que nadie va a juzgarme, mi cuerpo esta a nada de dar su última gota de vida.

Tomo mi temperatura y está a 40 grados, estoy sudando helado y de un momento a otro empiezo a delirar, cubro mi cuerpo con una cobija para quitar el frio.

Esto se acaba hoy, no más inseguridades.

¡Soy Alessia Carvajal!

¡Futura cirujana!

¡Futura directora de cirugía!

¡Soy la joven que está manteniendo a flote una pequeña clínica que en algún momento le hará la competencia al mejor hospital privado de México!

¡Soy capaz!

¡Soy fuerte!

¡Soy intocable!

¡Soy todo lo que se me de la gana!

Seré una zorra por astuta y una perra por fiel, fiel a mí y a nadie más.

Pobre de aquellos que se quieran meter conmigo, porque no hay nada peor que una mujer con deseos de grandeza, no hay nada peor que una mujer ambiciosa y egoísta.

No hay nada peor que alguien que acaba de perder sus límites y solo impondrá barreras.

No hay nadie peor que Alessia Carvajal.

Fin del Flashback.

La brisa revuelve mi cabello sujeto en lo alto, mantengo cerrados mis ojos hasta que el crujido de una rama me hace abrirlos.

Observo a mi alrededor sin encontrar a nadie, de un momento a otro me siento vigilada y eso no es una buena señal, mis alarmas se encienden cuando dos hombres salen de entre los árboles.

Me paro y los ignoro caminando de regreso. Volteo. Vienen más cerca, no necesito más para caminar más rápido, agradezco estar con mi uniforme médico junto a mis suaves tenis que me ayudan cuando decido correr.

—¡Alessia Carvajal, detente! —grita uno de ellos.

Pues lo siento, pero mi lado coherente dice que no lo haga. Maldigo internamente el alejarme tanto, corro hasta que veo una casa abierta, pero antes de entrar me toman desde atrás.

—¡Suéltenme! —exijo, intento gritar, pero el otro me tapa la boca.

Se alejan del lugar donde pueden ser vistos regresando a la soledad de los árboles.

En ningún momento dejo de retorcerme y forcejar para liberarme, muerdo con fuerza la mano del tipo y este la quita de inmediato.

—¡Maldita puta! —grita.

Sacude su mano y con la misma me da una bofetada que me hace girar el rostro.

¡Mierda! Esto si que duele.

Siento el sabor metálico en mi paladar.

—¡Suéltame imbécil! ¡Y tú te arrepentirás de ponerme una mano encima, cabrón de mierda! —entierro mis uñas en los brazos del que me sujeta.

Él maldice y ejerce más presión sobre mi vientre inmovilizando mis pocos movimientos. Muerdo mi labio ya lastimado para no gritar de dolor y rabia.

—¿¡Te cuesta tanto decir que si!? ¡Maldita inservible! —reprocha el que mordí tomando mi mandíbula.

Levanto mi pie para golpearlo, pero él es más rápido y lo detiene retorciéndolo con fuerza.

—¡Hijo de la chingada! —grito, pero ninguno me suelta, ambos siguen lastimándome. —No se quiénes son, así que les exijo que me liberen.

El que me dio la bofetada retrocede con una vil sonrisa en el rostro, lo entiendo segundos después cuando el otro tipo me arroja al suelo con fuerza.

Suelto un gemido de dolor ante el impacto.

—Venimos de parte de H. B. —me retuerzo. —Le estas dando un dolor en el culo, y a nosotros también.

—No sé quien es él. —sujeto el costado de mi vientre que fue donde caí sobre una piedra. —No quiero problemas, así que es mejor que se vayan. ¡Déjenme en paz de una puta vez!

>>No sé quien mierdas es H.B. ni me interesa, no le debo nada así que es mejor que paren de buscarme, porque me están tocando los ovarios.

—Eres una puta mentirosa, mira que fingir no saber porque mierdas te quieren. —Me toma del cabello levantándome del suelo, el dolor es insoportable. —No es fácil encontrarte sola, no queremos que te asustes por lo que es mejor que vayas por tu propia cuenta.

>>Aléjate del agente porque H.B. no permitirán que estés con ellos, estás advertida Carvajal. —sujeta más fuerte mi cabello para hablar sobre mi barbilla. —Manda la advertencia y nos dio un mensaje para ti. —Me tiende un papel que no tomo, gruñe y me sacude del cabello.

Jadeo sintiendo como una lágrima rebelde sale de mi ojo.

—¡A mí no me adviertes, ni me ordenas!

¡Cállate, Alessia!

—Creo que cumpliremos lo de la nota aun mas rápido. —se burla el otro.

—Ya nos hemos enfrentado con ellos, no le tenemos miedo a los soldaditos de mierda. —el dolor en mi cuerpo me impide escuchar con claridad. —En tus manos esta ahorrarnos el trabajo de que corra sangre.

—La única sangre que correrá es la de ustedes...

Siento un aire caliente soplar mi sien que está a la altura de su mano, de inmediato me suelta maldiciendo a no sé quien.

Caigo de nuevo sintiendo un mareo por la fuerza bruta que ejerció en mi cabello, y mi estomago no deja de sufrir el golpe de la primera caída.

No entiendo nada, solo veo como ellos maldicen y el que me tenía del cabello me apunta con un arma.

Me paralizo y visualizo como de la misma mano con la que me apunta se desangra, no entiendo y es hasta que un zumbido llega exactamente a la mano donde tiene el arma es que me doy cuenta que son disparos.

—Mierda. —Suelta el arma, todo su brazo lo tiene lleno de sangre por los dos impactos de bala que ha recibido. —¡Esta me la pagas, hija de puta!

—Vámonos. —le dice el otro tipo. —Cumplimos nuestro trabajo, déjala ya Bob.

Una ráfaga de disparos sale de entre los árboles y esa es su señal para correr.

—Maldita puta. —Me da una patada antes de huir.

¡Perro desgraciado!

El dolor se siente como si quemara mi piel, no evito gritar y así lo hago. Grito luego de su patada justo donde ya me dolía.

Un hombre con un arma en mano llega a mí.

—Lo siento, Carvajal. —dice con un marcado acento ruso. Revisa mi rostro, mientras mantengo mis ojos cerrados. —Me fui unos momentos y cuando regresé me notificaron que no estaba ... —No deja de hablar, pero no entiendo de que rayos habla.

—Mátalos. —ordeno.

Mi voz suena rara después de haber gritado y en el transcurso lastimarla.

—¿Qué? —abro los ojos y su rostro muestra incredulidad.

—Mátalos. —reitero.

***

¡Spoiler!

—¿Estas llorando? —Se burla.

No estoy llorando solo respirando pesado, tratando que el dolor pase.

—¡Bestia! —Repito alzando mi blusa para mostrarle la venda que tengo en la cintura. —Si te dije que me soltaras era porque me dolía, no porque no quisiera hablar contigo. No tienes que ser un insensible.

Frena en seco y el chillido de las llantas me obliga a meter las manos para evitar dejar mi frente en el parabrisas.

¡Otro Spoiler!

Tengo las manos amarradas con una cuerda al cabecero de la cama, los pies cruzados y doblemente amarrados.

—Pero que... —me frustro.

Hay otra cuerda que pasa sobre mis piernas y otra bajo mi pecho.

Intento mover alguna articulación, pero las cuerdas están socadas al punto que dejaran marcas.

***

Si estas leyendo esto después del 13 de septiembre es probable que algunas notas estén eliminadas, para los que si las leyeron agradezco los mensajes de aliento, sin embargo, hasta hoy a las 9:33 am Dios le permitió dar su último aliento.

Aunque suene estúpido, no tengo palabras para despedirme de una persona. 


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