Te propongo un desliz

By N_Jairi

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Amanda acaba de salir de una relación de años por un error que cometió. Ahora, a sus 25 años, debe afrontar q... More

UNO
DOS
TRES
CUATRO
CINCO
SEIS
SIETE
OCHO
NUEVE
DÍEZ
ONCE
DOCE
TRECE
CATORCE
QUINCE
DIECISÉIS
DIECISIETE
DIECIOCHO
DIECINUEVE
VEINTE
VEINTIUNO
VEINTIDÓS
VEINTICUATRO
VEINTICINCO
VEINTISÉIS
VEINTISIETE
VEINTIOCHO
VEINTINUEVE
TREINTA
TREINTA Y UNO
TREINTA Y DOS
TREINTA Y TRES
TREINTA Y CUATRO
TREINTA Y CINCO
TREINTA Y SEIS
TREINTA Y SIETE
TREINTA Y OCHO
TREINTA Y NUEVE
CUARENTA
CUARENTA Y UNO
CUARENTA Y DOS
CUARENTA Y TRES
CUARENTA Y CUATRO
CUARENTA Y CINCO
CUARENTA Y SEIS
CUARENTA Y SIETE
CUARENTA Y OCHO
CUARENTA Y NUEVE
CINCUENTA [Final]
EPÍLOGO
Extra #1

VEINTITRÉS

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By N_Jairi


:= Adán =:

No es tan difícil convivir como si nada después del beso que tuvimos, creo que es la ventaja de hacerse adulto, pues recuerdo como evité a Zoey después de nuestro primer beso.

Ella rasca la cabeza de Picky mientras ve una película en la televisión, la semana mayor de Semana Santa está cerca, y no soy muy creyente, pero no está demás no comer carne roja por varios días.

—¿Te gusta el pescado? —le pregunto.

—Solo si no está crudo.

—¿El ceviche cuenta como algo crudo?

—No sé. —Giró su cabeza hacia mí—. ¿Por qué preguntas?

—Para saber que comer en Semana Santa —expliqué; sonrió y asintió.

—Cuando iba a la primaria, era un colegio católico, y nuestro director, que era un Fraile, dijo que se podía comer todo tipo de carne.

La miré con escepticismo y la boca abierta.

—¡¿He vivido engañado toda mi vida?!

—Posiblemente. —Se encogió de hombros.

—Ya está, comeremos hamburguesas.

—Debo llevar una dieta para no tener complicaciones en el embarazo, Adán.

—¿La dieta no incluye hamburguesas? —inquiero con extrañeza, se acaba de comer una de doble carne y todas las papas fritas. Hasta las mías se comió.

—Todo en exceso hace daño, hasta el agua. A mi prima le dio infección en los riñones por tomar como seis litros diarios.

Observé mi vaso de agua con recelo. Ahora me entero que el agua me puede matar y que pude haber comido carne en todas las cuaresmas. Me siento como si hubiera vivido en una realidad alterna toda mi vida.

Su largo bostezo me sacó del momento de reflexión, me animé a tomar nuevamente el vaso y beber su contenido. 250 mililitros no me matarán.

—¿Verás la televisión? Voy a dormir ya.

—No, apágala —pedí terminando mi último pedazo de hamburguesa—, también me iré a dormir en un rato.

—De acuerdo, buenas noches, Adán.

—Buenas noches —musité, pasó por mi lado y se agachó para besar rápidamente mi mejilla. Le sonreí y se encerró en su habitación.

Picky levantó su cabeza y siguió de largo hacia mi recámara. Solté un suspiro y me relajé contra el asiento. De acuerdo, el beso en la mejilla fue raro, pero no voy a hacer un escándalo por ello.

Ordené todo antes de apagar las luces e irme a la cama, sin embargo, no hacer drama no es parte de mi naturaleza. Cerré la puerta de la habitación y marqué el número de mi amigo.

—No pienso ir a mitad de la noche con tu hermana solo para dejarte una cama —advirtió en saludo. Él siempre tan amable.

—Okaaay —dije, ya sabía que se detestaban, pero ahora su voz no tenía la pizca de sorna de siempre—, pero no te llamo para algo así. Ahora sí es una crisis existencial.

—Güey, por eso no estudié psicología. No quiero lidiar con crisis existenciales ajenas.

De acuerdo, ya me harté de su actitud tan pedante, solo dos veces lo he visto así y una fue porque dañaron su ego y la otra porque un profesor le bajó calificación en una audiencia de examen solo porque dormía con la chica que compitió y le debía el diez.

—¿Qué te pasa, Jesús? Y no digas que nada porque te conozco.

Soltó un suspiro y después gruñó:

—Todo está bien, solo he tenido una semana extraña.

—No tan extraño como mi beso con Amanda —bromeé haciendo que la línea quedara en silencio, que, de no ser por su respiración, habría creído que cortó.

Esperé pacientemente a que procesara la informa, reaccionara y después soltara algo; lo que sea. Hasta acepto un «eres un pendejo».

—Y lo hice frente a Zoey y José —añado, sí le va a dar un ataque, que le dé bien.

—Madres —expresa logrando sacarme una sonrisa—, creí que le temías al éxito. ¿Cómo fue?

—Cómo cuando das tu primer beso —me lamenté

—¿Tan malo? —se burla—. Puedes practicar con la almohada o en el espejo, es más, ve por una mujer de la vida galante para que te enseñe.

—Solo fue algo pequeño —defendí mi hombría—, no le iba a meter la lengua hasta la campanilla frente a la que fue mi prometida.

—Adivino, te está jodiendo tu moral porque no le pediste permiso ni te dio señales de que lo quería, ¿acerté?

—En parte —admití. Picky se subió a la cama y le di una mirada de reproche, pero terminé acariciando su cabeza cuando se acurrucó en mis piernas.

—¿Hubo fuegos artificiales? Porque es normal que sientas cosas por otra persona cuando estás soltero.

—No hubo nada —le informo—, aunque tampoco fue algo de más de cinco segundos.

—Así sea un simple roce con los labios de la persona que quieres, la electricidad está presente, amigo.

—Creo que mi corazón no ha olvidado a Zoey. Actúe de esa forma porque José la abrazó frente a mí.

»Estaba celoso.

—Es normal, Adán; si las cosas hubieran seguido su curso, ustedes estarían ahorita de luna de miel. No vas a olvidarla de la noche a la mañana.

—Lo sé, pero tampoco quiero usar a Amanda. Ella merece más.

—Para ti, todo el mundo merece más, aunque eso te joda en el proceso. —Blanqueé los ojos por su regaño; soy buena persona, no un idiota que se deja pisotear—. Sabes que no soy bueno en eso de las relaciones, veintisiete chicas lo respaldan —Fruncí el ceño, ¿desde cuando lleva la cuenta de sus conquistas?—, pero lo que sí sé es que no vale la pena darle vueltas a un asunto que no tiene importancia.

»Sí no te gusta algo, dilo. Sí algo te preocupa, exprésalo. Solo habla con Amanda y dile que nada de nada hasta que alguien deje de gobernar en tu corazón.

—Gracias por volver a ser tú y escucharme.

—Para eso son los amigos. Debo colgar, Adán.

—Buenas noches —me despedí antes de que colgara.

Hablar con mi amigo siempre ha sido de ayuda, no porque dé buenos consejos —que a veces lo hace—, sino para hacer todo lo contrario a lo que dice, pero esta vez le picó el mosco de la sabiduría.

—¿Te cae bien Amanda, Picky? —Al escuchar su nombre levanta la cabeza, me mira unos segundos y cierra sus ojos, recargando la cabeza en mi pierna—. Lo tomaré como un «cállate ya».


Al cancelar la boda, es obvio que tenía que cancelar mis vacaciones en el mar caribeño, podía ir solo, como hacen todos los plantados en el altar, pero eso sería tan masoquista de mi parte como entrar a la oficina y ver a Zoey hablando con nuestra compañera de oficina.

Voltea a verme y me sonríe mínimamente antes de volver a su conversación. Creo que las personas que dejan en el altar optan por irse de viaje solo para no ver a quién le causó tanto dolor. Ahora tiene sentido.

Mi escritorio está lleno de mis papeles y de los casos que debo manejar gracias a que Jesús se fue de vacaciones. Este año me tocaba a mí, pero decidí cambiárselo.

Pongo manos a la obra y pasado el tiempo, de reojo, en la pantalla de la computadora, me encuentro con que Uriel Pegraso ingresó al despacho. Fruncí el ceño y me enderecé para verlo pasar por enfrente de mi oficina. Tocó y me levanté a abrirle.

—Uriel, qué sorpresa. —Me hago a un lado para dejarlo entrar.

—Lo sé, yo tampoco sé qué hago aquí. —Lo miré con extrañeza, pero de todas formas me senté frente a él en la silla detrás del escritorio. Sus dedos tamborilearon en la madera y asintió—. No, sí sé que hago aquí.

Metió la mano en el saco y me tensé. Pensé en que tuve una larga vida, pero hasta aquí terminó; él vino a matarme y lo peor es que no sé porqué...

«Adán, deja de ser tan dramático», me digo cuando no es una pistola lo que saca, sino una hoja de papel doblada en cuatro. Me la pasa y dudo en tomarla, pero al final lo hago, no creo que haya algún ántrax por aquí. De todas formas contengo la respiración mientras la abro.

En su interior no hay escrito nada a mano, cada letra fue recortada de revistas o periódicos. Lo preocupante es su interior.

Él sabía que iba a ganar por las pruebas contra usted y su familia.

Intento no mostrar ninguna expresión, porque esto jamás lo dijimos en el juicio. Sería nuestra arma para ganar y, además, abrir una investigación en su contra. Bajé el papel al escritorio y lo miré sin expresión.

—¿Se supone que habla de mí? —pregunté y él se encogió de hombros.

—No he tenido otro problema legal.

—No se de lo que habla, solo teníamos las pruebas que el cliente nos dio ante el agravio.

Uriel asintió y le regresé el papel, pero me pidió que me lo quedara, ya que, quizás, solo era una broma. Pero yo no lo creía así, de reojo observé el archivero dónde guardé todo.

—Entonces me paso a retirar. Con permiso.

—Propio —murmuré. Salió de la oficina y noté como intercambió una extraña mirada con Zoey al cruzarse con ella en el pasillo de camino a mi oficina.

—¿Ese era Uriel Pegraso? —Asentí tomando la nota y echándola al cajón del escritorio—. ¿Qué quería?

—¿No te enteraste? Después del juicio nos hicimos buenos amigos, hasta jugamos golf juntos.

—No es necesario ser sarcástico, Adán, con decir «no te interesa» bastaba.

Da media vuelta y solté un suspiro. De acuerdo, estoy de muy mal humor, y su presencia aquí, más la de Pegraso con esta nota no ayuda mucho.

Iba a ponerme de pie a revisar el archivo con las cosas, pero mis ojos captaron algo en las cámaras, en el reflejo de un auto. Me acerqué más a la pantalla de la computadora y saqué captura.

¿Qué hace José hablando con Uriel Pegraso fuera de mi despacho?

Me puse rápidamente de pie y salí, pero mi primo entraba con una sonrisa en su rostro. Tardé demasiado.

—Primo, ¿no debías estar de vacaciones?

«No puedes golpearlo, darías mal ejemplo a los socios».

—Cambié con Jesús.

—¡Oh! ¿No está? —preguntó con decepción y yo fruncí el ceño en sospecha.

—¿Venías a verlo?

—Pasar tiempo con tu amigo me divierte tanto como pasarlo contigo —dice quitándome un peso de encima—. Vengo por... ¡cariño!

—José, ¿qué haces aquí?

—No podía esperar hasta estar en casa. —La emoción era palpable en su voz. Miré a Zoey y ella tampoco entendía nada... hasta que él se puso en una rodilla.

El golpe que sentí fue al instante. Di un paso atrás y miré la imagen con escepticismo.

—Te amo, Zoey. —Otro maldito golpe en el estómago—. Sé que tú también lo haces —Empieza a tener público de los socios, pero ya no puedo apartar la vista por más que duela—, por eso me aventuro a hacer esta payasada, porque lo vales.

«No, por favor no».

Retrocedí más, pero el cristal de mi oficina no me lo permitió. No sabía si estaba respirando, lo más probable era que no; el pecho me comenzó a doler y mi visión se tornó borrosa.

—¿Quieres casarte conmigo?

Tragué en seco y solté el aire con fuerza, como si esas palabras hubieran sido un golpe directo al estómago. Levanté la mirada al rostro de Zoey, y pude distinguir las lágrimas en ellos. Esbozó una temblorosa sonrisa y musitó:

—Sí.

La pregunta de mi primo fue un golpe en el estómago, pero la respuesta de ella fue directo a mi corazón, y no solo lo golpeó, lo sacó de la caja torácica y apuñaló con el maldito anillo de diamantes que se desliza por su dedo anular.

José se levantó, sujetó las mejillas de ella y pasé por su lado cuando se acercó a los labios de ella. No voy a soportar más humillación.

El aire impactó en mi rostro y seguí andando hasta mi auto. La sangre me burbujeaba en las venas y por más que intentaba insertar la llave para arrancar, mis manos temblaban demasiado que al piso fueron a dar.

Solté un gritó y golpeé con fuerza el volante hasta que me cansé y dejé caer mi cabeza sobre él. El sonido de los gritos fue sustituido por el de mis sollozos.

Solo quitarme este dolor y mi mejor amigo se fue a vacacionar quién sabe dónde.





:= Amanda =:

Mi jefe le explica al señor Luvoel sobre el proyecto y el problema qué hay en la zona de construcción. Mi estómago gruñe por hambre y me limito a beber de mi botella de agua, aunque también sienta la vejiga a punto de explotarme.

—Entonces, ¿no se puede hacer la construcción? —preguntó Dante después de un rato.

—Sí, pero debemos conocer bien el terreno antes de empezarla, sino, en un terremoto todo podría ceder en un derrumbe.

—Lo dejo en sus manos, en ese caso. —Mi jefe asintió y nos despedimos del señor.

—Tenemos que trabajar por más horas, Amanda.

—Estoy de acuerdo pero, ¿puedo tomar mi hora de comida? Mi estómago la aclama demasiado.

Me da chance y no tardé en ponerme de pie e ir por mis cosas a mi espacio de trabajo. Lucrecia me sonríe desde ahí.

—¿Vamos a comer?

—Por favor.

Salimos juntas de la oficina y nos encaminaos a un pequeño puesto de comida variada al otro lado de la cuadra, pasando el parque. Su brazo se engancha al mío y suelta un suspiro.

—Te he notado mejor.

—Sí —asentí—, creo que me encuentro un poco más en paz.

—Eso es bueno, el estrés saca arrugas.

Me río y ella acomoda su cabeza en mi hombro, sin embargo, yo no puedo dar un solo paso más pues, a unos metros de nosotras, estacionado en la calle al otro del parque, exactamente frente al establecimiento donde pensábamos comer, está una camioneta de la cual bajan dos personas.

Un chico y una chica.

Eder y Andrea, la chica que siempre quiso con él y por ello me gané su odio.

Sentí una presión horrible en mi corazón que hizo que los ojos se me empañaran.

—¿Qué pasa? —se preocupa Lu, colocándose frente a mí. La miré y le sonreí negando con la cabeza.

—Nada, creo que me entró mucho aire. Vamos, tengo hambre.

La jalé del brazo porque no tenía motivos para irme a otro lado, yo fui quien le dijo que fuera a sanar, claro que nunca pensé que lo haría con Andrea. Sí, tiene un cuerpo divino y no es ninguna hueca, pues estudiar medicina no es para cualquiera, pero me cae mal porque me hizo la vida imposible por unas semanas.

Al entrar nos asignan una mesa y al pasar por la suya, mis ojos se cruzan con los de Eder, pero lo que más capto es la mano de él sobre la de ella. No sé qué expresión puse, pero él abrió sus ojos. Desvíe la mirada, no valía la pena atormentarme por esto.

Sin embargo, aunque no valiera la pena, mi ánimo decayó visiblemente. Intenté concentrarme en el trabajo para no pensar en nada, pero mi mente solo reproducía la risa de ella por algo que Eder le decía.

Agradecí cuando llegó la hora de la salida y esta vez no acepté la invitación de Lucrecia a llevarme, necesitaba tiempo a solas antes de llegar a amargar la siempre felicidad de Adán. Solo debo soltar unas cuantas lágrimas con el chofer del uber y bajar como si nada hubiera pasado.

Pero es que hoy parece que el mundo quiere todo lo contrario. Tan solo abrir la puerta de la casa de Adán me llegó una vibra diferente. Picky salió a mi encuentro y le sonreí al momento de acariciar su cabeza, pero hasta ella parecía no tener la misma efusividad de siempre.

—¿Adán? —llamé al silencio de la casa, pensaría que aún no llega, pero su auto está mal estacionado afuera, es más, creo que hasta dañó las plantas del vecino—. ¿Dónde está, Picky?

Ella soltó un ladrido y se metió a la habitación de él. Todo estaba oscuro allá dentro y me debatí entre ir o no. Quizás esté dormido, pero él jamás lo está. Dice que no es muy activo, sin embargo tiene demasiada energía que se desgasta en el trabajo.

Debo decir que me preocupó. No había indicios de que comió o hizo algo en la casa. ¿Y sí está enfermo? O peor, ¿y si se desmayó y Picky quiere que lo encuentre?

Demonios, no puedo obviar esta situación. Bien, solo debo ir a su habitación, tocar y sino hay respuesta, me fijo que todo esté en orden y después me retiro.

Sí, es un buen plan.

Levanté mi brazo y cerré mi mano en un puño para golpear, pero me detuve al último momento cuando se abrió la puerta y apareció él. Tenía los hombros caídos y su cabello revuelto, pensaría que sí estaba durmiendo de no ser por los ojos irritados e hinchados y el rostro de lágrimas en sus mejillas.

Dios. Nunca había visto un hombre llorar y tan destruído como él lo estaba. No dije nada, solo me acerqué a rodear su cuerpo con mis brazos. Recargó la cabeza en mi hombro y en segundos sentí humedad en él. Lo apreté con más fuerza.

Es mi tiempo de sostenerlo sin decir nada, solo demostrarle que tiene mi apoyo en lo que sea que sucedió.






◾️🔲◾️

Ando en modo triste por el capítulo y feliz porque llegamos a los 50K, me retiro a llorar y celebrar, con permiso.

Yo no tengo nada por decir sobre el capítulo, ¿ustedes sí? Los leo 👀

Estuve un poco desaparecida por esta historia porque ando editando otra. Por cierto, mandé esta a NovaCasa, quien quite y pega para salir en físico 🤭

Nos leemos en el próximo. Besitos 💋

◾️11/01/21◾️

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