Si Brenna tan solo supiera en la clase de monstruo que me convierto cuando estoy "trabajando", saldría corriendo, es por eso no quiero que se entere, no estoy preparado para hablar sobre ello.

***

Llegue a casa rendido, sin fuerzas, eran alrededor de las tres de la madrugada, la policía estaba en las calles, pero tenía mis atajos para evitar cualquier pregunta, limpio la sangre de mis nudillos, pero aun así me quedan marcas, solo espero que Brenna no lo note, porque ya me están acabando las mentiras.

Alguien llama a mi puerta cuando apenas son las nueve de la mañana, espero que no se algo que tenga que ver con Jack o Fernández, estoy cansado de esa mierda. Encuentro a Thomas en la puerta de mi casa con un maletín en manos, espero que no venga a traerme problemas; dejo la puerta abierta para que entre.

—Mierda Zack, deberías guardar mejor todo ese dinero —aún estoy algo somnoliento, cuando llegue a casa estaba tan cansado que no me fije donde deje mi cobro de cada mes.

Cuando tengo esta cantidad de dinero en manos, no sé en qué gastarlo o en quien, no puedo solo meterlo al banco si se supone que, para el gobierno, no trabajo, y tampoco puede pagar una gran cantidad de dinero en sitios, no podré justificar de donde lo saco, siempre me trato de cuidar en ese sentido. Creo que ninguno de mis amigos a excepción de Thomas sabe que me gastaba el dinero en chicas, drogas y alcohol, aún lo hago, no muy frecuentemente, pero lo hago, si quiero algo realmente serio con Brenna ya no podré, sí que puedo, pero no debería.

Las noches eran eternas en un cabaret que en realidad es un burdel, cuando tenía a alguna mujer bailando de una manera muy provocativa con ropa que se iba quitando poco a poco hasta quedar en ropa interior diminuta, yo fumando algún cigarrillo y disfrutando del show, desde que tuve un compañero, Thomas, es el único que sabe que ando por esos lados, en ese ambiente lo mismo que yo sé de Thomas, él lo sabe de mí, es nuestro pequeño secreto y si Brenna llega a saber sobre ello, asco le dará saber que a mi edad he sido tocado por una cantidad de mujeres que ella no querrá ni imaginar.

Tengo la suerte de que en Londres a los 14 ya pagaba los precios de adultos en los autobuses, a los 16 en el tren, ya podía trabajar, comprar cigarrillos y tener sexo a las 17, ¿que se espera de los 18?, ya podía tomar alcohol y no necesitaba de una identificación falsa para colarme en los pubs, que la tenía, a los 18 en Londres se hacía mucho, yo tengo diecinueve y digamos que mi apariencia y la ropa que uso ayuda, he ido muchas veces al mismo burdel, me he caído de lado al ver personas en ese lugar, políticos, famosos, y gente con poder y mucho dinero, yo no soy muy conocido por el momento, no soy alguien con poder, pero si tengo el dinero, digamos que para mi edad tengo demasiado.

—Fernández ya sabe que volví —dice Thomas mientras se sienta en el sofá, tomo el bollo de libra esterlina y lo llevo rápidamente a mi caja de seguridad.

—¿Y eso en que me afecta? —le pregunto al mismo tiempo que me dejo caer de espaldas junto a él.

—Puede ser que me tenga vigilado, necesito un arma, tu eres el único que porta una —Echo mi cabeza hacia atrás y cierro los ojos.

—Bueno, tengo una extra para ti —susurro sin abrir los ojos, el silencio nos arropa por varios minutos hasta el vuelve a hablar.

—¿Estuviste en algún burdel anoche? —pregunta, yo solo lo miro con detenimiento.

—¿De qué demonios me estás hablando? —cuestiono con el ceño fruncido.

—Ya sabes, ¿tuviste una orgía o algo? —me siento derecho en el sillón y lo miro con atención.

—No Sanders, no tuve ninguna orgía, ¿acaso tu sí? —tiene que estar bromeando.

—No, ¿cómo se te ocurre, tengo cara de haber tenido una, o acaso crees que soy de compartir? —siento que me está mintiendo, si la tuvo, travieso Thomas, trato de no reír y estar lo más serio posible.

Escape: Zack ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora