—Tiene buena pinta —admití y ella asintió, dejándola sobre la encimera para después quitarse los guantes. Se giró para mirarme sin dejar de sonreír.

—Somos unas increíbles pasteleras, ¿no crees? —Reí sin dudarlo ante su ceja alzada y rodeé su cintura, sin dejar de sonreír. La quería muchísimo para que fuera verdad.

Mamá me acarició la mejilla antes de separarse de mí y agarrarme por los hombros.

—Estás preciosa hoy, estoy segura de que Jaehyuk flipará con lo mayor que te has vuelto estos meses. —Solté una pequeña carcajada encogiéndome de hombros.

—Él siempre hace un drama por todo, aún no puedo comprender cómo le toman en serio como CEO en la empresa de la abuela.

—Cariño, eso es porque la gente cambia en el trabajo —bromeó. Ambas reímos sin dudarlo—. Pero en serio, estás preciosa.

—Gracias mamá, tú también. —Sonrió, alzando las cejas.

—Obviamente, las mujeres Park, somos preciosas. —No dudé en sonreír, sabiendo que esa sería la típica broma que diría mi abuela y porque, después de todo, mi madre hacía tiempo que había dejado de ser Park.

Y aunque habían pasado años de eso, aún seguía recordando esa preciosa escena donde se dieron los votos y se pusieron el anillo... Aún recuerdo lo mucho que me latía el corazón en ese instante a pesar de que era una niña para comprenderlo, al ver cómo se sellaba un amor verdadero frente a mí.

—Pero yo soy Jung...

—Vienes de una Park. —Reímos de nuevo. Me apretujó las mejillas antes de volver abrazarme, esta vez ella, con mucho cariño.

En realidad, no es que hubiera escogido un atuendo muy especial, después de todo, no íbamos a salir de allí, así que era simple y cómodo pero, realmente a juego con la época del año en la que estábamos. Una falda algo corta y un poco pegada color marrón, vestía mis piernas, junto a un suéter de manga larga y cuello de tortuga rojo, me había puesto unas medias color carne para resguardarme del frío, junto a una boina del mismo color de la falda que me había regalado el tío Taehyung por mi cumpleaños después de uno de esos tantos viajes que habían hecho Jimin y él como luna de miel, especialmente, ese bonito objeto, provenía de París, la ciudad del Amor, un sitio, que simplemente me encantaba. Me había maquillado sutilmente, utilizando el pintalabios favorito de mi madre color carmín, para ir juego con ella. Y mi pelo marrón se mantenía suelto y algo ondulado.

Mi madre por otro lado, estaba increíblemente hermosa como siempre y realmente, esperaba algún día parecerme tanto a ella. Llevaba un vestido pegado negro, pero suave, como si fuera la tela de un suéter, con el cuello de tortuga y de manga larga, a juego con un cinturón rojo que agarraba su cintura. Su pelo marrón caía por un lado de su hombro, formando una enorme cascada y sus labios destacaban a juego con el cinturón.

—Bueno, esperemos que la tarta esté comible —indicó después, alzando la ceja. Sonreí sin dudarlo antes de sentir unos brazos que rodeaban nuestros cuellos.

—¿Qué murmuran mis chicas por aquí? —Preguntó, sonriendo en cuanto le miré. Sus ojos brillaban y parecía feliz. Aunque, ¿cómo no? Habían aceptado uno de los proyectos en el que había estado trabajando por años y pronto podría llevarlo a cabo.

Realmente, mentiría si decía que me había enterado alguna vez de lo que iba realmente. Pero parecía feliz formando equipo con Minhyuk y Seonghwa, sus compañeros desde la universidad. Además, por casualidades de la vida, resulta que había acabado estando codo con codo, con uno de sus profesores del instituto, el señor Kim, a quien yo misma había conocido antes de mi nacimiento, pero que solo había tenido el gusto de ver hasta hacía unas semanas atrás.

HOPE ━ j. hoseokWhere stories live. Discover now