14 · trabajo

182 13 5
                                    

Soojin.

—No llores, tonta —sonrió con cariño quien era como mi hermana mayor postiza. Aunque, generalmente, era solo, la hermana de Hoseok.

Hipé limpiando una pequeña lágrima que caía por mi mejilla. Sin querer me había emocionado con sus palabras y, aunque no solía ser de esas personas que lloraban mucho, cuando tocaban mi corazón, no podía evitar hacerlo. Necesitaba esas palabras de fuerza para no sentirme mal ante toda la situación.

Mis padres siempre me impedían salir, me ponían reglas y normas absurdas que nadie podía entender. Su máxima prioridad era tener a una hija amargada y estresada, únicamente preocupada por su estatus y sus notas. Pero nunca se habían parado a pensar en que era una persona que necesitaba salir, disfrutar de mi juventud, ser libre... Lo que ellos hacían estaba mal y, aún así, no podía evitar sentir que todo era mi culpa, que lo que verdaderamente estaba mal era lo que yo hacía, que siempre era yo la que me equivocaba.

Hoseok apretó mi mano antes de deshacer el agarre de ella y rodearme con ambos brazos por los hombros.

—A veces es una pequeña bebé —dijo, enterneciendo mi corazón con su cálida sonrisa, esa que mostraba sus bonitos hoyuelos. Sus ojos brillaban entre aquel espacio en el que empezaba a teñirse de distintos colores, cayendo el atardecer.

Las sonrisas le sentaban bien a Hoseok.

—¿Solo a veces? —Preguntó Jiwoo, bromista, mostrando una sonrisa totalmente parecida a la de mi novio. Eran dos soles que llenaban mucho mi vida de cariño y compañía, de calidez.

—Tengo dieciséis años, debería de ser ya una mujer fuerte e independiente, no un bebé.

—Cariño, yo ya tengo veinte años y sigo siendo un bebé, no te sientas mal ni hagas pucheritos —bromeó la hermana de mi novio sonriendo—. ¿Nos vamos? Está empezando a hacer frío.

—Me parece buena idea —agregó Hoseok acariciando mis hombros con cuidado antes de soltarme—. Ve encendiendo el motor del coche, yo y la bebé terminaremos de recoger la mesa.

Rió al ver mi clara expresión de molestia. Le encantaba hacerme rabiar.

—De acuerdo, no se olviden de nada —recordó, sacando las llaves del coche.

En poco tiempo, Hoseok y yo dejamos la mesa de madera impecable, tal y como la habíamos encontrado antes de ensuciarla. No era plan contaminar el medio ambiente y menos, un lugar tan natural como aquel. Colgándome uno de los bolsos en el hombro, mi novio tomó otro compartiendo el peso. Tiré la bolsa de plástico en una de los contenedores de la zona y juntos, nos dirigimos hacia el coche. Metimos los bolsos en el maletero tomando asientos como antes, Hoseok delante con Jiwoo y yo detrás de él.

—¿Ya está todo? —Preguntó mientras nos colocábamos los cinturones—. Casi ha anochecido ya.

Y tenía razón, la oscuridad empezaba a hacerse presente y, la tranquilidad que aportaba aquel lugar lleno de luz, aterraba un poco a esas horas de la tarde.

—Mejor que pongamos rumbo ya, sino se nos hará muy tarde y aún hay que dejar a Soojin en su casa —la castaña asintió colocando ambas manos sobre el volante con intención de maniobrar. Encendió antes la radio, enchufando su teléfono por el conector USB.

—¿Qué quieres escuchar, Soojin? —Preguntó Hoseok tomando el teléfono de su hermana. Ella siempre era muy permisiva en ese sentido, estaba a gusto con cualquier tipo de música.

—Pon lo que quieras, Seok, me da igual —respondí con indiferencia. Realmente era muy del tipo de Jiwoo, estaba a gusto con cualquier tipo de música.

HOPE ━ j. hoseokOù les histoires vivent. Découvrez maintenant