6 · hogar

396 30 15
                                    

Hoseok

—Bueno, cariño... Creo que volveré sobre las diez y estoy segura de que para ese entonces estaré agotada así que, ¿te importaría tener la cena preparada antes de que llegue? Te avisaré desde que coja el coche —indicó para después plantar un beso sobre mi mejilla.

—No te preocupes, lo haré —le aseguré. Plantó otro beso sobre la mejilla de mi novia que se encontraba a mi lado.

Después de eso, mi madre tomó las llaves del mueble del recibidor mientras parecía pensar en si se le había olvidado algo.

—¡Ah! —Exclamó mientras se encontraba en el proceso de abrir la puerta para irse—. Tu hermana me dijo que vendría este viernes a casa para quedarse todo el fin de semana —me informó antes de esbozar una sonrisa.

—¡Oh, perfecto! —Dije emocionado puesto que a ella también la echaba muchísimo de menos—. Le hablaré después para ver si podemos organizar algo que hacer juntos cuando tengas un rato libre.

—Me parece buena idea —agregó—. Soojin si quieres te puedes unir, estoy segura de que Jiwoo tiene muchas ganas de verte a ti también.

—Lo pensaré. —Mi novia sonrió de oreja a oreja. Mi madre ensanchó más la suya incluso cuando parecía imposible de manera que aparecieron esos característicos hoyuelos que yo había adquirido.

—Me voy o llegaré tarde... ¡Pásenlo bien! —Se despidió con la mano para después cerrar la puerta detrás de sí, por lo que nos quedamos solos.

Soojin no tardó en girar su cuerpo y me miró como si me preguntara sin palabras cuál sería nuestro siguiente paso.

—¿Vamos a mi habitación? —No tardó ni un segundo en asentir emocionada.

Tomamos ambas mochilas y subimos las escaleras de madera que nos dirigían al segundo piso de aquella humilde pero más o menos gran casa en la que había habitado durante toda mi vida y en la que había creado millones de recuerdos.

Quizás no era lujosa y los cuadros pintados por autores reconocidos eran reemplazados por fotos de mi familia en una excursión de verano. Quizás tampoco había muebles blancos formales, paredes de papel pintado, escaleras de cristal o puertas con clase. Pero sí que era un hogar lleno de recuerdos y vivencias que valían mucho más que los electrodomésticos de alta gama y los aparatos electrónicos que persistían en la mansión de los abuelos de Yeonji.

Y aunque hubiera expresado reiteradas veces que sería increíble vivir en una casa llena de lujos, en realidad no envidiaba todo aquello cuando podía tener más por menos. Cuando para mí valían más los recuerdos que el dinero.

Mi habitación era quizás una de las más grandes de la casa. Cuando mis padres la compraron no tenían planeado tener más hijos que mi hermana, así que la que era mi habitación se había convertido en una especie de estudio donde había varias estanterías, escritorios, juguetes y distintos artilugios. Sin querer, había sido el más afortunado de todos los que vivíamos allí.

Las paredes estaban entremezcladas de blanco y un color verde oscuro que teñía la pared donde se situaba mi escritorio y mi cama. Los muebles de mi habitación eran de color blanco; una cama con el respaldo junto a una colcha del mismo tono verde de la pared, conectada a esta; una pequeña mesa blanca que estaba al lado de la única ventana que tenía y que llegaba hasta la esquina, donde habitaba mi portátil y unos libros de clase que había dejado hacía día atrás amontonados; una estantería colgada en la pared recorría la habitación desde mi cama hasta la mesa, con algunos libros entre carátulas de videojuegos y por último; más sitio de almacenaje que conectaba con la mesa y recorría por debajo el ventanal.

HOPE ━ j. hoseokWhere stories live. Discover now