37 · busan

115 9 1
                                    

Soojin.

Había llegado el gran día y por fin, nos íbamos de vacaciones a Busan por una semana. Había cogido lo justo y necesario pero aún así llevaba una enorme maleta repleta de cosas. Mi madre se había preocupado de ayudarme y de darme muchísimos ánimos para el viaje, ella también visitaría por unos días a mis abuelos.

El perfecto clima de Busan me había obligado a deshacerme del suéter que llevaba y el padre de Hoseok no tardó en quejarse del calor que hacía consiguiendo que mi novio rodara los ojos.

Agradecía el hecho de haber ocultado todo al menos hasta después de las vacaciones, porque, aunque a veces se me hacía difícil o me preocupaba que se dieran cuenta, no hubiera soportado la incomodidad de todo cuando se suponía que íbamos a pasarlo bien. Y además, gracias a que Jiwoo lo sabía, la carga era mucho menor.

Debía de admitir que el tema del ginecólogo había sido realmente fuerte y desagradable para mí, ser consciente de que todo era real, de que de verdad había creciendo un bebé en mi interior, creía que sería una de las pocas cosas que no olvidaría ni aunque pasaran muchísimos años. Pero, en parte, haber ido, me había tranquilizado y me había hecho mirar las cosas de otra manera, me había hecho aceptar la situación.

—¡Qué bonita! —Exclamé al ver la habitación que compartiríamos Jiwoo y yo esos días de vacaciones.

Los padres de Hoseok nos habían separado a mí y a él como siempre, pero no era nada que me sorprendiera. Es más, me parecía adorable que lo hicieran porque siempre se preocupaban por nosotros, eran permisivos pero lo justo y necesario para que las cosas fueran bien.

Donde nos encontrábamos era una casa de playa que tenía un acceso directo a ella. Era de dos pisos, uno para convivir y otro para un sótano y un garaje. Al parecer era de uno de los amigos-empleados del padre de Hoseok y no dudaron en dejársela por esos días. Nuestra habitación tenía dos camas separadas, con un ventanal enorme que daba hacia un pequeño bosque frondoso cercano. Era azul, las sábanas del mismo color, con muebles blancos, una cómoda y una silla del mismo color.

—Y cómoda —agregó Jiwoo a mis palabras, tirándose después sobre la cama. Solté una pequeña risa y cogí la maleta para dejarla sobre la cama—. ¿Quieres que te ayude?

—Tiene dos brazos Jiwoo, no la mimes tanto —bromeó la madre de Hoseok pasando por el pasillo con sus maletas. Reí.

Sabía que Jiwoo me lo decía con intención de ayudarme por si era demasiado esfuerzo para mí pero, aún sentía que no había bebé en mi interior y no me había salido ningún tipo de barriga, así que, no necesitaba ayuda al menos en ese instante.

—No te preocupes, estoy bien —aseguré hablando en clave, ella sonrió y se levantó poco después para colocar también sus maletas.

Ya era casi de noche por lo que los padres de Hoseok decidieron hacer una pequeña fogata en la playa. Hoseok y su padre fueron a comprar algo de comida y bebida para la ocasión mientras nosotras dejábamos el equipaje en la casa. Después de tanto, estábamos sentados sobre toallas, mi novio y yo compartiendo la misma manta, comiendo nubes de azúcar blancas quemadas en la hoguera como en las películas. Sus padres también estaban de esa manera, solo que Jiwoo estaba entre ellos. Al estar cerca del mar, hacía algo más de frío que lo habitual así que era muy difícil no tiritar en el proceso.

—Queríamos ir a Italia pero al final, no pudo ser —indicó sabiendo que en su momento había estado buscando vacaciones para hacer con mis padres.

—No te preocupes, realmente no es que quisiera ir a Italia como tal, es solo que, fue un sitio barato que encontré —dije, aunque sabía que el dinero en cuestión no era una preocupación para mi familia—. Busan es increíble y siempre quise venir, gracias por dejarme estar aquí con ustedes.

HOPE ━ j. hoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora