5 · alegría

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Hoseok

Aunque Yoongi había conseguido calmarme por un instante, sabía que no iba a durarme mucho tiempo la tranquilidad repentina que había adoptado. Que incluso el pequeño momento divertido que habíamos vivido por las peleas de matrimonio de Taehyung y Jimin, no era más que un simple espejismo frente a la realidad de que por mucho ímpetu que le pusiera a intentar recuperar mi buen humor, no lo conseguiría. Al menos no ese día. Y era algo que me enfadaba demasiado como para ser normal.

Odiaba muchísimo que las cosas me afectaran tanto.

Me encontraba justo enfrente de aquel asqueroso profesor que me observaba como si fuera un delincuente que se había metido en su agradable mañana. ¿Y para qué mentir? A veces sentía que así era, que no encajaba, que no era normal entre todos los demás por su culpa. Poco a poco se había llevado consigo la poca seguridad que me quedaba antes de conocerle y había conseguido aflorar en mí toda esa emoción cargada de ira y de arrepentimiento.

Desvié la mirada antes de respirar hondo mientras recordaba las palabras de Yoongi hacía unos minutos atrás.

«Nunca te rebajes ante él, nunca, él es peor que tú, no debes de arrodillarte ante él».

—Bueno, ya sabe que es el protocolo de la escuela —dijo, podía notar que él tampoco tenía ganas de verme la cara. Reprimí las ganas de bufar.

Observé con detenimiento como su bolígrafo se deslizaba sobre el papel en una firma tan sofisticada como se suponía que era su semblante. Su letra era incluso irreal, perfecta, como si hubiera estado practicando durante años para conseguir una inigualable y característica.

Por no hablar de su despacho.

Cada parte de él era lo más próximo a lo sublime, la absoluta perfección miraras donde miraras. Estanterías perfectamente colocadas, libros alineados y organizados por colores y alfabeto, apuntes y libretas amontonadas de manera que quedaba espacio suficiente para poder escribir sin problemas, carpetas, papeles organizados de la misma manera que los libros... Simplemente perfecto, sin nada que no estuviera pensado al milímetro.

Él parecía desear la perfección a toda costa por pequeñas muestras como esa. Algo que no podías pasar desapercibido incluso sin conocer ni un cuarto de su verdadera personalidad. Ese hombre tenía un problema grave con la perfección y empezaba a mostrar cuál era su principal motivo de ser tan exigente con los demás.

Me tendió el papel que indicaba que añadirían una falta leve a mi expediente por mal comportamiento en clase y para justificar mi salida de ella. De cerca era incluso más sorprendente esa perfección habitada en cada trazo de su letra y firma. Jugueteé con el papel entre los dedos.

—¿No tiene nada que decir, Jung Hoseok? —Me preguntó antes de entrelazar sus manos sobre la mesa. Me miró por encima de las gafas con esa cierta superioridad que a veces se me hacía difícil soportar.

Estaba claro que tenía miles de cosas que decir, pero no estaba seguro de que pudiera expresarlas sin que me expulsaran de inmediato.

—No, la verdad es que no —mentí como respuesta a su pregunta. Sonrió de lado mientras se recostaba sobre su silla giratoria. Se quitó las gafas de su rostro.

—Veo que la enmienda de la última vez le ha servido de algo. Hasta las personas como usted pueden cambiar y dirigirse al camino de la formalidad. —Uno, dos, tres. Respiré hondo.

Si no me controlaba, la cagaría otra vez y me había prometido no hacerlo.

—Supongo que sí. —Sonreí de manera forzada—. ¿Hay algo más que usted deba decirme?

HOPE ━ j. hoseokWhere stories live. Discover now