47 · vacío y completo

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Seis años después


Hoseok

—Papi, papi —me zarandeó. Hice un pequeño ruido con la boca, aún algo dormido—. Despierta —alargó las letras, suplicando. Finalmente abrí los ojos, encontrándome con los suyos brillantes.

Esbozó una enorme sonrisa antes de reír.

—¡Hoy toca ir al parque! —Negué con la cabeza sin poder evitar sonreír.

—¿De verdad que después de despertar a papi te mereces ir al parque? —Pregunté consiguiendo que ella hiciera un mohín antes de responder.

—¡Claro! —Exclamó antes de que empezara a hacerle cosquillas y se pusiera a reír como una loca.

—Pues yo creo que no te lo mereces, eh —continué haciéndole cosquillas mientras ella se quejaba recostada sobre mi pecho. Cuando pensé que ya la había hecho sufrir demasiado, la abracé con fuerza cogiéndola para sacarla de la cama.

La dejé en el suelo y me miró con su coleta castaña despeinada y sus grandes ojos brillantes, sin dejar de sonreír. Empezó a hacer mohines hasta que negué de nuevo con la cabeza.

Sabía jugar conmigo.

—Venga, vamos a hacer el desayuno. Me lo he pensado mejor —alzó las manos victoriosa mientras reía. Se acercó a mí dando un pequeño salto para besar mi mejilla y abrazarme antes de salir corriendo en dirección a la cocina.

Volví a negar con la cabeza sentado sobre la cama antes de levantarme en dirección al baño para hacer mis necesidades.

Me encontré a Hope sentada ya sobre una de las sillas del comedor mientras esperaba por mí para hacer el desayuno. Ya había puesto la mesa y no dejaba de mover los pies emocionada sin dejar de sonreír. Pensé en ese momento, que nadie podía ser más adorable que ella. Sonreí antes de empezar a calentar algo de leche, sacando en el proceso unos cereales y galletas que pudiéramos comer.

La cocina de mi piso tenía una cocina algo pequeña pero, puesto que daba lugar al salón de estar solo separada por una encimera donde podías tomar asiento, parecía más grande de lo habitual. Había sido mi mejor elección para, si tenía que estar allí, pudiera vigilar a Hope. Los muebles eran blancos y grises, que hacían juego con las paredes grises y los colores del salón. Hope se encontraba en la mesa blanca del salón que hacía juego con tres sillas más.

—¿Quieres zumo de naranja? —Le pregunté dejando frente a ella un tazón de uno de sus dibujos animados preferido y una taza pequeña para mí. Ella asintió ante mi pregunta, así que volví de nuevo a la cocina para dejarle a su lado un vaso de cristal con el contenido.

No tardamos en empezar a comer poco después. Ella canturreaba al ritmo de una canción que era la intro de esos dibujos animados que tanto le gustaban mientras yo la observaba junto a una sonrisa porque era simplemente imposible quitar la mirada de ella cuando era tan adorable. Comenzó a hablar como se acostumbraba a hacer continuamente.

Desde que había aprendido a hacerlo, siempre había sido especialmente habladora, así que no había momento para aburrirse con ella. También era muy alegre, como si se le hubieran mezclado los rasgos más positivos y enérgicos todos a la vez. Nunca paraba de sonreír, como si ella fuera la mismísima alegría en persona y cargaba de luz a cualquiera que pasara por su lado. Parecía una de esas estrellas relucientes y solitarias en un mundo oscuro en el que aportaban el brillo necesario para provocar la felicidad de alguien, por muy mínima que fuera.

—¿Crees que a Robin le gustará ir al parque? —Preguntó con inocencia, esbozando esas palabras con su característica voz angelical—. A lo mejor le gustan más otros sitios a los que le han llevado los demás —esbozó un pequeño puchero y yo sonreí de lado. Negué con la cabeza.

HOPE ━ j. hoseokOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz