3 · buen humor

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Hoseok

Sin querer me había quedado una vez más inmerso en sus gestos y en su forma de ser, como si Soojin fuera la mejor creación del universo.

Y en realidad lo pensaba.

A veces me odiaba por ser tan cursi en mi mente, por estar tan embobado por ella, pero no podía evitarlo. No podía evitar sentirme totalmente enamorado de esos momentos en los que salía su ternura y su preciosidad porque estaba hablando de una de las cosas que más le gustaban en el mundo.

Me encantaba ver cómo sus ojos brillaban entusiasmados mientras hablaba y hablaba sin cansarse del tema. Aportaba pequeños detalles, se emocionaba y su voz cambiaba, su sonrisa siempre estaba presente y su brillo al completo cuando lo hacía.

Verla así era como estar en el paraíso, era como disfrutar de algo que nadie más podía tener. Y en ocasiones, sentía que no me merecía todo ese privilegio de disfrutar de Soojin y de su magia. Sentía que no era el adecuado para disfrutar de ella.

—¿Luego puedo enseñártelos? —Preguntó emocionada mientras agarraba las asas de su mochila. Sus ojos me miraban atentos como si esperara mi respuesta.

Parecía una niña pequeña ilusionada por poder ir al parque esa misma tarde.

—Claro, ¿por qué no ibas a poder? —Ella se encogió de hombros. Apoyó su espalda en la pared de nuestro sitio secreto favorito.

Era el único lugar de aquella escuela pija que me gustaba. Se encontraba en una de las zonas comunes, cerca del pabellón de deportes donde solíamos hacer educación física. Era una especie de pasillo que no comunicaba con nada y que parecía que solo había sido descubierto por nosotros.

Siempre nos escondíamos allí, justo en ese lado que hacía esquina y no se nos podía ver desde fuera. Era el único sitio del instituto que nos mantenía alejados de los globos oculares de los demás. Donde podíamos ser nosotros mismos como siempre.

Sonrió divertida cuando me acerqué a ella, muy pegado.

—No lo sé —respondió. Aunque en realidad ambos sabíamos el por qué de su extraña inseguridad a querer mostrarme sus cuadernos—. A veces me olvido de que eres el único aparte de Yeonji y Minji que no me juzga por esas cosas.

Y no pude evitar sentir pena por su encubierto mohín. Odiaba que se sintiera así, siempre lo había odiado.

—Esta tarde no tenemos nada que hacer, así que puedes volverme loco con todos tus dibujos. —Ella sonrió de lado antes de golpear mi pecho juguetona. Me quejé.

—¿Volverte loco? No quieres verlos...

—¡Claro que quiero verlos, tonta! —Exclamé al ver por donde iban los tiros. No me gustaba que dijera esas cosas aunque fuera una broma porque no quería que sintiera que no la apoyaba en ese aspecto—. Era solo una forma de hablar.

—Lo sé, bebé, solo quería molestarte. —Intenté aguantar la compostura de enfado, pero solo con ese apelativo cariñoso, consiguió que sonriera. Antes de que pudiera oponerme, no tardó en atrapar mis labios.

Desde que nos habíamos encontrado por el camino a la entrada, lo único que había conseguido de su parte había sido un corto beso como saludo debido a la aglomeración de gente. Era un hecho que nos incomodaba tener ojos encima de nosotros por mostrar algún pequeño afecto de manera pública por lo que siempre intentábamos reprimirnos entre esas cuatro paredes de la escuela para no llamar la atención.

Sonrió cuando me miró a los ojos después de acariciar mis labios con sus dedos suavemente.

—Tienes cara de cansado... Fue muy largo el trayecto, ¿verdad? Teníamos que haber hecho lo posible por poder llevarte en coche a casa. —Negué con la cabeza para restarle importancia.

HOPE ━ j. hoseokWhere stories live. Discover now