interlude

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SEGUNDA PARTE: HOPE · interlude

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SEGUNDA PARTE: HOPE · interlude.

Apunto de caer en un vacío, descubrí una inmensa calidez que atravesó la horrible pesadilla en la que me encontraba, casi como si fuera mi mayor salvación. Incómodo ante aquel desastre hallado en mi mente, abrí los ojos descubriéndome a mí mismo acostado sobre la gran cama de aquella habitación en la que solía dormir. Unos pequeños pero brillantes ojos, curiosos, me miraban. Sonreí de lado al ver cómo sus dedos se encontraban sobre mi hombro y su cuerpo estaba a punto de invadir aquella cama sin ni siquiera preguntar si podía hacerlo.

Papi... —murmuró mirándome con cuidado, partiendo de cada una de mis facciones. Vestía su bonito pijama rosa y unos pelitos despeinados caían de la coleta que le había hecho para dormir—... ¿estás despierto?

—Sí, cariño —respondí con la voz ronca debido a dormir. Desvié mi mirada hacia el reloj que habitaba en mi mesilla de noche percatándome que era de madrugada—. ¿Pasó algo? —Ella esbozó un pequeño mohín.

—Tengo miedo papi, ¿puedo dormir contigo? —Preguntó con una grata expresión de terror. Estaba en esa edad en la que cualquier cosa le aterraba y, aunque no estuviera muy convencido, permití su intromisión.

—Sí pequeña, ven —dije, dejándole un pequeño espacio en el que ella pudiera acostarse. Sonriente, apartó la manta para tomar ese hueco.

La arropé con la manta, acariciando después su pequeña cabeza, depositando un pequeño beso sobre ella. Con sus pequeños brazos, me rodeó como aquel peluche de uno de sus personajes favoritos de dibujos animados, pensando que de aquella manera estaría protegida de cualquier monstruo. Acaricié su cabeza mientras permitía que se relajara entre mi calor y retomara una vez más el sueño o si no no habría quien la levantara al día siguiente de la cama.

—Pero, no te acostumbres, ¿eh? —Ella abrió los ojos, apenada—. Ya eres una niña grandecita para dormir sin papi, ¿verdad?

—Ya pero...

Igualmente, sonreí. Lo cierto es que también me sentía asustado y solo, lo menos que me importaba era la compañía de la única mujer que siempre me acompañaría y siempre me querría pasara lo que pasase. Volví a besar su cabeza ante su ternura y, una vez más, me dedicó esa preciosa sonrisa característica de su madre, recordándome siempre su existencia. La arropé con cuidado abrazándola al completo con uno de mis brazos, protegiéndola.

—No tienes que temerle a nada Hope, hacerte daño sería de una persona mala —le dije con cuidado, tranquilizándola. Mantenía sus pequeños y brillantes ojos cerrados.

—Mami dice que los monstruos me tienen alergia y que no pueden hacerme pupa, ¿tú crees lo mismo? —Preguntó inocente, sin saber la medida de sus palabras. Sonreí de lado sin dejar de enredarme en las hebras de su cabello.

—Claro, mami es realmente lista —los hoyuelitos de su rostro se marcaron haciéndome ver lo parecidos que éramos en ese aspecto—. Ahora duerme, ¿sí? No quieras que mami piense que de verdad los monstruos te han tenido despierta.

—No, papi, gracias. Te quiero mucho —murmuró dejándose llevar por morfeo.

Y él también la quería porque era la única que siempre le había brindado esperanza.

HOPE ━ j. hoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora