49 · distancia

84 8 5
                                    

Hoseok

Me revolví entre las sábanas esbozando ruidos de incomodidad ante la alarma que provenía de mi móvil. Suspiré antes de alargar el brazo para apagarla, por mucho que quisiera ignorarla, nada cambiaba el hecho de que tenía que levantarme. Me quedé mirando hacia el techo mientras asimilaba que tenía que moverme para empezar el día. Volví a suspirar unos pocos minutos después, levantándome en dirección al cuarto de baño para hacer mis necesidades. Después, me acerqué a la habitación de Hope para tomar asiento al borde de su pequeña cama, acaricié su cabeza sin poder evitar sonreír.

—Hope —murmuré sin dejar de acariciar su corto pelo castaño oscuro. Ella esbozó un pequeño ruidito cargado de molestia—. Despierta, es hora de ir a la guarde —anuncié.

No tardó en abrir los ojos y sonrió llevando ese gesto hasta los mismos, haciéndose de notar los pequeños hoyuelos que residían en sus mejillas. Estiró los brazos sentándose para abrazarme con fuerza y yo besé su cabeza. Conectamos nuestras miradas, ambos sonriendo como si no nos acabáramos de levantar súper temprano y nos alegráramos de ese hecho. Poco después volvió a abrazarme.

—Desayunamos, ¿pequeña? —Ella asintió con muchísima intensidad. La cogí en brazos haciéndola reír y la llevé conmigo a la cocina para cumplir sus deseos.

La dejé sentada en una de las sillas de la mesa del comedor y me dispuse a hacer el desayuno mientras ella me observaba desde allí como siempre. No tardó en empezar a hablar como una cotorra, como si no fueran las siete y media de la mañana mientras yo sonreía ante sus ocurrencias.

—¿No crees que los findes deberías de ser infinitos, papi? —Preguntó con su vocecita adorable, agitando las piernas que aún no le llegaban al suelo—. Porque yo sí.

—Ya te digo, pequeña —sonreí de lado después de escuchar su larga conversación acerca de los fines de semana, dejando unas tortitas recubiertas de sirope de chocolate las cuales eran su desayuno favorito. Sonrió sin evitar tomar los cubiertos para empezar a comer.

Acostumbraba a hacerle ese desayuno la última mañana que pasábamos juntos porque sabía que la hacía muy feliz.

—Me gusta ir a la guarde —añadió antes de llevar a su boca un trozo de tortita sin esperar por mí para empezar— pero, es muy divertido tener todo el día para jugar —dijo convencida y yo intenté no soltar una carcajada, asintiendo ante sus palabras. Me senté frente a ella, tomando los cubiertos para empezar a comer.

Hope continuó hablando mientras comía entusiasmada.

—¿Está bueno? —Asintió ante mi pregunta después de esperar por varios minutos a que ella terminara de hablar. Masticaba sonoramente mientras movía su cuerpo con intensidad, como si estuviera realmente feliz.

E irradiaba ese sentimiento.

—¡Buenísimo! —Aseguró haciéndome esbozar una pequeña carcajada—. Haz siempre estas tortitas.

—¿Como mantener los fines de semana para siempre? —Pregunté y ella asintió.

—¡Claro!

—Entonces, a sus órdenes —llevé mi mano a la frente como si ella fuera un general y esta rió divertida imitándome poco después. Pellizqué su mejilla con cariño y ella sonrió de nuevo.

Una vez terminamos el desayuno, fui con ella a su habitación para ayudarla a prepararse. Esa era mi rutina cuando tenía que llevarla a la guardería: me despertaba, la despertaba, desayunábamos, la ayudaba a prepararse para llevarla a la guardería y, después, iba a mis propias clases.

—¿Tienes la mochila preparada? —Pregunté al salir de la habitación ya vestido. Mientras yo me preparaba, había dejado a Hope ver sus dibujos favoritos.

HOPE ━ j. hoseokWhere stories live. Discover now