2 · mimoso

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Hoseok

Imaginé que quizás podría acostumbrarme algún día a ese lugar. A vivir entre lujos donde no faltaba una buena calefacción ni comodidad para toda la vida. Un lugar donde solo Soojin y yo pudiéramos convivir juntos, donde no existieran los problemas familiares, ni las preocupaciones, ni los enfados, ni nada malo que pudiera acabar con nosotros. Imaginé que quizás aquel podría ser nuestro lugar de escape, un fuerte donde escondernos, en el que pudiéramos ser quienes éramos sin tapujos, solos enredados entre nuestro amor y cariño, sin importarnos nada más que nuestra mera mutua existencia.

Me sorprendí por la hermosa figura de mi novia entre mis filosóficos pensamientos. Estaba tendida sobre aquella enorme y cómoda cama que te llevaba al séptimo sueño sin dejarte escapar de él. Imaginé entonces que esa podría ser mi imagen diaria y no dudé en fantasear que, si así fuera, estaba seguro de que ningún problema podía acecharme. Era como un ángel que estaba tendido a mi lado para protegerme, sin ningún mal, hecha solo para hacerme feliz.

Y deseé ser bendecido con ella para siempre.

La presencia del cielo estrellado se mantenía resplandeciente gracias a la luz de la Luna que entraba por el gran ventanal de la habitación e intensificaba la imagen de Soojin, sobre aquella cama, tal como como fuera una princesa salida de un cuento perfecto. Aunque, ¿una persona como yo podía ser su príncipe? No lo creía.

Debido a la poca contaminación lumínica y a la oscuridad que residía entre nosotros, podía ser posible el encuentro entre tan precioso cielo que nunca antes había sido capaz de admirar y la verdad es que estaba sorprendido ante semejante regalo de esa naturaleza que tanto me gustaba.

Soojin se removió en el sitio. Sus ojos se encontraron con los míos después de haber permanecido por minutos cerrados, como si hubiera estado disfrutando de nuestra compañía mutua.

—¿No tienes frío? —Preguntó sorprendida antes de acurrucarse aún más entre las sábanas. Negué con la cabeza.

Si ya era preciosa normal, entre la oscuridad, acompañada solo por la pequeña luz de la Luna, era incluso más preciosa. Podría arriesgarme a decir perfecta, a pesar de la ya dicha imperfección humana.

Las mantas que rodeaban su cuerpo casi tapaban por completo esa preciosa sonrisa única y sincera que me había atrapado desde el primer instante. Su pelo alborotado y sus labios rojizos delataban nuestro pequeño crimen indecente sucedido poco antes. Con esa manera de actuar, parecía una pequeña niña traviesa que se escondía entre aquellas sábanas por haber hecho algo terrible. Mostraba así su lado inocente que de vez en cuando perdía entre nuestra intimidad.

—La calefacción de esta casa es bastante agradable —respondí a su pregunta. Ella asintió antes de removerse de nuevo entre las sábanas, como si intentara acurrucarse aún más entre ellas.

—Aún así, no deberías estar de esa manera. No quiero que enfermes —dijo, preocupada. Alargó el brazo en busca de tapar mi pecho desnudo. Negué con la cabeza y acaté sus órdenes antes de tener que escuchar sus insistencias hasta que finalmente hiciera lo que me decía.

Me deslicé por la cama para acostarme a su lado, mi cuerpo peligrosamente cerca del suyo. Pero Soojin no se alarmó, es más, contribuyó a deshacernos del espacio que residía entre ellos. Pasé mi brazo izquierdo por su delineada cintura, casi como si un imán me hubiera impulsado a hacerlo y mi brazo derecho, acabó bajo la mullida almohada blanca en la que estábamos recostados. Ella buscó aún mayor cobijo, por lo que nuestros rostros quedaron muy cerca uno del otro de manera que casi compartíamos el mismo aire. Sonrió con mayor intensidad al observarme con cuidado.

HOPE ━ j. hoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora