Aunque me había negado a que dejaran de comer por mí porque ellas no tenían que hacerlo, ellas no me escucharon y respetaron mi decisión. Pero Minji, amante de la comida, dudaba que durara tanto tiempo sin probar bocado.

—Por mí sí —asentí. A Minji se le iluminó la cara y me pareció adorable—. Podríamos hacer unos sándwiches inofensivos, si los echo por la boca pues los echo pero, lo cierto es que tengo mucha hambre...

—Hagamos la prueba de fuego, venga, sino, te acompañaremos en el baño como el otro día —bromeó Yeonji—. ¿Hacemos entonces unos ricos sándwiches de hotel cinco estrellas en la cocina de cinco estrellas de la familia de Soojin? ¡La respuesta es sí! —Exclamó lanzándose a abrazarme, por poco tirándome al suelo.

Y bajamos las escaleras para hacer eso que habían dicho.

Lo cierto es que fue reconfortante tenerlas allí conmigo, disfrutando de la tarde sin ninguno de mis padres que pudiera entrometerse y, sin tener que mentir para poder quedar con ellas. Era un alivio, de alguna manera. Sentirlas cerca era lo que necesitaba para poder relajarme un poco. Estaban siendo mi cura de estrés.

No tardamos en acabar dormidas sobre la cama, juntas, puesto que cabíamos perfectamente en ella sin apenas rozarnos. Habíamos puesto una película de Disney pero al parecer, más que verla, la película nos había visto a nosotras y no porque no nos gustara o nos aburriera, sino, porque después de todo, la semana había sido completamente agotadora y estábamos derrotadas ante el final de curso.

Me desperté de madrugada con un fuerte dolor de estómago. Cómo pude me levanté intentando no despertar a una Minji que no paraba de roncar con un pie fuera de la manta y un brazo sobre la cabeza, junto a la babita de sueño total y, a una Yeonji con los pelos como un león respirando con tranquilidad sobre la almohada.

No sé cómo narices lo hice pero, de alguna manera pude cerrar la puerta con tiempo para poder abrir la taza y volver a vomitar. Quise llorar de la frustración de no saber qué narices era lo que me pasaba y por qué no se me iban esos dichosos nervios y ansiedad que me estaba provocando los vómitos. Ya habían acabado las clases prácticamente, había aprobado todo, el señor Kim nos había dado tregua, Hoseok estaba bien, yo por fin podía tener una relación medianamente normal con mi madre y sabía un poco más de mi pasado pero... ¿por qué no desaparecía?

Sentí una mano acariciar con cariño mi espalda. Yeonji me acompañó hasta que terminé de vomitar, sentándose a mi lado. Minji no tardó en aparecer a su lado marcando las distancias para no agobiarme.

—¿Estás mejor? —Asentí ante la pregunta de Yeonji, levantando la cabeza de la taza. Minji me tendió un papel para que me limpiara la boca y me miró con preocupación.

—Adiós sándwich de cinco estrellas cocinado por la chef Kim Yeonji —bromeé sacándole hierro al asunto y ella soltó una carcajada colocando un mechón tras mi oreja.

—Con lo que me lo curré, ¡joder! —Exclamó haciendo como si estuviera frustrada, provocando una sonrisa en mí. Acarició mi mejilla.

—Perdón por despertarlas... —miré entonces a Minji quien cambió de lugar para sentarse junto a Yeonji.

—No te preocupes, cariño, no es algo que puedas controlar, despreocúpate, ¿vale? —Acarició Yeonji mi pelo con cuidado—. Pero ya sabes lo que te dije, ¿verdad?

—Que si seguía así iríamos al médico.

—Exactamente pero, como sé que ahora mismo me vas a decir que no porque no quieres arruinar la noche de chicas, te lo pienso perdonar pero, a la próxima olvídate.

Y de pronto me abrazó sin decir nada más.

—Vayamos a ver las tres una peli hasta que recuperemos el sueño —asentí entre sus brazos.

HOPE ━ j. hoseokWhere stories live. Discover now