CAPÍTULO VEINTISEIS: Reencuentro ciego.

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Aún recuerdo la sensación de mis sentimientos volviéndose un caos. Mi vida se convirtió en un laberinto que me llenaba de tristeza mientras más tiempo tardaba en encontrar el camino correcto. Ella desapareció de mi vida como si su existencia fuera solo una ilusión en mi mente. Se desvaneció tan repentina, pero mis ojos aun la buscaban con desesperación, buscaban ver los de ella, aquellas esferas plateadas que brillaban hermosas cuando me miraban, una mirada que nadie jamás me había dedicado. Perdí la esperanza de todo, pero por alguna estúpida razón, algo en mi mente seguía susurrando que ella regresaría. Y lo interprete a mi manera, creí que era mi responsabilidad hacer que ella regresara, aunque su alma no estuviera. Llevaba tiempo lastimándome con los recuerdos que dejo su partida, porque realmente la extrañaba, a ella, a su verdadero ser. Porque una muñeca bizarra jamás se comparará con la magnífica muñeca que era ella, pero me cerré a que esa era la única opción lógica, era imposible que regresé. 

Tan imposible como que yo la olvidara, aunque ahora que lo pienso, olvidarla es más imposible que tenerla. 

Y ahora creo que mi mente me está haciendo la más sucia y horrible jugada.
La veo. Juro que la tengo a un par de metros frente a mí. No está herida, no tiene esas marcas que estaban cuando su cuerpo sin vida llego a mí. Sus ojos no están cerrados. Su cuerpo no se ve enfermo. No se ve tan delgada como aquel día dentro del ataúd. Me cuesta creerlo, estaba seguro que hace un segundo era un varón el que me miraba con expresión acusadora, retadora y arrogante. Sin embargo, en el abrir y cerrar de un paraguas negro, eso cambio.
Su cabello está más largo, su flequillo puede fácilmente cubrir sus ojos como el mío. Sigue teniendo esa figura encantadora. Sus labios tienen un hermoso tono rosa, curvados en una sonrisa que esconde emoción. Jamás la había visto con esa vestimenta, pero aún me sigue pareciendo la muñeca más hermosa.
Ciertamente, estoy horrorizado. El miedo me está consumiendo. Tengo pánico de que realmente no sea ella. Siento que el tiempo se detuvo y tengo miedo de que cuando todo vuelva a correr, ella desaparezca. Que sea una alucinación mía. Que sea un engaño de alguien más. O es que simplemente ¿ya he sobrepasado el límite de la locura? Quizás jamás acepte su muerte realmente. Me mentí a mí mismo diciendo que la traería de vuelta y eso sería suficiente para poder seguir y ahora ¿mi mentira se calló en mil pedazos, mostrando así mi verdadero aferro a que ella sigue viva? No.
El simple hecho de revivirla ya muestra el poco nivel de cordura que me queda.
Sin embargo, sus ojos me miran y siento lo mismo que en ese entonces. Solo que el color plata se cubrió de un verde amarillento con un brillo espectral. Y es exactamente eso lo que me causa más duda, es imposible que sea ella si fue asesinada. Al menos, que haya pasado algo de lo cual yo no me entere. Mis ojos se sienten húmedos, el pecho me duele, mi garganta es apretada por un nudo sentimental. Necesito escucharla. Necesito tenerla más cercas. Algo, algo que me haga sentir seguridad de que es ella... No puedo moverme, ni articular palabra, solo puedo mirarla con la sensación de que el tiempo corre muy deprisa cuando en realidad solo aun pasado un par de segundos.

—Vamos, hombre~ No te quedes ahí quieto como una estatua —la escuche decir con su tierna voz cargada de un tono divertido y un escalofrío recorrió todo mi sistema nervioso— Anda, hazme un favor, quítate ese cabello del rostro.

Aquellas palabras fueron suficientes. Sentí una descarga eléctrica que me trajo devuelta a la realidad. Su voz diciendo eso, eso que tanto repetía ella antes, que siempre me pedía, una y otra vez. Aquel deseo que jamás le cumplí. Definitivamente era ella.

Eileen y su terquedad de querer ver mis ojos.


Eileen y su sonrisa que siempre estaba tratando de manipularme para que cumpliera su petición.

Las notas de Eileen 『Undertaker』Où les histoires vivent. Découvrez maintenant