CAPÍTULO TREINTA Y SEIS: El ultimo sobre.

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Un cielo gris y nublado adorna parte del entorno. La leve brisa del viento hace su gentil presencia, causando el tranquilo baile de las hojas secas esparcidas a lo largo del cementerio. El silencio predomina excepto por aquellas voces entablando una conversación que cambiaría el rumbo de sus vidas y las tumbas hacen testigo de aquella situación.

—Mientes —fue la palabra inestable que pronuncio con su apagada y dolida voz femenina. Sus cabellos color rosa se balancean suavemente con el viento, mientras que sus verdosos ojos penetran los del shinigami que se encuentra de pie, detrás de una tumba. Una tumba que pertenece a la lápida cuyas palabras y números dicen: Eileen Adelheid 1870-1889.

—Todo lo que te he dicho es verdad —afirma con una tranquilidad aparente, pero en el fondo, el miedo de su incredulidad le come lentamente— Hice todo esto con la finalidad de-

—¡Cállate! —interrumpió con la mirada reacia y un tono intranquilo— ¡No voy a escuchar las palabras de un desertor! ¡No voy a confiar en alguien como tú! Grell me lo dijo ¡No debo hacer caso de tus mentiras!

El shinigami apretó su mandíbula ante la desesperante situación. Sus manos se cerraron en puños ante la impotencia de no poder hacerla creer en él. La situación se alargaba más de lo imaginado y ella simplemente no daba señales de siquiera darle el beneficio de la duda. Su mirada lo dice todo, no va a ceder, no va a creerle, ni si quiera lo dejara intentarlo una vez más.

—Entonces... —dudó por un instante, pero debía mantener su palabra, así que, aun con el dolor sentimental comiéndolo vivo, continuó — Tal como dije, una vez llegáramos a este punto, haré lo que sea que me pidas.

Su mirada dolida mira fijamente a la mujer que ama pero que no puede tener. La mira a detalle ante la sensación de que posiblemente sea la última vez, dándose cuenta que, aun en esta situación, no le cabe duda que realmente la considera la más hermosa casualidad en su existencia. Una casualidad que se adueñó de su mente, sentimientos, interés, tiempo e incluso su propia vida.

—Tu guadaña —menciona luego de deliberar— Dámela —ordena con decisión.

El de cabellos grises contiene la respiración por instante y da un suspiro resignado. Poso su mano detrás de su nuca y de la espalda saco aquel sotoba. Lentamente, lo extendió a ella, quien lo tomo de inmediato.

—¿Qué harás? —le interroga con aires de tristeza y melancolía.

—Llevare a cabo la última orden que se me dio —respondió tranquila dando pasos hacia el desertor— Voy a asesinarte.

Sus ojos se abrieron a la par al escuchar semejantes palabras. Un escalofrío recorrió su sistema nervioso. La miro con incredulidad, sin embargo, acepto su castigo.

—Por lo menos hice todo lo que pude —musito en un tono bajo pero audible para su amada. Ella no respondió, solo le dedico una mirada de desdén y apunto su tridente al pecho del shinigami.

Observo atento los filos de aquella guadaña, la mano de muñeca sosteniendo aquella arma con decisión y total seguridad. La mirada insensible de la mujer que cambio su existencia. El tridente se movió veloz a su a cuerpo y las últimas palabras fueron dichas con dificultad, sinceridad y dolor.

—Perdón por no haber estado ahí cuando me necesitaste —musita con una pequeña y casi imperceptible sonrisa llena de tristeza.

••• 

Abrió sus ojos de manera brusca, su respiración irregular y el sudor frío recorriendo su frente. Jadeo confundido y desvío la mirada inquieta del techo al reloj al fondo de la habitación.

Las notas de Eileen 『Undertaker』Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin