CAPÍTULO DOCE: Las muñecas no deben tomar vino (Parte 1).

1.2K 146 82
                                    

No sé exactamente cómo es que le pedí a Undertaker que se quedará, es decir ¿es que estoy loca? No creo que sea bien visto que una mujer invite a un hombre a pasar la noche con ella, pero eso me importa poco, lo que me sorprende es que lo haya dicho. Él acepto, aunque no sabe mis planes para más tarde. Como he dicho ya, hoy es el cumpleaños de Linn.
Él está más curioso de lo normal, creo que se le están pegando mis mañas, vio con detalle dentro de la carpa y comenzó a hacer muchas preguntas sobre un tema que no esperaba hablar con él. Tuve que ser muy cuidadosa de no decir más de lo debido.

—¿Qué ella hacía qué?

—Me encerraba dentro del baúl —repitió con total despreocupación. Undertaker no entendía cómo estaba tan tranquila, ¿qué no se supone que es algo serio?

—¿Por qué hacía eso? —la vio sonreír. Una sonrisa que, si le ponías atención, podías ver la amargura escondida.

Eileen vestía una camisa lila bastante floja y pantalones negros algo ajustados, descalza. En otras palabras, portaba su pijama. Se acomodó en el centro de la cama con las piernas cruzadas. Undertaker estaba sentado de lado en la orilla, esperando una respuesta.

—Desde pequeña soy muy curiosa. Hacia cosas que no debía y me metía en muchos líos. A mi madre obviamente le molestaba. Ella quería una niña tierna, delicada, seria y obediente. Que cuidara de no manchar su ropa femenina, sus modales y su cuerpo.

—Todo lo contrario, a ti —murmuró Undertaker bastante atento. Ella asintió con una risita.

—Me la vivía trepando árboles, jugando con insectos, corriendo de allá para acá, manchando mi vestido con moños, rompiendo mis zapatillas, desalineado mi lindo peinado y llenando mi cuerpo de raspones y suciedad —sonríe— Hasta que un día... le di un puñetazo en la cara a un niño.

—... Pfff —su risa se hizo escuchar— Lo... Lo siento, c-continua.

—Le rompí la nariz, se puso a llorar y me denunció con su madre.

—¡¿Qué?! —no lo evito. Soltó una carcajada mientras Eileen lo miraba, sabía que se reiría y le agradaba. Un minuto después se calmó— Supongo que ahora viene la parte mala.

—Por supuesto. La madre de él le dijo a mi madre que su hija le rompió la nariz a un chico tres años mayor que ella. Se molestó totalmente, en casa comenzó a gritar diciendo que yo era como un niño, que no estaba bien y que estaba harta de que siempre me metiera en problemas. Dijo que tendría que aprender a la mala y me metió dentro del baúl como castigo.

—¿Y cómo te sentiste?

—Los broches no estaban cerrados. Me salí del baúl cuando se salió de la habitación y escape por la ventana.

—Me lo imagine~ eres terca, lo sé.

—No te he contado todo —sonrió.

—¿Aún hay más? —cuestiona divertido.

—Volvió a meterme en el baúl, pero esta vez cerro los broches. Me dejó ahí toda la noche sin comer. Al día siguiente, cuando abrió el baúl, le grité que era la peor madre de todas y salí corriendo. Desde entonces, siempre que podía me metía ahí dentro. Llegue a pasar tres días enteros, no importaba cuanto gritara, nadie venía a sacarme. Eso me dejó cierto trauma.

«Ahí vas de nuevo, a perderte en tus pensamientos» la observaba fijamente, tenía una mirada extraña, no era tristeza, pero Undertaker no sabía descifrar su significado.

—Si eso te dejó un trauma... ¿Por qué Handled salé de una maleta o de ese mismo baúl? —lo miró un tanto sorprendida y le sonrió.

—Porque sé que puedo salir. No está cerrada realmente. Por eso tuve esa reacción el día que no querías abrir el maldito ataúd donde me caí —le dedicó una mirada acusadora haciéndolo sentir incómodo.

Las notas de Eileen 『Undertaker』Where stories live. Discover now