Las notas de Eileen 『Undertaker』

CAPÍTULO CINCO: Indagando sobre el sepulturero.

Es verdad, las lluvias en Londres son intensas y largas, tal como lo dijo él. Aún no sé porque termine accediendo, pero luego de quebrantarme en el cementerio, cuando pensé que no había forma de minimizar el vacío en mi interior, apareció él, de la nada, con un paraguas negro y su peculiar sonrisa, minimizando un poco el vacío en mi ser, aunque fuera solo por un momento.

Durante el trayecto dentro del cementerio, Undertaker cubrió más de mi lado que del suyo, por lo que quedó mojado. Sigo sin entender porque tuvo ese gesto conmigo. Además de cubrirme de la lluvia, me llevo a su negocio, me preparó café... aunque lo sirvió en un recipiente que no es para eso...era un vaso de laboratorio si no me equivoco

—¿Qué es esto? —cuestiona al recibir un recipiente.

—Tu café —responde con serenidad.

—¿No tienes tazas?...

Él ríe.

—No, ¿para qué?

—Para el café...

—Sabe igual en donde lo pongas.

Eileen lo mira esperando algo más, pero no dice nada. Sonríe y niega con la cabeza.

«En serio es raro»

—¿No vas a contestar mis preguntas?

—¿Quieres galletas?

Ella asiente.

—Tomare tú pregunta como un "no" —comenta, tomando una galleta del tarro puesto en el escritorio.

Mientras le daba una mordida a la galleta en forma de hueso, se dio cuenta que algo estaba diferente. Su miraba vago por el lugar y entonces lo notó.

—¿Limpiaste el lugar? —pregunta incrédula.

—Tal vez~ —contesta, dando una mordida a la galleta.

—Imposible... Solo me fui un rato y tú llegaste al cementerio, ¿cómo es que lo hiciste tan rápido? O acaso... ¿Vives con alguien, tienes pareja, hijos o alguien contigo?

—Vivo solo —responde con la boca llena de galleta, causándole gracia a ella.

—Al fin respondes una pregunta.

Undertaker recarga un codo en el escritorio y su mentón en la mano, mientras con la otra toma una nueva galleta.

—Suficiente de mí. Hablemos de usted, Eileen.

—¿Qué quieres saber?

—Lo que me quieras decir —sonríe sin mostrar los dientes.

Eileen pestañea, mientras bebe de su café.

—Soy de Suecia —comenta de repente.

—Eso fue inesperado, ¿qué haces en Londres?

—Desde hace tres años me fui de casa junto con ellas. Éramos viajeras sin que hacer. Nos dedicábamos a meternos en problemas y disfrutar de la naturaleza, los libros y la vida en general. Bueno, ellas más que yo.

—¿Por qué dejaste tu casa?

—Soy demasiado curiosa como para quedarme ahí. Salí al mundo para conocer más... Aparte de algunas razones que no hablare.

—Cuéntame más —dice con interés.

—Hmmm, vivo con la señora Adelina, pero pronto me iré de ahí. Su sobrina vendrá a vivir con ella y no quiero causarle problemas. Ahora que estoy sola, me tengo que ocupar de mis propios gastos yo misma, tendré que buscar algún empleo aquí, juntar algo de dinero e irme... —agacha la mirada— Aunque, a pesar de lo sucedido, Londres me gusta mucho.