CAPÍTULO VEINTICINCO: El investigador y el culpable.

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Despacho Shinigami. 

Londres, 3:46 pm. 

Cuarto Piso: Departamento Administrativo/Recolectores.

Camina de un lado a otro con una paleta en la boca, buscando alguna respuesta lógica, pero pareciera que no la hay. De fondo, se pueden escuchar a otros shinigamis hablando a la distancia y haciendo su trabajo, ella también realiza el suyo, pero hay algo que le parece extrañó  «Debería haber un error» se repite mentalmente. Como parte del Departamento Administrativo, uno de sus trabajos es realizar la Lista de la Muerte, después entregarla a los shinigamis del Departamento de Recolectores y finalmente procesar los datos de las almas, verificando que no hubo ningún error. Las listas suelen ser largas algunas veces, sin embargo, esta vez decir que la lista es larga no es suficiente «No hay errores. De todas formas, viendo las circunstancias, la cantidad no es tan anormal, pero si la causa...» dio un suspiro de resignación y se dejó caer en el sillón, recostándose «Hemos tenido una baja en el Departamento de Recolectores, el cual es el que tiene menos personal. Tomando en cuenta que en la ciudad abra más muertes esparcidas... Deberé mandar a un grupo de recolectores a cubrir el área más grande, es decir, la ciudad. Y a un par al área más pequeña... Aunque la cantidad es abrumadora para un par ¿debería preguntar a los superiores?» hizo una mueca de disgusto y se fue a sentar detrás de su escritorio.

16 de Abril, 1890.

Como cada día, tengo que preparar la Lista de la muerte tres días antes. Sin embargo, la lista para mañana se ha modificado enormemente. Paso de ser una lista de cuarenta seis personas a una lista de más de mil. Hay media centena en la ciudad y todas las demás serán en medio del mar, en un crucero. No me gusta, pero tendré que ir con los superiores a que me den ordenes de cómo manejar este asunto.

Destrozo el dulce entre sus dientes y aventó con buena puntería el palito al bote de basura. Suspiro con frustración y salió de la oficina con dirección al séptimo piso.

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Ciudad de Londres. 

4:03 pm. Funeraria.

El sepulturero realiza su trabajo debidamente en solitario y algo de oscuridad. Solo un par de velas alumbran lo suficiente el lugar. Montón de hojas y el tarro de galletas se encuentran encima del escritorio. La atención de él es captada por el sonido de la puerta al abrir.

—Vaya, vaya~ jamás pensé que te tendría aquí —entona sorprendido y burlón. La puerta se cierra y es observado por la persona que se aproxima al escritorio.

—En realidad, hubiera preferido no venir —comenta con total sinceridad y una expresión neutral.

—Hih, hih, pero el pequeño Adler no se niega a nada. Eres como un perro demasiado bien entrenado —se burla.

—Tch, me agradabas más cuando no eras más que un raro hundido en depresión —comenta mirándolo con desdén. El contrario carcajea.

—Heh, heh, de verdad eres muy sincero.

—Y directo. Deja tus tonterías de lado. He venido a dejarte la información de la hora de salida del barco.

—¿No la habían mandado ya? —entona confundido.

—Hemos adelantado la fecha. Sera mañana.

—Gyahahaha ¡¿Mañana?!

—Sí, imbécil, deja de reír por cualquier cosa.

Las notas de Eileen 『Undertaker』Where stories live. Discover now