CAPÍTULO TREINTA Y OCHO: La verdad, sin importar el costo.

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El sutil murmullo del viento es lo único audible. La gentil luz lunar es la única que ilumina en medio de la oscuridad. Algunas hojas secas que se dejan llevar por la leve brisa hacen ruido en un segundo plano. Las nubes grises difuminadas en un tono oscuro parecieran que se han detenido a presenciar lo que se avecina en compañía de la Luna. La muerte color plata se encuentra con la muerte solariega.

—Esto es una broma ¿verdad? —interroga en voz baja y temerosa cuando el shinigami se detiene detrás de aquella lápida. Sus miradas se encuentran en medio de la tenue oscuridad.

—No... Eileen, no es ninguna broma —entona seguro, pero con la misma pisca temerosa que ella. La tensión en el ambiente es tan pesada, casi palpable.

—... Es una mentira de mal gusto —murmura desviando la mirada de nuevo a la lápida.

—Te dije que quería hacerte ver la verdad ¿recuerdas? —menciona con una voz tranquila, pero el corazón asustado— Esta es la verdad, Eileen.

—Pero... Todo este tiempo tú has estado... La finalidad de esto es... —oraciones incompletas son lo único que puede musitar, la sensación de estar perdida en un mar de pensamientos abruma su razonamiento.

—Has encontrado el nombre de la mujer que amo ¿no? Solo tienes que decir su nombre y habrás ganado —una sonrisa casi imperceptible se dibujó en su rostro. Ella alzo la mirada a él, sus ojos mostraban lo desubicada que se siente, la confusión desborda de sus pupilas.

—... Eil... Eileen A-delheid de... Ge..er —balbucea apenas entendible. Su mirada baja de nuevo a la lápida y la observa como si hubiera un mensaje más oculto— ¿De... Geer?

—Es tu apellido —comento el shinigami que le observa atento e inquieto— Esa es la razón por la que en las instalaciones no sé te dijo tu apellido, lo conoces ¿cierto?

—Es el apellido del monarca sueco —contesto de forma automática, con la vista perdida en aquellas letras grabadas «Los shinigamis de procedencia noble no tienen permitido saber de qué familia son... De esta manera se evita que mezclen lazos familiares con el trabajo» su respiración se nota lenta y pausada «Tengo que calmarme... debo llevarme esto con calma, necesito saber más»

—Has ganado el juego. Tienes derecho de pedirme lo que quieras y yo tengo la obligación de cumplirlo sin importar cual sea tu petición —aclaró captando de nuevo la atención de ella, quien le miro con desconfianza. Tomo el paraguas negro que reposa a su lado y se puso de pie de manera lenta.

—¿Cuantas cosas puedo pedir? —enarco una ceja y le miro con seriedad. Él sonrió.

—No esperaba esa pregunta —comenta con algo de sorpresa— Puedes pedir cuantas cosas quieras.

—Bien... Responderás con la verdad a mis preguntas, justo ahora.

—Entendido —responde tranquilo en un estado de aceptación.

—¿Quién se supone que eres para ella?

—¿Ella? —ladea la cabeza y muestra cierta sorpresa en su mirada.

—No voy a aceptar las cosas hasta confirmarlo con mis propias fuentes. Así que me dirigiré de esa forma.

—Jih jih. Ya veo —pauso brevemente— No diré que éramos pareja porque sería mentira. Jamás formalizamos nada ni llegamos a nada enteramente comprometedor. Pero ambos nos correspondíamos al final de cuentas.

—... ¿De dónde la conoces?

—La primera vez que la vi fue aquí mismo en el cementerio. Sin embargo, cuando nos conocimos de manera formal fue en mi negocio, luego de que asesinaran a sus amigas.

Las notas de Eileen 『Undertaker』Where stories live. Discover now