CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO: Esa muñeca, manipulando.

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16 de Diciembre, 1890. 

He escrito tantas cosas durante estos últimos seis meses. Puedo darme el lujo de decir que este último medio año he sido muy feliz. Jamás, ni un solo día, he olvidado que ellas no son realmente lo que yo más amo en esta vida. Siempre he tenido consciente que son una ilusión sin alma y vida a la cual me aferró. Aun así, estoy segura que sin eso yo no sería tan feliz como soy ahora.

Durante estos meses, Undertaker no me ha dejado salir de la casa de Bravat (sí, aún seguimos viviendo aquí) al menos que sea acompañada de él. Dice que no va a cometer el error de descuidarme de nuevo. Y tal vez no lo admite directamente, pero sé que tiene miedo de que pueda suceder si los shinigamis del despacho nos encuentran, más específicamente, si me encuentran a mí. Tampoco deja salir solas a Linn y Astrid, sin embargo, ellas quieren pasar navidad fuera de la ciudad, quieren ir a un lugar más natural y jugar en la nieve como niñas.

Undertaker acaba de entrar a la sala.


Cerró el pequeño diario y dirigió su mirada al shinigami que se adentra a la sala. Le miro con curiosidad, parecía bastante pensativo.

—¿Sigues escribiendo diarios? —le cuestiona acercándose al sillón familiar donde ella está sentada de lado con las piernas extendidas a lo largo del mismo.

—Es una costumbre —se encoge de hombros, mientras Undertaker le tomo las piernas juntas, las levanto un poco y se sentó a lado de ella, acomodando de nuevo las piernas extendidas por encima de su regazo— ¿En qué tanto piensas?

—Ah, siguen insistiendo con que quieren hacer un viaje... —contesta luego de dar un suspiro frustrado y echar la cabeza hacia atrás con cansancio, extendiendo los brazos sobre el respaldo.

—... Yo también quiero salir de aquí un par de días —murmuró esperando una respuesta de él.

—Sabes que opino de esto —entona serio sin mirarla.

—Lo sé, lo sé... Pero no podemos estar así siempre y lo sabes.

—... tch —Eileen soltó una risilla.

—¿Recuerdas el pueblo al que te pedí ir en las cartas?

—Sí...

—Vayamos ahí. No hay mucha gente ni asesinatos. Tampoco hay muchos enfermos. Los shinigamis no andarán en esa zona, no es un lugar de muerte como aquí. Sólo hay que sobrevivir un rato en el trayecto en tren —menciona con serenidad.

—Puedo usar transportación instantánea...

—El viaje no tiene gracia si lo hacemos de esa forma —dijo con un toque de burla.

—Entonces ya sabes la respuesta —responde cortante. Eileen le mira con fastidio.

—¿Ves? A ti también te hace falta hacer un viaje. Andas de mal humor de nuevo.

—Eso no es verdad.

—Claro que lo es —asegura con un tono ligeramente más alto— Estas estresado, ya no andas riendo por todo, ni estas dándome cariño, ni si quiera me miras.

—... —Undertaker sintió como el peso de las piernas de ella desaparecía de su regazo. Supuso que se había molestado y que se fue a otra habitación. Sin embargo, su expresión fue de total confusión al sentir un mayor peso encima. Movió su cabeza al frente y abrió los ojos, encontrándose con la shinigami a horcajadas sobre él.

Las notas de Eileen 『Undertaker』Where stories live. Discover now