Capitulo 22: Una semana

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Mis entrañas se revolvieron. De nuevo, mi impulso me llevo a volver a desenfundar el arma con el único fin de matar a ese malnacido.

Pero me detuve al recordar que si me movía el no tendría escrúpulos de atacarla. Observe como Ashkore la manoseaba.

A-ash... —su voz se oía ronca.

Con el corazón en un puño, las lágrimas empezaron a bajar por mis mejillas sin darme cuenta.

Al verme, Erika con una mirada de furia, abrió la boca y mordió la mano con la cual sostenía Ashkore el cuchillo.

Este, rugió se dolor, mientras un poco de sangre se esparcía por su traje y el sonido de la daga al caer resonó en toda la cueva.

Ella se aparto rápidamente, mientras que yo aproveche para abalanzarme contra el, con la intención de clavar mi espada en el pecho pero me desvié y acabe atravesándole el costado.

Soltó un sonido desgarrador de dolor, mientras que a Erika se le descomponía el rostro.

Dios mio... murmuro con el rostro congelado, mirándolo—. No, joder, Ashkore...

¡Sal de aquí! la chille mientras le mantenía inmovilizado—. Avisa a los demás!

Obediente, salió disparada hacia las escaleras. Poco a poco noté como la sangre bañaba mi cuerpo y el suelo, mientras el agarre de Ashkore que me sujetaba violentamente perdía intensidad.

Hijo de puta...

  𝓝𝓪𝓻𝓻𝓪 𝓐𝓼𝓱𝓴𝓸𝓻𝓮  
[ 𝐻𝑜𝑟𝑎𝑠 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑢é𝑠... ]

Lentamente abrí los parpados. Nada más hacerlo, reconocí el techo de mi habitación.

Intente incorporarme pero un dolor en el costado me sacudió todo el cuerpo, haciéndome caer de nuevo en mi cama.

Maldije en bajo y agache mi cabeza para observar mi pecho desnudo, envuelto con una venda, tapando la profunda herida. Mi armadura superior y mi mascara estaban colocadas en la cómoda enfrente al lado de un botiquín.

La puerta de mi cuarto se abrío y entro Leiftan. Este se apoyo en el marco de la puerta con las piernas cruzadas y me dedico una calida sonrisa.

Ey, bello durmiente. bromeo—. Tienes visita.

Fruncí el ceño sin entender nada, iba a protestar pero de detrás de el aparecido Erika, cerrándome la boca de golpe, quien me miraba con timidez. Leiftan se despidió con un gesto de cabeza y cerro la puerta tras de si, dejándonos solos.

Ashkore. me miro seriamente—. Tienes que parar.

Sorprendido, me incorpore con cuidado.

Tienes que parar de hacer daño a la gente que quiero... a la gente en general. continuo cruzando los brazos—. ¿No eres consciente de lo que provocas por tu sed de venganza que solo te dejara como estas ahora, malherido?

¿Así me pagas haberte ido a visitar ayer? reí por lo bajo, frunciendo el ceño y ignorando su sermón—. ¿Dándome una charla de ética?

Estúpida Faelienne [ELDARYA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora