Capítulo 79

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Trevor y Leah no se han separado de mí en lo que quedó de la semana.

Si bien no la he estado pasando bien, ni he tenido los mejores días, lo que más quiero es estar sola. Todo lo contrario a éste momento.

— ¿Stefan y Cam donde están? —cuestiona mi amigo.

— Cam y mi hijo están con mi madre, Alek acompañó a Stefan a la oficina por el tema de... bueno, tú sabes —ruedo los ojos ante la vaga respuesta de mi amiga.

Ese tema ha sido como hablar del mismo diablo. Connor Ryder quedó libre sin ningún cargo, ya que prácticamente fue arrastrado a participar del delito, todo lo contrario a mi madre. Eline, tiene múltiples cargos, cargos que dudo la ayuden a salir por lo menos en cincuenta años. No logra tranquilizarme del todo pero cincuenta años son muchos para un vejestorio como ella.

Solo espero que la vida le devuelva todo lo malo que ha causado. Lamento día a día, hora tras hora, todo el daño que esa mujer causó en nuestras vidas. Saber que utilizó a mi padre, lo manejó a su antojo y placer escudándose bajo la escusa de amar, que me creó tan fríamente y al traerme al mundo no hacía más que destruirme la vida de a poco, hasta que finalmente lo hizo. Me mató al matar a mi padre y mi bebé no nacido. Jamás nadie entenderá el dolor de una madre al perder a quien llevabas en tu vientre. Sé que el lamentarme no ayudará en nada, ni me devolverá a ambos. Por esa razón decidí pensar en Cameron y Stefan, mis hombres, y seguir adelante, como lo hubiera querido mi papá. Viviré por ellos y para ellos.

— De todas formas, ya están en camino —Leah asiente apoyando mi comentario y justo en ese momento el timbre de la casa suena.

Trevor se levanta y camina perezoso hacia la entrada. Suelto una carcajada al ver que mí mejor amigo no cambió en nada. A pesar de que el tiempo en el que no supe nada de él, nada ha cambiado, excepto tu situación sentimental, ya que Trev está de novio con un argentino. Dice que los latinos son mejores y jamás se lo voy a negar mi discutir.

— Llegó este sobre... —dice extrañado.

Mi corazón comienza a latir desbocadamente, mis manos tiemblan y mis ojos se inundan. Por favor que la historia no se repita. Con el ceño fruncido y la mirada nerviosa de mis amigos, abro la carta.

Una letra pulcra y delicada, aparece en el papel blanco haciendo contraste con la tinta negra. Reconocería esta letra donde sea. Es de Stefan, letra digna del rey.

Eres el amor de mi vida, te amo y no me alcanzarían los días que me quedan de vida para demostrártelo. ¿Quieres verme? Debes retroceder el tiempo atrás y leer el segundo capítulo de la historia.

Confundida dejo el papel en mis piernas, mis amigos lo recogen rápido y terminan igual que yo.

— ¿Segundo capítulo? Se las da de escritor el tatuado —rueda los ojos, Trevor.

— Donde lo viste por segunda vez, es ahí —piensa la rubia, observándome confusa.

— La pelea, el lugar de la pelea — sonriente me levanto y tomo las llaves del auto.

— ¡Espera! —volteo a ver la puerta del auto que se abren y cierran de golpe.

— ¿No tiene cosas que hacer? —me burlo.

— No tengo una vida amorosa tan interesante. — Trevor frunce el ceño.

— No quiero cambiar pañales, acelera —suelto una carcajada y obedezco.

Al conducir miles de pensamientos se apropian de mi cabeza, pero principalmente él. Stefan. Siempre pensé que su sonrisa lo cura todo, lo mejora todo, puede contra todo y lo comprobé.

Mi Dulce Destrucción |  Próximamente En Físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora